Publicado en
junio 01, 2009
Federico vivía en un departamento con Carla. Ante los ojos de la familia de Federico, Carla solo compartía departamento con Federico... Nadie podía comprobar otra cosa.
Un día, Federico invita a su madre a cenar una noche en su departamento de soltero.
Durante la cena la madre no pudo quitar su atención en lo hermosa que era Carla, la compañera de departamento de su hijo.
Por mucho tiempo ella había tenido sospechas de que su hijo tenia relaciones con Carla y al verla, la sospecha no pudo sino acrecentarse. En el transcurso de la velada, mientras veía el modo en que los dos se comportaban, se pregunto si estarían acostándose.
Leyendo a su madre el pensamiento Federico le dijo:
―Mamá, sé lo que estas pensando, pero te aseguro que Carla y yo sólo somos compañeros de departamento.
Aproximadamente una semana después Carla le comenta a Federico que desde el día en que su madre vino a cenar, no encontraba el cucharón grande de plata para servir la sopa.
Federico le dijo que, conociendo a su madre, dudaba que ella se lo hubiese llevado pero que le escribiría una nota, y que la dejaría en un lugar visible en la casa de su madre... en la puerta del refrigerador. Así que se sentó y escribió:
Querida mama: No estoy diciendo que tú tomaras el cucharón de plata de servir salsas pero tampoco estoy diciendo que no lo hicieras, pero el hecho es que éste ha desaparecido desde que tu viniste a cenar a mi departamento. Con todo cariño, Federico.
Unos días mas tarde, sobre su escritorio Federico encuentra una nota de su madre que decía:
Querido hijo: No estoy diciéndote que te acuestas o no con Carla, pero el hecho es que, si Carla se acostara en su propia cama, ya habría encontrado el cucharón de plata para servir sopa, que yo puse bajo sus sábanas. Con todo cariño, Mamá.
MORALEJA
¡A mamá es difícil hacerla pasar por pelotuda!