Publicado en
octubre 02, 2009
MI MARIDO, que es agente de policía, a menudo tiene que someter a pruebas de equilibrio a ciudadanos detenidos por conducir el automóvil en estado de embriaguez. Una tarde estaba demostrando la manera de seguir "la línea recta" a un señor que andaba un poco alumbrado. Tocándose el talón con la puntera, mi esposo recorrió sin tambalearse, de un extremo a otro, la raya pintada en el piso.
—Ahora —pidió al detenido—, hágame el favor de hacer usted lo mismo que yo.
El alegre caballero miró asombrado a mi esposo. Y luego, echando un vistazo de preocupación a la raya, exclamó:
—¡Cómo! ¿Así, sin red?
—P.K.T.
DURANTE EL PASADO invierno debí acompañar a un grupo de 30 alumnos míos de segunda enseñanza a practicar el esquí cierto fin de semana. Después de inscribirnos en el hotel, tuvimos que tomar por un angosto y largo corredor para llegar a nuestras habitaciones. Al pasar frente a un grupo de adultos que contemplaban la larga procesión de estudiantes que me seguía por el pasillo, uno de los muchachos, tirándome de la manga, preguntó: "Papá, ¿toda la familia tenemos que dormir otra vez en el mismo cuarto?"
—S.F.N.
VESTIDO DE NEGRO y con el acostumbrado cuello clerical, estaba yo esperando un autobús en una esquina del centro de la ciudad. Comenzó a llover, así que me acerqué al edificio inmediato para guarecerme. En eso oí golpes en una vidriera y, al volverme a mirar, descubrí que estaba frente a un cine de películas "para adultos". La taquillera, hablándome por la abertura de su ventanilla, me dijo: "Padre, ¿no podría irse un poquito más allá?... Está usted espantando a la clientela".
—Reverendo C.A.
MI OFICINA era privada, pero muy pequeña, así que siempre dejaba la puerta abierta para no sentir claustrofobia. En cierta ocasión en que tenía un catarro muy tenaz, había llevado conmigo un frasco de jarabe para la tos. Desgraciadamente no tuve la precaución de llevar cuchara. Al sentir que me venía un acceso de tos, saqué mi remedio ... pero en el acto pensé en la impresión que causaría en quien, al pasar frente a mi puerta, me sorprendiese bebiendo a pico de botella. Con el frasco de jarabe a la espalda, me levanté, fui a la puerta, eché un vistazo afuera para asegurarme de que nadie se aproximaba; di rápidamente un paso atrás y, escondido tras la puerta, me eché un buen trago. Después de volver a tapar el frasco, levanté la vista ... y vi la cara de un obrero que, sonriendo divertido, limpiaba por fuera la ventana de mi despacho.
—B.M.
MI ESPOSA Y YO recorríamos una casa situada a la orilla del mar, con la idea de comprarla. El joven vendedor de bienes raíces que nos la mostraba, describía persuasivamente los atractivos de la finca, pero yo no podía menos de mirar con recelo al océano, que me parecía amenazadoramente cercano... sobre todo en un día como aquel, en que un viento tormentoso levantaba grandes olas. Al observar mis medrosas miradas, el joven comentó:. "Le aseguro, señor, que nuestras viviendas están construidas sobre arenas muy firmes".
—J.R.A.
ANDRE ES UN peinador de considerable habilidad, y los precios que cobra son, por cierto, apropiado reflejo de su talento. Durante una visita reciente a su salón, oí que una de sus parroquianas protestaba:
—Pero, André, ¿me va a cobrar usted tanto dinero por cortarme apenas un mechón de cabello?
—Madame —respondió André en tono ofendido—, soy escultor y, como cualquiera de mi profesión, no cobro por lo que elimino, sino por lo que permito que quede.
—T.M.O'H.
UN TRABAJADOR social que llevaba 73 casos de madres solteras, recibió el susto más grande de su vida cuando un compañero de trabajo entró en su oficina para decirle: "Viene a verte una joven que asegura que tú eres el padre de su hijo".Temiendo que una cliente descontenta estuviera a punto de amenazarlo con una demanda judicial atribuyéndole una paternidad de que era inocente, el joven entreabrió la puerta nerviosamente para lanzar un vistazo a la sala de espera. ¡Imagínese su alivio al ver que quien lo esperaba era su mujer, que estaba encinta!
—R.L.B.
MI MARIDO, que tiene un modesto negocio de jardinería, se alegró mucho cuando una agencia de pompas fúnebres solicitó sus servicios. Durante su primera visita a los terrenos de la empresa, acompañado por el director dobló con él una esquina y ambos se encontraron en un jardincito privado. El director, retorciéndose las manos, indicó con una inclinación de cabeza los matorrales secos y amarillos que cubrían el sendero y declaró: "Mucho me temo que mis camelias han pasado a mejor vida".
—S.McF.