SI LE DUELE LA ESPALDA...
Publicado en
febrero 14, 2025
Son innumerables las causas de esta afección que nos deja baldados y constituye un azote del siglo XX, pero disponemos de un método para defendernos de ella.
Por Gilbert Cant.
EL DOLOR en la región inferior de la columna vertebral es por lo menos tan común como el resfriado, pero mucho más impediente. Para el hombre occidental constituye el peor azote de la segunda mitad del siglo XX. Millones de personas afectadas se preguntan inevitablemente: "¿Por qué tuvo que ocurrirme a mí? ¿Cuál es la causa de este dolor?" Las respuestas que reciben son de una variedad desconcertante. Un libro de texto indica nada menos que 103 posibles causas. Los casos de origen claro (por ejemplo a consecuencia de traumatismos) son la excepción. En otros muchos no se conoce con precisión el acontecimiento que desencadena el dolor lumbar. Los médicos saben que estornudar o toser violentamente somete a gran tensión la parte inferior de la columna vertebral, y a veces la daña, pero no pueden explicar la razón.
Existen también otros muchos casos, igualmente dolorosos, en los cuales nada está "fuera de lugar", pero los músculos y los ligamentos reaccionan al mal trato. Trabajar durante años sentado ante un escritorio, sometidas a la competencia y los apremios del trabajo de oficina, hace que muchas personas vivan en tensión constante. Estas personas contraen los músculos durante largos períodos, lo cual ocasiona molestias. Otro factor que predispone al dolor de espalda es el uso excesivo del automóvil. No sólo contribuye a que la gente deje de andar moderadamente (valioso ejercicio preventivo) sino que la obliga a permanecer hundida en un asiento demasiado mullido y sin suficiente apoyo para la cintura.
La obesidad es también causa frecuente del dolor lumbar. Otras son los tumores, tanto benignos como malignos, y con mayor frecuencia la artritis y el reumatismo en sus diversas manifestaciones. Las emociones (la tensión, la ansiedad y la depresión) constituyen factores importantes en un 80 por ciento, o más, de las afecciones lumbares.
En vista de que los dolores localizados en esta región del organismo tienen orígenes tan diversos, ¿cuál será su cura? El ejercicio corporal. Para la espalda que duele sólo por falta de suficiente actividad, y por tanto ha perdido tono muscular, unos ejercicios apropiados resolverán el problema. En los casos más graves, incluso en muchos ocasionados por traumatismos violentos, y hasta en aquellos relativamente raros que requieren operación, se prescriben ejercicios especiales para fortalecer los músculos, con lo cual se corrige la lesión y desaparece el dolor. Pero habrán de hacerse con constancia.
Una pequeña lección de anatomía nos ayudará a comprender qué es el dolor lumbar. La naturaleza dota al cuerpo humano de 33 vértebras, que se extienden desde la base del cráneo hasta donde otros animales tienen la cola. Una radiografía lateral de la columna vertebral sana muestra una ligera curvatura en forma de doble S, configuración esencial para mantener el equilibrio apropiado y soportar un gran peso. Si las vértebras se apilaran una encima de la otra, como ladrillos, la espina dorsal tendría sólo una dieciseisava parte de la resistencia que le da su curvatura.
Cuando nos inclinamos hacia adelante, hacia atrás o lateralmente, cada vértebra se desplaza en relación con sus vecinas de arriba y de abajo. Para que el juego de unas vértebras sobre otras resulte suave, hay una especie de amortiguadores entre ellas: los discos intervertebrales, que últimamente han adquirido notoriedad a fuerza de hablar de "discos desviados", aunque, en realidad, tal desviación está en la terminología usada, pues el disco, como tal, no puede desviarse.
El disco intervertebral, con forma de sección de cilindro, tiene un anillo exterior duro unido a la vértebra superior y a la inferior por finas laminillas cartilaginosas. La valiosa parte central del disco hace las veces de amortiguador; es una cápsula de sustancia gelatinosa. En los jóvenes, esta cápsula, sumamente compresible, contiene un 88 por ciento de agua. A medida que se envejece la proporción del agua en la gelatina desciende gradualmente hasta un 70 por ciento, y la cápsula pierde en gran medida su compresibilidad. Así se prepara la situación para el posible y catastrófico accidente conocido como "hernia del disco", "disco desviado" o "roto". El material herniado puede producir una protuberancia, por ejemplo, en la parte posterior del anillo externo, y ejercer presión sobre los nervios, lo cual origina en la región lumbar fuertes dolores que a veces irradian hasta los dedos de los pies.
Si los casos de discos herniados llaman tanto la atención, es más por su gravedad y por la posibilidad de que requieran una operación, que por su frecuencia. Un estudio muy completo hecho en los Estados Unidos demostró que, de 5000 pacientes aquejados de dolores en la región lumbar, el 81 por ciento no tenían anomalías en los huesos. No había nada anormal en las vértebras ni en los discos intervertebrales. Sus padecimientos procedían de músculos, ligamentos o tendones, a consecuencia de esfuerzos violentos, postura incorrecta o falta de ejercicio. Respecto a esta dolencia, los médicos están de acuerdo en tres puntos principales:
• El enfermo que no tenga lesionada la columna vertebral, no debe operarse.
