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Viviendo en un medio tan ruidoso como son las zonas urbanas, es normal que los individuos enfermen psíquicamente. El ser humano necesita el silencio para relajarse y encontrar las condiciones adecuadas para un trabajo fructífero, por eso, dejar de hacer ruido debería ser la máxima para disminuir el estrés latente y comenzar a alcanzar la tranquilidad interior. A eso, precisamente, nos lleva la senda de mugon-do: a evitar las discusiones, los desórdenes y los sentimientos mal dominados. Pero para alcanzar ese objetivo, primero debemos dejar de vivir superficialmente, pues cerrar los ojos y respirar pausado sólo implica una calma física, no un cese del estruendo psíquico.
Pero comer en silencio implica no sólo no hablar, sino también evitar hacer ruido con los cubiertos o la silla y estar atento a los objetos situados frente a nosotros para controlar los gestos al usarlos. Este cotidiano ejercicio nos cargará de nutrientes y de las energías psíquicas sutiles para nuestro trabajo espiritual.
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