Publicado en
noviembre 14, 2010

Habla una madre desde el fragor de la batalla de la hora de ir a la cama.
Por Patricia PearsonAMO A MIS HIJOS, pero mi vida mejoraría mucho si durmieran más. Sería ideal que mi hija de cinco años se durmiera a las 6 de la tarde y despertara a las 10 de la mañana siguiente. Si es mucho pedir, ¿qué tal si a las 8:30 de la noche se metiera a la cama y cerrara los ojos en vez de subirse a la mesa de la cocina para pintarrajearse las piernas con un bolígrafo? ¿Sigue siendo demasiado? ¡Me conformaría con que se durmiera antes que yo!
Además, agradecería que mi hijo de un año intentara dormir hasta el amanecer. Cada vez que mi esposo y yo salimos, la diversión se nos empaña por el temor de acostarnos tarde y tener que levantarnos antes del alba, y sentirnos después muy mal por no dormir lo suficiente.Aún tenemos la esperanza de estar juntos y solos en casa. Hace poco mi esposo me besó frente a nuestra pequeña Clara, que gritó sorprendida:—¡¿Qué hacen?!Bueno, no importa. Seguimos viendo con algo de melancolía a nuestros siempre despiertos hijos.Los niños nos sonríen radiantes, como pequeños rayos de sol; en la infancia, la vida es una eterna fiesta de saltos sobre la cama. ¿Hora de dormir? ¡Bravo! Hora de maromas, risas, cinco viajes al baño, tres al refrigerador, 16 cambios de ropa. ¡Hurra!En la tierra de nunca jamás, poblada por los expertos en libros sobre crianza, Mami lee serenamente algunos cuentos, canta canciones y frota la espalda de la niña en un ritual que induce sutilmente al sueño. Pero la serena Mami se transforma poco a poco en asesina cuando la lectura, las canciones y las caricias llevan a la pequeña a saltar muy feliz fuera de la cama.La somnolienta niña corre escaleras abajo a traer sus zapatillas de ballet de Barbie o su plátano a medio comer antes de volver a discutir apasionadamente sobre quiénes están o no invitados a su fiesta de cumpleaños... dentro de dos meses.La serena Mami estalla:— ¡Ya métete a la cama!La somnolienta niña grita conmocionada y bañada en lágrimas:— ¡Papiiiii!— ¡Papá no tiene por qué venir! —agrega la serena Mami, irritada porque su autoridad ha sido socavada con la amenaza de que aparezca el divino salvador Papi.La serena Mami añade con sarcasmo que Papi, también conocido como Dios, yace semiconsciente en la otra habitación, después de haberse pasado horas meciendo al bebé y cantándole canciones. Entonces, la somnolienta niña arroja al suelo su libro "Buenas noches, Luna".A las 10:30 de la noche, por fin la niña está de veras somnolienta y quiere que la abracen. La serena Mami está verde de rabia reprimida, y siente las mismas ganas de abrazar que tendría hacia una tabla de surfing.Por supuesto, dónde yo veo un problema los empresarios ven una oportunidad: hay en el mercado una creciente producción de material grabado para dormir a los niños. Como Clara pasó los primeros seis meses de su vida durmiendo al compás de una grabación de ruido de aspiradora (recomendado para bebés con cólicos), hay esperanzas.Así, di con la cinta del "juego del sueño desmadejado (The Floppy Sleep Game)", creación de una alegre dama llamada Patti Teel. Esta animadora de niños de Santa Bárbara, California, se ha hecho famosa por la "técnica de relajación progresiva" que adaptó del yoga a su juego.Se dice que los diablillos se duermen después de oír durante media hora su melosa voz que los guía hacia una especie de autohipnosis.Compré la cinta y, muy entusiasmada, puse a Clara a oírla después de cumplir con los demás rituales. Ella estaba sentada en su cama, con las piernas cruzadas, haciendo reventar ávidamente las burbujas de aire de un empaque de plástico.La voz de Teel, acompañada de un suave tintineo, le pidió recostarse. Clara obedeció, sosteniendo el empaque frente a sus ojos para seguir aplastando las burbujas.Con un delicado canto de grillos como fondo, Teel continuó: "Cierra los ojos e imagínate que estás acostada fuera, sobre una cobija, en un prado que es sólo tuyo".Clara seguía estallando burbujas.— Se supone que debes cerrar los ojos —le dije.— ¿Por qué?— Porque estamos jugando al juego del sueño desmadejado.— ¿Qué es desmadejado?— Es... no lo sé, algo así como una muñeca de trapo.— ¿Qué es trapo?— Es un paño viejo para secar platos. Clara, escucha la cinta."Levanta la pierna y déjala caer", agregó Teel. Clara siguió las instrucciones de relajación corporal un rato, y luego volvió a las burbujas. Cuando Teel comenzó a cantar una canción de cuna, Clara le cambió cándidamente la letra.— ¡Olvídalo! —dije entre dientes, y apagué la grabadora.— Mami, ¿estás cansada?— Sí, muy cansada.— Si quieres, puedes ir a dormirte.—¡Ah! Gracias.