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octubre 12, 2024
Eran cinco amigos inseparables: Ana, Ben, Carla, David y Eva. Decidieron celebrar el fin del curso con una escapada al bosque, un lugar que conocían desde pequeños pero que, bajo la luz de la luna llena, parecía más oscuro y misterioso que nunca.
Llevaban provisiones para acampar durante dos días. Al llegar, eligieron un claro en el bosque, lejos de cualquier sendero. Encendieron una fogata crepitante, compartieron risas y anécdotas, y se sintieron seguros bajo la protección de las llamas.
Pero la tranquilidad duró poco. A medida que la noche avanzaba, el bosque se llenó de sonidos extraños: ramas crujiendo, animales desconocidos ululando... Y de vez en cuando, un inquietante susurro que parecía venir de todas partes a la vez.
Carla fue la primera en notar algo raro. Juraba haber visto una sombra moverse entre los árboles, una silueta oscura que se escabullía rápidamente. Sus amigos intentaron tranquilizarla, atribuyéndolo al cansancio o a la imaginación. Sin embargo, la sensación de ser observados no la abandonaba.
A mitad de la noche, David se ofreció a ir al arroyo a buscar más leña. Pasaron unos minutos que se hicieron eternos. Cuando no volvió, los demás salieron a buscarlo, llamando su nombre una y otra vez. El bosque parecía haberse vuelto aún más hostil, los árboles se cernieron sobre ellos como si quisieran atraparlos.
De repente, un grito desgarrador rompió el silencio. Corrieron hacia el sonido, el corazón latiéndoles a mil por hora. Encontraron a David tendido en el suelo, inconsciente, con una profunda herida en el brazo.
Aterrorizados, los cuatro amigos cargaron a David y regresaron a la fogata. Intentaron detener la hemorragia, pero era evidente que necesitaban ayuda médica. Decidieron que Ana se quedaría con David mientras los otros tres iban a buscar señal en el móvil.
Ben, Carla y Eva se adentraron en el bosque, la oscuridad envolviéndolos por completo. De pronto, una rama crujió detrás de ellos. Se giraron, pero no vieron nada. A medida que se movían, sentían que eran observados y cada vez se hacía más intenso.
Al llegar a un claro, encendieron las linternas. Y allí estaba: una silueta oscura, encapuchada y con un cuchillo en la mano. Los tres amigos salieron corriendo, desorientados y llenos de miedo.
Decidieron regresar donde Ana y David. Formaron un círculo al rededor de estos dos y, con cuchillo y antorcha en mano, hicieron guardia hasta el amanecer.
Con la primera luz del día y sin haber pegado los ojos, escucharon ramas crujiendo y vieron que eran lugareños. Pidieron ayuda y éstos fueron a su encuentro. Cuando se acercaron a David, se dieron cuenta que había muerto, debido a la cantidad de sangre perdida. Los demás fueron trasladados al hospital.
Los cuatro amigos nunca supieron quién fue el asesino o la silueta encapuchada. Algunos lugareños dijeron que tal vez era un antiguo leñador que vivía en el bosque, otros de un espíritu vengativo. Lo cierto es que el bosque nunca volvió a ser el mismo para ellos.
Fuente del texto: IA-Gemini