EL NIÑO, CAPRICHOSO Y DEVASTADOR
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enero 21, 2010
FOTO: © ERNEST BRAUN/TONY STONE, GRÁFICA: CORTESÍA DEL INSTITUTO SCRIPPS DE OCEANOGRAFÍAAquí está “El Niño”, una fuerza climática que pone al mundo de cabeza.
Por Per Ola y Emily D’AulaireUN DÍA DE FINALES DE MARZO de 1997, Stephen Zebiak miraba incrédulo los datos que aparecían en la pantalla de su computadora. Lo que el experto investigador en climatología estaba viendo eran los primeros indicios de un fenómeno meteorológico mundial al que, a través de los años, se han atribuido sequías e inundaciones, hambrunas, incendios forestales y miles de muertes. Conocido como "El Niño", es la manifestación meteorológica más destructiva del planeta.
Zebiak y Mark Cane, investigadores científicos del Observatorio de la Universidad Columbia, habían creado un modelo de pronóstico por computadora que predijo correctamente las apariciones de El Niño en 1982, 1986 y 1991, y que apuntaba a una reaparición en 1998. Pero los datos que aparecían en la pantalla de Zebiak, provenientes de satélites meteorológicos y aparatos de medición de las condiciones del mar distribuidos por todo el Pacífico, no dejaban lugar a dudas: una descomunal masa de agua caliente —más grande que el territorio de Estados Unidos y de unos 180 metros de profundidad— avanzaba pesadamente hacia el este, con rumbo a Sudamérica.En junio, los vientos alisios ecuatoriales cambiaron de dirección de oeste a este. De acuerdo con los Centros Nacionales de Predicción Ambiental, de Estados Unidos, la última vez que esto ocurrió fue en el invierno de 1982-1983, la más desastrosa aparición de El Niño en el pasado reciente.Al llegar septiembre, las aguas frente a la costa del norte de California habían alcanzado una temperatura nueve grados centígrados superior a la normal, y frente a la costa de Washington unos atónitos pescadores capturaron un pez vela, la preciada pieza de trofeo que rara vez se aven-tura tan al norte. El centro de Chile estaba sufriendo inundaciones a causa de las tormentas, y unas nevadas más intensas que las habituales atraparon a cientos de personas en los Andes.Zebiak y Cane siguieron de cerca los acontecimientos. Si El Niño de 1997 se seguía formando, el tiempo sería devastador durante el otoño y el invierno.EL NOMBRE de El Niño se refiere al Niño Jesús. Este inocente mote data del siglo XIX, cuando los pescadores peruanos observaron que cada tantos años, alrededor de la Navidad, las aguas costeras se calentaban y la corriente cambiaba de dirección hacia el sur. Y este "niño" hace unas terribles rabietas de alcance mundial.
El Niño se presenta cuando los patrones meteorológicos de la zona tropical del Pacífico cambian de manera violenta. Normalmente, los fuertes vientos alisios que soplan hacia el oeste frente a las costas de Sudamérica empujan el agua de la superficie hacia el continente asiático. De la misma manera en que al soplar en una taza de café empujamos el líquido hacia el lado opuesto de la taza, los vientos alisios lanzan el agua caliente contra las costas de Australia, Indonesia y las Filipinas.El aire húmedo se alza sobre el agua caliente, lo que baja la presión atmosférica y desencadena las tormentas tropicales que nutren las selvas de Asia. Mientras tanto, los vientos de gran altitud regresan a Sudamérica. Allí, el aire frío desciende, eleva la presión atmosférica y despeja los cielos a todo lo largo de la costa del Pacífico, haciendo de ésta una de las regiones más secas del mundo.Pero con El Niño, el patrón se invierte. La presión atmosférica en el extremo occidental del Pacífico sube, lo que propicia sequías desde Australia hasta la India. Los vientos alisios pierden intensidad y, en casos extremos, cambian de dirección y soplan hacia el este.Sin vientos que la impulsen hacia el continente asiático, parte de la gigantesca masa de agua caliente fluye de regreso a Sudamérica, generando tormentas desde Chile hasta California. Entre tanto, sobre el Pacífico, inmensas masas de cúmulos de 16 kilómetros de altura calientan aún más la atmósfera y alimentan una corriente en chorro que a menudo se divide en dos. Una rama vira hacia el norte, calentando la porción noroccidental del Pacífico, el centro de Canadá y Alaska. La otra se desvía al sur, provocando lluvias intensas en el golfo de México y el suroeste de Estados Unidos.SON MUCHAS las ocasiones en que El Niño ha dejado a su paso ruina y desolación. En 1982-1983 provocó una pérdida material de aproximadamente 13 mil millones de dólares, y cobró unas 2000 vidas. En Australia el día se convirtió en noche cuando una tormenta de arena cubrió Melbourne; como secuela, hubo extensos incendios en los pastizales. En el sur de la India, el monzón se disipó y las cosechas se marchitaron.
