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octubre 31, 2024
La música retumbaba en el corazón de la ciudad. Luces multicolores destellaban en la noche, reflejándose en los rostros sudorosos de los jóvenes que bailaban sin cesar. Era una fiesta como cualquier otra.
Entre la multitud, un joven llamado Alex comenzó a sentirse extraño. Un escalofrío le recorrió la espalda y un dolor punzante se apoderó de su cabeza. Al principio pensó que era el calor o el exceso de alcohol, pero pronto se dio cuenta de que algo mucho más complicado estaba sucediendo.
Sus amigos, que antes lo rodeaban con risas, ahora lo miraban con extrañeza. Sus ojos ya no era brillantes ni llenos de vida, y su sonrisa era rígida y macabra.
Alex, al sentirse muy raro y mal, intentó huir, pero era demasiado tarde. Una fuerza inexplicable lo empujó hacia el centro de la pista de baile, donde un grupo de personas se había reunido en un círculo. Poco a poco fue sintiendo ganas de comer carne humana y el deseo era incontrolable.
La fiesta seguía su curso, pero Alex ya no era el mismo. Estaba rígido y solo miraba de un lado a otro. Nadie le puso atención. A los segundos, se lanzó sobre uno de los invitados y empezó a morderlo por todos lados, comiendo su carne. La gente se asustó y empezó a correr sin rumbo. La víctima cayó al suelo y a los pocos segundos se levantó, y se lanzó sobre otra persona, haciendo lo mismo que hizo Alex.
De los presentes, había un grupo que no tardó en darse cuenta de lo que ocurría y enseguida asumieron que era un virus muy potente. Intentaron proceder con precaución, pero fue imposible, el virus era demasiado rápido.
Los infectados se volvieron unos contra otros, mordiendo y arañando con ferocidad. El pánico se apoderó de los presentes y la fiesta se convirtió en una escena de horror.
El grupo, que tenía conocimiento del virus, corrió hacia la salida, perseguidos por los aullidos de los zombies. Al salir del local, se dieron cuenta que la ciudad estaba en completo caos. Muertos vivientes por todos lados y personas que corrían por sus vidas. Avanzaron sin rumbo fijo en busca de un lugar seguro.
Después de horas de búsqueda, llegaron a un viejo hospital abandonado. Pensaron que sería un buen lugar para esconderse. Al entrar se encontraron con una sorpresa: un grupo de sobrevivientes había establecido un campamento allí.
Juntos lucharon por mantenerse con vida. Construyeron barricadas, buscaron comida y armas. Poco a poco, la situación se volvía más caótica afuera.
Pasaron los días y los refugiados se mantenían a salvo y alimentados. Cada cierto tiempo salían en busca de provisiones, siempre atentos a lo que ocurría a su alrdedor. Pero, en una de esas salidas, uno de ellos se confió de que nunca les pasaba algo en sus recorridos. Se acercó a un dispensario de dulces y probó tratar de obtener alguno. Al poco rato un zombie se le lanza y alcanza a morderlo en la mano. Este se defiende, pero el virus ya estaba rondando por su cuerpo.
Se reincorporó al grupo sin mencionar lo ocurrido. Y regresaron al refugio.
El infectado ya estaba entre los sobrevivientes, y por alguna extraña razón, su transformación era lenta, por lo que nadie se daba cuenta de la misma.
Todo ocurría con normalidad en el refugio. Como la seguridad del mismo se le asignaba cada noche a uno diferente, el turno fue justamente del infectado. A pesar de los efectos del virus, éste permaneció callado y no expresaba signos de malestar, pues sabía que la muerte era instantánea y tenía esperanzas de combatirlo.
Llegada la noche, se dirigió a su puesto a tomar la seguridad del refugio. No se explicaba porqué aún no se había transformado en un muerto viviente.
Antes de la medianoche, uno de sus amigos le llevó una taza de café, para mantenerlo despierto. Al llegar al puesto, no vio al guardían y empezó a llamarlo y buscarlo. Al no obtener respuesta, se dirige hacia el grupo para informar lo ocurrido, pero en el trayecto, un cuerpo se le lanza y le muerde el cuello tirándolo al suelo de golpe. Este a los segundos se levanta y ambos empiezan a recorrer el sitio buscando carne viva.
El caos y el terror se apoderó del refugio, y esta vez nadie se salvó, ya que todos estaban dormidos. Ahora el refugio está lleno de muertos vivientes y no tienen forma de salir, pues todas sus puertas y ventanas están cerradas y protegidas.
Fuente del texto: IA-Gemini