SOMIEDO, EL REINO DEL OSO PARDO CANTÁBRICO
Publicado en
diciembre 11, 2015
Los teitos, cabañas de piedra y tejado vegetal, son uno de los emblemas de Somiedo.
Entre lagos, prados y bosques mixtos, los animales se mueven en plena libertad.
Por Miguel Martín Álvarez.
Una magnífica madrugada de primavera de hace un año nos levantamos en el Parque Natural de Somiedo en busca del lobo ibérico. Con el cielo despejado y consecuente helada nocturna, caminamos en silencio con la esperanza de disfrutar de uno de los primeros días cálidos de la recién estrenada estación. Ascendíamos por la vertiente noroeste de la Peña Michu (1.770 m), conocida como la cordal de La Mesa. Cerca de la cima encontramos las huellas recientes del lobo, impresas esa misma madrugada según el experto que nos guiaba. Probablemente, nos faltaron sólo unos minutos para observar la silueta del espléndido depredador. O quizás, el lobo reparó en el grupo de humanos bastante tiempo antes de que nosotros constatáramos su presencia.
Para incrementar la probabilidad de éxito cuando intentemos observar fauna salvaje en libertad, debemos salir en su busca en noches de luna llena y los días inmediatamente anteriores y posteriores al plenilunio, o bien, madrugar para encontramos en el campo poco antes de que salga el astro rey. Pero si lo que deseamos observar son las especies señeras de la fauna ibérica, como el lince, el oso o el lobo, necesitamos, además, un asesoramiento de calidad sobre los lugares que frecuentan y sus costumbres. Así que no es empresa fácil, aunque sí muy grata y recomendable.
FAUNA SALVAJE PROTEGIDA
Lobo ibérico, oso pardo, ciervo, corzo, rebeco, nutria, gato montés, armiño, liebre de piomal, murciélago de herradura, urogallo, desmán de los Pirineos, topillo nival... La extensa lista de fauna presente en el Parque Natural de Somiedo nos muestra nítidamente la extraordinaria calidad de la naturaleza en esta región asturiana, inmersa en el noroeste ibérico (Ancares, Bahia, Luna, Bierzo, Miniellos y Ubiña).
Aunque si un animal se encuentra unido a la imagen pública del Somiedo salvaje, ése es el oso pardo cantábrico. El parque natural forma parte del amplio núcleo occidental del plantígrado, constituido únicamente por unos 120 ejemplares, cerca del límite en el que es viable una población de grandes mamíferos con las características de alimentación y campeo que tiene el oso. A pesar de ello, se trata del mayor número de ejemplares libres que existe en todo el territorio de Europa occidental.
El ejemplar cantábrico constituye, según diferentes estudios, la subespecie más pequeña dentro de la del oso pardo, una de las ocho diferentes especies de oso que viven en el mundo. Para hacernos una idea, mientras que su peso suele estar en torno a los 200 kilos, la misma especie alcanza dimensiones de casi tres metros de longitud y alrededor de 700 kilos de peso en lugares como la península rusa de Kamchatka o en Canadá y Alaska. El oso cantábrico, debido a que su hábitat ha ido progresivamente disminuyendo y aislándose del de sus congéneres de Europa oriental y Asia, posee un linaje genético diferenciado que lo hace único extremadamente vulnerable.
Podríamos decir que las actuales campañas conservacionistas de concienciación y respeto por el oso y el resto de la fauna cantábrica son relativamente recientes y fruto de la nueva conciencia ecológica adquirida en el siglo pasado. Sus responsables son muy diversos, desde la Administración del Principado, hasta grupos de naturalistas profesionales como la Fundación Oso Pardo o el Fapas. Como muestra, valga este ejemplo: en 1872, según documentos de la Junta General del Principado de Asturias, un vecino de Robledo se jactaba de "haber dado muerte a un sinnúmero de tejones, garduñas y zorros, 250 lobos (...) y, parecerá imposible, a 66 osos mayores y cinco de cría...". Afortunadamente, el ser humano ha evolucionado y, en la actualidad, el oso y la numerosa y diversa fauna de las montañas de Somiedo son considerados valores insustituibles y fundamentales en los que se asienta la economía de los pueblos somedanos. De hecho, antes de que se creara la figura del espacio natural, en el año 1988 la oferta de habitaciones para foráneos no llegaba a la veintena, mientras que hoy en día sobrepasa ampliamente el millar. Así, la mayor parte de la población de estas montañas ha acogido positivamente la creación del espacio protegido y los conflictos han sido mínimos, ya que a la tradicional economía en la que se sustenta el territorio (ganadería, apicultura, artesanía...) se ha sumado el turismo respetuoso con el medio humano y natural. Exponente de la conjunción entre mantenimiento de las formas de vida ancestrales y las nuevas fuentes sostenibles de progreso y desarrollo económico es el pueblo de Villar de Vildas, premio Pueblo ejemplar Príncipe de Asturias en el año 2004.
Desde esta población, parte una larga ruta hacia el valle de los Cereizales y los Puertos de La Paredona que enfila hacia la base del pico más alto de Somiedo, el Cornón (2.194 m), accesible preferiblemente desde Santa María del Puerto por la senda PR-10, en el puerto de Somiedo, que hace frontera con León. Ahora bien, si se desea subir a la cumbre, se recomienda hacerlo pasado el largo invierno, ya que salvo que llevemos material adecuado (crampones, piolets, etc.), las placas de hielo que persisten varios meses nos harán desistir.
