LA MERCED, UNA IGLESIA CON TRADICION
Publicado en
febrero 28, 2010
Fachada de la Iglesia de La MercedPor María Claudia Cevallos UgarteCuando llegaron los primeros misioneros a estas tierras y cupo a los sacerdotes Juan de Ulloa y Hernando de Granada, estar con Francisco de Orellana en Julio de 1537, no imaginaron que su simiente echaría profundas raíces en la costa ecuatoriana por la devoción a la Virgen de la Merced, que tanto se arraigó en los pueblos del litoral.
Gracias al espíritu tenaz de los guayaquileños, las construcciones de la ciudad vieja, de caña gadúa y maderas originarias de América, se elevarían en lucha constante contra las dificultades que tuvo que afrontar la capital montubia: plagas, piratas, incendios. Pero si los flagelos fueron una amenaza constante, Guayaquil se levantaba de entre las cenizas y la generosidad de sus habitantes vencía las llamas que arrasaban nuestro puerto una y otra vez.Como las márgenes del estuario del Guayas no facilitaban el asentamiento de las comunidades religiosas por su clima húmedo, se prefirió la brisa fresca de Puná.Dos siglos más tarde, en 1785 y con autorización de la Real Audiencia, la Comunidad Mercedaria se afianza en Guayaquil y establece definitivamente su nueva morada. Para entonces, el Puerto crecía y la ciudad nueva se extendía presagiando su destino de urbe pujante y cosmopolita.ID Y ENSEÑAD A LAS GENTES
Los incendios no detuvieron a los religiosos de la orden mercedaria; ellos proseguirían con su evangelio de "id y enseñad a todas las gentes", que es la divisa de su misión. Y si la ciudad vieja sufre los azotes de los flagelos, la ciudad nueva hereda idéntico fatal destino. De su primer hogar, un humilde templo en el barrio del Astillero, pasan con un convento de respetable dimensión, a la Concepción. El pavoroso incendio del 6 de octubre de 1896, acaba con la tercera parte de la ciudad y desaparecen las iglesias de San Francisco, La Concepción, Santo Domingo y por supuesto, La Merced. Poco tiempo después, los fieles del vecindario, con el sacerdote Pedro Vargas López, deciden comenzar nuevamente. Era el 19 de septiembre de 1897.
Altar MayorBORRA Y VA DE NUEVO
El 14 de junio de 1898 se erige canónicamente la parroquia de la Merced, con el título de “La Inmaculada Concepción”. Para entonces, el Guayaquil de antaño crecía y crecía. Aparecían tranvías y teatros, plazoletas, avenidas y cafés al aire libre, donde se reunían las gentes. Eran otros tiempos aquellos del Guayaquil antiguo que aún hacen soñar a las abuelas. Habiéndose quedado sin su templo, los criollos de la ya importante urbe no se dieron por vencidos, y 5 años más tarde ya tienen otra iglesia que se inaugura el 14 de septiembre de 1902; esta vez embellecida con un pequeño convento, en la actual calle Junín, que se levanta expropiando terrenos que pertenecieron al antiguo convento.
La ciudad a partir de entonces contaría con un precioso reloj público adquirido a la Casa L. Terallón Petitjean, instalado en 1912 gracias a la voluntad del padre Florentino Silva, en una de la Torres de la Iglesia. Guayaquil ya contaba con el reloj municipal de la torre morisca y continuaría únicamente con éste, porque el nuevo reloj de la Merced, de fabricación francesa, que acababa de ser bendecido por el Obispo Juan María Riera, sería consumido por las llamas de otro incendio.DE LOS CIRIOS A LA LUZ ELECTRICA
De los cirios, la iluminación de la iglesia había pasado al gas. La ciudad contó desde 1861 con la fábrica de gas y posteriormente con luz eléctrica, ya que el 24 de julio de 1895 Manuel de Jesús Alvarado instalaría la primera planta eléctrica de Guayaquil.
