• 10
  • COPIAR-MOVER-ELIMINAR POR SELECCIÓN

  • Copiar Mover Eliminar


    Elegir Bloque de Imágenes

    Desde Hasta
  • GUARDAR IMAGEN


  • Guardar por Imagen

    Guardar todas las Imágenes

    Guardar por Selección

    Fijar "Guardar Imágenes"


  • Banco 1
    Banco 2
    Banco 3
    Banco 4
    Banco 5
    Banco 6
    Banco 7
    Banco 8
    Banco 9
    Banco 10
    Banco 11
    Banco 12
    Banco 13
    Banco 14
    Banco 15
    Banco 16
    Banco 17
    Banco 18
    Banco 19
    Banco 20
    Banco 21
    Banco 22
    Banco 23
    Banco 24
    Banco 25
    Banco 26
    Banco 27
    Banco 28
    Banco 29
    Banco 30
    Banco 31
    Banco 32
    Banco 33
    Banco 34
    Banco 35
    Banco 36
    Banco 37
    Banco 38
    Banco 39
    Banco 40
    Banco 41
    Banco 42
    Banco 43
    Banco 44
    Banco 45
    Banco 46
    Banco 47
    Banco 48
    Banco 49
    Banco 50

  • COPIAR-MOVER IMAGEN

  • Copiar Mover

  • Transición (aprox.)

  • T 1 (1 seg)


    T 2 (3 seg)


    T 3 (5 seg)


    T 4 (s) (8 seg)


    T 5 (10 seg)


    T 6 (15 seg)


    T 7 (20 seg)


    T 8 (30 seg)


    T 9 (40 seg)


    T 10 (50 seg)

    ---------------------

    T 11 (1 min)


    T 12 (5 min)


    T 13 (10 min)


    T 14 (15 min)


    T 15 (20 min)


    T 16 (30 min)


    T 17 (45 min)

    ---------------------

    T 18 (1 hor)


  • Efecto de Cambio

  • SELECCIONADOS


    OPCIONES

    Todos los efectos


    Elegir Efectos


    Desactivar Elegir Efectos


    Borrar Selección


    EFECTOS

    Bounce


    Bounce In


    Bounce In Left


    Bounce In Right


    Fade In (estándar)


    Fade In Down


    Fade In Up


    Fade In Left


    Fade In Right


    Flash


    Flip


    Flip In X


    Flip In Y


    Heart Beat


    Jack In The box


    Jello


    Light Speed In


    Pulse


    Roll In


    Rotate In


    Rotate In Down Left


    Rotate In Down Right


    Rotate In Up Left


    Rotate In Up Right


    Rubber Band


    Shake


    Slide In Up


    Slide In Down


    Slide In Left


    Slide In Right


    Swing


    Tada


    Wobble


    Zoom In


    Zoom In Down


    Zoom In Up


    Zoom In Left


    Zoom In Right


  • CAMBIAR TIEMPO DE LECTURA

  • Tiempo actual:
    m

    Ingresar Minutos

  • OTRAS OPCIONES
  • ▪ Eliminar Lecturas
  • ▪ Historial de Nvgc
  • ▪ Borrar Historial Nvgc
  • ▪ Ventana de Música
  • ▪ Zoom del Blog:
  • ▪ Última Lectura
  • ▪ Manual del Blog
  • ▪ Resolución:
  • ▪ Listas, actualizado en
  • ▪ Limpiar Variables
  • ▪ Imágenes por Categoría
  • PUNTO A GUARDAR



  • Tipea en el recuadro blanco alguna referencia, o, déjalo en blanco y da click en "Referencia"
  • CATEGORÍAS
  • ▪ Libros
  • ▪ Relatos
  • ▪ Arte-Gráficos
  • ▪ Bellezas del Cine y Televisión
  • ▪ Biografías
  • ▪ Chistes que Llegan a mi Email
  • ▪ Consejos Sanos Para el Alma
  • ▪ Cuidando y Encaminando a los Hijos
  • ▪ Datos Interesante. Vale la pena Saber
  • ▪ Fotos: Paisajes y Temas Varios
  • ▪ Historias de Miedo
  • ▪ La Relación de Pareja
  • ▪ La Tía Eulogia
  • ▪ La Vida se ha Convertido en un Lucro
  • ▪ Leyendas Urbanas
  • ▪ Mensajes Para Reflexionar
  • ▪ Personajes de Disney
  • ▪ Salud y Prevención
  • ▪ Sucesos y Proezas que Conmueven
  • ▪ Temas Varios
  • ▪ Tu Relación Contigo Mismo y el Mundo
  • ▪ Un Mundo Inseguro
  • REVISTAS DINERS
  • ▪ Diners-Agosto 1989
  • ▪ Diners-Mayo 1993
  • ▪ Diners-Septiembre 1993
  • ▪ Diners-Noviembre 1993
  • ▪ Diners-Diciembre 1993
  • ▪ Diners-Abril 1994
  • ▪ Diners-Mayo 1994
  • ▪ Diners-Junio 1994
  • ▪ Diners-Julio 1994
  • ▪ Diners-Octubre 1994
  • ▪ Diners-Enero 1995
  • ▪ Diners-Marzo 1995
  • ▪ Diners-Junio 1995
  • ▪ Diners-Septiembre 1995
  • ▪ Diners-Febrero 1996
  • ▪ Diners-Julio 1996
  • ▪ Diners-Septiembre 1996
  • ▪ Diners-Febrero 1998
  • ▪ Diners-Abril 1998
  • ▪ Diners-Mayo 1998
  • ▪ Diners-Octubre 1998
  • ▪ Diners-Temas Rescatados
  • REVISTAS SELECCIONES
  • ▪ Selecciones-Enero 1965
  • ▪ Selecciones-Agosto 1965
  • ▪ Selecciones-Julio 1968
  • ▪ Selecciones-Abril 1969
  • ▪ Selecciones-Febrero 1970
  • ▪ Selecciones-Marzo 1970
  • ▪ Selecciones-Mayo 1970
  • ▪ Selecciones-Marzo 1972
  • ▪ Selecciones-Mayo 1973
  • ▪ Selecciones-Junio 1973
  • ▪ Selecciones-Julio 1973
  • ▪ Selecciones-Diciembre 1973
  • ▪ Selecciones-Enero 1974
  • ▪ Selecciones-Marzo 1974
  • ▪ Selecciones-Mayo 1974
  • ▪ Selecciones-Julio 1974
  • ▪ Selecciones-Septiembre 1974
  • ▪ Selecciones-Marzo 1975
  • ▪ Selecciones-Junio 1975
  • ▪ Selecciones-Noviembre 1975
  • ▪ Selecciones-Marzo 1976
  • ▪ Selecciones-Mayo 1976
  • ▪ Selecciones-Noviembre 1976
  • ▪ Selecciones-Enero 1977
  • ▪ Selecciones-Febrero 1977
  • ▪ Selecciones-Mayo 1977
  • ▪ Selecciones-Septiembre 1977
  • ▪ Selecciones-Octubre 1977
  • ▪ Selecciones-Enero 1978
  • ▪ Selecciones-Octubre 1978
  • ▪ Selecciones-Diciembre 1978
  • ▪ Selecciones-Enero 1979
  • ▪ Selecciones-Marzo 1979
  • ▪ Selecciones-Julio 1979
  • ▪ Selecciones-Agosto 1979
  • ▪ Selecciones-Octubre 1979
  • ▪ Selecciones-Abril 1980
  • ▪ Selecciones-Agosto 1980
  • ▪ Selecciones-Septiembre 1980
  • ▪ Selecciones-Diciembre 1980
  • ▪ Selecciones-Febrero 1981
  • ▪ Selecciones-Septiembre 1981
  • ▪ Selecciones-Abril 1982
  • ▪ Selecciones-Mayo 1983
  • ▪ Selecciones-Julio 1984
  • ▪ Selecciones-Junio 1985
  • ▪ Selecciones-Septiembre 1987
  • ▪ Selecciones-Abril 1988
  • ▪ Selecciones-Febrero 1989
  • ▪ Selecciones-Abril 1989
  • ▪ Selecciones-Marzo 1990
  • ▪ Selecciones-Abril 1991
  • ▪ Selecciones-Mayo 1991
  • ▪ Selecciones-Octubre 1991
  • ▪ Selecciones-Diciembre 1991
  • ▪ Selecciones-Febrero 1992
  • ▪ Selecciones-Junio 1992
  • ▪ Selecciones-Septiembre 1992
  • ▪ Selecciones-Febrero 1994
  • ▪ Selecciones-Mayo 1994
  • ▪ Selecciones-Abril 1995
  • ▪ Selecciones-Mayo 1995
  • ▪ Selecciones-Septiembre 1995
  • ▪ Selecciones-Diciembre 1995
  • ▪ Selecciones-Junio 1996
  • ▪ Selecciones-Mayo 1997
  • ▪ Selecciones-Enero 1998
  • ▪ Selecciones-Febrero 1998
  • ▪ Selecciones-Julio 1999
  • ▪ Selecciones-Diciembre 1999
  • ▪ Selecciones-Febrero 2000
  • ▪ Selecciones-Diciembre 2001
  • ▪ Selecciones-Febrero 2002
  • ▪ Selecciones-Mayo 2005
  • CATEGORIAS
  • Arte-Gráficos
  • Bellezas
  • Biografías
  • Chistes que llegan a mi Email
  • Consejos Sanos para el Alma
  • Cuidando y Encaminando a los Hijos
  • Datos Interesantes
  • Fotos: Paisajes y Temas varios
  • Historias de Miedo
  • La Relación de Pareja
  • La Tía Eulogia
  • La Vida se ha convertido en un Lucro
  • Leyendas Urbanas
  • Mensajes para Reflexionar
  • Personajes Disney
  • Salud y Prevención
  • Sucesos y Proezas que conmueven
  • Temas Varios
  • Tu Relación Contigo mismo y el Mundo
  • Un Mundo Inseguro
  • TODAS LAS REVISTAS
  • Selecciones
  • Diners
  • REVISTAS DINERS
  • Diners-Agosto 1989
  • Diners-Mayo 1993
  • Diners-Septiembre 1993
  • Diners-Noviembre 1993
  • Diners-Diciembre 1993
  • Diners-Abril 1994
  • Diners-Mayo 1994
  • Diners-Junio 1994
  • Diners-Julio 1994
  • Diners-Octubre 1994
  • Diners-Enero 1995
  • Diners-Marzo 1995
  • Diners-Junio 1995
  • Diners-Septiembre 1995
  • Diners-Febrero 1996
  • Diners-Julio 1996
  • Diners-Septiembre 1996
  • Diners-Febrero 1998
  • Diners-Abril 1998
  • Diners-Mayo 1998
  • Diners-Octubre 1998
  • Diners-Temas Rescatados
  • REVISTAS SELECCIONES
  • Selecciones-Enero 1965
  • Selecciones-Agosto 1965
  • Selecciones-Julio 1968
  • Selecciones-Abril 1969
  • Selecciones-Febrero 1970
  • Selecciones-Marzo 1970
  • Selecciones-Mayo 1970
  • Selecciones-Marzo 1972
  • Selecciones-Mayo 1973
  • Selecciones-Junio 1973
  • Selecciones-Julio 1973
  • Selecciones-Diciembre 1973
  • Selecciones-Enero 1974
  • Selecciones-Marzo 1974
  • Selecciones-Mayo 1974
  • Selecciones-Julio 1974
  • Selecciones-Septiembre 1974
  • Selecciones-Marzo 1975
  • Selecciones-Junio 1975
  • Selecciones-Noviembre 1975
  • Selecciones-Marzo 1976
  • Selecciones-Mayo 1976
  • Selecciones-Noviembre 1976
  • Selecciones-Enero 1977
  • Selecciones-Febrero 1977
  • Selecciones-Mayo 1977
  • Selecciones-Octubre 1977
  • Selecciones-Septiembre 1977
  • Selecciones-Enero 1978
  • Selecciones-Octubre 1978
  • Selecciones-Diciembre 1978
  • Selecciones-Enero 1979
  • Selecciones-Marzo 1979
  • Selecciones-Julio 1979
  • Selecciones-Agosto 1979
  • Selecciones-Octubre 1979
  • Selecciones-Abril 1980
  • Selecciones-Agosto 1980
  • Selecciones-Septiembre 1980
  • Selecciones-Diciembre 1980
  • Selecciones-Febrero 1981
  • Selecciones-Septiembre 1981
  • Selecciones-Abril 1982
  • Selecciones-Mayo 1983
  • Selecciones-Julio 1984
  • Selecciones-Junio 1985
  • Selecciones-Septiembre 1987
  • Selecciones-Abril 1988
  • Selecciones-Febrero 1989
  • Selecciones-Abril 1989
  • Selecciones-Marzo 1990
  • Selecciones-Abril 1991
  • Selecciones-Mayo 1991
  • Selecciones-Octubre 1991
  • Selecciones-Diciembre 1991
  • Selecciones-Febrero 1992
  • Selecciones-Junio 1992
  • Selecciones-Septiembre 1992
  • Selecciones-Febrero 1994
  • Selecciones-Mayo 1994
  • Selecciones-Abril 1995
  • Selecciones-Mayo 1995
  • Selecciones-Septiembre 1995
  • Selecciones-Diciembre 1995
  • Selecciones-Junio 1996
  • Selecciones-Mayo 1997
  • Selecciones-Enero 1998
  • Selecciones-Febrero 1998
  • Selecciones-Julio 1999
  • Selecciones-Diciembre 1999
  • Selecciones-Febrero 2000
  • Selecciones-Diciembre 2001
  • Selecciones-Febrero 2002
  • Selecciones-Mayo 2005

  • SOMBRA DEL TEMA
  • ▪ Quitar
  • ▪ Normal
  • Publicaciones con Notas

    Notas de esta Página

    Todas las Notas

    Banco 1
    Banco 2
    Banco 3
    Banco 4
    Banco 5
    Banco 6
    Banco 7
    Banco 8
    Banco 9
    Banco 10
    Banco 11
    Banco 12
    Banco 13
    Banco 14
    Banco 15
    Banco 16
    Banco 17
    Banco 18
    Banco 19
    Banco 20
    Banco 21
    Banco 22
    Banco 23
    Banco 24
    Banco 25
    Banco 26
    Banco 27
    Banco 28
    Banco 29
    Banco 30
    Banco 31
    Banco 32
    Banco 33
    Banco 34
    Banco 35
    Banco 36
    Banco 37
    Banco 38
    Banco 39
    Banco 40
    Banco 41
    Banco 42
    Banco 43
    Banco 44
    Banco 45
    Banco 46
    Banco 47
    Banco 48
    Banco 49
    Banco 50
    Ingresar Clave



