EL TRIUNFO DE LAS AMANTES
Publicado en
febrero 15, 2016
De pronto un hombre maduro comienza a rodearse de cosas nuevas: ropas, un auto, y quiere con él una niña de 20 años, que lo haga revivir. No le importan las consecuencias. Es la crisis de la media edad.
Por Mari Rodríguez Ichaso.
Usted los ha visto, igual que todos nosotros... y especialmente en los últimos años, donde parece existir casi como una epidemia, pero siempre es algo que nos sorprende y muchas veces hasta nos provoca vergüenza ajena. La imagen de un señor ya entrado en años, de esos que peinan canas, con sus libritas de más, un traje a la última moda, zapatos italianos... y del brazo una chica que parece ser su hija, o casi su nieta, vestidita a lo "Chanel" de pies a cabeza ¡y haciéndole mimos y carantoñas!
Es la estampa del hombre-de-moda, el cincuentón (¡mucho más!) que sufre un caso típico de la crisis de la media vida y —de la noche a la mañana, con ímpetu de chico joven— decide cambiar radicalmente, dar un giro de 180 grados a su existencia y, de un plumazo, librarse de todo aquello que hasta ese momento era su realidad.
Esa realidad de todos los días —que tanto le molesta y decide olvidar— casi siempre comienza con la esposa, que es la primera víctima de estos señores-en-crisis y en busca de la eterna juventud. Y de ahí en adelante los cambios incluyen a los amigos, el carro, el cuerpo, el peinado, sus hábitos, sus diversiones... ¡y hasta su perfume y su gusto por la música! Cuando un hombre de éstos decide cambiar su vida y tratar de encontrar lo que piensan es "una segunda oportunidad de felicidad antes de que sea demasiado tarde", generalmente comienza sus preparativos para ello hasta sin darse cuenta. El primer paso en este cambio de vida (una especie de menopausia masculina, de acuerdo con muchos sicólogos) es comenzar un affaire o aventura extramatrimonial... y muy pronto tener una amante en forma.
ELLOS... Y ELLAS
Para ser sinceros, muchos hombres tienen mujeres taaan pesadas y taaan desagradables... que quizás se merezcan encontrar su dicha con otra. Pero las estadísticas muestran que, incluso los casados con mujeres encantadoras, guapas y con todo tipo de cualidades, que los han apoyado y hecho felices por años y años, cuando les ataca este "virus" hacen las mismas cosas que los casados con verdaderas arpías y horribles esperpentos; ya que la crisis de la media vida es un problema de inmadurez —que nada tiene que ver con la realidad de su vida familiar— y que muchos no saben controlar.
Las amantes que se supone le traigan esa dicha maravillosa que ellos buscan ansiosamente, como niños pequeños empeñados en calmar la sed con un helado, por regla general son mucho más jóvenes que ellos (¡veinte años o más es lo ideal!) y casi siempre muy monas (aunque la belleza no es factor, pues en muchísimos casos la esposa es mucho más guapa), muy listas, siempre sonrientes (su único problema es realmente la conquista, la caza del hombre del momento), muuuy complacientes, sin grandes complicaciones, al parecer, sin opiniones propias y —por supuesto— jamás en la vida cometen el pecado mortal de contradecir las palabras de su amado. En resumen, una mujer completamente irreal, una mujer que durante la época del cortejo comprende muy bien la importancia de ser como una geisha para el hombre que la busca afanosamente.
