COMO CONSTRUI UNA BOMBA ATOMICA
Publicado en
noviembre 28, 2009
CONDENSADO DE “MUSHROOM: THE STORY OF THE A-EOMB KID". © 1978 POR JOHN ARISTOTLE PHILLIPS. ESTE ARTÍCULO TAMBIÉN SE PUBLICÓ EN "ESQUIRE" (I-VIII -1978) . FOTO: FRED CONRAD/SYGMA.JOHN ARISTOTLE Phillips se graduó de la Universidad de Princeton en junio de 1978. DAVID MICHAELIS, co-autor de este artículo, comenzó sus estudios finales en el mismo plantel en el otoño de 1978.
No se necesita ser brillante para hacerlo. No es preciso haber sido jamás un aventajado estudiante de física.
Por John Aristotle Phillips y David MichaelisMELANCOLÍA y fango. La Universidad de Princeton en el invierno, cuando no nieva, todo se vuelve un lodazal. Todos los patios se convierten en ciénagas y yo me siento cada vez más malhumorado. Mis calificaciones llegan por correo. Junto con la jocunda lista de notas bajas y de reprobadas hay un mensaje del rector.
Me han puesto a prueba: si repruebo nuevamente otra asignatura, seré expulsado.Pero a medida que comienza el nuevo semestre, todas mis clases empiezan a interesarme. Una de ellas se denomina Asuntos Públicos Número 452: Estrategia de Armas Nucleares y Control de Armamentos; en él se guía a ocho estudiantes a través de inmensas discusiones sobre capacidades de contra-ataque y escenarios modelos del día del juicio final.Freeman Dyson, un físico eminente que se halla profundamente preocupado por el problema del control de armamentos, describe a través de terroríficos detalles "los efectos más inmediatos de una explosión atómica". Cae el silencio sobre el aula. Luego habla Hal Feiveson, el director del curso: —Se necesitan sólo siete kilos de plutonio para fabricar una bomba atómica primitiva, y hay suficiente plutonio en ruta por el país cada año para fabricar miles de estos proyectiles. Supongamos ahora que un envío resulte robado y que dos semanas más tarde se detone una elemental bomba de fisión en Nueva York, matando a 100.000 personas. Un grupo de terroristas avisa al Presidente que si no se satisfacen sus demandas políticas habrá otra explosión. ¿Qué puede hacer el mandatario?—Nunca podrá suceder —opina un estudiante—. Hay que ser muy inteligente para diseñar una bomba atómica.—Es casi imposible —añade un tercero.¿Es así? Supongamos que un estudiante promedio de física —debajo del promedio, en mi caso— pudiera diseñar una bomba atómica teóricamente factible. Esto le demostraría al gobierno de Estados Unidos que se necesitan medidas de seguridad más efectivas para el almacenamiento de plutonio. Tendría que diseñarla en menos de tres meses para presentarla como proyecto de mi penúltimo año universitario, y el departamento de física requiere que cada alumno tenga en este caso un consejero. Pero, ¿quién aprobaría una empresa tan disparatada? Consulté a Freeman Dyson.—¿Lo dice en serio?—Perfectamente en serio.—¿Entiende que mi compromiso de seguridad con el gobierno me impide que le dé a usted más información que la que puede encontrar en la biblioteca de física?—Sí, señor.—¿Y que tendrá que arreglárselas por su cuenta una vez que yo lo oriente en la dirección correcta?—Desde luego.—Bien. Le daré una lista de libros de texto que resumen los principios generales que debe conocer.Corro hacia el departamento de física para registrar el tema de mi proyecto:JOHN ARISTOTLE PHILLIPS
DR. FREEMAN DYSON, ASESOR
CÓMO CONSTRUIR SU PROPIA BOMBA ATÓMICA
MI AMIGO David y yo caminamos al club de arte dramático de la Universidad de Princeton para un ensayo. Participamos en la gran producción de primavera Mugs Money, que transcurre en Chicago durante el período de 1919 a 1933, cuando la fabricación y venta de bebidas alcohólicas estaba prohibida por la ley. Al final del primer acto los integrantes de nuestra banda, un conjunto disparatado de inadaptados, se ven forzados a vestirse como coristas en un intento de eliminar a un pandillero. La línea tradicional de "coristas" con vestidos de lentejuelas y piernas peludas extendidas no podía dejar de producir una entusiasta reacción en el público.