    Aceptar

    ÍNDICE
  • MÚSICA SELECCIONADA
  • Instrumental
  • 1. 12 Mornings - Audionautix - 2:33
  • 2. Allegro (Autumn. Concerto F Major Rv 293) - Antonio Vivaldi - 3:35
  • 3. Allegro (Winter. Concerto F Minor Rv 297) - Antonio Vivaldi - 3:52
  • 4. Americana Suite - Mantovani - 7:58
  • 5. An Der Schonen Blauen Donau, Walzer, Op. 314 (The Blue Danube) (Csr Symphony Orchestra) - Johann Strauss - 9:26
  • 6. Annen. Polka, Op. 117 (Polish State Po) - Johann Strauss Jr - 4:30
  • 7. Autumn Day - Kevin Macleod - 3:05
  • 8. Bolereando - Quincas Moreira - 3:21
  • 9. Ersatz Bossa - John Deley And The 41 Players - 2:53
  • 10. España - Mantovani - 3:22
  • 11. Fireflies And Stardust - Kevin Macleod - 4:15
  • 12. Floaters - Jimmy Fontanez & Media Right Productions - 1:50
  • 13. Fresh Fallen Snow - Chris Haugen - 3:33
  • 14. Gentle Sex (Dulce Sexo) - Esoteric - 9:46
  • 15. Green Leaves - Audionautix - 3:40
  • 16. Hills Behind - Silent Partner - 2:01
  • 17. Island Dream - Chris Haugen - 2:30
  • 18. Love Or Lust - Quincas Moreira - 3:39
  • 19. Nostalgia - Del - 3:26
  • 20. One Fine Day - Audionautix - 1:43
  • 21. Osaka Rain - Albis - 1:48
  • 22. Read All Over - Nathan Moore - 2:54
  • 23. Si Señorita - Chris Haugen.mp3 - 2:18
  • 24. Snowy Peaks II - Chris Haugen - 1:52
  • 25. Sunset Dream - Cheel - 2:41
  • 26. Swedish Rhapsody - Mantovani - 2:10
  • 27. Travel The World - Del - 3:56
  • 28. Tucson Tease - John Deley And The 41 Players - 2:30
  • 29. Walk In The Park - Audionautix - 2:44
  • Naturaleza
  • 30. Afternoon Stream - 30:12
  • 31. Big Surf (Ocean Waves) - 8:03
  • 32. Bobwhite, Doves & Cardinals (Morning Songbirds) - 8:58
  • 33. Brookside Birds (Morning Songbirds) - 6:54
  • 34. Cicadas (American Wilds) - 5:27
  • 35. Crickets & Wolves (American Wilds) - 8:56
  • 36. Deep Woods (American Wilds) - 4:08
  • 37. Duet (Frog Chorus) - 2:24
  • 38. Echoes Of Nature (Beluga Whales) - 1h00:23
  • 39. Evening Thunder - 30:01
  • 40. Exotische Reise - 30:30
  • 41. Frog Chorus (American Wilds) - 7:36
  • 42. Frog Chorus (Frog Chorus) - 44:28
  • 43. Jamboree (Thundestorm) - 16:44
  • 44. Low Tide (Ocean Waves) - 10:11
  • 45. Magicmoods - Ocean Surf - 26:09
  • 46. Marsh (Morning Songbirds) - 3:03
  • 47. Midnight Serenade (American Wilds) - 2:57
  • 48. Morning Rain - 30:11
  • 49. Noche En El Bosque (Brainwave Lab) - 2h20:31
  • 50. Pacific Surf & Songbirds (Morning Songbirds) - 4:55
  • 51. Pebble Beach (Ocean Waves) - 12:49
  • 52. Pleasant Beach (Ocean Waves) - 19:32
  • 53. Predawn (Morning Songbirds) - 16:35
  • 54. Rain With Pygmy Owl (Morning Songbirds) - 3:21
  • 55. Showers (Thundestorm) - 3:00
  • 56. Songbirds (American Wilds) - 3:36
  • 57. Sparkling Water (Morning Songbirds) - 3:02
  • 58. Thunder & Rain (Thundestorm) - 25:52
  • 59. Verano En El Campo (Brainwave Lab) - 2h43:44
  • 60. Vertraumter Bach - 30:29
  • 61. Water Frogs (Frog Chorus) - 3:36
  • 62. Wilderness Rainshower (American Wilds) - 14:54
  • 63. Wind Song - 30:03
  • Relajación
  • 64. Concerning Hobbits - 2:55
  • 65. Constant Billy My Love To My - Kobialka - 5:45
  • 66. Dance Of The Blackfoot - Big Sky - 4:32
  • 67. Emerald Pools - Kobialka - 3:56
  • 68. Gypsy Bride - Big Sky - 4:39
  • 69. Interlude No.2 - Natural Dr - 2:27
  • 70. Interlude No.3 - Natural Dr - 3:33
  • 71. Kapha Evening - Bec Var - Bruce Brian - 18:50
  • 72. Kapha Morning - Bec Var - Bruce Brian - 18:38
  • 73. Misterio - Alan Paluch - 19:06
  • 74. Natural Dreams - Cades Cove - 7:10
  • 75. Oh, Why Left I My Hame - Kobialka - 4:09
  • 76. Sunday In Bozeman - Big Sky - 5:40
  • 77. The Road To Durbam Longford - Kobialka - 3:15
  • 78. Timberline Two Step - Natural Dr - 5:19
  • 79. Waltz Of The Winter Solace - 5:33
  • 80. You Smile On Me - Hufeisen - 2:50
  • 81. You Throw Your Head Back In Laughter When I Think Of Getting Angry - Hufeisen - 3:43
  • Halloween-Suspenso
  • 82. A Night In A Haunted Cemetery - Immersive Halloween Ambience - Rainrider Ambience - 13:13
  • 83. A Sinister Power Rising Epic Dark Gothic Soundtrack - 1:13
  • 84. Acecho - 4:34
  • 85. Alone With The Darkness - 5:06
  • 86. Atmosfera De Suspenso - 3:08
  • 87. Awoke - 0:54
  • 88. Best Halloween Playlist 2023 - Cozy Cottage - 1h17:43
  • 89. Black Sunrise Dark Ambient Soundscape - 4:00
  • 90. Cinematic Horror Climax - 0:59
  • 91. Creepy Halloween Night - 1:54
  • 92. Creepy Music Box Halloween Scary Spooky Dark Ambient - 1:05
  • 93. Dark Ambient Horror Cinematic Halloween Atmosphere Scary - 1:58
  • 94. Dark Mountain Haze - 1:44
  • 95. Dark Mysterious Halloween Night Scary Creepy Spooky Horror Music - 1:35
  • 96. Darkest Hour - 4:00
  • 97. Dead Home - 0:36
  • 98. Deep Relaxing Horror Music - Aleksandar Zavisin - 1h01:28
  • 99. Everything You Know Is Wrong - 0:46
  • 100. Geisterstimmen - 1:39
  • 101. Halloween Background Music - 1:01
  • 102. Halloween Spooky Horror Scary Creepy Funny Monsters And Zombies - 1:21
  • 103. Halloween Spooky Trap - 1:05
  • 104. Halloween Time - 0:57
  • 105. Horrible - 1:36
  • 106. Horror Background Atmosphere - Pixabay-Universfield - 1:05
  • 107. Horror Background Music Ig Version 60s - 1:04
  • 108. Horror Music Scary Creepy Dark Ambient Cinematic Lullaby - 1:52
  • 109. Horror Sound Mk Sound Fx - 13:39
  • 110. Inside Serial Killer 39s Cove Dark Thriller Horror Soundtrack Loopable - 0:29
  • 111. Intense Horror Music - Pixabay - 1:37
  • 112. Long Thriller Theme - 8:00
  • 113. Melancholia Music Box Sad-Creepy Song - 3:42
  • 114. Mix Halloween-1 - 33:58
  • 115. Mix Halloween-2 - 33:34
  • 116. Mix Halloween-3 - 58:53
  • 117. Mix-Halloween - Spooky-2022 - 1h19:23
  • 118. Movie Theme - A Nightmare On Elm Street - 1984 - 4:06
  • 119. Movie Theme - Children Of The Corn - 3:03
  • 120. Movie Theme - Dead Silence - 2:56
  • 121. Movie Theme - Friday The 13th - 11:11
  • 122. Movie Theme - Halloween - John Carpenter - 2:25
  • 123. Movie Theme - Halloween II - John Carpenter - 4:30
  • 124. Movie Theme - Halloween III - 6:16
  • 125. Movie Theme - Insidious - 3:31
  • 126. Movie Theme - Prometheus - 1:34
  • 127. Movie Theme - Psycho - 1960 - 1:06
  • 128. Movie Theme - Sinister - 6:56
  • 129. Movie Theme - The Omen - 2:35
  • 130. Movie Theme - The Omen II - 5:05
  • 131. Música - 8 Bit Halloween Story - 2:03
  • 132. Música - Esto Es Halloween - El Extraño Mundo De Jack - 3:08
  • 133. Música - Esto Es Halloween - El Extraño Mundo De Jack - Amanda Flores Todas Las Voces - 3:09
  • 134. Música - For Halloween Witches Brew - 1:07
  • 135. Música - Halloween Surfing With Spooks - 1:16
  • 136. Música - Spooky Halloween Sounds - 1:23
  • 137. Música - This Is Halloween - 2:14
  • 138. Música - This Is Halloween - Animatic Creepypasta Remake - 3:16
  • 139. Música - This Is Halloween Cover By Oliver Palotai Simone Simons - 3:10
  • 140. Música - This Is Halloween - From Tim Burton's The Nightmare Before Christmas - 3:13
  • 141. Música - This Is Halloween - Marilyn Manson - 3:20
  • 142. Música - Trick Or Treat - 1:08
  • 143. Música De Suspenso - Bosque Siniestro - Tony Adixx - 3:21
  • 144. Música De Suspenso - El Cementerio - Tony Adixx - 3:33
  • 145. Música De Suspenso - El Pantano - Tony Adixx - 4:21
  • 146. Música De Suspenso - Fantasmas De Halloween - Tony Adixx - 4:01
  • 147. Música De Suspenso - Muñeca Macabra - Tony Adixx - 3:03
  • 148. Música De Suspenso - Payasos Asesinos - Tony Adixx - 3:38
  • 149. Música De Suspenso - Trampa Oscura - Tony Adixx - 2:42
  • 150. Música Instrumental De Suspenso - 1h31:32
  • 151. Mysterios Horror Intro - 0:39
  • 152. Mysterious Celesta - 1:04
  • 153. Nightmare - 2:32
  • 154. Old Cosmic Entity - 2:15
  • 155. One-Two Freddys Coming For You - 0:29
  • 156. Out Of The Dark Creepy And Scary Voices - 0:59
  • 157. Pandoras Music Box - 3:07
  • 158. Peques - 5 Calaveras Saltando En La Cama - Educa Baby TV - 2:18
  • 159. Peques - A Mi Zombie Le Duele La Cabeza - Educa Baby TV - 2:49
  • 160. Peques - Halloween Scary Horror And Creepy Spooky Funny Children Music - 2:53
  • 161. Peques - Join Us - Horror Music With Children Singing - 1:58
  • 162. Peques - La Familia Dedo De Monstruo - Educa Baby TV - 3:31
  • 163. Peques - Las Calaveras Salen De Su Tumba Chumbala Cachumbala - 3:19
  • 164. Peques - Monstruos Por La Ciudad - Educa Baby TV - 3:17
  • 165. Peques - Tumbas Por Aquí, Tumbas Por Allá - Luli Pampin - 3:17
  • 166. Scary Forest - 2:37
  • 167. Scary Spooky Creepy Horror Ambient Dark Piano Cinematic - 2:06
  • 168. Slut - 0:48
  • 169. Sonidos - A Growing Hit For Spooky Moments - Pixabay-Universfield - 0:05
  • 170. Sonidos - A Short Horror With A Build Up - Pixabay-Universfield - 0:13
  • 171. Sonidos - Castillo Embrujado - Creando Emociones - 1:05
  • 172. Sonidos - Cinematic Impact Climax Intro - Pixabay - 0:26
  • 173. Sonidos - Creepy Ambience - 1:52
  • 174. Sonidos - Creepy Atmosphere - 2:01
  • 175. Sonidos - Creepy Cave - 0:06
  • 176. Sonidos - Creepy Church Hell - 1:03
  • 177. Sonidos - Creepy Horror Sound Ghostly - 0:16
  • 178. Sonidos - Creepy Horror Sound Possessed Laughter - Pixabay-Alesiadavina - 0:04
  • 179. Sonidos - Creepy Ring Around The Rosie - 0:20
  • 180. Sonidos - Creepy Soundscape - Pixabay - 0:50
  • 181. Sonidos - Creepy Vocal Ambience - 1:12
  • 182. Sonidos - Creepy Whispering - Pixabay - 0:03
  • 183. Sonidos - Cueva De Los Espiritus - The Girl Of The Super Sounds - 3:47
  • 184. Sonidos - Disturbing Horror Sound Creepy Laughter - Pixabay-Alesiadavina - 0:05
  • 185. Sonidos - Eerie Horror Sound Evil Woman - 0:06
  • 186. Sonidos - Eerie Horror Sound Ghostly 2 - 0:22
  • 187. Sonidos - Efecto De Tormenta Y Música Siniestra - 2:00
  • 188. Sonidos - Erie Ghost Sound Scary Sound Paranormal - 0:15
  • 189. Sonidos - Ghost Sigh - Pixabay - 0:05
  • 190. Sonidos - Ghost Sound Ghostly - 0:12
  • 191. Sonidos - Ghost Voice Halloween Moany Ghost - 0:14
  • 192. Sonidos - Ghost Whispers - Pixabay - 0:23
  • 193. Sonidos - Ghosts-Whispering-Screaming - Lara's Horror Sounds - 2h03:28
  • 194. Sonidos - Halloween Horror Voice Hello - 0:05
  • 195. Sonidos - Halloween Impact - 0:06
  • 196. Sonidos - Halloween Intro 1 - 0:11
  • 197. Sonidos - Halloween Intro 2 - 0:11
  • 198. Sonidos - Halloween Sound Ghostly 2 - 0:20
  • 199. Sonidos - Hechizo De Bruja - 0:11
  • 200. Sonidos - Horror - Pixabay - 1:36
  • 201. Sonidos - Horror Demonic Sound - Pixabay-Alesiadavina - 0:15
  • 202. Sonidos - Horror Sfx - Pixabay - 0:04
  • 203. Sonidos - Horror Sound Effect - 0:21
  • 204. Sonidos - Horror Voice Flashback - Pixabay - 0:10
  • 205. Sonidos - Magia - 0:05
  • 206. Sonidos - Maniac In The Dark - Pixabay-Universfield - 0:15
  • 207. Sonidos - Miedo-Suspenso - Live Better Media - 8:05
  • 208. Sonidos - Para Recorrido De Casa Del Terror - Dangerous Tape Avi - 1:16
  • 209. Sonidos - Posesiones - Horror Movie Dj's - 1:35
  • 210. Sonidos - Risa De Bruja 1 - 0:04
  • 211. Sonidos - Risa De Bruja 2 - 0:09
  • 212. Sonidos - Risa De Bruja 3 - 0:08
  • 213. Sonidos - Risa De Bruja 4 - 0:06
  • 214. Sonidos - Risa De Bruja 5 - 0:03
  • 215. Sonidos - Risa De Bruja 6 - 0:03
  • 216. Sonidos - Risa De Bruja 7 - 0:09
  • 217. Sonidos - Risa De Bruja 8 - 0:11
  • 218. Sonidos - Scary Ambience - 2:08
  • 219. Sonidos - Scary Creaking Knocking Wood - Pixabay - 0:26
  • 220. Sonidos - Scary Horror Sound - 0:13
  • 221. Sonidos - Scream With Echo - Pixabay - 0:05
  • 222. Sonidos - Suspense Creepy Ominous Ambience - 3:23
  • 223. Sonidos - Terror - Ronwizlee - 6:33
  • 224. Suspense Dark Ambient - 2:34
  • 225. Tense Cinematic - 3:14
  • 226. Terror Ambience - Pixabay - 2:01
  • 227. The Spell Dark Magic Background Music Ob Lix - 3:23
  • 228. Trailer Agresivo - 0:49
  • 229. Welcome To The Dark On Halloween - 2:25
  • 230. Zombie Party Time - 4:36
  • 231. 20 Villancicos Tradicionales - Los Niños Cantores De Navidad Vol.1 (1999) - 53:21
  • 232. 30 Mejores Villancicos De Navidad - Mundo Canticuentos - 1h11:57
  • 233. Blanca Navidad - Coros de Amor - 3:00
  • 234. Christmas Ambience - Rainrider Ambience - 3h00:00
  • 235. Christmas Time - Alma Cogan - 2:48
  • 236. Christmas Village - Aaron Kenny - 1:32
  • 237. Clásicos De Navidad - Orquesta Sinfónica De Londres - 51:44
  • 238. Deck The Hall With Boughs Of Holly - Anre Rieu - 1:33
  • 239. Deck The Halls - Jingle Punks - 2:12
  • 240. Deck The Halls - Nat King Cole - 1:08
  • 241. Frosty The Snowman - Nat King Cole-1950 - 2:18
  • 242. Frosty The Snowman - The Ventures - 2:01
  • 243. I Wish You A Merry Christmas - Bing Crosby - 1:53
  • 244. It's A Small World - Disney Children's - 2:04
  • 245. It's The Most Wonderful Time Of The Year - Andy Williams - 2:32
  • 246. Jingle Bells - 1957 - Bobby Helms - 2:11
  • 247. Jingle Bells - Am Classical - 1:36
  • 248. Jingle Bells - Frank Sinatra - 2:05
  • 249. Jingle Bells - Jim Reeves - 1:47
  • 250. Jingle Bells - Les Paul - 1:36
  • 251. Jingle Bells - Original Lyrics - 2:30
  • 252. La Pandilla Navideña - A Belen Pastores - 2:24
  • 253. La Pandilla Navideña - Ángeles Y Querubines - 2:33
  • 254. La Pandilla Navideña - Anton - 2:54
  • 255. La Pandilla Navideña - Campanitas Navideñas - 2:50
  • 256. La Pandilla Navideña - Cantad Cantad - 2:39
  • 257. La Pandilla Navideña - Donde Será Pastores - 2:35
  • 258. La Pandilla Navideña - El Amor De Los Amores - 2:56
  • 259. La Pandilla Navideña - Ha Nacido Dios - 2:29
  • 260. La Pandilla Navideña - La Nanita Nana - 2:30
  • 261. La Pandilla Navideña - La Pandilla - 2:29
  • 262. La Pandilla Navideña - Pastores Venid - 2:20
  • 263. La Pandilla Navideña - Pedacito De Luna - 2:13
  • 264. La Pandilla Navideña - Salve Reina Y Madre - 2:05
  • 265. La Pandilla Navideña - Tutaina - 2:09
  • 266. La Pandilla Navideña - Vamos, Vamos Pastorcitos - 2:29
  • 267. La Pandilla Navideña - Venid, Venid, Venid - 2:15
  • 268. La Pandilla Navideña - Zagalillo - 2:16
  • 269. Let It Snow! Let It Snow! - Dean Martin - 1:55
  • 270. Let It Snow! Let It Snow! - Frank Sinatra - 2:35
  • 271. Los Peces En El Río - Los Niños Cantores de Navidad - 2:15
  • 272. Music Box We Wish You A Merry Christmas - 0:27
  • 273. Navidad - Himnos Adventistas - 35:35
  • 274. Navidad - Instrumental Relajante - Villancicos - 1 - 58:29
  • 275. Navidad - Instrumental Relajante - Villancicos - 2 - 2h00:43
  • 276. Navidad - Jazz Instrumental - Canciones Y Villancicos - 1h08:52
  • 277. Navidad - Piano Relajante Para Descansar - 1h00:00
  • 278. Noche De Paz - 3:40
  • 279. Rocking Around The Chirstmas - Mel & Kim - 3:32
  • 280. Rodolfo El Reno - Grupo Nueva América - Orquesta y Coros - 2:40
  • 281. Rudolph The Red-Nosed Reindeer - The Cadillacs - 2:18
  • 282. Santa Claus Is Comin To Town - Frank Sinatra Y Seal - 2:18
  • 283. Santa Claus Is Coming To Town - Coros De Niños - 1:19
  • 284. Santa Claus Is Coming To Town - Frank Sinatra - 2:36
  • 285. Sleigh Ride - Ferrante And Teicher - 2:16
  • 286. Sonidos - Beads Christmas Bells Shake - 0:20
  • 287. Sonidos - Campanas De Trineo - 0:07
  • 288. Sonidos - Christmas Fireworks Impact - 1:16
  • 289. Sonidos - Christmas Ident - 0:10
  • 290. Sonidos - Christmas Logo - 0:09
  • 291. Sonidos - Clinking Of Glasses - 0:02
  • 292. Sonidos - Deck The Halls - 0:08
  • 293. Sonidos - Fireplace Chimenea Fire Crackling Loop - 3:00
  • 294. Sonidos - Fireplace Chimenea Loop Original Noise - 4:57
  • 295. Sonidos - New Year Fireworks Sound 1 - 0:06
  • 296. Sonidos - New Year Fireworks Sound 2 - 0:10
  • 297. Sonidos - Papa Noel Creer En La Magia De La Navidad - 0:13
  • 298. Sonidos - Papa Noel La Magia De La Navidad - 0:09
  • 299. Sonidos - Risa Papa Noel - 0:03
  • 300. Sonidos - Risa Papa Noel Feliz Navidad 1 - 0:05
  • 301. Sonidos - Risa Papa Noel Feliz Navidad 2 - 0:05
  • 302. Sonidos - Risa Papa Noel Feliz Navidad 3 - 0:05
  • 303. Sonidos - Risa Papa Noel Feliz Navidad 4 - 0:05
  • 304. Sonidos - Risa Papa Noel How How How - 0:09
  • 305. Sonidos - Risa Papa Noel Merry Christmas - 0:04
  • 306. Sonidos - Sleigh Bells - 0:04
  • 307. Sonidos - Sleigh Bells Shaked - 0:31
  • 308. Sonidos - Wind Chimes Bells - 1:30
  • 309. Symphonion O Christmas Tree - 0:34
  • 310. The First Noel - Am Classical - 2:18
  • 311. Walking In A Winter Wonderland - Dean Martin - 1:52
  • 312. We Wish You A Merry Christmas - Rajshri Kids - 2:07
  • Código Hexadecimal


    Seleccionar Efectos (
    0
    )
    Normal
    Aleatorio
    Activar Desactivar Borrar
    Seleccionar Tipos de Letra (
    0
    )
    Normal
    Aleatorio
    Activar Desactivar Borrar
    Seleccionar Colores (
    0
    )
    Elegir Sección

    Bordes
    Fondo 1
    Fondo 2

    Fondo Hora
    Reloj-Fecha
    Normal
    Aleatorio
    Activar Desactivar Borrar
    Seleccionar Avatar (
    0
    )
    Normal
    Aleatorio
    Activar Desactivar Borrar
    Seleccionar Imágenes para efectos (
    0
    )
    Normal
    Aleatorio
    Activar Desactivar Borrar
    LETRA - TIPO

    ACTUAL

    Desactivado SM
    ▪ Abrir para Selección Múltiple

    ▪ Cerrar Selección Múltiple
    SECCIÓN

    ▪ Reloj y Fecha
    Saira Stencil One


    ▪ Reloj


    ▪ Fecha


    ▪ Hora


    ▪ Minutos


    ▪ Segundos


    ▪ Dos Puntos

    ▪ Restaurar

    ▪ Original

    NORMAL

    ▪ ADLaM Display: H33-V66

    ▪ Akaya Kanadaka: H37-V67

    ▪ Audiowide: H23-V50

    ▪ Chewy: H35-V67

    ▪ Croissant One: H35-V67

    ▪ Delicious Handrawn: H55-V67

    ▪ Germania One: H43-V67

    ▪ Kavoon: H33-V67

    ▪ Limelight: H31-V67

    ▪ Marhey: H31-V67

    ▪ Orbitron: H25-V55

    ▪ Revalia: H23-V54

    ▪ Ribeye: H33-V67

    ▪ Saira Stencil One(s): H31-V67

    ▪ Source Code Pro: H31-V67

    ▪ Uncial Antiqua: H27-V58

    CON RELLENO

    ▪ Cabin Sketch: H31-V67

    ▪ Fredericka the Great: H37-V67

    ▪ Rubik Dirt: H29-V66

    ▪ Rubik Distressed: H29-V66

    ▪ Rubik Glitch Pop: H29-V66

    ▪ Rubik Maps: H29-V66

    ▪ Rubik Maze: H29-V66

    ▪ Rubik Moonrocks: H29-V66

    DE PUNTOS

    ▪ Codystar: H37-V68

    ▪ Handjet: H51-V67

    ▪ Raleway Dots: H35-V67

    DIFERENTE

    ▪ Barrio: H41-V67

    ▪ Caesar Dressing: H39-V66

    ▪ Diplomata SC: H19-V44

    ▪ Emilys Candy: H35-V67

    ▪ Faster One: H27-V58

    ▪ Henny Penny: H29-V64

    ▪ Jolly Lodger: H55-V67

    ▪ Kablammo: H33-V66

    ▪ Monofett: H33-V66

    ▪ Monoton: H25-V55

    ▪ Mystery Quest: H37-V67

    ▪ Nabla: H39-V64

    ▪ Reggae One: H29-V64

    ▪ Rye: H29-V65

    ▪ Silkscreen: H27-V62

    ▪ Sixtyfour: H19-V46

    ▪ Smokum: H53-V67

    ▪ UnifrakturCook: H41-V67

    ▪ Vast Shadow: H25-V56

    ▪ Wallpoet: H25-V54

    ▪ Workbench: H37-V65

    GRUESA

    ▪ Bagel Fat One: H32-V66

    ▪ Bungee Inline: H27-V64

    ▪ Chango: H23-V52

    ▪ Coiny: H31-V67

    ▪ Luckiest Guy : H33-V67

    ▪ Modak: H35-V67

    ▪ Oi: H21-V46

    ▪ Rubik Spray Paint: H29-V65

    ▪ Ultra: H27-V60

    HALLOWEEN

    ▪ Butcherman: H37-V67

    ▪ Creepster: H47-V67

    ▪ Eater: H35-V67

    ▪ Freckle Face: H39-V67

    ▪ Frijole: H27-V63

    ▪ Irish Grover: H37-V67

    ▪ Nosifer: H23-V50

    ▪ Piedra: H39-V67

    ▪ Rubik Beastly: H29-V62

    ▪ Rubik Glitch: H29-V65

    ▪ Rubik Marker Hatch: H29-V65

    ▪ Rubik Wet Paint: H29-V65

    LÍNEA FINA

    ▪ Almendra Display: H42-V67

    ▪ Cute Font: H49-V75

    ▪ Cutive Mono: H31-V67

    ▪ Hachi Maru Pop: H25-V58

    ▪ Life Savers: H37-V64

    ▪ Megrim: H37-V67

    ▪ Snowburst One: H33-V63

    MANUSCRITA

    ▪ Beau Rivage: H27-V55

    ▪ Butterfly Kids: H59-V71

    ▪ Explora: H47-V72

    ▪ Love Light: H35-V61

    ▪ Mea Culpa: H42-V67

    ▪ Neonderthaw: H37-V66

    ▪ Sonsie one: H21-V50

    ▪ Swanky and Moo Moo: H53-V68

    ▪ Waterfall: H43-V67

    SIN RELLENO

    ▪ Akronim: H51-V68

    ▪ Bungee Shade: H25-V56

    ▪ Londrina Outline: H41-V67

    ▪ Moirai One: H34-V64

    ▪ Rampart One: H31-V63

    ▪ Rubik Burned: H29-V64

    ▪ Rubik Doodle Shadow: H29-V65

    ▪ Rubik Iso: H29-V64

    ▪ Rubik Puddles: H29-V62

    ▪ Tourney: H37-V66

    ▪ Train One: H29-V64

    ▪ Ewert: H27-V62

    ▪ Londrina Shadow: H41-V67

    ▪ Londrina Sketch: H41-V67

    ▪ Miltonian: H31-V67

    ▪ Rubik Scribble: H29-V65

    ▪ Rubik Vinyl: H29-V64

    ▪ Tilt Prism: H33-V67
  • OPCIONES

  • Otras Opciones
    Relojes

    1
    2
    3
    4
    5
    6
    7
    8
    9
    10
    11
    12
    13
    14
    15
    16
    17
    18
    19
    20
    Dispo. Posic.
    H
    H
    V

    Estilos Predefinidos
    FECHA
    Fecha - Formato Horizontal
    Fecha - Formato Vertical
    Fecha - Opacidad
    Fecha - Posición
    Fecha - Quitar
    RELOJ
    Reloj - Bordes Curvatura
    RELOJ - BORDES CURVATURA

    Reloj - Sombra
    RELOJ - SOMBRA

    Actual (
    1
    )


    Borde-Sombra

      B1 (s)  
      B2  
      B3  
      B4  
      B5  
    Sombra Iquierda Superior

      SIS1  
      SIS2  
      SIS3  
    Sombra Derecha Superior

      SDS1  
      SDS2  
      SDS3  
    Sombra Iquierda Inferior

      SII1  
      SII2  
      SII3  
    Sombra Derecha Inferior

      SDI1  
      SDI2  
      SDI3  
    Sombra Superior

      SS1  
      SS2  
      SS3  
    Sombra Inferior

      SI1  
      SI2  
      SI3  
    Reloj - Negrilla
    RELOJ - NEGRILLA

    Reloj - Opacidad
    Reloj - Posición
    Reloj - Presentación
    Reloj - Vertical
    RELOJ - VERTICAL

    SEGUNDOS
    Segundos - Dos Puntos
    SEGUNDOS - DOS PUNTOS

    Segundos

    ▪ Quitar

    ▪ Mostrar (s)
    Dos Puntos Ocultar

    ▪ Ocultar

    ▪ Mostrar (s)
    Dos Puntos Quitar

    ▪ Quitar

    ▪ Mostrar (s)
    Segundos - Posición
    TAMAÑO
    Tamaño - Reloj
    TAMAÑO - RELOJ

    Tamaño - Fecha
    TAMAÑO - FECHA

    Tamaño - Hora
    TAMAÑO - HORA

    Tamaño - Minutos
    TAMAÑO - MINUTOS

    Tamaño - Segundos
    TAMAÑO - SEGUNDOS

    ANIMACIÓN
    Seleccionar Efecto para Animar
    Tiempo entre efectos
    TIEMPO ENTRE EFECTOS

    SECCIÓN

    Animación
    (
    seg)


    Avatar 1-2-3-4-5-6-7
    (Cambio automático)
    (
    seg)


    Color Borde
    (
    seg)


    Color Fondo 1
    (
    seg)


    Color Fondo 2
    (
    seg)


    Color Fondo cada uno
    (
    seg)


    Color Reloj
    (
    seg)


    Estilos Predefinidos
    (
    seg)


    Imágenes para efectos
    (
    seg)


    Movimiento Avatar 1
    (
    seg)

    Movimiento Avatar 2
    (
    seg)

    Movimiento Avatar 3
    (
    seg)

    Movimiento Fecha
    (
    seg)


    Movimiento Reloj
    (
    seg)


    Movimiento Segundos
    (
    seg)


    Ocultar R-F
    (
    seg)


    Ocultar R-2
    (
    seg)


    Tipos de Letra
    (
    seg)


    Todo
    SEGUNDOS A ELEGIR

      0  
      0.01  
      0.02  
      0.03  
      0.04  
      0.05  
      0.06  
      0.07  
      0.08  
      0.09  
      0.1  
      0.2  
      0.3  
      0.4  
      0.5  
      0.6  
      0.7  
      0.8  
      0.9  
      1  
      1.1  
      1.2  
      1.3  
      1.4  
      1.5  
      1.6  
      1.7  
      1.8  
      1.9  
      2  
      2.1  
      2.2  
      2.3  
      2.4  
      2.5  
      2.6  
      2.7  
      2.8  
      2.9  
      3(s) 
      3.1  
      3.2  
      3.3  
      3.4  
      3.5  
      3.6  
      3.7  
      3.8  
      3.9  
      4  
      5  
      6  
      7  
      8  
      9  
      10  
      15  
      20  
      25  
      30  
      35  
      40  
      45  
      50  
      55  
    Animar Reloj
    Cambio automático Avatar
    Cambio automático Color - Bordes
    Cambio automático Color - Fondo 1
    Cambio automático Color - Fondo 2
    Cambio automático Color - Fondo H-M-S-F
    Cambio automático Color - Reloj
    Cambio automático Estilos Predefinidos
    Cambio automático Imágenes para efectos
    Cambio automático Tipo de Letra
    Movimiento automático Avatar 1
    Movimiento automático Avatar 2
    Movimiento automático Avatar 3
    Movimiento automático Fecha
    Movimiento automático Reloj
    Movimiento automático Segundos
    Ocultar Reloj
    Ocultar Reloj - 2
    VARIOS
    Alarma 1
    ALARMA 1

    ACTIVADA
    SINCRONIZAR

    ▪ Si
    ▪ No


    Seleccionar Minutos

      1     2     3  

      4     5     6  

      7     8     9  

      0     X  




    REPETIR-APAGAR

    ▪ Repetir

    ▪ Apagar Sonido

    ▪ No Alarma


    REPETIR SONIDO
    1 vez

    ▪ 1 vez (s)

    ▪ 2 veces

    ▪ 3 veces

    ▪ 4 veces

    ▪ 5 veces

    ▪ Indefinido


    SONIDO

    Actual:
    1

    ▪ Ventana de Música

    ▪ 1-Alarma-01
    - 1

    ▪ 2-Alarma-02
    - 18

    ▪ 3-Alarma-03
    - 10

    ▪ 4-Alarma-04
    - 8

    ▪ 5-Alarma-05
    - 13

    ▪ 6-Alarma-06
    - 16

    ▪ 7-Alarma-08
    - 29

    ▪ 8-Alarma-Carro
    - 11

    ▪ 9-Alarma-Fuego-01
    - 15

    ▪ 10-Alarma-Fuego-02
    - 5

    ▪ 11-Alarma-Fuerte
    - 6

    ▪ 12-Alarma-Incansable
    - 30

    ▪ 13-Alarma-Mini Airplane
    - 36

    ▪ 14-Digital-01
    - 34

    ▪ 15-Digital-02
    - 4

    ▪ 16-Digital-03
    - 4

    ▪ 17-Digital-04
    - 1

    ▪ 18-Digital-05
    - 31

    ▪ 19-Digital-06
    - 1

    ▪ 20-Digital-07
    - 3

    ▪ 21-Gallo
    - 2

    ▪ 22-Melodia-01
    - 30

    ▪ 23-Melodia-02
    - 28

    ▪ 24-Melodia-Alerta
    - 14

    ▪ 25-Melodia-Bongo
    - 17

    ▪ 26-Melodia-Campanas Suaves
    - 20

    ▪ 27-Melodia-Elisa
    - 28

    ▪ 28-Melodia-Samsung-01
    - 10

    ▪ 29-Melodia-Samsung-02
    - 29

    ▪ 30-Melodia-Samsung-03
    - 5

    ▪ 31-Melodia-Sd_Alert_3
    - 4

    ▪ 32-Melodia-Vintage
    - 60

    ▪ 33-Melodia-Whistle
    - 15

    ▪ 34-Melodia-Xiaomi
    - 12

    ▪ 35-Voz Femenina
    - 4

    Alarma 2
    ALARMA 2

    ACTIVADA
    Avatar - Elegir
    AVATAR - ELEGIR

    Desactivado SM
    ▪ Abrir para Selección Múltiple

    ▪ Cerrar Selección Múltiple
    AVATAR 1-2-3

    Avatar 1

    Avatar 2

    Avatar 3
    AVATAR 4-5-6-7

    Avatar 4

    Avatar 5

    Avatar 6

    Avatar 7
    TOMAR DE BANCO

    # del Banco

    Aceptar
    AVATARES

    Animales


    Deporte


    Halloween


    Navidad


    Religioso


    San Valentín


    Varios
    ▪ Quitar
    Avatar - Opacidad
    Avatar - Posición
    Avatar - Rotar
    Avatar - Tamaño
    AVATAR - TAMAÑO

    AVATAR 1-2-3

    Avatar1

    Avatar 2

    Avatar 3
    AVATAR 4-5-6-7

    Avatar 4

    Avatar 5

    Avatar 6

    Avatar 7
    TAMAÑO

    Avatar 1(
    10%
    )


    Avatar 2(
    10%
    )


    Avatar 3(
    10%
    )


    Avatar 4(
    10%
    )


    Avatar 5(
    10%
    )


    Avatar 6(
    10%
    )


    Avatar 7(
    10%
    )

    Más - Menos

    10-Normal
    ▪ Quitar
    Colores - Posición Paleta
    Elegir Color o Colores
    Fondo - Opacidad
    Generalizar
    GENERALIZAR

    ACTIVAR

    DESACTIVAR

    ▪ Animar Reloj
    ▪ Avatares y Cambio Automático
    ▪ Bordes Color, Cambio automático y Sombra
    ▪ Fonco 1 - Color y Cambio automático
    ▪ Fondo 2 - Color y Cambio automático
    ▪ Fondos Texto Color y Cambio automático
    ▪ Imágenes para Efectos y Cambio automático
    ▪ Mover-Aumentar-Reducir Imagen del Slide
    ▪ Ocultar Reloj
    ▪ Ocultar Reloj - 2
    ▪ Reloj y Avatares 1-2-3 Movimiento Automático
    ▪ Tamaño
    ▪ Texto - Color y Cambio automático
    ▪ Tiempo entre efectos
    ▪ Tipo de Letra y Cambio automático
    Imágenes para efectos
    Mover-Aumentar-Reducir Imagen del Slide
    M-A-R IMAGEN DEL SLIDE

    SUPERIOR-INFERIOR

    ▪ Arriba (s)

    ▪ Centrar

    ▪ Inferior
    MOVER

    Abajo - Arriba
    REDUCIR-AUMENTAR

    Aumentar

    Reducir

    Normal
    PORCENTAJE

    Más - Menos
    Pausar Reloj
    Restablecer Reloj
    PROGRAMACIÓN

    Programar Reloj
    PROGRAMAR RELOJ

    DESACTIVADO
    ▪ Activar

    ▪ Desactivar

    ▪ Eliminar

    ▪ Guardar
    H= M= R=
    -------
    H= M= R=
    -------
    H= M= R=
    -------
    H= M= R=
    -------
    Prog.R.1

