CABARET ETERNA (Guillermo Cabrera Infante)
Publicado en
octubre 17, 2010

La película Cabaret fue estrenada en 1972 y todavía sigue tan fresca como el día de su estreno. La comedia (¿o es tragedia?) musical es tan original como parecía al principio. Basada en la novela de Christopher Isherwood Goodbye to Berlin, que ya originó una obra de teatro y una película, I am a Camera (Soy una cámara) en 1955 y luego una comedia musical en Broadway, Cabaret, ahora se ha convertido en un clásico, que toma de la novela (que es más bien una sarta de cuentos enlazada por la ciudad de entreguerras) la trama y las canciones del musical y su maestro de ceremonias original se convierte en un siniestro animador que es como un malvado coro griego. Isherwood, llamado en Alemania cómicamente Ishavod, declaró a I am a Camera un “desgraciado embarro”, pero Cabaret, que es una obra maestra, debió complacerlo, aunque lo conviertan en casi un heterosexual y su heroína, Sally Bowles, pasa de ser inglesa para convertirse en americana. Sin embargo sigue siendo en la encarnación de Liza Minnelli la original que siempre fue y originó a la extravagante heroína de Truman Capote de Desayuno en Tiffany"s Holly Golightly. Aunque Sally Bowles, en todas partes, es mucho mejor persona y no tan oportunista y Liza Minnelli aprovecha para hacerla un poco sentimental y boba y su gran extravagancia es andar por la vida con pestañas falsas y las uñas pintadas de verde. La interpretación le valió un Oscar a Minnelli con su cantante que es incomprensiblemente mediocre a pesar de su talento y de su voz. (Inicialmente Cabaret ganó ocho Oscars, uno de ellos merecidamente para Joel Gray en su perverso Animador. Otros Oscars: Geoffrey Unsworth por su excelente fotografía y Bob Fosse por su extraordinaria dirección).
Bob Fosse (1927-1987) es el autor de apenas cinco películas, dos de las cuales, Sweet Charity (Noches en la ciudad) y Cabaret, son obras maestras, y una de ellas, All That Jazz (Empieza el espectáculo), pertenece a un género muy escaso en el cine, la autobiografía. Pero sus protagonistas son casi siempre mujeres, entre ellas la llamada “divinamente decadente” Sally Bowles. Con apenas dos películas Fosse se estableció en Hollywood como un joven genio, pero venía de su experiencia teatral en Broadway con muchas comedias musicales y ya en el cine había aparecido como bailarín y coreógrafo notablemente en Kiss Me, Kate. Si sus apariciones como coreógrafo en el cine fueron cortas, su experiencia teatral comenzó cuando era niño en el vodevil: tenia 13 años. Luego fue un coreógrafo de gran éxito en musicales como The Pajama Game y Damn Yankees en que sobresalió la que era su tercer esposa, Gwen Verdon. Es de recordar su doble aparición, él como coreógrafo, ella como bailarina, en un número memorable: ¿A quién le duele cuando bailan el mambo?. En Broadway ganó varios premios Grammy, pero su éxito fue mundial cuando dirigió lo que era en realidad su segunda película, Cabaret.
Fosse era conocido, como se le ve en All That Jazz, como un trabajador incansable y un fumador siempre con su cigarrillo pendiendo de sus labios. Aunque en All That Jazz víctima de sus dos vicios, el trabajo y fumar su perenne cigarrillo, sufre una operación de corazón abierto pero muere, en la vida real siguió trabajando como director en Star 80, que fue un fracaso, como lo fue su vida de casado. Aunque hizo pareja en la vida con la espectacular Ann Rainkeing, no volvió a hacer otra comedia musical y por supuesto nunca repitió su éxito total de Cabaret. Aunque ahora Chicago, años después de muerto, tiene en su coreografía y en su estilo la repetición del coreógrafo maestro que fue Fosse. Bob Fosse ha creado una concepción de la danza en el cine y una manera. No se bailaba así antes de Sweet Charity y el esplendor de las piernas y los muslos femeninos le pertenece por entero.
Cabaret es algo más y algo menos que una comedia musical: es también un drama perfecto. Con el Berlin de los años 30 como telón de fondo que poco a poco revela su importancia, es también una crónica política en la que el nazismo triunfa en toda Alemania, incluyendo el Kit Kat Club, donde su maestro de ceremonias es también narrador y cronista musical del triunfo de la ideología nazi que acaba por imponerse. Pero un número crucial, El mañana me pertenece, ocurre fuera del cabaret. Aparece primero un joven rubio y angelical en primer plano, mientras la cámara lo va tomando hasta revelar a un miembro de la Juventud Nazi que canta en una cervecería al aire libre, y su público se le va uniendo hasta formar un coro ideológico. Al final el joven nazi se cala su gorra militante y entona triunfal la canción en que la vida, política o no, pertenece al Partido Nazi. Nunca, a pesar de los muchos intentos, se ha revelado de una manera tan evidente cómo el nazismo se convierte en una noción del poder totalitario. Mientras en el cabaret la vida musical sigue su agitado curso.