Esas mujeres que aparecen en su camino, cuando ya estaban tan cansados de oír los problemas de la casa y de los hijos, también son las mujeres perfectas en quienes gastar a manos llenas ese dinero que tanto trabajo les costó ganar... y ahora les llega con facilidad. Durante la lucha y los años de sacrificios y trabajos, fue la esposa la acompañante del camino y la que tuvo que adaptarse a todo; y la verdad es que el hombre-en-crisis no siente ninguna ilusión en regalarle a su esposa un anillo nuevo ni en comprarle nada especial, pues ella es parte de esa vieja vida que él desesperadamente quiere olvidar... Ahora es el momento de buscarse a una chica joven, de cara mona y cuerpecito perfecto, que les ayude a tirar la casa por la ventana y le agradezca cada regalito y cada sorpresa con un "¡Ay, mi amor, qué maravilla!... ¡Qué bueno eres! ... ¡Eres tan generoso y tan divino que cada día te quiero y te necesito más!"... Y después presumir con los amigos del "Mercedes" que le regaló a Menganita, de la joya que le compró en "Tiffany", del apartamentito que le puso en ese condominio recién construido y del viajecito tan romántico que se dieron clandestinamente.
Aunque a veces esa presunción nos hace pensar en el viejo refrán tan verdadero: "De lo sublime a lo ridículo no hay más que un paso". Y me recuerda precisamente una vez —hace unos años— en que me encontré al esposo de una amiga mía con una chica jovencísima (peinada a lo Farrah Fawcett) en el bar de un aeropuerto en una islita del Caribe. El señor, gordito, rojo como un camarón (seguro de la insolación que pilló mientras se pasaba el weekend al sol con su pimpollo) sudoroso y ansioso, no sólo tenía abrazada a la chica de forma absurda (como si se le fuera a escapar de un momento a otro), sino que le estaba dando de comer unos pastelillos, literalmente llevándole pedacitos, uno a uno, de su mano a la boca. La chica masticaba —mientras se le caían algunos trocitos de hojaldre por el escote— y le miraba fijamente a los ojos... ¡y compartían besitos entre bocado y bocado!.. Este espectáculo público (en privado podía haber sido mucho más sensual e imaginativo) me dio tanta vergüenza ajena, que salí corriendo del bar... ¡para evitarle así al pobre hombre el momento embarazoso de verme mientras hacía el ridículo!
LOS LINCES SE CONVIERTEN EN MANSOS Y CIEGOS CORDEROS
Esto nos demuestra que en la búsqueda de esa nueva felicidad muchos de estos hombres parecen perder también la objetividad y no ven cosas realmente muy penosas, haciendo cada papelones ¡de miedo! Y hasta aquellos que en sus negocios son unos linces, agresivos y triunfadores, con fama de inteligentes y brillantes, pierden totalmente la visión de las cosas cuando caen víctimas de la crisis. No saben cómo enfrentar las cosas, se convierten en adolescentes supercrédulos y de una ingenuidad pasmosa, y comienzan a actuar como verdaderos clisés de una situación, sin importarles para nada que con su comportamiento puedan herir a la esposa e inclusive a sus hijos. Y tan pronto se topan con la amante, que tiene la suerte de encontrarlo en su momento más vulnerable... más vale que la esposa se resigne ya a la suerte que la espera, pues muy pocos de ellos cambian de opinión y comprenden lo que les está sucediendo.
Esa amante, que llega en el momento preciso a la vida de estos hombres, es generalmente una maravillosa estratega, y tan pronto lo conoce —a pesar de decirle una y mil veces que el matrimonio realmente no le interesa y que sólo desea amarlo y disfrutar ese amor y esa pasión junto a él— no para de maquinar ni un segundo para convertirse en su nueva esposa. Y casi siempre ella misma es la que inocentemente se encarga de que la mujer se entere de la aventura de su marido. En este juego, parece que está de moda tener pocos escrúpulos morales, y la lucha es sin cuartel... aunque ante los ojos de ellos, sus nuevas amadas son unas santas palomas, incapaces de hacer nada incorrecto... La amante tiene como política jamás hablar mal de la esposa de manera directa, pero SI dejarle saber al hombre lo descuidado que ha estado, lo poco que se han interesado en él, etc., etc... Sutiles mensajes que producen en el esposo —desdichado y mal atendido en su hogar— los mismos reflejos condicionados que una descarga eléctrica en las ratas de Pavlov.