    H
    M

    Reloj #

    L
    M
    M
    J
    V
    S
    D


    Borrar Días
    Prog.R.2

    H
    M

    Reloj #

    L
    M
    M
    J
    V
    S
    D


    Borrar Días
    Prog.R.3

    H
    M

    Reloj #

    L
    M
    M
    J
    V
    S
    D


    Borrar Días
    Prog.R.4

    H
    M

    Reloj #

    L
    M
    M
    J
    V
    S
    D


    Borrar Días


    Programar Estilo
    PROGRAMAR ESTILO

    DESACTIVADO
    ▪ Activar

    ▪ Desctivar

    ▪ Eliminar

    ▪ Guardar
    H= M= E=
    -------
    H= M= E=
    -------
    H= M= E=
    -------
    H= M= E=
    -------
    Prog.E.1

    H
    M

    Estilo #

    L
    M
    M
    J
    V
    S
    D


    Borrar Días
    Prog.E.2

    H
    M

    Estilo #

    L
    M
    M
    J
    V
    S
    D


    Borrar Días
    Prog.E.3

    H
    M

    Estilo #

    L
    M
    M
    J
    V
    S
    D


    Borrar Días
    Prog.E.4

    H
    M

    Estilo #

    L
    M
    M
    J
    V
    S
    D


    Borrar Días

    Programar RELOJES
    PROGRAMAR RELOJES


    DESACTIVADO
    ▪ Activar

    ▪ Desactivar

    ▪ Guardar
    Almacenar

    ▪1
    ▪2
    ▪3


    ▪4
    ▪5
    ▪6
    Cargar

    ▪1
    ▪2
    ▪3


    ▪4
    ▪5
    Borrar

    ▪1 ▪2 ▪3

    ▪4 ▪5 ▪6
    HORAS
    Cambiar cada

    1 2 3 4 5

    6 7 8 9 0

    X
    MINUTOS
    Cambiar cada

    1 2 3 4 5

    6 7 8 9 0

    X
    RELOJES #
    Relojes a cambiar

    1 2 3

    4 5 6

    7 8 9

    10 11 12

    13 14 15

    16 17 18

    19 20

    T X


    Programar ESTILOS
    PROGRAMAR ESTILOS


    DESACTIVADO
    ▪ Activar

    ▪ Desactivar

    ▪ Guardar
    Almacenar

    ▪1
    ▪2
    ▪3


    ▪4
    ▪5
    ▪6
    Cargar

    ▪1
    ▪2
    ▪3


    ▪4
    ▪5
    ▪6
    Borrar

    ▪1 ▪2 ▪3

    ▪4 ▪5 ▪6
    HORAS
    Cambiar cada

    1 2 3 4 5

    6 7 8 9 0

    X
    MINUTOS
    Cambiar cada

    1 2 3 4 5

    6 7 8 9 0

    X
    ESTILOS #

    A B C D

    E F G H

    I J K L

    M N O P

    Q R T S

    TODO X


    Programar lo Programado
    PROGRAMAR LO PROGRAMADO

    DESACTIVADO
    ▪ Activar

    ▪ Desactivar
    Programación 1

    Reloj:
    h m

    Estilo:
    h m

    RELOJES:
    h m

    ESTILOS:
    h m
    Programación 2

    Reloj:
    h m

    Estilo:
    h m

    RELOJES:
    h m

    ESTILOS:
    h m
    Programación 3

    Reloj:
    h m

    Estilo:
    h m

    RELOJES:
    h m

    ESTILOS:
    h m
    Almacenado en RELOJES y ESTILOS

    ▪1
    ▪2
    ▪3


    ▪4
    ▪5
    ▪6
    Borrar Programación
    HORAS

    1 2 3 4 5

    6 7 8 9 0

    X
    MINUTOS

    1 2 3 4 5

    6 7 8 9 0

    X


    IMÁGENES PERSONALES

    Esta opción permite colocar de fondo, en cualquier sección de la página, imágenes de internet, empleando el link o url de la misma. Su manejo es sencillo y práctico.

    Ahora se puede elegir un fondo diferente para cada ventana del slide, del sidebar y del downbar, en la página de INICIO; y el sidebar y la publicación en el Salón de Lectura. A más de eso, el Body, Main e Info, incluido las secciones +Categoría y Listas.

    Cada vez que eliges dónde se coloca la imagen de fondo, la misma se guarda y se mantiene cuando regreses al blog. Así como el resto de las opciones que te ofrece el mismo, es independiente por estilo, y a su vez, por usuario.

    FUNCIONAMIENTO

  • Recuadro en blanco: Es donde se colocará la url o link de la imagen.

  • Aceptar Url: Permite aceptar la dirección de la imagen que colocas en el recuadro.

  • Borrar Url: Deja vacío el recuadro en blanco para que coloques otra url.

  • Quitar imagen: Permite eliminar la imagen colocada. Cuando eliminas una imagen y deseas colocarla en otra parte, simplemente la eliminas, y para que puedas usarla en otra sección, presionas nuevamente "Aceptar Url"; siempre y cuando el link siga en el recuadro blanco.

  • Guardar Imagen: Permite guardar la imagen, para emplearla posteriormente. La misma se almacena en el banco de imágenes para el Header.

  • Imágenes Guardadas: Abre la ventana que permite ver las imágenes que has guardado.

  • Forma 1 a 5: Esta opción permite colocar de cinco formas diferente las imágenes.

  • Bottom, Top, Left, Right, Center: Esta opción, en conjunto con la anterior, permite mover la imagen para que se vea desde la parte de abajo, de arriba, desde la izquierda, desde la derecha o centrarla. Si al activar alguna de estas opciones, la imagen desaparece, debes aceptar nuevamente la Url y elegir una de las 5 formas, para que vuelva a aparecer.


  • Una vez que has empleado una de las opciones arriba mencionadas, en la parte inferior aparecerán las secciones que puedes agregar de fondo la imagen.

    Cada vez que quieras cambiar de Forma, o emplear Bottom, Top, etc., debes seleccionar la opción y seleccionar nuevamente la sección que colocaste la imagen.

    Habiendo empleado el botón "Aceptar Url", das click en cualquier sección que desees, y a cuantas quieras, sin necesidad de volver a ingresar la misma url, y el cambio es instantáneo.

    Las ventanas (widget) del sidebar, desde la quinta a la décima, pueden ser vistas cambiando la sección de "Últimas Publicaciones" con la opción "De 5 en 5 con texto" (la encuentras en el PANEL/MINIATURAS/ESTILOS), reduciendo el slide y eliminando los títulos de las ventanas del sidebar.

    La sección INFO, es la ventana que se abre cuando das click en .

    La sección DOWNBAR, son los tres widgets que se encuentran en la parte última en la página de Inicio.

    La sección POST, es donde está situada la publicación.

    Si deseas eliminar la imagen del fondo de esa sección, da click en el botón "Quitar imagen", y sigues el mismo procedimiento. Con un solo click a ese botón, puedes ir eliminando la imagen de cada seccion que hayas colocado.

    Para guardar una imagen, simplemente das click en "Guardar Imagen", siempre y cuando hayas empleado el botón "Aceptar Url".

    Para colocar una imagen de las guardadas, presionas el botón "Imágenes Guardadas", das click en la imagen deseada, y por último, click en la sección o secciones a colocar la misma.

    Para eliminar una o las imágenes que quieras de las guardadas, te vas a "Mi Librería".
    MÁS COLORES

    Esta opción permite obtener más tonalidades de los colores, para cambiar los mismos a determinadas bloques de las secciones que conforman el blog.

    Con esta opción puedes cambiar, también, los colores en la sección "Mi Librería" y "Navega Directo 1", cada uno con sus colores propios. No es necesario activar el PANEL para estas dos secciones.

    Así como el resto de las opciones que te permite el blog, es independiente por "Estilo" y a su vez por "Usuario". A excepción de "Mi Librería" y "Navega Directo 1".

    FUNCIONAMIENTO

    En la parte izquierda de la ventana de "Más Colores" se encuentra el cuadro que muestra las tonalidades del color y la barra con los colores disponibles. En la parte superior del mismo, se encuentra "Código Hex", que es donde se verá el código del color que estás seleccionando. A mano derecha del mismo hay un cuadro, el cual te permite ingresar o copiar un código de color. Seguido está la "C", que permite aceptar ese código. Luego la "G", que permite guardar un color. Y por último, el caracter "►", el cual permite ver la ventana de las opciones para los "Colores Guardados".

    En la parte derecha se encuentran los bloques y qué partes de ese bloque permite cambiar el color; así como borrar el mismo.

    Cambiemos, por ejemplo, el color del body de esta página. Damos click en "Body", una opción aparece en la parte de abajo indicando qué puedes cambiar de ese bloque. En este caso da la opción de solo el "Fondo". Damos click en la misma, seguido elegimos, en la barra vertical de colores, el color deseado, y, en la ventana grande, desplazamos la ruedita a la intensidad o tonalidad de ese color. Haciendo esto, el body empieza a cambiar de color. Donde dice "Código Hex", se cambia por el código del color que seleccionas al desplazar la ruedita. El mismo procedimiento harás para el resto de los bloques y sus complementos.

    ELIMINAR EL COLOR CAMBIADO

    Para eliminar el nuevo color elegido y poder restablecer el original o el que tenía anteriormente, en la parte derecha de esta ventana te desplazas hacia abajo donde dice "Borrar Color" y das click en "Restablecer o Borrar Color". Eliges el bloque y el complemento a eliminar el color dado y mueves la ruedita, de la ventana izquierda, a cualquier posición. Mientras tengas elegida la opción de "Restablecer o Borrar Color", puedes eliminar el color dado de cualquier bloque.
    Cuando eliges "Restablecer o Borrar Color", aparece la opción "Dar Color". Cuando ya no quieras eliminar el color dado, eliges esta opción y puedes seguir dando color normalmente.

    ELIMINAR TODOS LOS CAMBIOS

    Para eliminar todos los cambios hechos, abres el PANEL, ESTILOS, Borrar Cambios, y buscas la opción "Borrar Más Colores". Se hace un refresco de pantalla y todo tendrá los colores anteriores o los originales.

    COPIAR UN COLOR

    Cuando eliges un color, por ejemplo para "Body", a mano derecha de la opción "Fondo" aparece el código de ese color. Para copiarlo, por ejemplo al "Post" en "Texto General Fondo", das click en ese código y el mismo aparece en el recuadro blanco que está en la parte superior izquierda de esta ventana. Para que el color sea aceptado, das click en la "C" y el recuadro blanco y la "C" se cambian por "No Copiar". Ahora sí, eliges "Post", luego das click en "Texto General Fondo" y desplazas la ruedita a cualquier posición. Puedes hacer el mismo procedimiento para copiarlo a cualquier bloque y complemento del mismo. Cuando ya no quieras copiar el color, das click en "No Copiar", y puedes seguir dando color normalmente.

    COLOR MANUAL

    Para dar un color que no sea de la barra de colores de esta opción, escribe el código del color, anteponiendo el "#", en el recuadro blanco que está sobre la barra de colores y presiona "C". Por ejemplo: #000000. Ahora sí, puedes elegir el bloque y su respectivo complemento a dar el color deseado. Para emplear el mismo color en otro bloque, simplemente elige el bloque y su complemento.

    GUARDAR COLORES

    Permite guardar hasta 21 colores. Pueden ser utilizados para activar la carga de los mismos de forma Ordenada o Aleatoria.

    El proceso es similiar al de copiar un color, solo que, en lugar de presionar la "C", presionas la "G".

    Para ver los colores que están guardados, da click en "►". Al hacerlo, la ventana de los "Bloques a cambiar color" se cambia por la ventana de "Banco de Colores", donde podrás ver los colores guardados y otras opciones. El signo "►" se cambia por "◄", el cual permite regresar a la ventana anterior.

    Si quieres seguir guardando más colores, o agregar a los que tienes guardado, debes desactivar, primero, todo lo que hayas activado previamente, en esta ventana, como es: Carga Aleatoria u Ordenada, Cargar Estilo Slide y Aplicar a todo el blog; y procedes a guardar otros colores.

    A manera de sugerencia, para ver los colores que desees guardar, puedes ir probando en la sección MAIN con la opción FONDO. Una vez que has guardado los colores necesarios, puedes borrar el color del MAIN. No afecta a los colores guardados.

    ACTIVAR LOS COLORES GUARDADOS

    Para activar los colores que has guardado, debes primero seleccionar el bloque y su complemento. Si no se sigue ese proceso, no funcionará. Una vez hecho esto, das click en "►", y eliges si quieres que cargue "Ordenado, Aleatorio, Ordenado Incluido Cabecera y Aleatorio Incluido Cabecera".

    Funciona solo para un complemento de cada bloque. A excepción del Slide, Sidebar y Downbar, que cada uno tiene la opción de que cambie el color en todos los widgets, o que cada uno tenga un color diferente.

    Cargar Estilo Slide. Permite hacer un slide de los colores guardados con la selección hecha. Cuando lo activas, automáticamente cambia de color cada cierto tiempo. No es necesario reiniciar la página. Esta opción se graba.
    Si has seleccionado "Aplicar a todo el Blog", puedes activar y desactivar esta opción en cualquier momento y en cualquier sección del blog.
    Si quieres cambiar el bloque con su respectivo complemento, sin desactivar "Estilo Slide", haces la selección y vuelves a marcar si es aleatorio u ordenado (con o sin cabecera). Por cada cambio de bloque, es el mismo proceso.
    Cuando desactivas esta opción, el bloque mantiene el color con que se quedó.

    No Cargar Estilo Slide. Desactiva la opción anterior.

    Cuando eliges "Carga Ordenada", cada vez que entres a esa página, el bloque y el complemento que elegiste tomará el color según el orden que se muestra en "Colores Guardados". Si eliges "Carga Ordenada Incluido Cabecera", es igual que "Carga Ordenada", solo que se agrega el Header o Cabecera, con el mismo color, con un grado bajo de transparencia. Si eliges "Carga Aleatoria", el color que toma será cualquiera, y habrá veces que se repita el mismo. Si eliges "Carga Aleatoria Incluido Cabecera", es igual que "Aleatorio", solo que se agrega el Header o Cabecera, con el mismo color, con un grado bajo de transparencia.

    Puedes desactivar la Carga Ordenada o Aleatoria dando click en "Desactivar Carga Ordenada o Aleatoria".

    Si quieres un nuevo grupo de colores, das click primero en "Desactivar Carga Ordenada o Aleatoria", luego eliminas los actuales dando click en "Eliminar Colores Guardados" y por último seleccionas el nuevo set de colores.

    Aplicar a todo el Blog. Tienes la opción de aplicar lo anterior para que se cargue en todo el blog. Esta opción funciona solo con los bloques "Body, Main, Header, Menú" y "Panel y Otros".
    Para activar esta opción, debes primero seleccionar el bloque y su complemento deseado, luego seleccionas si la carga es aleatoria, ordenada, con o sin cabecera, y procedes a dar click en esta opción.
    Cuando se activa esta opción, los colores guardados aparecerán en las otras secciones del blog, y puede ser desactivado desde cualquiera de ellas. Cuando desactivas esta opción en otra sección, los colores guardados desaparecen cuando reinicias la página, y la página desde donde activaste la opción, mantiene el efecto.
    Si has seleccionado, previamente, colores en alguna sección del blog, por ejemplo en INICIO, y activas esta opción en otra sección, por ejemplo NAVEGA DIRECTO 1, INICIO tomará los colores de NAVEGA DIRECTO 1, que se verán también en todo el blog, y cuando la desactivas, en cualquier sección del blog, INICIO retomará los colores que tenía previamente.
    Cuando seleccionas la sección del "Menú", al aplicar para todo el blog, cada sección del submenú tomará un color diferente, según la cantidad de colores elegidos.

    No plicar a todo el Blog. Desactiva la opción anterior.

    Tiempo a cambiar el color. Permite cambiar los segundos que transcurren entre cada color, si has aplicado "Cargar Estilo Slide". El tiempo estándar es el T3. A la derecha de esta opción indica el tiempo a transcurrir. Esta opción se graba.

    SETS PREDEFINIDOS DE COLORES

    Se encuentra en la sección "Banco de Colores", casi en la parte última, y permite elegir entre cuatro sets de colores predefinidos. Sirven para ser empleados en "Cargar Estilo Slide".
    Para emplear cualquiera de ellos, debes primero, tener vacío "Colores Guardados"; luego das click en el Set deseado, y sigues el proceso explicado anteriormente para activar los "Colores Guardados".
    Cuando seleccionas alguno de los "Sets predefinidos", los colores que contienen se mostrarán en la sección "Colores Guardados".

    SETS PERSONAL DE COLORES

    Se encuentra seguido de "Sets predefinidos de Colores", y permite guardar cuatro sets de colores personales.
    Para guardar en estos sets, los colores deben estar en "Colores Guardados". De esa forma, puedes armar tus colores, o copiar cualquiera de los "Sets predefinidos de Colores", o si te gusta algún set de otra sección del blog y tienes aplicado "Aplicar a todo el Blog".
    Para usar uno de los "Sets Personales", debes primero, tener vacío "Colores Guardados"; y luego das click en "Usar". Cuando aplicas "Usar", el set de colores aparece en "Colores Guardados", y se almacenan en el mismo. Cuando entras nuevamente al blog, a esa sección, el set de colores permanece.
    Cada sección del blog tiene sus propios cuatro "Sets personal de colores", cada uno independiente del restoi.

    Tip

    Si vas a emplear esta método y quieres que se vea en toda la página, debes primero dar transparencia a todos los bloques de la sección del blog, y de ahí aplicas la opción al bloque BODY y su complemento FONDO.

