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Al terminar la clase de ballet que yo impartía, una de mis alumnas, Karin de siete años, me dijo que ya no seguiría asistiendo porque el médico le había dicho que el ballet era malo para los pies. Entonces le aconsejé:
ANUNCIO CLASIFICADO que se publicó en un periódico de Indiana:
MIRA LA VIDA por el parabrisas, no por el espejo retrovisor.
No es permanente ninguna revolución que no haga surgir una vida mejor.
La columnista de cuestiones sentimentales Ann Landers invitó a sus lectores a descubrir la tercera mentira más grande del mundo, después de
Uno no se percata de que el perro es el mejor amigo del hombre... hasta que empieza a apostar a los caballos.
Cuando trabajaba en una tienda de ropa, noté que había una relación muy tensa entre el responsable del departamento y su asistente. Éste último se moría por tener cierto traje, que su superior, sólo para molestarlo, ordenó poner en el escaparate del negocio. Casi de inmediato, una anciana compró la prenda, y el jefe no pudo disimular su alegría.
Un método infalible para poner en su sitio a telefonistas altaneras en hoteles caros es preguntar:
Un día quedé en reunirme con una prima a la que no había visto en 20 años. Llegué sin retraso al restaurante convenido y me puse a escudriñar las caras. En eso, una mujer fue a sentarse a la mesa que estaba a mis espaldas, y pensé que tenía un vago parecido con mi prima, de manera que me volví hacia ella y le pregunté:
Le habíamos recomendado a mamá que no comentara con cualquiera que se había quedado viuda y vivía sola. Cierta mañana recibió una llamada de un agente de ventas por teléfono que insistía en venderle un lote en un cementerio.
Cuando uno se coloca frente al refrigerador y se pregunta si tiene hambre, la respuesta siempre es no.
Lograr que mi hijo adolescente limpiara su habitación era una batalla sin tregua. Un día, por fin, le lancé un ultimátum:
Como director del departamento de comercio exterior de una universidad, mi padre solía ayudar a los alumnos a conseguir puestos en el extranjero. Uno de ellos le pidió una carta de recomendación, así que papá se tomó el tiempo necesario para describir en detalle muchas de las cualidades del joven. Cuando éste pasó a recoger su carta, mi padre le preguntó en qué empresa pretendía prestar sus servicios.
Un día en que tuve mucho trabajo en la oficina llamé a mi hija de 16 años para avisarle que llegaría tarde.
Un hombre hablaba por un teléfono público, y alcancé a oír lo que decía:
Mi compañero de habitación patinaba sobre hielo cuando se fue de bruces y se deslizó seis metros con la cara pegada al hielo. Al examinarlo, el médico de la pista se dio cuenta de que no podía hacer gran cosa por el enorme raspón que tenía en la frente, y lo único que acertó a decirle fue: —¿Quiere un poco de hielo para su herida?
Tengo un puesto en un mercado de artículos baratos, donde los clientes acostumbran regatear. Cierto día una mujer se interesó en un abrelatas eléctrico que costaba cinco dólares, pero aseguró que sólo tenía 2,50. De mala gana accedí a vendérselo por ese precio.
Después de pasar una temporada con mi hija, mi esposo quiso dejarle un poco del analgésico que toma para las migrañas, pues ella también las padece. Al cabo de un mes, hablando por teléfono con ella, mi esposo le preguntó:
Luego de seguir impacientemente durante varios kilómetros a una lenta camioneta de carga, en una carretera de dos sentidos, decidimos detenernos a comer en el pueblo más próximo para dejar que se adelantara.
De adolescente, tomé clases de armonía musical. Uno de los ejercicios de tarea consistía en escribir el acompañamiento para un tema dado. Cuando el maestro se dispuso a corregir el trabajo, admití haber reconocido el tema; como era la Novena sinfonía de Beethoven, me había limitado a copiar la armonía escrita originalmente por el gran compositor.
Engaño colorido. Dice el fotógrafo Norman Parkinson:
Al finalizar cada diciembre, cuando el reloj del Padre Granos está a punto de marcar el inicio de un nuevo año, los expertos parecen sentirse obligados a pronosticar lo que nos deparan los próximos meses. Los economistas estudian sus proyecciones econométricas y, de acuerdo con ellas, predicen épocas de estrechez o de abundancia; los psíquicos anuncian que éste será el año en que la falla de San Andrés hunda a California en el océano. En fin, antes de que demos crédito a las predicciones que se avecinan, consideremos estos vaticinios ya clásicos:
Un día mi amigo Steve y yo explorábamos las montañas Rocosas. Al llegar a cierto lugar le di mi cámara y emprendí un peligroso ascenso, con la esperanza de alcanzar una gruta en lo alto de un acantilado. A trancas y barrancas llegué por fin a mi destino, y me volví para que Steve me tomara una foto que sirviera de constancia de mi hazaña. Mientras agitaba el brazo saludando a mi compañero, que parecía una hormiga a la distancia, me alcanzó su voz:
Un periódico de Oregon informa:
La columna policiaca de un diario californiano publicó esta nota:
Fui parte de un proceso penal en que el acusado, haciendo las veces de su propio abogado defensor, recibió repetidas amonestaciones del juez por intimidar al testigo. Por fin, este individuo que se defendía a sí mismo concluyó con una pregunta:
Durante el interrogatorio preliminar al que se somete a los posibles jurados, el juez le preguntó a mi cuñada si pertenecía a alguna sociedad secreta. Ella contestó que sí, pero no quiso decirle a cuál.
Estaba en el aeropuerto para emprender un vuelo de negocios y me senté a esperar el avión en la sala 48. Entonces el altavoz anunció: