¡CLARO QUE EL TIEMPO TIENE LA CULPA!
Publicado en
julio 25, 2024
Los científicos están descubriendo que tal vez la Luna y el tiempo sí vuelven locas a algunas personas.
Por Sidney Katz.
• LOS INVESTIGADORES de la Facultad de Medicina de la Universidad Queen's, en Kingston (Ontario), estudiaron los accidentes automovilísticos ocurridos en el condado de Frontenac entre junio y septiembre de 1968, y descubrieron que el 81 por ciento de los que causaron muertes y el 73 de los que fueron menos graves habían sucedido cuando bajaba la presión barométrica. Al analizar los mismos datos correspondientes a los tres años anteriores encontraron porcentajes muy parecidos con el mismo estado del tiempo.
• En la Universidad de Pensilvania, en un "climatrón" (recinto en que se puede simular cualquier clima variando la temperatura, la humedad, la electricidad atmosférica y la presión barométrica) se estudiaron 32 artríticos encerrados allí 12 horas en la situación ambiental que precede inmediatamente a una tormenta. Casi todos empeoraron mucho durante las primeras horas de estar expuestos al cambio de factores. "Es posible pronosticar el tiempo por los dolores de huesos", confirmó uno de los estudiosos.
• Un equipo de la Universidad de Miami, dirigido por el siquiatra Arnold Lieber, hizo un análisis muy cuidadoso de casi 2000 asesinatos cometidos en el distrito de Dade (Florida) desde el año 1956 hasta el 1970. Obtuvo resultados inesperados: la máxima criminalidad por homicidios coincidía con las fases de plenilunio y novilunio.
Los científicos dedicados a una nueva especialidad, la "meteorosiquiatría", están reuniendo en todo el mundo testimonios de las maneras en que la temperatura, las tormentas, los vientos, la electricidad atmosférica y las fases de la Luna influyen en la mente, la conducta humana y la salud. Sus descubrimientos sugieren, por ejemplo, que la relación entre la Luna y la locura (que siempre se había sospechado) es una realidad. El distinguido astrónomo inglés sir Bernard Lovell opina: "Parece que nos estamos acercando a una prueba de esta relación". Si bien la Luna llena no puede mover a la violencia a una persona normal y equilibrada, sí puede inducir intranquilidad, nerviosismo y un insólito desasosiego.
¿Cuál es la causa del fenómeno? La Luna ejerce una potente influencia gravitatoria sobre las mareas, y no sería razonable suponer, concluye el Dr. Lieber, que los humanos escapemos de este efecto. Al fin y al cabo el cuerpo humano es, en gran medida, una réplica en miniatura de la corteza terrestre, y está formado de los mismos elementos y en la misma proporción: el 80 por ciento de líquidos y el 20 por ciento de minerales en compuestos orgánicos e inorgánicos. Así pues, cabe suponer que el flujo de los fluidos en toda célula también puede alterarse con los cambios de la Luna.
El Dr. Lieber llama a tales variaciones "mareas biológicas" y piensa que podrían afectar nuestros estados de ánimo, energía, tolerancia y raciocinio. En las personas emotivamente perturbadas o de equilibrio mental precario pueden desencadenar un comportamiento irracional o aun violento. Esto quizá explique la observación frecuente de que en la fase de Luna llena las salas de los hospitales para enfermos mentales son más tumultuosas y reciben más pacientes que de costumbre. Algunos estudios muestran que ocurren más suicidios la víspera de un perigeo.
También ha despertado el interés de los científicos el hecho de que el ciclo lunar y los períodos menstruales de la mujer tienen aproximadamente la misma duración (de 28 a 29 días). Después de entrevistar a 10.000 mujeres con ciclo regular, el Dr. H. Guthmann, biólogo alemán, hizo un descubrimiento desconcertante: una proporción demasiado elevada de ellas tenían ciclos que comenzaban al tiempo de la Luna llena o de la Luna nueva. Y ha planteado un interrogante que merece ulteriores estudios: ¿Influye realmente la Luna en el ritmo de la menstruación? ¿Tienen la actividad sexual y la fertilidad alguna relación con las fases lunares?