    Nota

    - No puedes seguir guardando más colores o eliminarlos mientras esté activo la "Carga Ordenada o Aleatoria".
    - Cuando activas la "Carga Aleatoria" habiendo elegido primero una de las siguientes opciones: Sidebar (Fondo los 10 Widgets), Downbar (Fondo los 3 Widgets), Slide (Fondo de las 4 imágenes) o Sidebar en el Salón de Lectura (Fondo los 7 Widgets), los colores serán diferentes para cada widget.

    OBSERVACIONES

    - En "Navega Directo + Panel", lo que es la publicación, sólo funciona el fondo y el texto de la publicación.

    - En "Navega Directo + Panel", el sidebar vendría a ser el Widget 7.

    - Estos colores están por encima de los colores normales que encuentras en el "Panel', pero no de los "Predefinidos".

    - Cada sección del blog es independiente. Lo que se guarda en Inicio, es solo para Inicio. Y así con las otras secciones.

    - No permite copiar de un estilo o usuario a otro.

    - El color de la ventana donde escribes las NOTAS, no se cambia con este método.

    - Cuando borras el color dado a la sección "Menú" las opciones "Texto indicador Sección" y "Fondo indicador Sección", el código que está a la derecha no se elimina, sino que se cambia por el original de cada uno.
    3 2 1 E 1 2 3
    X
    Guardar - Eliminar
    Guardar - Eliminar
    :     Guardar - Eliminar
    :     Guardar - Eliminar
    :     Guardar - Eliminar
    :     Guardar - Eliminar
    :     Guardar - Eliminar
    :     Guardar - Eliminar
    :     Guardar - Eliminar
    :     Guardar - Eliminar
    :     Guardar - Eliminar
    :     Guardar - Eliminar
    :     Guardar - Eliminar
    :     Guardar - Eliminar
    :     Guardar - Eliminar
    :     Guardar - Eliminar
    :     Guardar - Eliminar
    :     Guardar - Eliminar
    Para guardar, elige dónde, y seguido da click en la o las imágenes deseadas.
    Para dar Zoom o Fijar,
    selecciona la opción y luego la imagen.
    ---------------------------------------------------
    Slide 1     Slide 2     Slide 3




















    Header

    -------------------------------------------------
    Guardar todas las imágenes
    Fijar "Guardar Imágenes"
    Desactivar "Guardar Imágenes"
    Dar Zoom a la Imagen
    Fijar Imagen de Fondo
    No fijar Imagen de Fondo
    -------------------------------------------------
    Colocar imagen en Header
    No colocar imagen en Header
    Mover imagen del Header
    Ocultar Mover imagen del Header
    Ver Imágenes del Header


    Imágenes Guardadas y Personales
    Desactivar Slide Ocultar Todo
    P
    S1
    S2
    S3
    B1
    B2
    B3
    B4
    B5
    B6
    B7
    B8
    B9
    B10
    B11
    B12
    B13
    B14
    B15
    B16
    B17
    B18
    B19
    B20
    H

    OPCIONES GENERALES
    ● Activar Slide 1
    ● Activar Slide 2
    ● Activar Slide 3
    ● Desactivar Slide
    ● Desplazamiento Automático
    ● Ampliar o Reducir el Blog
  • Ancho igual a 1088
  • Ancho igual a 1152
  • Ancho igual a 1176
  • Ancho igual a 1280
  • Ancho igual a 1360
  • Ancho igual a 1366
  • Ancho igual a 1440
  • Ancho igual a 1600
  • Ancho igual a 1680
  • Normal 1024
  • ------------MANUAL-----------
  • + -

  • Transición (aprox.)

  • T 1 (1.6 seg)


    T 2 (3.3 seg)


    T 3 (4.9 seg)


    T 4 (s) (6.6 seg)


    T 5 (8.3 seg)


    T 6 (9.9 seg)


    T 7 (11.4 seg)


    T 8 13.3 seg)


    T 9 (15.0 seg)


    T 10 (20 seg)


    T 11 (30 seg)


    T 12 (40 seg)


    T 13 (50 seg)


    T 14 (60 seg)


    T 15 (90 seg)


    ---------- C A T E G O R I A S ----------

    ----------------- GENERAL -------------------


    ------------- POR CATEGORÍA ---------------




















    --------REVISTAS DINERS--------






















    --------REVISTAS SELECCIONES--------














































    IMAGEN PERSONAL



    En el recuadro ingresa la url de la imagen:









    Elige la sección de la página a cambiar imagen del fondo:

    BODY MAIN POST INFO

    SIDEBAR
    Widget 1 Widget 2 Widget 3
    Widget 4 Widget 5 Widget 6
    Widget 7














































































































    LA PROMETIDA DE CLINT (Corín Tellado)

    Publicado en junio 03, 2024

    Todos los personajes y entidades privadas que aparecen en esta novela, así como las situaciones de la misma, son fruto exclusivamente de la imaginación del autor, por lo que cualquier semejanza con personajes, entidades o hechos pasados o actuales, será simple coincidencia.


    ARGUMENTO

    Él era un hombre de unos treinta y dos años, pero por su aspecto grave y retraído, se diría que tenía cuarenta. Hablaba poco, casi nunca sonreía y sus facciones un tanto duras, le daban aspecto de hombre poco sociable Pero lo era. Elegante, de pelo negro, ojos grises como el acero, aspecto franco. Muy alto, muy delgado, vestía con elegancia y tenía lo que se dice distinción innata. Un digno hijo de sus muy ilustres antepasados. Llevaba su título de lord Baker con absoluta dignidad y era muy estimado y apreciado en el mundo de las finanzas. Millonario y mundano, inteligente y culto, Lawrence Baker suponía en el mundo elegante de Nueva York un partido envidiable, por el que suspiraban todas las mamás que pretendían casar bien a sus hijas.


    CAPÍTULO I


    —Escucha, Law, lo que dice tu hermano.

    Lawrence Baker apuró el vaso de whisky y esbozó una media sonrisa. Se imaginaba lo que diría Clint en su carta. Todas las de Clint se parecían. Se diría que a primeros de mes, escribía una misiva, y, durante todo el mes, enviaba las copias de aquella a su abuela.

    —¿Me escuchas, Law?

    Este hizo un gesto, como diciendo:

    «Como quieras, abuela. De tomos modos será como tú digas».

    —Te escucho —dijo en voz alta.

    La voz atiplada de Sandra Baker leyó:

    Querida abuela: Ya estarás contenta. Al fin encontré la novia que tú deseabas para mí. Es bonita y encantadora. Pertenece a una de las más ricas familias del país, y me adora. ¿Podéis enviarme el dinero para la sortija de pedida?
    »Un abrazo,
    »Clint».


    Hubo un silencio.

    —¿Qué te parece, Law?
    —Que has conseguido lo que querías —y con ironía—: Pero no te fíes mucho de Clint. Yo tengo entendido que detesta el matrimonio.
    —Jamás me pidió dinero para la sortija de pedida de su novia.
    —Ciertamente —rio Law con sorna—. Pero te lo pidió para hacer unas oposiciones imaginarias, para rescatar a un naufrago del fondo del mar, para sus matrículas...
    —¿Piensas que esta vez también me engaña?
    —¡Hum!

    La anciana se inclinó hacia adelante. Era una dama bajita, redonda, de blancos cabellos y ojos vivos e inteligentes. Contaría setenta años y los llevaba con cierta juvenil arrogancia. Miró a su nieto mayor y dudó un instante.

    —Law, te voy a decir una cosa. Tu hermano es un tarambana. No ha conseguido terminar ninguna carrera. Se pasa la vida en Las Vegas, donde, según él, tiene pingües negocios; más no comprendo esos negocios, si para adquirir una sortija de pedida ha de pedirme a mí el dinero. Bien, tal vez engañe a su novia, si es que la tiene, pero lo que es a mí, jamás me engañó. Sé que no existen tales negocios, como antes no existieron náufragos en el fondo del mar, esperando que los saque un haragán como mi nieto. Pero... —súbitamente alargó el bastón y golpeó sin piedad la campanilla. Al instante apareció un criado.
    —¿Llamaba la señora?
    —Di a mi secretario que venga inmediatamente.
    —Al instante, milady.
    —Tú verás lo que yo hago.

    Lawrence se echó a reír entre dientes. La abuela siempre empezaba así, y cuando regresaba Clint, la convencía, le daba dos besos, le refería unas cuantas historias llenas de fantasía, y en el primer avión regresaba a Las Vegas y la abuela no lo retenía.

    —¿Me llamaba, milady?
    —Pase, Jim.
    —A sus órdenes, milady.
    —Ponga usted un telegrama a míster Clint Baker, que diga lo siguiente: «Me interesa conocer a tu prometida. Besos. Lady Sandra».

    Jim, que contaría unos cuarenta años y llevaba a las órdenes de la dama desde los veinticinco, trazó rápidamente unas líneas, e inclinándose ante la dama, preguntó:

    —¿Algo más, milady?
    —Cúrselo usted al instante.
    —Sí, milady.
    —Puede retirarse.

    El secretario pasó ante Lawrence y se inclinó respetuoso. Lawrence solo esbozó una tibia sonrisa. Cuando la puerta se cerró tras Jim, lady Baker exclamó:

    —Si es un cuento no tendrá más remedio que decirlo, y para ello sabe muy bien Clint que tendrá que coger el avión y presentarse aquí.
    —Por supuesto —consultó el reloj—. Debo dejarte, abuela. A las cinco tengo una reunión. Espero que mañana habrás tenido razón de Clint.
    —¿Vendrás a comer conmigo?
    —Posiblemente no. Ya conoces mis ocupaciones.
    —Estoy triste sin ninguno de vosotros, Law. Tú con ese piso de soltero, ahora apenas si me visitas. Yo me muero de tedio en The Mill.
    —Esperemos que Clint se case y te traiga aquí a su mujer.
    —Y tú, Law, ¿es cierto que tienes novia? ¿Es cierto que pertenece a la familia Debenham?
    —Bueno, no es nada oficial. Ya me conoces —consultó de nuevo el reloj—. Lo siento, abuela. No puedo detenerme más.
    —¿Vendrás a comer mañana? Me gusta que me hables algo de las chicas que acompañas.
    —Te hablaré de Pier con mucho gusto. Mañana, te lo prometo.


    * * *

    —Mira lo que dice mi abuela, maldita sea.
    —Invéntala.
    —¿Conoces a mi abuela?
    —No.
    —Pues entonces no digas necedades. Mi abuela es un sabueso. ¿Por qué demonio no me manda el dinero y se deja de hacer preguntas?
    —Díselo así.

    Clint se derrumbó en la cama y apretó los puños.

    —Maldita sea, pero que maldita sea. ¿Qué es uno en esta vida? ¿Te das cuenta, Marco? Soy un desgraciado.
    —Ahora soy yo quien te digo que no digas necedades. Tú un desgraciado, y posees lo que te da la gana y cuando te la da.
    —¿Lo que me da la gana y ando siempre sin un centavo? ¿A eso lo llamas tú hacer lo que a uno le da la gana?

    Marco se desperezó y procedió a vestirse.

    —Son las doce, Clint. ¿Qué esperas?
    —No me levanto.
    —Te digo que las doce de la noche.
    —Ya lo sé, ya lo sé. ¿Piensas que soy tonto? —agitó el telegrama—. ¿Qué hago yo con esto?
    —Busca en el mapa —gruñó Marco— y el primer nombre que encuentres, hala, se lo mandas a decir a tu abuela, y mañana tienes ahí el cheque.
    —Demonios, no había caído en ello. ¿Dónde hay un mapa?
    —De turistas, ahí en el cajón.
    —Ajajá, qué imaginación tienes —abrió el cajón y extrajo el mapa—. ¿Y si resulta que no encuentro ninguno?
    —No seas majadero —gruñó Marco apartándose un poco del espejo para ver el efecto que hacía el prendedor de corbata sobre la camisa inmaculada—. Bien, ¿eh?
    —Bien, ¿qué?
    —Mi prendedor.
    —¿Lo has desempeñado?
    —Tú te has levantado hoy ciego como un parvulito. Este suple al que me regaló mi hermana el día de su cumpleaños.
    —¿Qué cumpleaños?
    —Oye, Clint, el telegrama de tu abuela te atontó. ¿Cuántos cumpleaños tuve yo este año?
    —¡Ah! Maldita sea —rezongó—. ¿Qué hago yo con esto? No estoy dispuesto a regresar a Nueva York. Tengo aquí un buen plan. Y no tengo dinero, Marco.
    —¿Cuánto tengo yo? ¿No estoy diciendo que empeñé mi elegante alfiler de corbata y compré esta fantasía?
    —Bueno, cada uno piensa en lo suyo. Yo no tengo gemelos, ni alfileres y casi ni trajes. Ayer jugué el reloj y la sortija. Solo me queda el cariño y la comprensión de mi millonaria abuela.
    —Oye —y Marco se sentó en la cama—, ¿por qué no se lo pides a tu hermano? ¿No es el favorito de tu opulenta abuela?

    Clint se dejó caer en el borde de la cama, frente a la de su amigo.

    —Por lo visto tú no conoces a mi familia. Son duros como el granito. Si mi pobre madre viviera, ¡ay!, un hijo nunca debía de quedar sin madre.
    —No me hagas melodramas, Clint —gritó Marco exasperado—. Cuando vivía tu madre, apuesto a que la asabas como pretendes asar a tu abuela y a tu hermano. No nos engañemos. No, ni tú ni yo servimos para nada.
    —Voy a buscar el nombre de mi prometida —gruñó Clint sin darse por vencido—. Creo que es una buena solución. Espero que lady Baker me envíe el cheque —y furioso, estrujando el mapa entre los dedos—: ¿Tú crees decente que uno ande así, empeñando sus recuerdos de familia y la abuela de uno tenga tantos millones como yo pelos?
    —¡Hum! ¿Y crees tú que es normal que yo tenga un padre que posea las minas más ricas del país y yo ande por Las Vegas con alfileres de corbata de dos centavos?
    —Bueno, hay que animarse, Marco. ¿Qué hacemos?
    —Lo primero buscar un nombre. ¿No está loca tu abuela porque te cases?
    —Es su anhelo.
    —Pues dale en el clavo. Ya tienes prometida. Pronto habrá boda. Pero que te mande el dinero para la sortija.


    * * *

    —Te esperaba, Law. He recibido un telegrama de tu hermano de Las Vegas. Su novia se llama... Pero espera —hurgó en los bolsillos—. Aquí lo tengo. Te lo leeré.

    «Mi adorada futura se llama Silvia Conway. Besos, Clint».

    Law apuró el contenido del vaso. Repantigado en la butaca oía a su abuela con una sonrisa indefinible. No creía gran cosa de lo que decía Clint, pero no pensaba desilusionar nuevamente a su abuela.

    Clint nunca había valido para gran cosa. Primero fue un despreocupado y díscolo chicuelo, después un estudiante pésimo en la Universidad. Más tarde, y luego de negarse a estudiar una carrera aduciendo que no tenía aptitudes para el estudio, montó una agencia de publicidad, enamoró a sus empleadas, y cada dos días inventaba un viaje a Las Vegas o a Florida, e incluso a España. Tanto, que al año justo de invertir un buen capital en la agencia, esta se arruinó. No mucho tiempo después habló de montar un garaje fabuloso. Convenció a su abuela, como lo convenció a él, y ambos invirtieron en el negocio una cantidad más que suficiente para vivir una familia decentemente una vida entera. A los diez meses justos de inaugurar el garaje, cuyo negocio sin duda era excelente, Clint se las arregló para traspasarlo a un amigo y se fue con el dinero que sacó de él, a Roma, de donde no regresó en dos años. Como no se atrevió a enfrentarse con su abuela ni con él, les puso un cable desde Florida, diciendo que se hallaba interno en un Sanatorio, aquejado de una grave enfermedad. Su abuela, que lo adoraba, y él, que sentía una gran debilidad por el tarambana de la familia, tomaron el avión y sin más aviso se trasladaron a Florida. En el sanatorio nadie conocía a Clint Baker. Lo buscaron incesantemente y lo encontraron en un bungalow en Cayo Largo, cerca de una playa maravillosa, donde el calor parecía fuego. Allí hallaron a Clint tranquilamente enfrascado con una bella mujer. Al ver a sus parientes no se inmuto. Se echó a reír y dijo como si no advirtiera la furiosa mirada de su abuela y la rabia de su hermano, el «mayorazgo», el «sesudo», como él le llamaba.

    —Ha sido terrible, queridos míos. Gracias a Dios, ya estoy convaleciente. Trato de pasarlo un poco mejor que en el sanatorio.

    Total, que el sermón de la dama y la rabia del hermano no consiguieron más que trasladar a Clint a Nueva York por una temporada, pues tres meses después inventó lo de la gasolina. La dama creyó una vez más en sus promesas y entregó el dinero para el negocio. Seis meses después, Clint se lo había jugado todo, hasta las acciones de su hermano.

    Fue entonces cuando se marchó a Las Vegas y cuando su abuela le dijo que, o se casaba en el término de un año, o lo desheredaba. Esto pareció hacer mella en Clint, si bien no fue lo suficiente para enmendarlo. Y de aquel año iban transcurridos seis meses.

    —¿No te suena este apellido, Law? —preguntó la dama deteniendo los pensamientos del nieto.
    —Naturalmente. Se trata del rey de los paradores turísticos. Un millonario excéntrico.
    —Caray... ¿Qué hacemos, Law? Yo no me fío de tu hermano.
    —Ni yo.
    —He pensado un poco en eso... Pero creo que lo mejor es pasar al comedor y de sobremesa charlaremos. ¿Tienes mucha prisa? ¿Te quedas hoy en The Mill?
    —Imposible. Mañana tengo que madrugar y si me quede en tu bello molino, mañana tendré que madrugar demasiado. De aquí a la Quinta Avenida hay demasiados kilómetros.
    —De todas formas pasarás la velada conmigo, ¿no?
    —Eso sí.

