OSCAR PISTORIUS, VOLUNTAD DE ACERO
Publicado en
junio 01, 2009
Oscar Pistorius (Sudafricano-Pretoria, 1986)
¡No nació sin piernas! Se las amputaron cuando tenía sólo 11 meses.
Sus padres –atribulados antes y después de la operación por los dolores del niño– lo hicieron aconsejados por los especialistas, que no veían salida a aquellas extremidades que habían salido del útero materno sin peronés ni tobillos.
Al principio, las cosas fueron muy bien. En sólo seis meses, el pequeño Oscar correteaba de un lugar a otro con sus pequeñas prótesis. Luego la cosa se complicó. Vino el colegio y los niños burlones se la velaban al lisiado y éste se zafaba como podía de sus burlas.
Pero para él eso no fue nunca un obstáculo. Gozó desde niño de un sexto sentido para el deporte. Y practicó un buen puñado de ellos. Primero el rugby y el waterpolo, más tarde la natación, y el atletismo.
"Yo no soy un inválido, simplemente no tengo piernas“
“Además, todo el mundo tiene alguna discapacidad... las peores son las del espíritu”
En el atletismo lo acompaña una voluntad de acero, un insaciable espíritu competitivo y dos prótesis con las que engaña a la naturaleza. Pisando sobre ellas, alcanzó la cima de la velocidad en los Juegos Paralímpicos de Atenas, en 2004, con una medalla de oro en los 200 metros y una bronce en la carrera de 100 metros.
No contento con ello, ha pulverizado desde entonces los récords mundiales paralímpicos de 100, 200 y 400 metros y ha llamado a las puertas de la Federación Internacional de Atletismo (IAAF) con la intención de ser el primer atleta sin piernas en competir contra atletas de elite.
Las prótesis que han dado fama a Pistorius son conocidas como "cheetahs" y las fabrica una firma especial en Islandia. Cada par cuesta más de 20.000 euros.
Sobre la mesa tiene dos ofertas de Hollywood para llevar su historia a la gran pantalla. En una le ofrecen interpretarse a sí mismo, en la otra proponen a un actor profesional.
Los patrocinadores también se lo disputan: presta su imagen a Visa, Honda, Ossur, Nike y Oakley
Antes de competir en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, su marca era (46.56), estando a tres segundos del récord mundial y a sólo dos de la marca de la final de Atenas, esto no impediría, sin embargo, que el sudafricano se colara en el equipo sudafricano de 4 por 400.
Su madre murió inesperadamente hace cuatro años. No pudo disfrutar del éxito de su hijo. Sin embargo, cuando él tenía apenas un año le escribió una carta para cuando fuera mayor, que decía: "Un perdedor no es quién llega último, sino, aquél que se sienta y mira y nunca ha intentado correr".
Un verdadero espíritu indoblable y rebelde, es aquel que busca la felicidad en esta vida. El querer lo es todo. Si queréis ser felices lo seréis. Es la voluntad la que transporta las montañas.
El amor, la voluntad, el deseo y la pasión de cumplir los sueños son las alas del espíritu de las grandes hazañas.