A MEDIDA que avanza el trabajo preliminar las respuestas de Freeman a mis cálculos se vuelven cada vez más sutiles y opacas. Voy a Washington e investigo los registros del Proyecto Los Álamos, cuya clasificación de secreto había sido cancelada. En el Servicio Nacional de Información Técnica encuentro historiales técnicos que describen con detalles precisos los problemas que debieron superar los científicos al construir las primeras bombas atómicas. Descubro también un ejemplar de la información que se les dio a los que se unieron al proyecto en la primavera de 1943. Contiene un cuidadoso resumen de todos los datos sobre fisión atómica conocidos al principio del decenio de 1940. Estos documentos dejaron de ser secretos entre 1954 y 1964, y el conjunto completo cuesta 25 dólares."Esto le ayudará mucho más de lo que puedo hacer yo", dice Freeman Dyson cuando le muestro los documentos. "Espero su diseño en cinco semanas". Se halla visiblemente nervioso. Su reacción ante los documentos puede significar una sola cosa: cree que con ellos en la mano tenga una buena probabilidad de producir un diseño factible. Sé que voy a lograrlo. Pero, ¿cómo?TRATEMOS de visualizar una bomba atómica. En el centro hay una porción de una sustancia, del tamaño de una canica, como las que usan los niños para jugar, y alrededor de ella un trozo de otra, del tamaño de una toronja. Alrededor de la "toronja" hay un blindaje reflector, y rodeando al reflector una serie de explosivos de alta potencia, que se detonan con una corriente eléctrica. La disposición de los explosivos es uno de los aspectos más secretos de la bomba. Si esta no es correcta —y los explosivos tampoco— mi diseño resultaría inútil. Mi mesa de trabajo se halla cubierta de libros, calculadoras, papel de dibujo, notas. Mi saco para dormir está extendido en el piso. Dejo de ir a las clases. Trabajo día y noche.Enfoco cada problema como lo haría un terrorista. La bomba debe ser suficientemente barata de construir, de diseño simple, y bastante pequeña como para pasar inadvertida oculta en un automóvil. Otras veces, me pongo en el lugar de los científicos de Los Álamos. Siguiendo de cerca los informes técnicos que compré en Washington diseño la bomba como ellos lo hicieron, trabajando en cada componente por separado, uno por vez. Una ventaja que comparto con las naciones que lograron la bomba después que Estados Unidos, es que sé que puede lograr. Estoy armando un rompecabezas que ya ha sido completado. Pero todavía hay piezas que faltan. Cuando aparece el contorno de una pieza faltante, lleno mi botella térmica con café y me siento a inventar la solución que ha de llenar el vacío.Quedan sólo dos semanas.COMETO las peores equivocaciones en los ensayos del teatro, pienso a menudo en algún problema que tengo con la bomba, sin darme cuenta, sino demasiado tarde, que debería haber abandonado el escenario seis compases atrás. A esta altura, concebir cómo los científicos de Los Alamos crearon una onda de choque de implosión perfectamente simétrica es más importante que la función.SIETE días antes de la fecha de entrega del diseño sigo atascado en el problema de la implosión. Aun si logro la respuesta, ¿podré terminar a tiempo? Tendré que dibujar el diseño en innumerables hojas de papel de gráfica, mostrando cada componente desde varios ángulos. Y hay más en la balanza que un mero diseño para una bomba atómica. Me han puesto a prueba. Si no paso mis cursos y si no logro una calificación sobresaliente en mi proyecto, tendré que abandonar Princeton para siempre.ENSAYO de vestuario en trajes de baño de lentejuela azul y mallas de brocado plateado. La línea de coristas de piernas peludas, con los brazos entrelazados, oscila a la derecha, luego a la izquierda. Cambio de paso, patada.... pie derecho, pie izquierdo... una, dos, tres, patada... Esta es la primera vez que hacemos la línea completa con toda la vestimenta, y el resto del reparto ríe a los lados del escenario. Algo en el margen inferior de mi visión me llama la atención. ¡Maldición! La mitad de mi pecho de caucho se ha deslizado afuera de mi traje de baño. Comienza a ondular frenéticamente a lo ancho de mi tórax, colgando de una cuerda elástica. ¡Al diablo con él!Paso derecho, patada... paso izquierdo, patada... comienzan las patadas altas. Nos abalanzamos hacia el frente del escenario, con los brazos unidos. Una docena de piernas derechas, peludas, con brocado, se levantan en el escenario iluminado. Las piernas izquierdas siguen hacia arriba, cada patada está sincronizada precisamente, y alcanzan su punto más alto al mismo tiempo. ¡Un momento! La onda implosiva. Podría resultar. ¿Puede ser? ¡Sí! Paso, patada, paso, ¡Sí, la onda!MEDIANOCHE. El proyecto debe entregarse antes de las 17 horas. Mi nueva idea sobre la onda im-plosiva puede ser correcta, pero todavía no sé la naturaleza exacta de los explosivos.