    Se puso en pie y, apoyada en su bastón y en el brazo de su nieto, pasó al comedor.

    —Law, si tu hermano fuera como tú...
    —Si todos fuéramos igual, abuela, el mundo sería demasiado plácido. Yo no lo concibo así. Tú no tendrías dinero. Todos seríamos iguales. Además, no te olvides que hay diferencias en este mundo. Yo, como mayorazgo, heredé la fortuna y el título de mi padre. Clint solo una mínima parte...
    —Que gastó en un auto.
    —Era entonces demasiado joven.
    —Hijo mío, no trates de disculparlo. Tú tenías veinte años cuando heredaste el título y la fortuna, y desde entonces acá, has aumentado el capital en un cien por cien.
    —Era mi deber como presidente de las compañías comunes.
    —Otros hombres a tu edad, no hubieran tenido nada en cuenta y lo hubieran tirado todo por la ventana.
    —Es cuestión de principios.
    —No me digas que tu hermano fue educado de un modo distinto de ti.
    —A mí me educaron para ser heredero y llevar el timón de una heredad fabulosa, así como la presidencia de una empresa no menos fabulosa también. A Clint...
    —A Clint —rezongó la dama— para trabajar contigo y jamás se ocupó de hacerlo. Depende únicamente de mí. Y si no se casa dentro del plazo establecido, lo abandono sin ningún remordimiento.

    El mayordomo retiró la silla y lady Baker se sentó en ella. Dos criados de librea servían a la abuela y nieto. Durante un buen rato hablaron de cosas intrascendentes. Al pasar al saloncito, la dama insistió sobre ello.


    * * *

    —¿Le envío el dinero? No —razonó bruscamente—, no se lo envío.
    —¿Y qué vas a hacer?
    —Le pondré otro telegrama y le diré que si no se presenta en The Mill antes de veinticuatro horas, lo desheredo definitivamente.
    —¿No es demasiado duro?
    —¿Qué harías tú en mi jugada? ¿Le enviarías el dinero para una sortija que jamás se comprará?
    —No, por supuesto. Yo creo que debes darle un escarmiento. Yo ya lo hice. La última vez que me pidió dinero, se lo negué sin ninguna consideración, a Clint hay que tratarlo con mano dura. De no ser así, cada vez se hundirá más y más.
    —¿Y tú, Law? Ayer quedamos en que me referirías algo de tu novia.
    —No es mi novia, abuela.
    —¿No? Pero la acompañas.
    —Eso sí. Solo cuando tengo tiempo. Y sabes que yo no dispongo de mucho.
    —Los Debenham son gente muy principal. Dignos de ti, hijo mío.
    —En efecto.
    —¿Es bonita? Yo desde que me encerré en mi molino, no conozco a nadie.
    —Es bella, sí.
    —¿Y joven?
    —No mucho.
    —¡Oh!
    —Bueno, yo no necesito una jovencita.
    —¿No es moderna?
    —Lo es con moderación.
    —Eso está bien. ¿Cuántos años tiene?
    —Nunca se lo pregunté, pero creo que aproximadamente de mi edad.
    —¿No sería mejor algo más joven?
    —La madurez es interesante, casi imprescindible para formar un hogar.
    —Ciertamente. Pero... —se echó a reír—. Bueno, a mí me gusta la juventud. Por eso le perdoné tanto a tu hermano. La juventud es algo maravilloso.
    —Para reír y divertirse. Para formar un hogar, no.

    Él era un hombre de unos treinta y dos años, pero por su aspecto grave y retraído, se diría que tenía cuarenta. Hablaba poco, casi nunca sonreía y sus facciones un tanto duras, le daban aspecto de hombre poco sociable Pero lo era. Elegante, de pelo negro, ojos grises como el acero, aspecto franco. Muy alto, muy delgado, vestía con elegancia y tenía lo que se dice distinción innata. Un digno hijo de sus muy ilustres antepasados. Llevaba su título de lord Baker con absoluta dignidad y era muy estimado y apreciado en el mundo de las finanzas. Millonario y mundano, inteligente y culto, Lawrence Baker suponía en el mundo elegante de Nueva York un partido envidiable, por el que suspiraban todas las mamás que pretendían casar bien a sus hijas.


    II


    —¡Mira —gritó Clint blandiendo el telegrama— si serán cochinos los dos!

    Marco dejó en alto la maquinilla de afeitar y miró a su amigo a través del espejo. Hizo una mueca, volvió a su afeitado y gruñó entre dientes:

    —Mándalos al diablo.
    —¿Sí, eh? Escucha: «Ven a buscar el dinero para la sortija. Si no te presentas aquí antes de veinticuatro horas, te desheredo. Esta no es una simple amenaza. Besos, tu abuela». ¿Qué dices ahora?

    Marco se alzó de hombros. Eran las once de la noche y acababa de levantarse después de un día en el lecho. Ambos amaban a los murciélagos, la vida nocturna los seducía.

    —¿Qué hago, Marco? —gritó Clint con histerismo femenino—. Tú eres un ingenio. Hallas soluciones para todo. ¿Qué hago, puedes decirme?

    Marco se alzó de hombros. Continuó afeitándose, Clint le arrebató la maquinilla de la mano y gruñó:

    —Me descompone ese zumbido.
    —De acuerdo, pero dámela. Nada te hizo la pobre. Ve a reñir con tu abuela.
    —Mi abuela... ¡Hum! ¿Qué hago yo? ¿Dónde busco una prometida? ¿Cómo justifico que necesito ese dinero para la sortija?
    —Hablar es fácil. Ve a Nueva York; dile a tu abuela que tienes una prometida, que necesitas el dinero para comprarle una sortija de pedida, que le llevarás a la novia cuando los padres de esta te lo permitan. —Acercó la maquinilla al rostro y mirándose al espejo continuó—: Una vez tengas el dinero en tu poder regresas.

    Clint se dejó caer en una butaca y quedó ensimismado.

    —¿Crees que se conformará con palabras? —preguntó al rato.
    —Seguro. Si anteriormente te dio dinero para una agencia de publicidad y te la fumaste; si más tarde te entregó más dinero para un garaje y te lo jugaste y una gasolinera que te comiste con una preciosa muchacha. ¿Por qué no va a darte ahora unos miserables miles de dólares para una vulgar sortija de pedida?
    —Puede que tengas razón.
    —Naturalmente —miróse al espejo detenidamente—. Estoy correcto. ¿Dónde cenamos?
    —Espera. ¿Qué te parece? ¿Qué tome esta noche el avión?
    —¿Esta noche? Tenemos plan. Por algo vendí mis gemelos de brillantes —hundió la mano en el bolsillo y extrajo unos billetes—. ¿Qué...? ¿Esto no te dice nada?

    Clint llevó la mano al pelo y hundió los dedos en él.

    —Es que a mi abuela no le gusta esperar.
    —Tomas el avión de madrugada y llegas allí para desayunar con ella.
    —¿Y si me emborracho?
    —Ya me encargaré yo de ducharte. Vamos, Clint. ¿Estás listo?

    Sin responder salió delante de él. Cerraron el departamento y juntos descendieron hacia la calle. La noche era hermosa. Los múltiples anuncios de Las Vegas ponían una nota alegre, folclórica, en la noche. Los mil anuncios parpadeantes de colores vistosos, hacían deslumbrar a nuestros amigos.

    Marco asió a Clint del brazo y murmuró:

    —Qué atrasada es la gente. ¿Te das cuenta?
    —¿De qué?
    —De lo imbéciles que son algunos. Mi padre trabaja como un negro. ¿Y de qué le sirve? Al fin morirá... Los hay que nacen idiotas. ¿Qué más da llevar el féretro lleno de coronas que ser enterrado bajo unos palmos de tierra?
    —Déjate de tétricas expresiones.
    —Es la verdad. ¿Quieres que te diga lo que hace mi padre durante toda su vida? Se levanta a las siete de la mañana se va a la oficina, trabaja como un negro hasta las doce, va a tomar una copa al club con los amigos. Luego come con mi madre. A las tres preside una reunión. Firma cheques y documentos, contratos y cartas. ¿Y qué? ¿Qué vive ese hombre? ...
    —Clint Marco —llamó una llamativa joven corriendo hacia ellos.
    —Esto me derrite —susurró Marco relamiéndose—. Es una monada. ¿Quién se la lleva hoy?
    —¡Hum!
    —¿Tú?
    —¡Hum!
    —Olvídate de tu abuela, hombre —rezongó Marco—. ¿No me olvido yo de mis padres? ¿Dónde crees que me imaginan ahora? Es nueva York, en la Universidad, empollando como un ingenuo.
    —Chicos —llamó la joven.
    —Ya vamos, ya vamos...
    —Me la quedo —cuchicheó Marco—. Tú ve por Norma.
    —¿Y si tomara este tren?
    —No seas absurdo. Te digo que si tomas el avión de la madrugada, estás en Nueva York desayunando con tu caprichosa abuela Menos mal que yo no tuve abuelas, y si las tuve las desconocí.

    La joven había llegado junto a ellos y se colgó del brazo de ambos.

    —¿Adónde?

    Al club Fornite.

    —¿Y después?
    —A la madrugada le daremos una ducha a este y lo llevaremos al aeropuerto.

    ¿Te vas? —preguntó la joven suavemente—. Llévame contigo.

    —Imposible —saltó Marco—. Este va a una reunión familiar Murió su madre y lo nombran tutor de su abuela.
    —¿Qué dices?
    —No juegues con esas cosas, Marco —gruñó Clint—. No me gusta.
    —¿Estáis de broma? —preguntó la joven.

    Marco la asió por la cintura y dijo a Clint:

    —Ve a buscar a Norma Esta me la quedo yo.


    * * *

    Le satisfizo que Lawrence no se hallara en casa de su abuela. Esta era más fácil de convencer. No había olvidado lo ocurrido con la gasolinera y los demás negocios Law no se lo perdonó. La abuela, por el contrario lo olvidó en seguida La vida no era grata. Unos con tanto dinero y otros sin nada. ¿Por qué tenía que tener Law tantos millones y él ninguno? ¿Y por qué su abuela nadaba en la abundancia, tenía aquel palacio que era la envidia de todos los millonarios de Nueva York, poseía un yate que jamás se movía del puerto, caballos en sus cuadras, coches en sus garajes, y él no disponía de unos miles de dólares para la sortija de su prometida? Era un asco la vida. Sí, un verdadero asco.

    —Clint...

    El joven corrió hacia la dama, y cayó de bruces a sus pies, apresando las manos rugosas y besándolas una y otra vez.

    —Abuela, abuelita, abuelita, bonita, cielita, queridita...
    —Ponte en pie, Clint, y déjate de tanta ita.
    —Abuelita...
    —Abuela, Clint —aseveró la dama— y, casi mejor, lady Baker.

    Clint no se dio por vencido. Hasta la fecha convencer a su abuela con arrumacos y mimos, fue cosa fácil.

    —Queridita mía, he venido...
    —Ya te veo. Ponte en pie —agitó el bastón señalando un sofá frente a ella—. Toma asiento como las personas correctas.
    —Pero, abuela...
    —¡Lo dicho, Clint Baker! —gritó—. Póngase usted en pie.

    A Clint le supo mal aquella voz de mando. ¿Y si la abuela no se ablandaba? ¿Qué podía hacer él? ¿Dónde buscar el dinero para pasar otra temporadita en Las Vegas con aquellas amigas tan despampanantes? Frunció el ceño. Se puse en pie y se sentó correctamente frente a la dama.

    —Clint...
    —Tú dirás, lady Baker.
    —He recibido un telegrama.
    —Yo tu respuesta...
    —Entonces ya sabes lo que ocurre.
    —¿Ocurre algo?
    —Con respecto a tu novia.
    —Es una monada, abuela.
    —Deseo conocerla.

    Clint se estremeció de pies a cabeza. Solo le faltaba eso. ¿Conocer a quién? ¿A su novia? ¡Dios del cielo! Fue poniéndose en pie poco a poco, pero comprendió que si dejaba ver su asombro y su malestar, la dama, que era en extremo inteligente, se daría cuenta. Era preciso disimular.

    —Abuela, yo creo que... las relaciones no son tan formales como para... —esbozó una forzada sonrisa—. Tú sabes que... Bueno, yo... quiero decir...

    La dama se hizo la inocente.

    —Tú estás en disposición de casarte —murmuró mansamente—. No posees fortuna, pero un día heredarás una buena parte de la mía, y entretanto yo no muera, tu hermano te proporcionará un alto empleo en sus oficinas.
    —Me salen sabañones, abuela, entre cuatro paredes.
    —Hay medicamentos excelentes para evitarlos. Además ahora no hablamos de enfermedades, sino de tu propio enlace.
    —Abuela...
    —¿Cómo es tu novia?
    —Muy bonita —tartamudeó.
    —Me lo imagino. Tú no eres hombre de mal gusto. ¿Joven?
    —Mucho.
    —¿Rubia? ¿Morena?
    —Peli..., pelirroja.
    —Yo también lo fui de joven. Me agrada. ¿Es simpática?

    Clint tragó saliva.

    —Mucho.
    —De Nueva York, ¿no? Los Conway son de Nueva York.

    Clint se agitó en la butaca. Solo le faltaba eso. Que además conociera a la familia Conway. ¿Cómo había dado él con aquel apellido? ¡Ah, sí! Por el mapa turístico. En cada esquina anunciaba un restaurante. Conway... ¡Maldita sea!

    —Te pregunté si reside en Nueva York.
    —Sí, claro, sí. Por supuesto.
    —Muy bien —y rotunda—: Tráemela esta tarde.

    Clint fue poniéndose en pie poco a poco y quedó erguido ante la dama, quien, tranquila, seguía jugando con su bastón como si no dijera nada. Pensó en confesar la verdad, e inmediatamente pensó asimismo en su bolsillo vacío. Tal vez con el cuento de la novia lograra sacarle mucho dinero. Sí, ¿por qué no? Decidió sentarse otra vez. Suspiró Su cinismo innato le hizo reaccionar.

    —Abuela..., ten en cuenta que son unas relaciones que comienzan...
    —¿Sí? Yo nunca supe que unas relaciones así necesitaran una sortija.
    —Es que hoy en día...
    —No te salgas por la tangente, Clint. He dicho que deseo conocer a tu novia, y me la traerás hoy aquí. Ya sabes que yo no puedo salir, apenas si trato con la gente. En mi The Mill soy feliz. Me agrada que la gente venga a visitarme. Ya sabes. Law también empieza a cortejar a una Debenham, y me la presentará un día cualquiera. De manera, Clint, que esta tarde os espero a merendar.

    Como Clint no se moviera y continuara apoltronado en la butaca con expresión ausente, se apresuró a añadir:

    —¡Ah! Y no te olvides de aquello.
    —No sé qué era, abuela.
    —Lo de desheredarte. Si me has engañado y no existe tal novia, mañana mismo llamaré a mi notario.
    —¡Abuela! —gritó.
    —Pero como sé —y esto lo recalcó— que no hay engaño, compláceme y tráeme aquí a tu futura esposa —y mansamente añadió—: Ve a visitar a tu hermano. Es necesario que cuentes también con él para tu boda. Te conviene ir aprendiendo de él.
    —Pero...
    —Un hombre casado tiene responsabilidades y ha de saber llevarlas.
    —Es que...
    —Trabajarás con Law... Él te adiestrará.
    —¿Es que uno porque se case ha de verse obligado a trabajar? —gruñó.
    —Es lo normal, ¿no? Trabajó tu abuelo, tu padre, trabajar tu hermano. ¿Por qué has de ser tú diferente de los demás miembros de la familia?

    Clint cruzó una pierna sobre otra. Tal vez sacara buen partido de aquel asunto. ¿Casarse? ¡Ni hablar! Ya encontraría la forma de salir del paso. ¿La novia? Bueno, ya se disculparía.

    —Clint —dijo la dama como si penetrara en sus pensamientos—, te lo advierto. Y recuerda que yo jamás te amenacé. Hasta la fecha pasé por todo lo que hiciste. Te censuré en mi interior, pero nunca te llamé la atención. Esta vez es en serio. Me he cansado de soportarte. O te casas o te desheredo. O mañana me presentas a tu novia, o llamo al notario y... ya sabes lo que he dicho.

    Por primera vez Clint tuvo verdadero pánico. ¿Y si cumplía su amenaza? Con Law no podía contar. Le conocía bien. Era duro como el granito, no se conmovía ni ante nada ni ante nadie.

    —Voy a visitar a Law —dijo bruscamente, poniéndose en pie. Y cuando ya estaba en la puerta, dio la vuelta y dijo como al descuido—: Tengo un proyecto... Se trata de un hotel para turistas, abuela.
    —¡Conmigo no cuentes! —gritó esta terminante—. De mí ni un dólar. ¿Está bien claro?
    —Pero es cruel...
    —Seguro que te lo parece a ti. A mí me parece correcto, natural. Ni con Law ni conmigo cuentes para otro de tus desastrosos negocios. ¡Ah! Y si te vas de nuevo a Las Vegas..., ya sabes el resultado.

    Furioso con ella y consigo mismo, se dirigió a la puerta y salió sin decir adiós. La dama esbozó una burlona sonrisa.


    * * *

    Lawrence tenía un montón de cartas sobre la mesa. La secretaria las seleccionaba y se las iba entregando para la firma. Clint entró, dio los buenos días, y se sentó en el brazo de un sillón. Su hermano ni siquiera se molestó en levantar la cabeza.

    —¿Algo más, milord?
    —Llévelas al correo inmediatamente.
    —Sí, milord.
    —Puede retirarse.