En esa misma ocasión, El Niño provocó una serie de tifones en secciones del Pacífico que normalmente no padecen tormentas, y hubo partes de Hawai que quedaron arrasadas. La industria pesquera de Perú —una de las más ricas del mundo— sufrió un serio revés. En una región noroccidental de Perú, la precipitación pluvial alcanzó niveles 10 veces superiores a lo normal. Las calles se convirtieron en verdaderos ríos que, junto con el fuerte oleaje, arrastraron hasta el Pacífico el poblado costero de Chulliyachi.A El Niño tal vez se deba también la trayectoria anormal que siguió y la intensidad que alcanzó el huracán Paulina, que en octubre del año pasado, con vientos de más de 200 kilómetros por hora y lluvias torrenciales azotó violentamente los estados mexicanos de Guerrero y Oaxaca. En el turístico puerto de Acapulco, según datos oficiales, 140 personas murieron y alrededor de 45.000 resultaron damnificadas.¿Tiene este fenómeno meteorológico algún aspecto positivo? Quizá sí. Stephen Zebiak señala que en los años en que se presenta El Niño, se forman menos huracanes tropicales en el Atlántico. Esto puede deberse a que los vientos que aquél genera en las capas superiores de la atmósfera arrancan las cúspides de los huracanes, desbaratándolos antes de que alcancen toda su fuerza.En el Instituto Weizmann de Israel, un equipo de científicos que estudiaron los anillos de los troncos de los árboles y las imágenes de formaciones de nubes tomadas por satélite llegaron a la conclusión de que El Niño puede llevar humedad a las sedientas regiones de Medio Oriente. "Qué apropiado que El Niño establezca un vínculo con Tierra Santa", observa el científico Dan Yakir.EN TODO EL MUNDO los científicos están vigilando de cerca el fenómeno. Saben que cuanto más suba la temperatura de las aguas del Pacífico frente a las costas de Sudamérica, más formidable será El Niño. Y el año pasado las aguas se caldearon con extraordinaria rapidez.
Michael Ghil, investigador de cambios climáticos en la Universidad de California en Los Ángeles, espera efectos "importantes". Ants Leetmaa, director del Centro de Predicción Meteorológica de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, en Maryland, comparte la misma opinión: "El Niño está adquiriendo dimensiones impresionantes".En gran parte de Sudamérica se espera que haya más humedad de la habitual. Las lluvias que trae el monzón asiático podrían no producirse, lo que provocaría una escasez de alimentos en la India. En Australia, donde el Niño normalmente ocasiona sequía, se ha emprendido una intensa campa-ña de ahorro de agua.Todo esto, desde luego, podría afectar la economía mundial. La sequía en Brasil y las inundaciones en Colombia podrían traer consigo un alza en el precio del café y otros productos. Y las pesquerías comerciales que abarcan de Ecuador a California ya están resultando dañadas.DESDE LUEGO, cuanto mayor sea la precisión con que los científicos pronostiquen la aparición de El Niño, más personas en todo el mundo podrán tomar medidas preventivas. Las compañías aseguradoras, los agricultores, las empresas de riego y energía eléctrica, las agencias de seguridad pública y hasta los consejos de turismo podrían beneficiarse si supieran por adelantado cuándo va a atacar El Niño.
"Aún estamos muy lejos de hacer pronósticos confiables", dice Cane. Algún día, tal vez, los científicos podrán predecir exactamente cómo manifestará El Niño su rabieta periódica.Por ahora, aseguremos las escotillas y dispongámonos a seguir aguantando este tiempo de locos.QUE ES EL NIÑO?
Durante los años en que no se presenta El Niño, los vientos alisios, que soplan hacia el oeste, hacen que las aguas cálidas de la superficie se acumulen en el Pacífico ecuatorial occidental, lo que causa lluvias torrenciales en las zonas circundantes. La precipitación libera calor, lo que mantiene alta la temperatura en la atmósfera del Pacífico occidental y ayuda a encauzar la corriente en chorro de Asia a CaliforniaDurante los años en que si se presenta El Niño, los vientos alisios amainan, o incluso se invierten. Las aguas cálidas de la superficie y las nubes que las acompañan se desplazan hacia el este, lo que priva a algunas regiones de lluvia, y dota a otras. La corriente en chorro fluye más al sur, y lanza las tormentas invernales a través del centro de California y el sur de Estados Unidos.