LA NOCHE DE LAS ALMAS PERDIDAS
Publicado en
octubre 26, 2024
El viejo y abandonado psiquiátrico de Hillcrest, con sus torres góticas y corredores oscuros, había dejado de funcionar desde hace algunos años. Poco a poco se fueron creando leyendas que hablaban de los espíritus de los pacientes que habían perecido entre sus muros, almas atormentadas que vagaban sin descanso.
Ana y David, una joven pareja, se habían mudado a un pequeño pueblo cercano a Hillcrest. Habían heredado una antigua casa en las afueras y se propusieron restaurarla. No pasó mucho tiempo que empezaron a escuchar cosas extrañas, pero, se las podía justificar por la antigüedad de la vivienda.
Una noche, mientras una tormenta eléctrica azotaba la región, se cortó la luz. Aterrorizados, Ana y David encendieron unas velas y se acurrucaron en el sofá. Los dos saltaron al escuchar un golpe violento en la puerta principal. Al abrirla, se encontraron con dos policías. Les dijeron que hacían su ronda rutinaria en momentos de tormenta y que cualquier cosa no duden en llamar a la delegación. Uno de ellos, llevado por la noche tormentosa, les preguntó si sabían la historia del psiquiátrico. Al escuchar la respuesta, les cuenta lo ocurrido: El psiquiátrico de Hillcrest había sufrido un incendio y que varios pacientes habían fallecido. A los segundos se fueron.
Al día siguiente, la pareja tocó el tema del psiquiátrico en el desayuno. A medida que profundizaban en el mismo, su espíritu aventurero se despertaba. Entusiasmados, decidieron investigar. Se prepararon con linternas y se dirigieron al lugar.
Se adentraron en el viejo edificio, ahora en ruinas y envuelto en una atmósfera opresiva. Los pasillos estaban llenos de escombros y el olor a quemado era insoportable, pero eso no los detuvo. A medida que avanzaban, las escenas eran más perturbadoras. Se escuchaban lamentos y sollozos que parecían provenir de todas partes.
Al entrar, a lo que en su tiempo fue el quirófano, se encontraron con un grupo de médicos y enfermeros, con rostros desencajados y ojos llenos de miedo. Les contaron que algo terrible había ocurrido en el psiquiátrico. Los pacientes, en lugar de morir en el incendio, habían desaparecido misteriosamente. La pareja, asombrada, sale del cuarto y al dar la vuelta para volver a ver en su interior, sintieron escalofrío cuando vieron que estaba completamente oscuro.
Ambos, cada vez más aterrorizados, empezaron a trotar en busca de la salida. Pero el pasillo se les hizo largo y las luces, que no había cuando llegaron, parpadeaban. Las puertas que veían en su trayectoria empezaron a abrirse y cerrarse y las ventanas y paredes estaban salpicadas de sangre. Sorprendidos, vieron manifestaciones de almas que emitían gritos y sonidos desgarradores.
Aterrados, aumentaron el paso, pero el pasillo era interminable. A unos cuantos metros vieron que una de las almas se detuvo frente a ellos. A los segundos avanzó a su encuentro y se dirigió hacia Ana. Sus ojos eran oscuros y vacíos, y su rostro estaba desfigurado por el sufrimiento. Con un grito desgarrador, la entidad se abalanzó sobre ella, clavando sus garras en su cuerpo. David, temblando del miedo, intentó defenderla, pero fue inútil, y vio cómo su pareja caía al suelo, aparentemente, sin vida. Desesperado entra en un cuarto y cierra la puerta. El miedo fue tal, que se desmayó.
Al día siguiente, David despierta y sale del cuarto, en el cual se había escondido. Ve médicos y pacientes caminando por el pasillo y a Ana sentada en una silla de espera. Se le acerca y le pregunta qué le pasa. Ella sin verlo le dice: también tú!. David, sin entender, la levanta y se dirigen a la salida. Al llegar a la puerta no podía abrirla porque su mano tocaba solo vacío. Ana levanta la cabeza y dirige su cara hacia la de él. Su rostro sin ojos y sin expresión le dice: ahora somos parte del psiquiátrico.
La historia de Ana y David se convirtió en una leyenda más de Hillcrest, una advertencia para aquellos que se atrevieran a adentrarse en los oscuros secretos del viejo psiquiátrico.
Fuente del texto: IA-Gemini