    Se cerró la puerta tras la secretaria y miró a Clint de refilón. Volvió a encender un habano y preguntó expeliendo una aromática voluta:

    —¿La has traído?
    —¿Cómo?
    —A tu prometida.
    —Oye, Law...
    —La abuela acaba de llamarme por teléfono. Me dijo que se la presentarás mañana. Has sabido elegir —rio burlón—. Pronto no necesitarás nada de nosotros. ¿A qué piensas dedicarte? ¿A camarero o a maître?
    —Oye...
    —Has sido inteligente al elegir esposa.
    —¡Te digo, Law —gritó exasperado—, que te calles!
    —Pero..., ¿qué diablos te pasa? No estoy ofendiendo a tu prometida ni ofendiendo tu amor propio por decirte que has sabido elegir.
    —¡Maldito sea!
    —¿Qué te pasa? Si estás en apuros de dinero, yo no puedo socorrerte. Tengo entendido que no debes contar con la abuela en lo sucesivo. La decisión de la abuela sobre el particular es terminante. Te lo digo para que no intentes algo que no vas a conseguir. Y para que no te humilles.

    Clint ya sabía que era en serio. Se dio cuenta tan pronto vio a su abuela agitando el bastón. Por tanto, explicar a Law lo que ocurría, sería inútil, puesto que no había de prestarle ayuda alguna. Maldijo su mala suerte y decidió en aquel mismo instante hacer algo. Y para hacerlo necesitaba la colaboración de Marco. Sin Marco, él no tenía idea ingeniosa alguna. Marco era un hombre de recursos. Se dirigió a la puerta.

    —Clint..., ¿te marchas?
    —Voy a dar un paseo —gruñó.
    —Espera, hombre. Háblame algo de tu novia.
    —No me interesa participarte mis planes. Buenos días.

    Abrió la puerta y salió como un meteoro. Law esbozó una burlona sonrisa. Inmediatamente marcó un número.

    —Deseo hablar con milady. Soy lord Baker.
    —Al instante, milord.

    Segundos después estaba hablando con la dama.

    —Ya ha venido —dijo— y se ha ido.
    —¿Qué has descubierto?
    —Nada en concreto. Está furioso.
    —No te ablandes, Law.
    —Lo mismo te digo, abuela. Esta vez tiene que caer.
    —Caerá.
    —¿Crees lo de la novia?
    —Sí, es lo único que creo. Pero no que necesite el dinero para la sortija.
    —Si no te la presenta mañana, es que no es cierto.
    —Me la presentará. ¿Vendrás a comer conmigo?
    —Imposible. Salgo de viaje ese mediodía. Voy en mi avioneta particular a Londres. No estaré de regreso hasta la semana próxima. Ya me contarás...
    —Que tengas feliz viaje.
    —Gracias, abuela. Cuídate mucho.

    Entretanto Clint caminaba por las calles de Nueva York como alma que lleva el diablo.

    «Estoy copado —pensaba—. Esta vez lo estoy, con mil demonios. No tengo un centavo y no tengo novia. Y no la quiero tener, y si no la tengo tampoco tendré dinero. ¿Qué haces, Clint? ¿Qué puedes hacer?».

    Se detuvo ante un café y entró. Pidió un Martini. Volcó el bolsillo. Tenía tres dólares por todo capital Pagó el Martini y salió de nuevo.

    En Nueva York no tenía muchos amigos. Él nunca se detuvo en la capital. Él viajó hasta que le duró el dinero que le tocó de sus padres. Después hizo mil cosas diferentes, pero jamás se detuvo mucho en un lugar determinado.

    —Tengo que llamar a Marco por conferencia. Ahora está en la cama. Que despierte.

    Al rato se hallaba marcando el número del apartamento. El timbre sonó y sonó, casi un cuarto de hora seguido. Al fin una voz somnolienta gritó:

    —¿Quién rayos me molesta a estas horas?
    —Soy yo, Marco.
    —¿Y me despiertas tú? Con mil demonios...
    —Marco, Marco... Oye, muchacho, no te retires. Escúchame Estoy en la guillotina. Me van a colgar.
    —¡Tengo sueño! —gritó Marcos exasperado—. Y si te cuelgan que te bajen con cuidado y no te estropeen el traje y el bigote.
    —Es cosa seria.
    —¿Ha muerto tu fabulosa abuela?
    —Escucha, muchacho, tienes que darme una idea. Quiere que le presente a mi prometida y no la tengo ni la deseo. Y si no se la presento me deshereda.
    —Cuento, todo cuento.
    —Maldita sea, no es cuento. Esta vez va en serio.
    —Pues preséntale a su doncella y dile que es tu prometida.
    —No seas memo. No estoy hablando en broma. Es el caso más serio de mi vida. Ni siquiera cuando me jugué el garaje estuve en un apuro mayor. Esta vez no se trata de una cosa transitoria. Está en juego el futuro de mi vida.
    —Me pones carne de gallina, Clint.
    —¿Qué me dices?
    —Que me pones de carne de gallina.
    —Ya te oí. Te pregunto qué me dices de esto. ¿Qué hago?
    —Tengo una idea. Tú busca una chica, la adiestras un poco, la ofreces doscientos dólares y la pides que se haga pasar por... ¿Cómo has dicho a tu abuela que se llama tu novia?
    —Silvia Conway. Y resulta que Conway es un fabuloso millonario, dueño de múltiples restaurantes.
    —Ya sé. Hemos sido idiotas eligiendo el nombre por la guía turística. Bueno, eso también tiene arreglo. ¿No dices que tu abuela se pasa la vida en su Molino?
    —Así se llama su finca.
    —Bien, pues no es fácil que conozca a los Conway.
    —Seguro que no los conoce.
    —De acuerdo. Lo dicho antes. Busca una joven que se preste a eso por los doscientos dólares. A los dos días que te haga una escena delante de tu abuela y te deje plantado. Tú llora, si es preciso, gimes, retuércete y dile que estás loco por ella y no puedes pasar sin su amor. Tu abuela te compadecerá. Aborrecerá a tu novia y tú te vienes a Las Vegas a disfrutar y consolarte. ¿Qué te parece el plan?

    Clint bufó.

    —Ahora mismo —dijo— empiezo a buscar a Silvia.
    —Bien, muchacho. Yo voy a seguir durmiendo.


    III


    Clint Baker jamás se había desesperado de verdad en toda su vida. Tal vez él no lo creyera así, mas lo cierto es, que las contrariedades no le afectaron en absoluto. Posiblemente fuera esta la primera vez que de veras se encontraba, como suele decirse, en un callejón sin salida.

    Caminaba a lo largo de una avenida con las manos hundidas en los bolsillos del pantalón y el pensamiento trabajando como un volcán o una fragua, que para el caso era igual, dada la fogata que existía en su cerebro. La solución se la había dado su imaginativo y cínico amigo Marco, mas no era nada fácil llevarla a cabo. Él tenía que buscar una muchacha, bien parecida, fina y distinguida, que se prestara a hacer la comedia por unos centenares de dólares, y no era ni mucho menos fácil hallar una joven dispuesta, una joven fina y agraciada, con arte suficiente para representar un papel por el cual iba a ganar unos bonitos dólares. Por otra parte; su abuela no era, precisamente, una ignorante. Muy al contrario, era una mujer inteligente que no se dejaba engañar fácilmente. ¿Qué hacer, pues?

    Furioso consigo mismo y con su amigo, que dormía en aquel momento sin duda, despreocupadamente, apretó los puños y caminó presuroso, como si lo persiguieran a lo largo de la elegante avenida.

    Tenía que encontrar una muchacha que reuniera las condiciones suficientes para hacer un buen papel y prestarse a ello por unos dólares. Simple y llanamente por dinero. Todo ello tenía que hallarlo antes de veinticuatro horas, de manera que no podía hacerse el remolón. De pronto se detuvo. Ante él tenía una plaza y en ella había muchas doncellas con niños, elegantemente uniformadas. Las miró una a una como si las sopesara. Frunció el ceño. Ninguna le valía. Aquellas muchachas de buen tipo avispadas y casi elegantes, no podrían jamás sacar adelante su papel de prometidas. Y menos aún, una prometida que se llama nada más y nada menos que Conway. ¿Cómo había sido tan estúpido para elegir un nombre en una guía turística? ¿Tenía realmente hijos aquel poderoso rey de los restaurantes y paradores?

    Se dejó caer en un banco y apretó los labios. Era un tipo interesante. Rubio, con unos ojos azules de aguda expresión. Tenía a lo sumo veinticinco años y aquellas niñeras lo miraban de reojo, con cierta complacencia. Clint pensó: «Les gusté». Y desdeñoso volvió los ojos hacia otro lado. Estaba harto de gustar a las chicas. «Tal vez, susurró, eso es lo que me ha perdido a mí y me hizo tan tarambana. Porque no hay duda, yo soy un tarambana». Suspiró.

    Distraído contempló a una joven que avanzaba lenta y pausadamente a lo largo de la plaza. Llevaba un bolso colgado del brazo. Era morena y tenía los ojos claros. Se complació en mirarla. La joven caminaba sin fijarse en nadie. Vestía un traje de chaqueta color canela y una blusa blanca con el cuello camisero, del cual asomaba un pañuelo de colores. Era alta y esbelta como un junco. Tendría a lo sumo veinte años, o tal vez alguno menos. Su expresión era triste, melancólica. «Esa, pensó Clint olvidándose de sí mismo, también tiene su problema». La joven tenía aspecto elegante delicado. De pronto Clint dio un salto. «Ahí está, pensó. ¿Soy imbécil? Esta es mi prometida».

    Ni corto ni perezoso, nuestro amigo se puso en pie y se interpuso en el camino de la joven.

    —Señorita —dijo cortésmente.

    La joven se detuvo y lo miró entre asombrada y distraída.

    —Perdone usted —dijo Clint, cada vez más familiarizado con su idea—. ¿Puede escucharme unos minutos?

    Sophia Wood frunció el ceño. Era una monada de mujer, y así lo pensó Clint Y sobre todo tenía una expresión triste. Tal vez necesitara dinero.

    —Óigame, ¿podría hablar con usted?
    —No le conozco —dijo ella suavemente, con una delicadeza que entusiasmó a Clint.
    —Mi nombre es Clint Baker —dijo estudiando la reacción de ella.

    Sophia Wood quedó un poco suspensa.

    —¿El de los ferrocarriles? —preguntó asombrada.
    —Bueno —rio Clint—, en realidad yo solo soy hermano. Me he comido los rieles que me correspondieron casi antes de que me los hubieran entregado. Por favor —pidió ansiosamente—, ¿quiere sentarse aquí un instante? Oiga mi historia. Es horrible.
    —¿Y qué puede interesarme a mí su historia? —preguntó ella aún más amable.
    —La necesito a usted.
    —¿Me necesita a mí?
    —¿Nunca necesitó usted a un ser humano?

    Sophia pensó que aún lo estaba necesitando, pero no lo dijo. Se alzó de hombros. ¿Sería un loco aquel muchacho?

    —Tengo mucha prisa —dijo—. Lo siento.

    Clint no estaba dispuesto a dejarla marchar y la asió por un brazo.

    —Se lo ruego —pidió con ardor—. Escúcheme usted y después, si no puede o no quiere ayudarme, siga su camino.
    —Tengo prisa.
    —Por favor, un instante nada más.
    —Le aseguro...

    Apretó su brazo con loca ansiedad. Estaba plenamente convencido de que aquella joven de mirada melancólica y porte distinguido podía ser su salvación.

    —Un solo instante. ¿Qué trabajo le cuesta escucharme? Tome asiento aquí. Se lo contaré todo...


    * * *

    Clint tomó la palabra y no se detuvo hasta el final. No intentó Siquiera poner a cubierto sus cualidades de don Juan. Se lo refirió todo. Lo que hizo con la gasolinera, con la agencia de publicidad, con el garaje, y luego refirió su estancia en Cayo Largo. Cuando al fin tomó aliento y se quedó mirando a la joven, quieta y ansiosamente, esta parecía impasible e indiferente.

    —Y después de todo eso, ¿qué espera usted de mí?
    —Que sea mi prometida.

    Sophia dio un salto.

    —¿Qué dice? ¿Por quién me toma usted?

    Se disponía a marchar. Clint desesperado, la asió por el brazo y la obligó a sentarse.

    —Escuche, no quiero nada malo de usted. Le diré aún algo más. Posiblemente no haga nada más bueno en toda mi vida. Uno también se cansa de hacer el ganso. ¿Sabe usted lo que supone para mí perder mi porvenir? —tomó asiento—. No soy hombre que se case. Dios me libre. Yo no puedo soportar a una misma mujer dos meses seguidos. No puedo, pues, honradamente, hacer infeliz a una mujer, pero tengo derecho a defender mi porvenir, ¿no?
    —Supongo que sí, pero no veo el porqué he de ser yo su prometida, si no piensa usted casarse.
    —De mentirijillas.
    —¿Cómo?
    —Verá. Como ya le he dicho, mi abuela me cree prometido a una muchacha distinguida.
    —Yo no soy distinguida —dijo ella desdeñosa.
    —De aspecto lo es. No me interesa saber cómo se llama ni a qué familia pertenece. A decir verdad, yo le pagaré por este servicio. Es usted muy bonita, tiene aspecto de princesa y es joven. Ni más ni menos que la mujer que yo necesito, que agradará a mi abuela y que servirá para que no me desherede. ¿Va usted comprendiendo ahora?
    —A medias. Y le aseguro que tengo mucha prisa.
    —¿Trabaja usted?
    —No.
    —¿Tiene familia?

    Sophia suspiró. Naturalmente que la tenía, y no sabía cómo iba a hacer para encontrar trabajo para ayudarlos a vivir.

    —Sí, la tengo.
    —Bueno, yo le pagaré doscientos dólares semanales mientras dure la comedia.
    —¿Y cuándo terminará?
    —Tan pronto mi abuela se convenza de que tengo novia. Después, un día cualquiera, yo le pagaré el doble y usted me arma un escándalo ante mi abuela y reñimos para siempre.
    —¡Ah!
    —¿Aceptado?

    Sophia pensó en su madre enferma. En sus dos hermanos tan delicados, que necesitaban sol y aire puro. Y ella sin trabajo. Su madre había trabajado toda su vida como una negra hasta enfermar. Ella estudió lo suficiente para emplearse en una oficina, pero no encontraba trabajo. No era nada fácil en aquella época del año.

    —¿Acepta usted? —y con ardor—: Soy un hombre respetable, pese a mis locuras juveniles. En realidad, como jamás tuve apuros económicos y me hicieron la vida fácil, es lógico que haya tomado la vida con despreocupación. Yo no tengo toda la culpa de que me hayan convertido en lo que soy, y ahora de pronto, quieren hacer de mí un hombre casado y lleno de responsabilidades. No hay derecho, ¿no le parece?

    Sophia esbozó una sarcástica sonrisa. Tanto unos y otros nada. Así era la vida y el que tratara de cambiarla perdía el tiempo. Pero no se detuvo a pensar en esto. Pensó únicamente en su madre enferma, en sus hermanos, en la falta que le hacía aquel dinero. ¿No era un trabajo digno? Bueno, ¿y a ella qué le importaba realmente aquella familia y sus problemas? Le pagaban por desempeñar un papel durante semanas. ¿Por qué no hacerlo? Llevaba meses vagando de un lugar a otro en busca de empleo. Su madre necesitaba medicamentos, sus hermanos alimentos. ¿Qué podía hacer? ¿No le empujaba la vida a lo que fuera? ¿Era tan indigno hacer un papel de prometida sin serlo? De pronto decidió aceptar y que Dios la perdonara si con ello perjudicaba a alguien.

    —Lo haré por quinientos dólares a la semana —dijo— y pagada la primera por adelantado.

    Clint dio un salto.

    —Demonios, es que yo no tengo el dinero.

    Sophia se puso en pie. Había perdido demasiado tiempo. Su madre la estaría esperando.

    —Entonces, adiós.
    —No, no, espere. Si me da su número de teléfono la llamaré.

    Se lo dio sin ningún reparo.

    —Esta tarde tendré el dinero. Dígame —pidió con ansiedad—: ¿Si la llamo acudirá usted? Venga preparada para visitar a mi abuela. Tal vez no le agrade usted y no desee verla más, pero también puede ocurrir lo contrario. Y si no desea verla más —añadió amablemente— le daré a usted el doble para no perjudicarla. ¿Acepta usted?
    —Acepto.
    —Entonces hasta la tarde.
    —Adiós.


    * * *

    —Tom.

    El mayordomo de lady Baker se detuvo en seco y contempló interrogante al tunante de la familia.

    —¿Qué desea, míster Baker?
    —Mil dólares.
    —¡Oh!
    —Te los devuelvo mañana.

    Tom frunció el ceño. Cierto que míster Baker siempre devolvía el dinero, pero casi nunca en la fecha que prometía. Se pasaba un mes y dos y seguía adeudándolo.

    —Míster Baker...
    —No me des disculpas, Tom. Si no me lo das, me tiro por la ventana y me estrello. Necesito urgentemente ese dinero.

    Tom suspiró. Siempre ocurriría igual. Recordaba una ocasión en que se negó a darle el dinero, y Clint, tal como había amenazado, se colgó de una ventana y fue preciso llamar a los bomberos para descolgarlo. Claro que de aquello hacía lo menos doce años, pero como de juicio Clint continuaba igual, era muy capaz de colgarse nuevamente de la ventana más alta.

    Así pues, lo que hizo fue sacar la cartera y alargar el billete.

    —Gracias, Tom. Eres mi Angel de la Guarda. Te lo devolveré todo tan pronto consiga ablandar el corazón de milady. ¡Ah! Y a propósito. Esta tarde traeré a mi prometida.
    —¿Cómo? ¿Tiene prometida el señor?
    —Y nada menos que una monada de criatura. Ya la conocerás.
    —Milady estará muy contenta.
    —Aún no le he dicho que pienso presentársela hoy. Hasta luego, Tom. Y gracias.

