LA MÚSICA QUE SOLO ÉL ESCUCHA
Publicado en
octubre 14, 2025
Mi problema comenzó un martes por la tarde. Soy Daniel y trabajo desde casa, así que paso mucho tiempo solo. Estaba concentrado en mi escritorio cuando, de pronto, escuché una melodía débil y extraña.
No era música pop, ni jazz. Era algo antiguo, tocado con instrumentos que no podía reconocer: un violín desafinado, quizás un clavicordio, y una voz femenina que cantaba una letra en un idioma que no era de este mundo. Sonaba a la vez hermosa y desesperadamente triste.
Al principio, pensé que era la radio de un vecino. Me levanté, cerré la ventana y volví a sentarme. La música seguía sonando, exactamente igual, como si viniera de dentro de mi cabeza.
Llamé a mi novia, Elisa, y le pregunté si oía algo. "No, Daniel, estás en silencio", me dijo, preocupada. Le expliqué la melodía. Ella me dijo que pusiera mis auriculares para cancelar el sonido. Lo hice. El ruido ambiental desapareció, pero la melodía se volvió más clara y cercana, como si la tocaran justo detrás de mi tímpano.
Me di cuenta de que la música no venía de fuera, ni de dentro de mi mente por completo. Parecía originarse en un punto fijo: justo detrás de mí.
Empecé a obsesionarme. Intentaba caminar por el apartamento, pero la melodía me seguía, manteniendo siempre la misma distancia. Si me volteaba rápido, el sonido se detenía en seco. Si me quedaba quieto, volvía a empezar.
Una noche, me quedé inmóvil, mirando la pared. La música comenzó de nuevo, lenta y lastimera. Me concentré. La voz cantaba frases repetitivas. Y al fin, pude distinguir una palabra en la letra extraña. Era mi nombre: "Daa-ni-el..."
Al día siguiente, decidí probar algo. Puse un espejo en el pasillo, orientándolo para que pudiera ver detrás de mí sin tener que girar el cuerpo. Me acerqué lentamente, fingiendo no mirar el reflejo.
La melodía comenzó. Me detuve a medio camino. La escuchaba perfectamente, justo a mi espalda.
Miré el espejo. El reflejo de la habitación era normal. El reflejo de mi espalda era normal. Pero entonces, la música se hizo fuerte, resonando en mis huesos. En el espejo, vi que el borde de mi hombro derecho estaba borroso, como si algo estuviera interfiriendo con la luz, creando un pequeño punto ciego justo donde terminaba mi cuerpo.
No era una figura, ni una persona. Era una distorsión, una burbuja de aire caliente.
El pánico me hizo saltar. Rompí el espejo al intentar huir y caí al suelo. El silencio regresó, pero no la paz.
Ahora, cuando estoy solo, sé que está allí. Ya no la escucho con mis oídos, sino que la siento. Es una presión fría y constante en el hombro derecho. A veces, cuando estoy en la calle o en una tienda con gente, me encuentro tarareando la melodía. Cuando alguien me pregunta qué canto, me detengo. Nunca la han escuchado.
Pero a veces, cuando un extraño me mira fijamente en el autobús, sus ojos se abren un poco, y me pregunto si, al fin, alguien más ha empezado a escuchar la música que viene de justo detrás de mi hombro.
Fin
Fuente del texto: IA-Gemini