En cuanto a la fertilidad, la influencia dominante parece ser el número de horas de luz solar. Después de ocho años (de 1961 a 1969) de llevar registros de matrimonios en Sussex, un médico inglés descubrió que las concepciones eran más numerosas en los días con más horas de sol que el promedio. Aun cuando observó que, por consiguiente, la mayoría de los niños en ese condado de Inglaterra eran concebidos entre los meses de mayo y agosto, el factor de la duración de la luz solar no deja de ejercer influencia en cualquier época del año.
Los meteorosiquiatras también describen cómo nos afecta el descenso de la presión barométrica que precede a una tormenta. "Muchas personas se sienten deprimidas y se quejan más de dolencias y achaques", informa el Dr. Henry Durost, siquiatra de Toronto. Cuando desciende la presión barométrica hay mayores probabilidades de que los automovilistas se sientan incómodos, irritables o distraídos; de ahí el mayor número de accidentes graves en tales casos.
Hay una explicación lógica para estos cambios; lo que ocurre es que la presión barométrica descendente causa dilatación de los tejidos, disminución del flujo de sangre y aumento de presión intracraneal. Aun las personas normales y sanas sufren dolores de cabeza, agotamiento físico, apatía e irritabilidad. Los que padecen estos trastornos con gran frecuencia o intensidad no pueden pensar con toda lucidez ni gobernar sus mecanismos normales de inhibición.
Los seres humanos también son muy vulnerables a la influencia de los vientos. El foehn (viento cálido y seco que sopla en muchas partes del mundo) se ha descrito como "el viento malo que nada bueno trae", por sus efectos sobre la conducta humana. Según los experimentos del profesor Wolfgang Spann, de Munich, este viento interviene en el aumento de los accidentes de carretera y en los suicidios. Sin embargo las investigaciones realizadas en la oficina meteorológica de Bad Tñlz, cerca de Munich, han demostrado que los ataques epilépticos son menos frecuentes cuando sopla el foehn.
Israel tiene también su "viento malo" que allá se llama el sharav, y sopla, seco y cálido, del desierto. Los médicos israelíes dicen que los vientos cálidos favorecen el exceso de producción de serotonina, sustancia, química del cerebro que, aun siendo esencial para el funcionamiento normal, en exceso puede causar depresión, apatía sexual e impotencia.
Una de las variables meteorológicas más intrigantes que se estudian actualmente es la electricidad atmosférica. Invisibles en el aire que nos rodea hay billones de átomos con carga eléctrica (iones). Algunos tienen una carga negativa y otros positiva. Los iones negativos nos hacen estar alegres y bien dispuestos, y los positivos nos debilitan y desaniman. En circunstancias normales los iones negativos y positivos se equilibran unos con otros, pero a veces, cuando sopla determinado viento o cuando se avecina una tormenta, el aire se satura de un excedente de miles de millones de átomos con carga positiva, y los habitantes de esa región, según se afirma, se sienten deprimidos, distraídos y apáticos. En algunos hospitales han instalado dispositivos electrónicos en los cuartos de pacientes operados para apresurar su recuperación llenando el aire de iones negativos. Sin embargo, hace falta muchas investigaciones más para establecer a ciencia cierta los efectos de la electricidad atmosférica en la salud del hombre.
Como el ser humano es un organismo sumamente complejo y de equilibrio muy inestable, hemos de concluir que los cambios del ambiente modifican nuestros sentimientos y pensamientos. Una comprensión más profunda del fenómeno nos daría fabulosos resultados. En lo futuro acaso cabrá utilizarla para combatir las enfermedades físicas y mentales, reducir los accidentes de tráfico y de trabajo, y mejorar, en general, nuestros estados de ánimo.
Condensado de la revista "Homemaker's" (Junio-Julio-Agosto de 1973), © 1973 por Homemaker's Publishing, 2 St. Clair Ave., Toronto, Ontario (Canadá).