El camino atraviesa una de las mejores brañas del parque, La Pornacal. Cabe decir que en la cordillera Cantábrica, una braña es un prado en la montaña utilizado para el pasto del ganado en verano, situado generalmente en pequeños valles o laderas con poca pendiente. Como habitualmente en ellos hay algunas cabañas, también se denomina braña al conjunto.
Los lagos de alta montaña, excavados por antiguos glaciares en las épocas de frío intenso, se encuentran rodeados de montañas de más de dos mil metros.
CABAÑAS DE ORIGEN CELTA
Lo que hace especial a los prados de La Pornacal es que en ellos se localizan más de 30 teitos, las conocidas cabañas de piedra y tejado vegetal, generalmente de retama negra o escoba (Cytisus scoparius) que se han convertido en emblema del parque natural. El origen de los teitos se remonta a las construcciones que se encontraban dentro de los castros celtas, los conocidos pueblos fortificados que generalmente se hallaban en el noroeste de la Península. A lo largo del tiempo fueron variando tanto su forma y dimensiones como su utilización, hasta que en el siglo XX quedaron la mayoría en ruina. El apoyo económico de los fondos de la Unión Europea ha servido para reconstruir y mantener buena parte de los conjuntos de teitos de Somiedo.
Podemos encontrar otras brañas con teitos si nos dirigimos al Camino Real de la Mesa (itinerario de gran recorrido GR-101), un sendero inmemorial que utilizaban los antiguos habitantes astures y que fue adaptado y mejorado por los romanos para facilitar la colonización del norte. Para ello, partiremos del puerto de San Lorenzo y nos encaminaremos hacia León. Es un itinerario en continua ascensión hasta llegar al puerto de Piedraxueves y las lagunas del Garzo. Posteriormente, entraremos en un largo praderío a los pies de la Peña Micho que culmina en el bello collado de El Juego la Bola (1 .623m), curioso topónimo que hace preguntarse qué tipo de juego de bola se practicaba en estas brañas. Desde el mismo collado ya se pueden ver el conjunto de teitos de El Cuérrago y La Corra, a los que llegaremos en diez minutos de descenso.
LAGOS DE ALTA MONTAÑA
Cualquier recorrido que hagamos por Somiedo discurrirá por las montañas o entre sus valles. Su nombre, Sumetum, alude a un país de montañas elevadas. Y la mayoría de las veces caminaremos por prados abiertos o por bosque atlántico. Allí, la diversidad florística es excepcional, pues también hay zonas con vegetación netamente mediterránea.
En caso de escoger la ruta que parte del pueblo de Castro y se encarama a las laderas que bordean el profundo desfiladero de La Malva, observaremos cómo pasamos de caminar entre avellanos, robles y acebos a hacerlo entre encinar mediterráneo cuajado de madroños que se van alternando continuamente en apenas hora y media de ruta. Veremos, además, que la flora mediterránea se asienta preferentemente en las zonas soleadas y donde aflora la roca madre, mientras que la eurosiberiana lo hace en los recodos umbríos y en suelos suficientemente profundos.
El Parque Natural de Somiedo es, probablemente, una síntesis de la naturaleza de la cordillera Cantábrica. Hemos caminado por valles, montañas y angostos desfiladeros, pero nos queda por visitar todavía otro ecosistema principal del parque: los lagos de alta montaña excavados por los antiguos glaciares en las épocas de fríos intensos. Los famosos lagos de Saliencia (Cerveriz, Almagrera, La Cueva y Calabazosa) se encuentran enmarcados en un magnífico paisaje de altas montañas que superan los 2.000 metros. Un lugar tan mágico, que en lagunas y ríos como éstos, la mitología popular establece la morada de las xanas, las pequeñas y hermosas hadas benéficas de doradas cabelleras.
HACIA LOS TEITOS DE LA PORNACAL
La ruta parte a 860 metros de altitud, en un bello pueblo rodeado de grandes montañas, Villar de ViIdas. El itinerario elegido es el sendero de pequeño recorrido PR-AS-14.1 y se trata de remontar el río Pigüeña por una pista forestal que discurre paralela al cauce. Al comienzo, lo haremos por la margen izquierda y un cuarto de hora después, pasaremos a la margen derecha a través del puente de Los Conos, caminando por esta vertiente hasta el final de la ruta. Pasado el puente, el camino va ascendiendo por la Preña del Acebu, dejando atrás el fondo del valle y encaramándose por las laderas de las serranías. El paisaje es una mezcla de media y alta montaña y de prados de pasto. Así alcanzaremos en escasa hora y media los 1.120 metros de altitud, altura a la que se encuentra la braña de La Pornacal, un conjunto de una treintena de cabañas de pastores y ganaderos con el característico techo vegetal llamadas "teitos". Proponemos el itinerario hasta esta braña, aunque el camino continúa por el valle hacia la silueta del pico Cornón, alcanzando a los 1.400 metros de altitud en la braña Viecha, y justo en el fondo del valle, la laguna de La Paredona, ya en la frontera con León.
Fuente:
REVISTA INTEGRAL - ABRIL 2009