A las 10 de la mañana, el momento crítico. Hablo por teléfono a un hombre, a quien llamaré S. F. Graves, jefe de la división de explosivos químicos de la compañía Du Pont de Delaware. Vacilo por un segundo, pues sé que si digo de entrada que estoy diseñando una bomba atómica, jamás averiguaré lo que necesito saber.—Estoy haciendo una investigación sobre la conformación de productos explosivos que crean una densidad muy alta en un metal de forma esférica.—Entiendo —contesta.—¿Puede sugerir un producto de Du Pont que se encuentre en esta categoría ?—Desde luego.No creo que sospeche, pero por las dudas invento:—Uno de mis profesores me dijo que una simple capa explosiva daría resultado en la situación de alta densidad.—No, no. No creo. Pero pienso que (nombra un producto) logrará el resultado.—¿Realmente?—Sí, ese explosivo tiene ciertas características de combustión que se adaptan idealmente para la creación de una onda de choque esféricamente implosiva.Cuelgo el teléfono y dejo escapar un alarido. No puedo creerlo. El señor Graves, de Du Pont, acaba de darme lo que necesito. Ahora lo único que me resta por hacer es pasar a máquina el ensayo antes de las 17 horas.ME QUEDAN cinco minutos. Me precipito escaleras arriba, a tres peldaños por vez. Cuando irrumpo en la oficina del departamento de física todos me miran.—¿Se le ha roto la navaja, joven ? —me pregunta la almidonada secretaria del departamento.—Vine a entregar mi proyecto. No tuve tiempo de afeitarme. Lo siento.—¿En verdad? —me lanza una mirada glacial.Me acerco a su escritorio con mi informe de 34 páginas, titulado ahora Una evaluación de los problemas y posibilidades que confronta un grupo de terroristas o una nación sin capacidad nuclear, que intente diseñar una simple bomba de fisión de Pu-239. Lo pongo en el fondo de la pila, para que los otros estudiantes no vean el título.Repentinamente me siento muy mareado, fuera de mí. Hago una profunda reverencia frente a la secretaria y con un cortante acento británico le digo: "El Caballero de la barbilla hirsuta se despide de la Dama del trasero almidonado". No sé de dónde me salió esto, pero los demás estudiantes que me miraban casi se mueren de la risa. Oí decir a uno de ellos algo como "Phillips ha perdido la chaveta".Esa noche debuté en la función de teatro.UNA SEMANA más tarde, retorno al departamento de física a recoger mi proyecto. Estoy cansado y bajo la influencia alcohólica de cuatro funciones y de las innumerables celebraciones siguientes a ellas. Mi cerebro parece de mantequilla derretida, mi cuerpo es como una cama sin hacer. Un pensamiento persiste: si no apunté correctamente la onda implosiva o si cometí una equivocación cualquiera en las gráficas, estoy perdido.
La Dama del trasero almidonado me mira desde un fichero y luego se detiene abruptamente. Observa furtivamente a los lados y después fija sus ojos en mí.—¿No es usted John Aristotle Phillips? —me pregunta en voz muy baja.—Sí, escuche. Siento mucho lo del otro día. El trabajo me alteró los nervios.—¿No es usted el muchacho que diseñó la bomba atómica?—Sí, y mi ensayo...—El departamento de física ha considerado la cuestión de si el gobierno de Estados Unidos debe clasificar como secreto su ensayo.—¿Quiere decir que no fallé? ¿Pasé?—Sí, por supuesto. ¡Cielos! —se retuerce las manos— ¿Nadie le ha dicho ?—No. ¿Qué?—Usted recibió una de las pocas calificaciones sobresalientes del departamento. Y el Dr. Dyson lo ha estado buscando por todas partes. Sus compañeros de cuarto no sabían dónde se hallaba.—Estaba paseando en mi motocicleta —le informó.—Eso es muy peligroso, ¿no? —usa un tono juguetón—: No quisiéramos que le ocurra un accidente al astro del departamento de física ¿no le parece?¿Astro? ¿Accidente? Toda la conversación comienza a adquirir una tonalidad irreal.—Habrá una recepción en el departamento de física esta tarde y esperamos que pueda asistir.La locura de la situación se me hace patente. He puesto en el papel un plan para un dispositivo ca-paz de matar a miles de personas mientras extendía las piernas en el teatro, vestido de mujer, y todo lo que me preocupaba era que no me reprobaran. Ahora, repentinamente, me he convertido en el astro del departamento.—Pienso que se impone una pequeña celebración —dice la Dama del trasero almidonado y me guiña un ojo.¡Qué locura!