UN TEMA DE ACTUALIDAD
Este tema es tan de actualidad, que en España el bestseller del momento es la divertida novela "Otoño Caliente" , del conocido autor Fernando Vizcaíno Casas. En el libro, Vizcaíno Casas retrata el caso de uno de estos señores ya otoñales que sienten la compulsión de vivir con gran calentura sus últimos años. El personaje de la graciosa novela —que se llama Crescencio y tiene 67 años— no sólo deja a su esposa de 35 años "en el pasado", sino que para ponerse a tono con su nueva mujer de 28, cambia todo en su vida. El cambio de imagen incluye un riguroso programa de gimnasio, pesas y ejercicios, además de hasta peligrosas sesiones de footing; masajes, faciales, un nuevo vestuario, quizás hasta un nuevo y muy discreto peluquín o injerto de cabello; liposucción en la papada... ¡y hasta clases de baile, ya que su amada es una apasionada de la vida de discoteca y clubes y en ellos lo tenía "a pupilo"!
Me morí de risa leyendo sobre el pobre Crescencio, quien se levantaba todos los días con terribles dolores de artritis (y le daba vergüenza pedirle a su nueva mujer un masaje con linimento o "Ben-Gay") y quien —mientras esperaba que sus huesos se despertasen— tiene que prepararse para un día de trabajo, de problemas, de discoteca, de masajes, de ejercicios, de champaña y... ¡de fogosísima pasión!... El final de Crescencio (después de un problemita de próstata surgido en la luna de miel), fue una muerte súbita, pero dulcísima, en brazos de su nueva mujercita, quien lo agotó al poco tiempo de la romántica boda.
¿POR QUE TRIUNFAN LAS AMANTES?
Las amantes de hoy en día quizás logran mucho más que las de ayer, porque pueden contar con la ayuda de estos hombres en crisis, quienes tienen menos consideraciones que antes, y se divorcian con mucha más ligereza de sus mujeres. Y aunque muchos crean que es la pasión sexual la mejor arma de estas nuevas mujeres, las estadísticas demuestran lo contrario. Un estudio de 1.100 hombres casados (e infieles) de la Universidad de Columbia descubrió que —según un enorme porcentaje de los entrevistados— "la vida sexual con sus esposas era mucho más satisfactoria que con sus amantes, ya que con sus mujeres existía el relajamiento y la práctica de años de vida íntima, y una confianza absoluta de que eran amados por ellos mismos y sin condiciones" ¿Les sorprende?... A mí no, además de que en esta época en que vivimos ya se rompió el anticuado clisé de "la esposa frígida" y de que "sólo con las amantes pueden hacerse ciertas cosas"; ya que todas las mujeres del mundo (esposas y amantes) tienen su sensualidad y su erotismo muy liberados y están muy bien enteradas de todos los posibles "secretos de alcoba".
La ventaja que SI tienen las amantes sobre las esposas, es que no tienen que compartir con esos hombres los problemas y las cosas desagradables de la vida cotidiana que a nadie realmente le gustan, pero a las que las mujeres nos adaptamos mucho mejor que los hombres (símbolo de nuestra madurez). Y mientras están en la etapa de la conquista —antes de convertirse en las nuevas esposas— ofrecen a nuestros abrumados señores una relación mucho más ligera, más divertida, más comprensiva... ¡y mucho más halagadora! De acuerdo con la famosa columnista de chismes de la alta sociedad neoyorquina, Ailleen "Suzy" Mehel, quien ha conocido más de un escándalo de este tipo, "una amante no sólo sabe mantener muy bien alimentado el ego de estos hombres, quienes —no importa lo importante que sean en los negocios— tienen la misma madurez de un niño de 10 años, y se creen a pies juntillas que son los mejores amantes del mundo, sino que todas tienen un estómago muy fuerte para poder resignarse, en plena juventud, a cargar con estos medios-tiempos llenos de manías y achaques... Y lo más gracioso de todo es que ellos se creen que es su virilidad amorosa lo que tiene loquitas a esas mujeres jóvenes, y ni por un instante imaginaban que es una pasión que nace en sus bolsillos, en la llave de un carro nuevo, o en una tarde de compras en una tienda de lujo".
