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¿Cuántas veces nos han hecho preguntas acerca de la naturaleza? ¿Cuántas veces hemos podido contestar sin recurrir a un libro o a alguien entendido en el tema? Es fácil responder esas inquietudes repitiendo lo que está escrito en el diccionario o la enciclopedia o lo que dijo algún biólogo. Pero es mejor aprender por nosotros mismos y responder con ejemplos reales, claros y cercanos, a la vez que nos disipamos y respiramos aire puro. El Bosque Protector Pasochoa nos brinda esa oportunidad. Ubicado a 43 kilómetros al sureste de Quito, este remanente de bosque natural encierra una maravillosa muestra de ecosistemas propios de la región interandina. Quien lo visita puede entender in situ cómo funciona el complejo mecanismo natural que permite la armónica convivencia de pájaros, mamíferos, plantas, hongos y cuanta forma de vida allí se encuentre. El Pasochoa ha sido administrado desde hace doce años por Fundación Natura. Cuenta con un sitio de información, un centro de visitantes y educación ambiental, un albergue, una sala de conferencias, un restaurante y zonas de recreación y para acampar. Cinco senderos interpretativos recorren el bosque y permiten al visitante relacionarse con él y conocerlo. Hay un vivero forestal, donde se producen árboles cuyas semillas son extraídas del mismo bosque y cumplen con un programa de reforestación y forestación urbana principalmente en Quito. Sus 320 hectáreas de extensión comprenden zonas de bosque andino nativo y de páramo que permiten mantener treinta pequeños ríos que conforman una microcuenca hidrográfica muy importante para las zonas de Amaguaña y Tambillo.