Publicado en
junio 01, 2009
Hace mucho tiempo, existía un enorme árbol de manzanas. Un pequeño niño lo amaba mucho y todos los días jugaba alrededor de él. Trepaba al árbol hasta el tope y él le daba sombra. Él amaba al árbol y el árbol amaba al niño.
Pasó el tiempo y el pequeño niño creció y nunca más volvió a jugar alrededor del enorme árbol.
Un día el muchacho regresó al árbol y escuchó que el árbol le dijo triste:
―¿Vienes a jugar conmigo?
Pero el muchacho contestó:
―Ya no soy el niño de antes que jugaba alrededor de enormes árboles. Lo que ahora quiero son juguetes y necesito dinero para comprarlos.
―Lo siento, dijo el árbol, pero no tengo dinero... Te sugiero que tomes todas mis manzanas y las vendas. De esta manera tú obtendrás el dinero para tus juguetes.
El muchacho se sintió muy feliz.
Tomó todas las manzanas y obtuvo el dinero y el árbol volvió a ser feliz.
Pero el muchacho nunca volvió después de obtener el dinero y el árbol volvió a estar triste.
Tiempo después, el muchacho regresó y el árbol se puso feliz y le preguntó:
―¿Vienes a jugar conmigo?
―No tengo tiempo para jugar. Debo de trabajar para mi familia. Necesito una casa para compartir con mi esposa e hijos. ¿Puedes ayudarme?...
―Lo siento, no tengo una casa, pero... tú puedes cortar mis ramas y construir tu casa.
El joven cortó todas las ramas del árbol y esto hizo feliz nuevamente al árbol, pero el joven nunca más volvió desde esa vez y el árbol volvió a estar triste y solitario.
Cierto día de un cálido verano, el hombre regresó y el árbol estaba encantado.
―¿Vienes a jugar conmigo? le preguntó el árbol.
El hombre contestó:
―Estoy triste y volviéndome viejo. Quiero un bote para navegar y descansar. ¿Puedes darme uno?.
El árbol contestó:
― Usa mi tronco para que puedas construir uno y así puedas navegar y ser feliz.
El hombre cortó el tronco y construyó su bote. Luego se fue a navegar por un largo tiempo.
Finalmente regresó después de muchos años y el árbol le dijo:
―Lo siento mucho, pero ya no tenga nada que darte ni siquiera manzanas.
El hombre replicó:
―No tengo dientes para morder, ni fuerza para escalar... Por ahora ya estoy viejo.
Entonces el árbol con lágrimas en sus ojos le dijo:
―Realmente no puedo darte nada... la única cosa que me queda son mis raíces muertas.
Y el hombre contestó:
―Yo no necesito mucho ahora, solo un lugar para descansar. Estoy tan cansado después de tantos años.
―Bueno,las viejas raíces de un árbol son el mejor lugar para recostarse y descansar. Ven siéntate conmigo y descansa.
El hombre se sentó junto al árbol y éste feliz y contento sonrió con lágrimas.
Esta puede ser la historia de cada uno de nosotros. El árbol son nuestros padres. Cuando somos niños, los amamos y jugamos con papá y mamá...
Cuando crecemos los dejamos. Sólo regresamos a ellos cuando los necesitamos o estamos en problemas. No importa lo que sea, ellos siempre están allí para darnos todo lo que puedan y hacernos felices. Tú puedes pensar que el muchacho es cruel contra el árbol, pero es así como nosotros tratamos a nuestros padres.
Valoremos a nuestros padres mientras los tengamos a nuestro lado. Y si ya no están, que la llama de su amor viva por siempre en tu corazón y su recuerdo te dé fuerza cuando estás cansado.