Una amante también tiene a su favor el hecho de que cuando su futuro marido la conoce, ya no tiene problemas de dinero ni de iniciación en una carrera, etc. , y eso jamás será una causa de discusión entre ellos. La primera esposa es la que generalmente ha pasado por los años de trabajo, de desencantos, de sacrificios y de momentos difíciles... y para muchos hombres frívolos, éste es un recuerdo que prefieren olvidar, siendo mucho más agradable iniciar una etapa de éxitos y reconocimientos, y una nueva imagen, del brazo de una más joven y más lozana segunda esposa.
CONCLUSION
Sin embargo, hay algo que nos debe hacer sentir bien cuando hemos sido víctimas de estos hombres-en-crisis; y es el reconocimiento de que a veces es necesario pasar por esta triste experiencia para comenzar a ser más felices y más realizadas, que dentro de un matrimonio lleno de defectos, deshonestidad y sacrificios. La ex mujer del escritor y "Premio Nóbel", Camilo José Cela, afirma que ahora —después que su marido de más de 40 años la dejara por una joven periodista que bien puede ser su nieta— ha aprendido "a ser feliz por mí misma y dejar de ser un apéndice de mi marido, viviendo a través de su vida y sus éxitos". Alicia Koplowitz sufrió y lloró por su "Alberto el infiel", pero sin embargo, creció como inteligente mujer de negocios y muy pronto encontró otro hombre —muy seguro de sí mismo y guapísimo—que ha sabido valorizarla como mujer y como madre ejemplar. Igual que Ivana Trump, quien, después de año y medio deprimidísima y llorando, parece haber encontrado un camino de triunfos personales y montones de enamorados.
La mujer que pierde en manos de las amantes, en realidad no ha perdido nada, excepto un compañero inmaduro y egoísta que —tarde o temprano— iba a mostrar sus verdaderos colores. Y la amante que logra esa victoria, me parece que vivirá el resto de su vida esperando que le ocurra a ella exactamente lo mismo que le ocurrió a la primera esposa, pues siempre estas historias se repiten, y el hombre-en-crisis pocas veces está satisfecho con su vida... O —si el señor ya es muy mayor y está cansado de aventuras— su premio será tener que cuidarlo y soportar sus manías y malacrianzas, que tarde o temprano la haran añorar su libertad y el disfrute de una juventud que poco a poco desaparecerá.
Como soy muy conservadora, no me gusta alterar el curso de la vida, ni me gustan los divorcios, excepto cuando nuestra salud mental lo exige. ¡Y el perder un marido-en-crisis a veces equivale a recobrarla!... Después del dolor y de las lágrimas, siempre resurge el amor a nosotras mismas; un divino y muy necesario aumento en nuestra autoestimación, y la felicidad y excitación que produce el redescubrir cosas que por años no atendimos y casi hasta teníamos olvidadas: deportes, hobbies, estudios, relaciones con amigos y familiares, belleza, moda, lecturas, viajes... ¡todo está de nuevo a nuestra disposición y listo para disfrutarlo, después de años y años sin hacerles mucho caso, porque EL era lo más importante! Y de una situación triste es increíble como a veces surgen cosas maravillosas que nos hacen sentir más jóvenes, más vitales y muy orgullosas de nuestra nueva fortaleza. Y al final, casi debemos darle las gracias a las "Amantes Triunfadoras", por habernos forzado a encontrar nuestro nuevo camino.
Fuente:
REVISTA VANIDADES, ECUADOR, SEPTIEMBRE 18 DE 1991