    Tom emitió un gruñido. Y Clint, guardándose el dinero, se dirigió al salón azul donde sabía que encontraría a su abuela.

    —Ya creí que te habías ido de nuevo a Las Vegas, querido.

    La besó en el pelo.

    —Continúo aquí. Vengo de ver a mi novia.
    —¿Sí?
    —¿Puedo presentártela esta tarde?
    —Pero ¿existe la tal novia?
    —Abuela, ¿por quién me has tomado?
    —Perdona, hijo, pero... como nunca has dicho dos verdades seguidas...
    —Te prohíbo que me consideres un fresco.
    —Lo siento. De modo que me la traes hoy.
    —A la hora que tú digas.
    —¿Y piensas casarte con ella?
    —Naturalmente, siempre, claro está que ella lo merezca.
    —Tengo gran curiosidad por conocer a la mujer que te hace caso.
    —Pareces olvidar, abuela, que yo soy hombre a quien persiguen las mujeres.
    —No lo dudo. Pero ¿qué clase de mujeres?
    —Abuela, ¿qué concepto tienes formado de mí?
    —Posiblemente —rio la dama— varíe este después de conocer a tu futura. Os espero a merendar conmigo.
    —¿Estaremos solos?
    —Por supuesto. Los tres. ¿O es que quieres que de una fiesta en su honor?
    —No te burles. Me refiero a mi hermano.
    —Tu hermano se halla ausente. No regresará hasta la semana próxima.
    —¡Ah!
    —Si tú trabajaras como él...
    —Todos no podemos ser iguales, abuelita.
    —Te he dicho muchas veces que no me llames abuelita. Me descompone tu amabilidad.
    —Eres la única mujer a quien adoro.
    —¿Y tu novia? —se extrañó.
    —Bueno —se aturdió Clint—, después de ella. A veces pienso que os confundo en mi corazón.
    —Eres un tunante.

    Clint pensó que la abuela estaba en buena disposición para resistir su sablazo. Así, pues, se dispuso a dárselo.

    —Abuela..., ¿no podrías prestarme... mil dólares?
    —¿Prestar? —exclamó sarcástica—. ¿Y cómo piensas devolverlos?
    —Bueno, uno...
    —No, querido. No estoy dispuesta a prestártelos. No te prestaré ni un centavo. Creo que esta cuestión la dejamos bien clara ayer.
    —No puedo vivir sin dinero.
    —Tendrás que conformarte con una pensión de cincuenta dólares a la semana, mientras no te cases. Después, ya hablaremos.
    —¿Casarme?
    —¿Para qué quieres a la novia —preguntó burlona— si no es para casarte con ella?
    —Sí, claro. Pero pienso ser su novio por ahora. Tengo que madurar lo del matrimonio.

    Querido nieto, se me antoja que tu novia es tonta.

    —Mi prometida es una muchacha excelente, pero tampoco tiene prisa en casarse.
    —Bueno, de eso ya hablaremos tú y yo. Pero no te olvides de traérmela esta tarde.

    A las cinco de aquella misma tarde, Sophia y Clint, penetraban en el magnífico parque de la residencia The Mill. Sophia quedó deslumbrada ante tanta riqueza.

    —Dios mío —susurró—. Dios mío.

    Y quedó suspensa, sin atreverse a avanzar. Pensó lo de siempre. «Que unos tengan tanto y otros carezcan hasta de lo más indispensable. Mi pobre madre enferma, mis pobres hermanos...».

    Instintivamente apretó el billete de quinientos dólares que llevaba en el bolsillo.

    —Recuerda —dijo Clint mientras penetraban en el palacio— que te llamas Silvia Conway.
    —Todo eso lo sé.
    —No olvides que no deseas casarte aún.
    —De acuerdo.
    —Procura ser simpática.
    —No sé serlo. Creo que se lo dije.
    —Tutéame.
    —Perdona.
    —Me parece —gritó— que me vas a estropear todo el plan.
    —Espero que no.
    —Te llamas Silvia.
    —Sí.
    —No deseas casarte aún.
    —Sí.
    —Nos conocimos en Las Vegas.
    —Pero yo no he estado nunca.
    —No seas imbécil. Ya te expliqué cómo es aquel lugar.
    —Sí.
    —Pues ya lo sabes. Nos conocimos en Las Vegas.
    —De acuerdo.


    IV


    —Abuela, te presento a mi prometida.

    Lady Baker no le escuchaba. Miraba a la joven con complacencia. Era muy mona, muy elegante, muy sencilla al mismo tiempo. Y le agradó sobremanera aquella expresión melancólica de sus maravillosos ojos verdes.

    —¿Silvia? —preguntó amablemente.
    —Milady...
    —Toma asiento, hija mía. A mi lado. Así.
    —¿Dónde me siento yo, abuela?
    —Donde quieras, hijo —lo miró rápidamente—. Como si deseas dar un paseo por la finca hasta la hora de la merienda. Silvia y yo departiremos solas. ¿No es verdad, chiquita?

    A Sophia le fue simpática la elegante anciana, de porte distinguido y frágil, que no cabía dudar de su origen aristocrático. Ella desconocía aquel mundo y a aquellos seres privilegiados. Cierto que jamás fue una miserable joven, pero aparte de la buena educación que le dio su madre, y su padre, no recordaba haber frecuentado jamás el trato de una persona como la que tenía a su lado en aquel instante. Se sintió cohibida y culpable. ¿Estaría haciendo bien? Pensó en su madre, en las medicinas que necesitaba, en sus hermanos que eran demasiado jóvenes, quince y diez años, y había que pagar sus clases, y ella, que deseaba intensamente trabajar y jamás pudo hacerlo, primero por completar sus estudios, y luego por cuidar a su madre, y ahora porque no encontraba empleo. «Que Dios me perdone si hago mal a alguien —pensó—. No es mi intención hacerlo, bien lo sabe Dios. Pero... las circunstancias me obligan». Por otra parte, Volvió a repetirse «in mente», como si diera una razón plausible a su conciencia: «No creo que haga daño a esta gente por representar una comedia por la cual me pagan».

    —En modo alguno, abuela —oyó decir a Clint—. Me agradará escuchar vuestra conversación.
    —Como desees —dijo la dama. Y miró nuevamente complacida a Sophia.
    —¿Perdonas todas las locuras de mi nieto, Silvia?

    Sophia se hallaba ausente, contemplando un hermoso tapiz, y como realmente no se llamaba Silvia no se percató de que la dama hablaba con ella. Clint le propinó un codazo.

    —Querida —exclamó—, mi abuela habla contigo.
    —¡Oh, perdone! —y aturdida exclamó—: Miraba ese tapiz.
    —¿Te agrada?
    —Mucho.
    —Fue el regalo de boda que me hizo la servidumbre cuando me casé. Le tomé cariño. Mi esposo ordenó que lo colocaran ahí, y jamás lo hemos quitado. Es auténtico, ¿sabes? Les debió de costar una fortuna a las pobres.
    —Maravilloso.
    —¿Cuándo pensáis casaros? —preguntó la dama con ternura.

    Sophia parpadeó. Miró de soslayo a Clint y lo vio sofocado. Se apresuró a decir:

    —No hay época más bonita que la del noviazgo. No tenemos mucha prisa.
    —Pues mientras no te cases, no tendrás seguro a Clint.
    —Espero —dijo ella— que Clint me tenga segura a mí con su comportamiento. Y si no es así... —hizo un gesto desdeñoso— peor para él.
    —Así me gusta. ¿Has oído, Clint?
    —Me tiene a raya —murmuró Clint suavemente.
    —Eso era lo que yo esperaba —dijo la dama sin percatarse de que los dos estaban haciendo una comedia—. Una muchacha de carácter suficientemente fuerte y personal para acabar con las locuras de mi nieto. Porque no sé si sabrás, Silvia, que tu prometido es, o fue, un tarambana.
    —Lo sé.
    —¡Ah! ¿Lo sabes?
    —Él me contó todos sus defectos.
    —Clint —exclamó la dama de pronto— podrás regalarle la sortija a Silvia. Es una mujer que ni pintada para ti.
    —¿Verdad que sí, abuela?
    —Estoy segura de ello —y sin transición añadió—: ¿Quieres pedir la merienda?

    Clint se puso en pie y salió.

    —Ten cuidado con él —susurró la dama—. No es hombre de fiar.
    —Es mucho mejor de lo que parece —cuchicheó Sophia suavemente—. Le aseguro que a mí aún no me dio un disgusto ni un solo motivo de queja.
    —Entonces es que te ama.
    —Espero que me ame tanto como yo a él.

    Lady Baker sonrió complacida.


    * * *

    —¿Qué le ha parecido mi abuela?
    —Sencillamente encantadora. No merece que usted la engañe —dijo en un susurro, como si hablara para sí sola.
    —Es necesario. ¿Por qué han de tener esa manía de casar a la gente si uno no quiere hacerlo?
    —Porque es la única forma de que un hombre mundano siente la cabeza y se vea obligado, por las responsabilidades, a ser un hombre de provecho.
    —Todo eso —gruñó Clint poniendo el auto en marcha— son necedades, tópicos vulgares, sabidos de todos los hombres que no somos partidarios del matrimonio. Eso —añadió rezongando— es para un hombre como mi hermano. ¿Usted no conoce a mi hermano?
    —No conozco a nadie.
    —Mejor para usted. Es un tipo sesudo. ¿Sabe usted cuántos asuntos lleva a la vez? Múltiples. Tan pronto está en Suiza como en Londres, como en Roma o en el Brasil. Tiene una avioneta particular y se traslada de una nación a otra como yo me fumo un habano.
    —Y usted, ¿por qué no lo imita?
    —Porque no soy heredero de parte de ese negocio fabuloso. Yo me gasté mi herencia en un auto. No vaya a pensar usted que era una herencia como la de mi hermano. La tradición familiar obliga al mayorazgo a administrar el capital. Yo, gracias a Dios, por ser el segundo estoy Ubre de responsabilidades.
    —¿No ama usted a su hermano? —preguntó un tanto asombrada.
    —Lo admiro —dijo a su pesar—. Debo reconocer que puedo soportar a las personas que hacen de la vida una rutina. Mi hermano pensó en casarse. Tiene treinta y dos años, y consideran, tanto él como mi abuela, que llegó la hora. ¿Qué cree usted que hará? Pues elegir una novia, de quien analizará una por una las cualidades. ¿Que sea bella y joven? Eso le tiene sin cuidado a un hombre como mi hermano. Lo esencial para él es que sea rica, elegante, de familia distinguida y nada más.
    —¿Le parece poco?
    —¿Y el gusto personal de uno? ¿Y el amor? ¿Y la atracción física y moral?
    —No todos son tan impetuosos como usted.
    —Todos tenemos un corazón y un alma, ansias y deseos. ¿O es que usted cree también que solo las cualidades del individuo hacen la felicidad?
    —Significan mucho para alcanzarla.

    La miró asombrado.

    —¿Nunca estuvo usted enamorada?
    —Nunca.
    —Entonces permítame que le diga que desconoce lo mejor que la vida nos reserva.
    —Por lo visto usted amó incansablemente.
    —Exacta la expresión. El amor no se sacia jamás. Pero no tema —rio—, de usted no me enamoraré.
    —Lo prefiero así.
    —¿Y usted —rio jocoso— no se enamorará de mí?
    —Por supuesto que no.
    —No soy su tipo.
    —¡Ah! ¿Y cómo tiene que ser su tipo?
    —Tal vez cuando lo encuentre no tendré ocasión de decírselo, porque habrá terminado nuestro negocio.
    —Es verdad, nos apartamos de la cuestión, charlando sobre un tema que no conduce a nada. ¿Se fijó en lo muy simpática que le resultó a mi abuela?
    —No sé cómo suele comportarse su abuela con las prometidas de su nieto.
    —No sea absurda. Nunca hubo prometidas. Además —y aquí Clint se mordió los labios—, la invitó para comer mañana con ella.
    —La vio que me excusé.
    —Con mi abuela eso no sirve de nada. Si a la hora indicada no acude usted, me obligará a ir a buscarla.
    —Pero es que yo no podré.
    —Tendrá que hacer un poder. Pero no se asuste. Para la semana próxima, hacemos la comedia de regañar. Usted me insulta delante de ella.
    —Creo que no podré hacerlo. No me agrada la violencia.
    —Pero usted aseguró que lo haría.
    —Antes de conocer a su abuela —respondió tranquilamente—. Me ha sido simpática.
    —¿Qué dice?
    —Que tendrá usted que buscar otro motivo para deshacerse de mí.
    —Pero...
    —Hay mil formas. Diga que no me ama, que se cansó de mí.

    El auto se detuvo ante la casa de Sophia, enclavada esta en un barrio comercial de vulgar aspecto.

    —Oiga —rezongó Clint—, yo le pago para que haga lo que yo quiera.
    —Y yo lo hago. Pero no me obligue a hacerle una escena de mal gusto delante de lady Baker. No podría. Si usted lo desea, terminamos aquí el contrato.
    —Maldita sea.
    —Buenas tardes.
    —Espere. ¿No desea dar un paseo conmigo?
    —No, señor. Buenas tardes.

    Descendió y, sin mirar a parte alguna, cruzó la acera y se perdió en el oscuro portal. Clint apretó las manos en el volante y se alzó de hombros.


    * * *

    Sophia Wood introdujo el llavín en la cerradura y penetró en el piso. Era este tétrico y húmedo, oscuro y casi vacío de muebles.

    —¿Sophia? —llamó una voz—. ¿Eres tú?
    —Sí, mamá.

    Atravesó la estancia y penetró en la alcoba de su madre. Había una sola cama y una silla a un lado de la estancia. En la cama descansaba una señora muy pálida, con los cabellos lacios pegados a la cara. Tendría unos cuarenta años, si bien dado su estado, aparentaba diez años más. Sophia sintió que su corazón se desgarraba. Siempre le ocurría igual cuando llegaba de la calle, de respirar aire puro, de ver cosas y caras alegres y plazas llenas de gente feliz. Y al verse allí, ante su madre enferma, en el piso destartalado, cuyos muebles se fueron vendiendo para pagar las medicinas de la madre. Por eso allí, ante la enferma, no se sentía culpable y decidía continuar engañando a la dama respetable, si por ello le pagaban quinientos dólares semanales.

    —¿Cómo estás, mamá? —preguntó suavemente, inclinándose ante ella y besándola amorosamente en la frente.
    —Mejor, hijita.

    Siempre decía, «mejor». Era un consuelo oírselo decir, pero ella sabía que no era cierto. Cada día estaba más delicada y frágil.

    Se sentó a la cabecera del lecho y asió una mano de la enferma.

    —¿Y los chicos?
    —En clase. Los llamó Sam hace un instante. No sé con qué vamos a pagar a Sam, querida Sophia.
    —Ya podremos pagarle, mamá. Que eso no te preocupe.
    —Es que desde hace mucho tiempo da clase a los chicos. Ya sabes lo que eso supone.
    —Le pagaremos algún día. ¿No sabes que conseguí un empleo?
    —¿Sí?
    —Sí. No sé lo que me durará. Es por temporada.
    —¿De qué se trata?

    Conocía a su madre lo suficiente para saber que no admitiría aquel enredo. Pero ella tenía que ganar dinero y siempre que no fuera una cosa indigna... ¿No lo era? Cerró los ojos. Prefería pensar que no lo era. Decidió engañar a su madre. Jamás podría decirle en qué consistía su empleo.

    —Doy clases de francés a unos niños.
    —Me gusta eso para ti.
    —Estoy contenta —y, mostrando el billete—: ¿Ves? Me han pagado por adelantado. Puedo hacer la comida y pagar en la farmacia.
    —Cuánto te hago sufrir, hijita.
    —No digas eso. Hago todo esto con mucho placer. ¿Me perdonas ahora? Voy a preparar la comida.
    —Ve, querida.

    Se dirigió a la cocina y trajinó durante una hora. Con el delantal de colores en torno a la cintura, y con guantes para no estropearse las manos, pues era cosa importante la conservación de estas para conseguir un empleo. Hizo la comida, puso la mesa, preparó la inyección para ponerle a su madre y arregló nuevamente la cocina.

    Por un lado se sentía alegre y por otro deprimida. Sentía tener que engañar a una dama tan amable como lady Baker, pero no tenía más remedio. Un día ella desaparecería de su vida, cuando Clint lo considerara conveniente, y la dama se olvidaría de ella y ella no tendría más remedio que olvidarse de la dama y todo volvería a ser como antes.

    «Menos mal —pensó— que tengo un vestuario decente. Cuando mamá trabajaba se empeñaba en vestirme. Mamá tiene mucho gusto para esto, y como se dedicaba a coser para un almacén de ropa confeccionada...». Suspiró. Tal vez tardaría mucho en poder comprarse más ropa.

    Llamaron a la puerta. Sus hermanos sin duda. Salió a abrir.

    —Queridos míos —susurró.

    Tony, que tenía quince años, la besó en la mejilla dos veces. Marga se colgó de su cuello. Tras los niños apareció Sam, el profesor, aquel buen muchacho de unos veinticuatro años, que vivía en el piso superior, y, según decía, la amaba. Ella no amaba a Sam. Lo estimaba, pero amarle... no. Ella tenía sus ilusiones y creía a ciegas en la existencia del amor.

    —Buenas noches, Sophia.
    —Pasa, Sam.
    —No quería molestarte.
    —Ve a hacer un poco de compañía a mamá, mientras yo doy de comer a estos pobres hambrientos.


    * * *

    Su madre estaba ya medio dormida, los niños en la cama. Ella terminó de recoger la cocina y se sentó frente a Sam que aún seguía allí.

    —¿Qué tal los niños, Sam?
    —Son muy inteligentes. Sobre todo Tony. