Publicado en
septiembre 13, 2009
Un día, una dueña de casa buscaba leña para su cocina. Estaba cerca del río cortando una rama de un árbol caído, cuando se le escapó el hacha de las manos y fue a parar al fondo del río. La mujer suplicó a Dios y Él aparecio y le preguntó:
―¿Por qué estas llorando mujer?
La mujer respondió que su hacha se había caído al río.
Dios entró al río, sacó un hacha de oro y le preguntó a la mujer:
―¿Es esta tu hacha?
La noble mujer respondió:
―¡No Dios, no es ésa!
Dios entró nuevamente y sacó del río un hacha de plata y volvió a preguntar:
―¿Esta es tu hacha mujer?
―¡No! ―respondió la mujer.
Dios volvió nuevamente al río y sacó un hacha de fierro y madera y de nuevo preguntó:
―¿Es está tu hacha?
―¡Sí!, ―respondió ella―, ¡ésa es!
Dios estaba tan contento con la sinceridad de la mujer que la mandó de vuelta a su casa, regalándole las otras dos hachas, la de oro y la de plata.
Otro día, la mujer y su amado esposo estaban paseando por los campos, cuando él tropezó y cayó al río. La infelíz mujer, que no sabía nadar, se puso a suplicar a Dios. Él apareció y le preguntó:
―¡Mujer, otra vez tú! ¿Por qué estás llorando?
La mujer respondió que su esposo había caído al río y se había ahogado.
Inmediatamente, Dios se tiro de cabeza al río, sacó de las mechas a Brad Pitt y le preguntó a la mujer:
―¿Es este tú esposo?
―¡Sí!, ¡si!, ¡si!, ―asintió la Mujer.
Entonces Dios se enfureció:
―¡Eres una mujer mentirosa!, ―exclamó.
Pero rápidamente la mujer le explicó:
―Dios, usted perdone, pero fue un malentendido. Si yo hubiese dicho que “no”, entonces Ud. me habría traído a Mel Gibson del río y si le hubiera vuelto a decir que tampoco era él, Ud. me habría traído a mi marido, y cuando dijera que sí, Ud. me mandaría para mí casa con los tres hombres. Más yo soy una humilde mujer y no podría cometer "TRIGAMIA". Por eso es que le dije sí al primero de ellos.
Dios halló justo el comentario de la mujer y la perdonó.
MORALEJA
Las mujeres mienten tan bien, que hasta Dios les cree.