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Este oligoelemento combate infecciones respiratorias.
El bismuto es un metal cristalino, blanco grisáceo, lustroso, duro y quebradizo. Durante el siglo XIX se utilizó principalmente para tratar la sífilis, así como problemas de garganta y gastritis, pero poco a poco fue cayendo en desuso debido a su toxicidad cuando se toma en dosis altas y durante mucho tiempo. Posteriormente, se descubrió que preparado de forma catalítica (gluconato de bismuto 0,007 g por 100 ml), daba muy buenos resultados en todas las manifestaciones infecciosas e inflamatorias de carácter otorrinolaringológico (otitis, sinusitis, faringitis, etc.), pero sin toxicidad gracias a su dilución e ionización.
La medicina natural considera el bismuto un oligoelemento, es decir, una sustancia que se halla en cantidades ínfimas en el cuerpo humano pero que desempeña un papel esencial en los seres vivos como constituyente de enzimas o como elemento que interviene en las diferentes reacciones metabólicas que generan estas enzimas. A este proceso se le llama catálisis, de ahí que los oligoelementos sean considerados elementos catalíticos. El avance de los descubrimientos en el campo de la bioquímica ha hecho que las funciones enzimáticas, vitamínicas e incluso antibióticas sean indisociables de estas sustancias esenciales, consideradas todavía hace algunos años como cantidades desdeñables o como impurezas. Los oligoelementos presentan tres características:
El bismuto se utiliza en periodos de 7 a 14 días. Se empieza con 2 ampollas al día y luego se reduce a una. Se toma 1 o 2 horas después de las comidas. Se sitúa el líquido bajo la lengua y se deja un minuto antes de tragar.
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