De nuevo sin el templo, los guayaquileños vuelven una vez más a reunir fondos y emprenden la labor, ya rutinaria por tan conocida, de reparar o construir sus iglesias. En tiempos del padre Ignacio Santos de Cervantes se edificaron los cimientos y la pared correspondiente a la calle Rocafuerte, como lo podemos ver hasta ahora.Sin embargo, se salvaría del flagelo el altar principal, lo que fue calificado en la época como un portentoso milagro, ya que las mejores maderas de nuestro litoral sucumbían ante los incendios, suerte que no siguió el antiguo altar de madera preciosa, que pudo ser rescatado de la iglesia ante-rior, para cerca de 100 años después embellecer la Basílica Menor desde su nave central, donde hoy es objeto de admiración. Vista nocturna del interior de la Iglesia de La Merced, de frente. Al fondo el Altar MayorNACE LA BASILICA MENOR
Iniciada la edificación de la actual iglesia de la Merced en 1927, en 1936 se inauguran sus columnas durante la regencia del padre Enrique M. Ortiz. Fue construida originalmente frente a la calle del bajo, que cambió de nombre a calle de La Merced, posteriormente Bolívar, y hoy Víctor Manuel Rendón. Se la bautiza Basílica Menor el 16 de septiembre de 1962, mediante autorización del Papa Juan XXIII, venerándose en sus altares a la patrona del Ecuador y principal de la Costa Ecuatoriana, La Virgen de la Merced, cuya imagen, según las crónicas, es la misma que se salvó de las llamas el 5 y 6 de octubre de 1896, en el llamado "gran incendio".
El artístico altar de la nave central de la iglesia, con planos del padre Antonio Moreno, fue bendecido el 14 de septiembre de 1902 y elaborado completamente en los talleres de la Sociedad Filantrópica del Guayas, por jóvenes artistas guayaquileños.Preciosos óleos franceses y españoles adornan sus altares de mármol de Carrara en la advocaciones del señor de la Misericordia, Corazón de Jesús, San Pancrasio, Santa Mariana de Jesús, San Roque, San José, Santa María de Cervellón (fundadora de la Orden Mercedaria).El esfuerzo de cofradías y congregaciones, la fe de los guayaquileños y la nobleza de su espíritu, los recoge en un pasaje histórico Lolita Castro Tola, cuando relata que doña Angela Carbo de Maldonado "tenía grabada en su memoria las características de la efigie (de la virgen) desaparecida y describiéndola exactamente envió una misiva al Dr. Víctor Manuel Rendón, representante ecuatoriano ante el gobierno de la República Francesa, para que hiciese esculpir en París la obra artística de nuestra Señora de las Mercedes". Entre las actividades de la época las señoras organizaron también "la colecta del pensamiento", ya que se la hizo mediante finos pensamientos, que en terciopelo y seda, fueron confeccionados por la distinguida artista María Esther Serrano de Varas, de la Cofradía del Altar de las Almas del Purgatorio. Reunidos los fondos necesarios, se hizo esculpir la imagen de la virgen en la Casa Raffi-Delin Fréres, de París. En la factura se lee 18 de mayo de 1898. Nave principal de La Merced con sus arcos y columnasLA BASILICA NACE GOTICA
Contrariando la influencia renacentista del estilo en moda, el arte de la iglesia será gótico y su acústica, la mejor de las iglesias de Guayaquil. Con una nave central y dos laterales, dirigió el trabajo el Ing. Luis Fratta con diseño del escultor arquitectónico Enrique Pacciani. Su espléndida estructura se engalana hoy en conciertos y bodas.
En la época en que se construye la Basílica, en pleno apogeo del modernismo, las corrientes artísticas europeas traen de vuelta el clasicismo con el Art Nouveau que empieza a hacer furor en América, y cuya influencia será notoria en la arquitectura monumental de Guayaquil. Pero la Basílica nace gótica y su pasado, tan ligado a la historia de nuestra ciudad, se adapta hoy a su condición de iglesia moderna mediante la informática, que facilita las labores administrativas "para ponerse a tono con los nuevos tiempos", según afirma su superior el padre Joel Tapia.El gótico, asociado a valores místicos, es arte cristiano por excelencia y en la Basílica de la Merced es oración sublime en sus arcos ojivales y vitrales que traducen la fuerza y la alegría de la fe. Sus artísticos rosetones, torres y cúpulas, se elevan como buscando una respuesta a la existencial angustia del ser humano, y tal parece que cobraran vida cuando canta su órgano antañoso. Y no falta quien asegura que en la Merced, en noches de luna, cuando la ciudad dormida se cubre de encajes de plata, aún se escuchan en sus altares juramentos de encendido amor y promesas para toda la vida...