BOMBOLI: MILAGRO DE RECUPERACION
Publicado en
febrero 28, 2010
La labor ecológica consiste en hallar lugares y momentos propicios para reubicar plantas y animales del medio semidestruido por el hombre. Solo el idealismo puro y el trabajo constante, pueden lograr el milagro de la naturaleza recuperada.
Por Raúl Guarderas
DELINCUENTES DE LA NATURALEZA
Años atrás ―últimos de la década del sesenta― en mis paseos a caballo por esas regiones y extasiado por su feracidad, anotaba: ... Es un exótico jardín oriental trasplantado a estas breñas del Corazón, sin que nada haya disminuido de su pompa encantadora; surtidores silvestres dejan verter manantiales por entre la yerba alta y espesa. Se elevan a sus lados murales de verdura florecida engarzando las copas de los alisos, colcas y tilos, de modo que solo permiten emerger los detalles curiosos de las orquídeas y así prosigue este gran parque, cerro tras cerro, por todos los rincones de esta cordillera fantástica.
Después, el jadeo ―llanto de lechuza agorera― que emitía el viento en esas épocas (agosto del 82), aludía en mi recuerdo aquel otro rostro de Bombolí como rechazo auténtico a la existencia. Fue el resultado de una política del IERAC que exigía el desmonte criminal para legalizar cualquier posesión de tierras. Fue el aplauso idiota de "agricultores progresistas" y seudo técnicos que asociaban el tractor, los químicos y fitosanitarios como sinónimos de eficiencia y modernismo. Silenciosa llegó entonces la mano de la erosión para iniciar un trabajo pérfido que lograría los triunfos del erial. El panorama infecundo iniciado por la delictiva labor humana y la aridez, habría reinado de no haberse producido...
EL MILAGRO
Los Haro, Oswaldo y Mariana, compraron Bombolí justo por esa época siniestra. Lo hicieron con la seguridad íntima de que asumían una tarea gigantesca. El era un enloquecido por el campo y la naturaleza; estudioso, investigador, práctico. Desde que obtuvo su título en Argentina y discrepó con ciertas normas del INIAP, se propuso demostrar con su trabajo privado lo positivo de sus razonamientos. Dejemos que él mismo nos cuente sus experiencias:
―Ya frente a Bombolí ―nos dice― viendo aquella desolación, lancé con todo mi pecho un alarido angustioso de impotencia, lloré, pero me sobrepuse e inicié con vigor la lucha desigual y desafiante.
Empezamos a admirar su obra mientras vamos por la hacienda. El, con gran pasión, nos explica:
―Tarea mayúscula la de rehacer lo que la madre naturaleza había construido en diez millones de años y el hombre destruyó en diez minutos, ¡el hombre del siglo veinte! ¿Qué plantas habitarían en cada metro cuadrado? ¿De dónde provendría su humedad? ¿Cuál sería su proceso cíclico? Con Marianita y mis hijos tiernos nos absorbimos en el estudio de todos aquellos vestigios que podían, de algún modo, orientar en el descubrimiento de las especies desaparecidas, analizar la textura de los suelos e investigar de dónde podía obtener la materia orgánica para su reconstrucción.
Trepamos a un sitio más alto. Allí, con ademán patético señala hacia la montaña.
―¡Miren la imponencia vegetal del cerro Bombolí! ¡miren su pedagogía silvestre!; en este enorme libro de sabiduría encontré a mi gran maestro.
Desde allí vemos el impresionante paisaje de la cuenca del Pilatón, del río Cristal, en las estribaciones occidentales de la Viuda Chiquita, la Viuda Grande y el Corazón. Su orgullo y rebeldía se hacen presentes y protesta:
―Ahora respiramos, hemos superado las horas de mayor sacrificio; poseíamos recursos mínimos para subsistir algo más de un año, pero la determinación era no pedir ni el retrato de un sucre a nadie. Había que mejorar el camino de acceso y tener una casa acorde con nuestra vida futura. Para lo primero inventé una fórmula a base de arcilla, cascajo y tierra negra; fue una argamasa primitiva, un pavimento rudimentario; y, para lo segundo, aproveché los últimos escombros del bosque primigenio carbonizado y los materiales pétreos que estaban a mano; de este modo edificamos nuestra cabaña bajo los preceptos del naturismo puro.
