Publicado en
noviembre 28, 2024
Por Jerry Fletcher (teniente de la Marina norteamericana en Taichung (Formosa)).
DISFRUTABA yo de mi primer día de "solaz y esparcimiento" en la encantadora ciudad de Taipeh, la capital de Formosa. Me parecía haber dejado atrás las pantanosas junglas de Vietnam a distancia de un año de luz. Un amigo mío residente en la urbe, suponiendo que estaría yo pensando en tratar muchachas, me aconsejó ir a ver a la secretaria telefonista china de la oficina local de la Marina de los Estados Unidos, pero pasó por alto un detalle: la chica no salía con norteamericanos.
Me enamoré de ella en cuanto traspuse el umbral de aquella oficina. Allí descubrí a la joven más hermosa que había visto en mi vida: enmarcaban su rostro largos cabellos, negros como el azabache. Yo, que siempre me había sentido a mis anchas en compañía de mujeres, empecé a tartamudear. ¡Qué ridículo! Me decía. Por fin logré apartar los ojos de la joven para fijarlos en la revista que tenía ella entre las manos.
¡Qué suerte! Se trataba de la edición china del READER'S DIGEST. Da la casualidad de que conozco esta publicación desde que gané una suscripción a ella por haber pronunciado el discurso de fin de cursos en la escuela de segunda enseñanza de Ropesville (Tejas). Por tanto, la convertí en tema de nuestra conversación. Comenzamos a charlar de los ensayos, chistes, libros condensados y relatos de interés humano que aparecen en sus páginas; no me cansaba de oírla hablar. Una hora y media dedicados a comentar el DIGEST dio estos resultados: 1) el jefe de la beldad me expulsó de la oficina; 2) ella accedió a almorzar conmigo al día siguiente.
Durante el almuerzo la muchacha me confesó que jamás habría consentido en salir conmigo de no ser por nuestra interesante conversación. Pues bien, para decirlo en pocas palabras (según la mejor tradición del DIGEST), después de salvar un millón de escollos, ella y yo nos casamos. Y no sólo una: dos veces. Primero, en una ceremonia china en Taipeh, y después en Tejas, con la bendición de un pastor bautista primo mío.
Después de residir 18 meses en Washington, estamos ahora de regreso en Formosa, donde sirvo en la Marina estadounidense. Ya estoy aprendiendo a hablar el chino, y mi mujer y yo descubrimos complacidos cada día que en todo el mundo encuentra uno personas estupendas, si se toma uno la molestia de buscarlas. ¡Gracias, READER'S DIGEST! Únicamente he querido comunicarles que, sin su involuntaria colaboración, jamás habría yo conquistado a mi admirable esposa.