• Aun entre aquellos que tienen defectos en la espina dorsal, la gran mayoría (hasta el 90 por ciento, según algunas autoridades) no requieren tratamiento quirúrgico. Se les puede mejorar con un tratamiento conservador: reposo y ejercicios vigilados por un profesional.
• Los que figuran entre el 10 por ciento afectado por un defecto del esqueleto, y que al parecer necesitan operarse, sólo se someterán a cirugía después de consultar a un neurocirujano y a un traumatólogo, y sólo después de que una serie de pruebas haya determinado con exactitud la localización y la gravedad de su lesión. (Hace poco se empezó a inyectar una enzima que puede reducir la hernia del disco intervertebral sin recurrir a la cirugía.)
Pero ¿cuál es el pronóstico para la gran masa de pacientes con dolores en la porción inferior de la espina dorsal sin que haya lesión? El primer recurso de la naturaleza cuando uno efectúa un movimiento en falso que tiende a dislocar la columna vertebral es "ponerle un sostén"; es decir, proporcionar a la región afectada un apoyo rígido, mediante un espasmo inducido en los músculos vecinos. Aunque dolorosa, esta reacción es curativa. Si el paciente hubiera sido un hombre prehistórico de la raza de Neandertal y acabara de dañarse el espinazo al matar un oso, se echaría primero en el suelo, quejándose, y luego probablemente expondría la espalda al calor de una hoguera. A los tres días de poco movimiento, los músculos se relajarían lo suficiente para permitirle andar rengueando. Y el aumento del ejercicio pronto los repondría para que continuaran soportando bien la columna vertebral.
Este tratamiento del cavernícola es semejante al que muchos médicos prescribirían hoy. Primero, reposo en cama (se debe usar un colchón firme, mejor con una tabla debajo.) Pero no demasiado tiempo. Los tres días de inmovilidad del hombre prehistórico serán suficientes en la mayoría de los casos sin complicaciones. La permanencia prolongada en el lecho empeoraría al enfermo, pues se seguirían debilitando los músculos, probablemente ya demasiado débiles antes del accidente. (La aspirina o los linimentos, sólo alivian los síntomas.)
La mayoría de los médicos creen que puede ser útil el calor de una almohadilla eléctrica o de un baño de inmersión. El calor moderado relaja los músculos, y por tanto mitiga el dolor. Lo sorprendente es que el frío también puede ser recomendable. Como remedio casero se suele aplicar a la región una bolsa de hielo. Enfriados, los músculos atacados de contracturas se entumecen a veces y ya no duelen. Un masaje suave puede también calmar los músculos y la tensión emocional.
Como el dolor de la región lumbar es frecuentemente inexplicable y rebelde, la mayoría de los facultativos fracasan al tratarlo, si es que le conceden alguna atención, lo cual ha dejado el campo libre a "hueseros" y quiroprácticos, cuyos métodos son tan discutibles. Ahora hay un profundo interés por investigar las posibilidades de la acupuntura en este campo, en que, según se dice, ha logrado sorprendentes efectos analgésicos.
Pero una vez que médicos y fisioterapeutas han hecho cuanto han podido por nuestra espalda, sigue en pie un hecho: solamente nosotros mismos podemos curarnos y prevenir dolencias futuras en la región lumbar. La prescripción aprobada casi universalmente es hacer por lo menos media hora de ejercicio diario, o dividirlo en dos períodos de 15 minutos. Los ejercicios deben ser indicados por un médico (preferentemente fisioterapeuta o traumatólogo).
Ahora bien, ¿para qué músculos serán esos ejercicios? No menos de 140 dan sostén a la espina dorsal y regulan sus movimientos. Los profanos suponen que todos ellos están en la espalda, pero no es así. De los cuatro paquetes musculares más importantes, uno se halla en el plano anterior del tronco, y está formado por los músculos abdominales (impropiamente llamados "músculos del estómago"). Cuando éstos se debilitan, el peso del abdomen se carga hacia adelante y tira del raquis en la misma dirección. La antigua orden de "meter el estómago" que se da a los soldados en formación constituye un buen consejo de práctica diaria. El acto de contraer frecuentemente los músculos abdominales los fortalecerá, y ellos, a su vez, reforzarán la columna.
Muchos ejercicios de esta índole se pueden hacer sin que nadie lo advierta, mientras estamos sentados en una conferencia o esperamos en cola para algo. Entre ellos figura la tracción de la pelvis, mediante la contracción de los glúteos. Otro es la contracción frecuente de los músculos abdominales. Tan sencillos procedimientos, combinados con media hora diaria de otros ejercicios, lograrán conservar la región lumbar sin dolores. Pero ello exige algo que ningún médico puede recetar: fuerza de voluntad.
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