HARRISON FORD: CON LOS PIES EN LA TIERRA
Publicado en
diciembre 25, 2009
Hombre de acción- Al decir de un director, Ford es como "una máquina lista para hacer todo lo que se requiera".© 1999 POR DOUG STANTON. CONDENSANDO DE MEN'S JOURNAL (SEPTIEMBRE DE 1999), DE NUEVA YORK.Cuanto más alto vuela, más se arraiga en la realidad.
Por Doug StantonFALTAN DIEZ MINUTOS pata aterrizar en Blairstown, Nueva Jersey, y Harrison Ford está en el paraíso. Desde la blanca cabina de su avión, un De Havilland Beaver, contempla un bosque que se pierde en el horizonte. Empieza a revisar indicadores y a mover palancas. Un De Havilland Beaver exige mucha habilidad en los despegues y los aterrizajes, y Ford se concentra al máximo. Describe varios círculos y luego inicia el descenso.
—Aterricemos en la hierba —dice, aun cuando dispone de una pista—. Es más emocionante.No deja de accionar controles y pisar pedales mientras la hierba se va definiendo como al revelar una foto. Los neumáticos del avión retumban al tocar tierra, se asientan y ruedan hasta que nos detenemos junto a un hangar. Cuando el motor se apaga, lo único que se oye es un radio encendido en el cobertizo. El aterrizaje fue casi perfecto.Para Harrison Ford, la búsqueda de la perfección raya en lo espiritual. En Hollywood es famoso por su conocimiento del oficio de filmar y la atención que le presta. Los directores afirman que hace cientos de pequeñas sugerencias durante el rodaje, modifica constantemente sus parlamentos, busca mejores ángulos de cámara y ayuda a resolver dificultades técnicas.Es un actor exigente consigo mismo. "Si acepto el dinero", explica, "asumo entonces la obligación". Y es sumamente reservado. Sólo él sabe lo que ocurre en su interior; por eso su encanto resulta tan enigmático e irresistible.A sus 57 años, Ford se mantiene en magnífica forma, y tras filmar más de 30 películas y actuar en cuatro de las 20 más taquilleras de la historia, es quizá la estrella de cine más reconocible del planeta. Sus películas han recaudado más de 2000 millones de dólares, por lo cual la Asociación Nacional de Propietarios de Cines, de Estados Unidos, lo nombró "Estrella del Siglo", honor que a él le parece inmerecido. "Jamás hay que reclamar crédito por nada", señala, "porque es indebido. Siempre interviene la suerte, el favor divino y la casualidad".HACE 25 AÑOS, Harrison Ford vivía con su familia en una ruinosa casa donde una manta hacía las veces de puerta de baño. Luego de abandonar los estudios en una universidad de Wisconsin en 1964, se trasladó a Hollywood en un Volkswagen Beetle a trabajar como actor, pero como no le fue bien, decidió hacerse carpintero.
Afrontando estoicamente su desconocimiento del oficio, se ponía a reparar tejados con un manual de carpintería en una mano y un martillo en la otra. Aprendió literalmente sobre la marcha, pero no renunciaba a exigirse y terminó por dominar las técnicas.Un día, mientras instalaba una puerta en el estudio de filmación del director Francis Ford Coppola, una voz familiar lo hizo levantar la vista. Era George Lucas, de quien se había hecho amigo después de participar con un pequeño papel en American Graffiti.—¿Qué haces aquí, Ford? —le dijo Lucas—.Oye, estamos haciendo la audición para una película. ¿Por qué no vienes y lees unas líneas?Ford llevaba más de diez años rondando por Hollywood, y aunque había estado a punto de rendirse, seguía luchando. "En cierto momento pensé que la única forma de triunfar era por claudicación ajena: que los demás se dieran por vencidos hasta quedar sólo yo. ¡Y así sucedió!", dice, aún sorprendido. El filme era La guerra de las galaxias. El resto de la historia ya es leyenda. En Random Hearts, su película más reciente, interpreta a un empeñoso policía que descubre, tras la muerte de su esposa en un accidente aéreo, que ella le era infiel. Se ve obligado a resolver du-das sobre la verdad, el trabajo y el compromiso. Su personaje, dice Sydney Pollack, el director, es "un hombre que se aparta de sus propias normas de conducta, que no busca ni necesita la aprobación de los demás. Mas no es egoísta; simplemente confía en su capacidad. Ford posee muchos de esos rasgos"."Trabajar con Harrison", señala Mike Nichols, quien lo dirigió en Workjng Girl ("La trabajadora") y en Regarding Henry ("A propósito de Henry"), "es como tener el mejor Ferrari o Mercedes: es una máquina lista para hacer lo que se requiera, y con un motor muy silencioso".Con los actores de cine cuesta trabajo saber dónde termina el personaje y empieza la persona, pero no en el caso de Ford. Tiene una risa fácil, sin arrogancia, descortesía ni sarcasmo. Es fácil olvidarse de que es una celebridad porque es muy modesto. Dice que, si no fuera actor, se dedicaría a "algo físico", como la carpintería.En Jackson, Wyoming, ayudó a construir la llamada Mansión Shaker, un hermosa casa de madera y vidrio que recibe el aire y la luz de las montañas. Allí pasa el verano con su familia: su segunda esposa, la guionista Melissa Mathison (E.T., el extra-terrestre; El corcel negro), y sus hijos Malcolm, de 12 años, y Georgia, de nueve. (Ford tiene otros dos hijos de un matrimonio anterior: Ben, de 33 años, que es chef, y Willard, de 30, quien dirige una institución privada de beneficencia.)EN LA APARTADA finca, de 320 hectáreas y situada a la orilla de un río, los Ford dan paseos en bicicleta y a pie, y practican la pesca. "En cuanto llego del aeropuerto", dice Harrison, "no puedo evitar pensar en que soy muy afortunado por haber decidido vivir aquí".
Cuando le pregunto qué hace para compensar la falta de esa belleza al regresar a la ciudad, responde:—Volar. —Y luego, en tono más suave y emotivo, repite—: Volar.Al pilotear, se mantiene alerta y reacciona con ajustes precisos a cada sacudida del avión.Es evidente que, para él, hay formas correctas e incorrectas de actuar en el mundo, y que no son arbitrarias. Hasta los aterrizajes deben ser perfectos.