La película es un perfecto contrapunto entre la escena del cabaret y sus números musicales con la vida de los personajes principales. Sally Bowles y el joven escritor inglés de visita en Berlín y las vidas de sus protagonistas aparecen en un constante devenir dramático. Mientras el joven escritor (un Michael York tan excelente espectador como creíble actor) ve pasar un segmento revelador de la vida cada vez más política. Uno de sus alumnos es un cazador de dotes que persigue a una heredera judía, inexperta pero muy bella y los dos acaban enamorándose. Esa es la pareja heterosexual. Sally Bowles, perfectamente amoral, conoce a un noble rico que se muestra como practicante del triolismo que envuelve a la cantante con ilusiones y al joven escritor con pretensiones. En una escena aparentemente cómica ellos dos se cuentan el uno al otro las apetencias del noble con doble preferencias sexuales. Cuando éste desaparece Sally le revela a su ahora amante que está encinta -pero no sabe quién es el padre de la posible criatura y ambos debaten la posibilidad de un aborto al mismo tiempo que celebran su próximo nacimiento. Más tarde veremos cómo Sally padece un aborto provocado cuando su sentido práctico le gana a sus sueños de madre. Los dos deciden separarse, con el joven escritor que regresa a Inglaterra y Sally que vuelve a su vida de cabaretera y ocasional “demi-mondaine”. Por su parte el joven cazador de dotes revela que es judío y así puede casarse con la rica heredera y la boda es una perfecta ceremonia hebrea. La última palabra tiene el maestro de ceremonias en uno de los mejores números musicales de la película, titulado Si la pudieras ver con mis ojos, él baila con una aparente pareja ricamente ataviada –que resulta ser un gorila. Los dos bailan como una pareja enamorada, pero el maestro de ceremonias musita que en realidad el suyo es un amor imposible porque ella es judía.
Es el maestro de ceremonias quien cierra la película y el cabaret con su parlamento en tres idiomas, inglés, francés y alemán: el Kit Kat Club sigue practicando su decadencia en su público y su cinismo en la escena. Joel Gray es una de las revelaciones de Cabaret (la otra es Liza Minnelli) y su actuación es de una salacidad contagiosa mientras hace de narrador más que de maestro de ceremonias. Pero ya hecho estrella nunca volvió a repetir su éxito en que logra actuaciones tan maestras mientras canta al dinero (El dinero hace voltear al mundo) y es un experto prestidigitador cuando canta a dúo con Liza Minnelli y entre los dos hacen llover las monedas de aparente oro.
Liza Minnelli, como todos saben, es hija de Judy Garland y de Vincente Minnelli. De su madre ha heredado la voz cantante y de su padre la nariz, tan prominente y tan poco fotogénica. Pero su voz es poderosa y recuerda mucho a la entonación y la fuerza de su madre. A veces, si uno cierra los ojos, oye cantar a Judy Garland. Pero si uno los deja abiertos verá a una joven vedette sexy y de formas casi perfectas donde destaca lo que su madre ocultó, que es su talle corto y su abultado torso. Liza Minnelli comenzó a actuar y cantar a los dos años en una comedia musical de su madre y bailaba en escena mientras su madre cantaba Swanee. A los 19 años ganó un premio Tony por su aparición en Flora, la menaza roja. Liza es en Cabaret una extraordinaria cantante, con la voz muy parecida a la de su madre, pero una sexualidad (y sensualidad) que es toda suya. Sus brazos escultóricos y sus largas piernas muestran una perfección que en otras circunstancias le habrían conseguido una larga carrera, pero su vida privada, imitando esta vez a su madre, se volvió un embarro de drogas y alcohol. Tuvo tiempo de aparecer como cantante y actriz en la fracasada New York, New York, dirigida por un sí es no es su amante Martin Scorsese, y su carrera ha tenido altibajos que han resultado en más bajos que altos. Pero si medimos su cantidad de arte en Cabaret, Liza Minnelli es una gran artista y sin ella Cabaret sería otra cosa. Tal vez ni mejor ni peor pero sí realmente otra película.
FIN