Publicado en
octubre 18, 2009
Va un granjero a la tienda de gallos para adquirir uno que pueda con todas sus gallinas.
―Buenas tardes quisiera un buen gallo que cubra a todas mis gallinas.
A lo que el gallero responde:
―¿Cuántas gallinas tiene?
―180 ―dice el granjero.
Entonces el gallero saca una jaula con un gallo francés, enorme, fibroso, la cresta parada, ojos azules y un tatuaje en pecho de los Rolling Stones y le dice al granjero:
―Tome este, es "Philipe Le Cock", no falla.
El granjero se lo lleva y, a la mañana siguiente lo saca de la jaula y lo mete en el gallinero. El gallo sale corriendo, caza la primera gallina, le echa dos polvorines, agarra otra, le echa el primero, y cuando está por el segundo... se queda frito. El granjero lo mira y dice:
―¡Que mier#$% me vendieron, se zumba a dos y ya no puede más!
Entonces toma al gallo de la cresta y se lo lleva de vuelta.
El gallero se disculpa y le saca otro llamado Japonés, imponente, con la cresta amarilla, ojos grises y zapatillas Nike.
―Este es "Niko Takamura", pruébelo y después me cuenta.
El granjero se va y repite la maniobra. El animal sale desesperado. Se zumba a la primera gallina, agarra a la segunda y la empala, a la tercera le hace el 69 y cuando esta echándose a la cuarta, revienta y cae muerto en medio de la granja. El dueño enojado toma al gallo de la pata, y se lo lleva a devolver.
―Este es el segundo que me vendes y revienta como saco de sal.
Entonces el vendedor le saca un gallo ecuatoriano, de las tierras altas de Riobamba, todo flaco, sin plumas, ojeroso, mal anochado, chuchacoso.
―Mire señor, es lo único que me queda, se llama "Pablito".
El granjero, enojado, se lo lleva pensando ¿Qué voy a hacer con este jodído gallo flaco?
Llega, lo suelta en el gallinero. El gallo sale como diablo con pólvora en la cola y se zumba a las 180 gallinas, cada una con una posición distinta; luego pega una segunda vuelta y se las echa a todas otra vez, sale corriendo, se tira al perro pastor alemán... hasta que el granjero lo toma del cuello, le pega dos bofetones para enfriarlo y lo mete a la jaula.
¡Que fenómeno este gallo!, piensa el granjero.
Las gallinas estupefactas con Pablito; que Pablito esto... que bien se entrega a la pasión... que bien me pica... que si con tres al mismo tiempo... y a ti que te hizo... y a mi me hizo tal cosa... Un jolgorio total.
Al día siguiente lo suelta de nuevo y sale el Pablito botando espuma por el pico, le pega dos vueltas al gallinero dándole a todo lo que tenga plumas, sale corriendo y se tira al perro, al gato, dos vacas... El granjero lo persigue lo toma de la cresta, le pega sus cuatro ostias para calmarlo y lo mete otra vez en la jaula.
―¡Pinche gallo hijo de pu#$#%, si jodes a toda la granja te voy hacer caldo!... ―amenaza el granjero.
Al día siguiente va a buscarlo pero descubre la jaula desarmada. Va al gallinero y encuentra a todas las gallinas con las patas para arriba, afuera ve a dos vacas echadas en el suelo con el trasero colorado hablando del Pablito, el perro con el cul#$$# floreado, a las cerditas flotando en el lodo suspirando por Pablito. El granjero dice:
―¡Noooo, se me escapo el gallo y se va a zumbar al ganado del vecino y él me va a matar!
Entonces agarra al caballo (que también ya se lo había zumbado) y sale en busca de Pablito.
Cabalga y cabalga sin descanso siguiendo la pista dejada por Pablito... cabras abiertas de patas, chivos fundidos, una tortuga que en el empuje la sacó del caparazón, tres ardillas rengas, un borrego poniéndose crema antinflamatoria, un venado curado de hemorroides, una víbora vuelta del revés y usada de condón; hasta que de repente, a varios kilómetros, ve a Pablito tirado en el suelo, inmóvil, al tiempo que dos buitres volaban a su alrededor en círculos... ¡UNA ESCENA DESGARRADORA! El granjero se da cuenta de la situación y grita:
―¡Nooooooooo, Paaaablitooo!... ¡Se me murióóóóóó! ¡Paaaablitooo!... ¡Al fin encuentro un gallo de verdaaaaaddddd y se me muere!...
En medio del lamento, Pablito abre apenas un ojo, mira al granjero y, señalando a los buitres, le dice:
―¡Sshhhhhh...ssshhh... cállate cabrón! ¡que me espantas a las negritas!