Hemos llegado hasta los retoños de un bosquecito juncal de saúcos y sacha―colcas. Oswaldo toma allí la actitud de un profesor entendido.
―La primera etapa de orientación duró más de cinco años, pero me señaló objetivos claros: debía copiar en espacios reducidos lo que el chaparro de Bombolí señalaba en su habitat originario; lo ejecuté ordenadamente y con trasplantes delicados formando vallas de ramajes oriundos que yo llamo "cercas vivas". Estos campos experimentales mínimos siguen siendo mis manuales de aprendizaje para descubrir los secretos en su proceso de reciclaje.
MARIQUITAS, CEBRAS, AVES Y FLAMINGOS
El inicio del milagro fundamental se produjo cuando logré hacer los criaderos de las mariquitas―cebras que me ayudarían en el control de las plagas fungosas de la zona. Allí están.
Efectivamente allí están, en las hojas de los saúcos, llegan y parten a cumplir su labor cotidiana de equilibrio acabando con los hongos perniciosos del monte húmedo.
―Después, mi próximo paso fue atraer a las pavas de monte que, se sabe, son pioneras en el acercamiento a una zona de toda una rica población de pájaros, rica no sólo por su beneficiosa labor nativa sino porque son decoración y vida del paisaje.
―¡Sí!, es un aprendizaje maravilloso; la pava de monte enseña a las demás a picar el alimento de las matas precisas, en épocas precisas. Junio y julio pepitas de lilas y mullu―rimy (se aprende viendo sus excrementos), septiembre, octubre y noviembre comen semillas de zagalitas, gualiconas, colcas y moras silvestres. En los inviernos duros encuentran semillas de taxo, pusuc―pato, etc., y en veranos secos se abastecen también del musgo al que respetan por ser fuente de agua endulzada y ayudan a reanimarlo con los orificios que le hacen para que absorba la humedad del ambiente.
Llegamos a ver su programa silvo―pastoril. Caballos, vacas y runa―llamas empotrerados en sus respectivos "parque―potreros", de acuerdo a su corpulencia para no producir ninguna erosión.
―El estudio de la cervicabra, vieja habitante de estos lares, que penosamente es una especie desaparecida, nos ha llevado directamente a la runa―llama como ejemplar sustituto. Hoy trabajamos con las primeras manadas de las alpa―llama (alpaca―llamingo) y reiteramos lo que afirman los criadores europeos y norteamericanos sobre ellas: ¡La llama es el mejor limpiador de la tierra dañada en el mundo!.
EL SUEÑO DE LA ESCUELA DE FORMACION ECOLOGICA
El sueño ferviente de Mariana y Oswaldo Haro es el de transmitir todas sus veteranías de investigación en una similar escuela práctica de ecología aplicada. Ahora es ella quien nos dice:
―Hay que quitarle al hombre sus complejos piromaníacos y depredadores. Se inicia con la niñez, borrar su instinto matricida (la venganza del hombre gusano contra su gran madre tutelar). Que sepan y vean que la naturaleza es vida, alma, plantas, cuerpos y equilibrios. Que descubran el misterio rotativo y cíclico Tierra―Planta―Animal y su complemento sideral Cielo―Lluvia―Suelo.
―Enseñarles ―añade Oswaldo― que cada hombre lleva un creador dentro de sí. Mientras no convive con el campo no tiene oportunidad de ponerlo en práctica. Por su ingenio e iniciativa el humano es el elemento más importante de la naturaleza.
―Necesitamos ―dice Mariana mientras nos prepara el almuerzo con alimentos cosechados por sus propias manos― las comodidades básicas para recibir al máximo de interesados en estos conocimientos. Invitamos a cuerpos educacionales y empresarios generosos a compartir nuestro empeño. Debemos continuar con nuestra "ecodidáctica", pues el tiempo apremia. El proyecto de lombricultura silvestre nos está esperando, pero queremos iniciarlo en función educacional.
Se pronuncia la tarde con el espejo opaco de la asidua neblina. Nosotros quisiéramos pasar más tiempo escuchándoles pues todos sus entusiasmos son válidos, pero lamentablemente tenemos que despedirnos.
―¡Por Dios! ―grita Oswaldo en el rato que partimos― no se olviden de insistir en una campaña nacional de erradicación definitiva de las más mortales armas contra el Ecuador, superiores a las espantosas bombas atómicas: los fósforos (su uso es educacional) y la terrible motosierra.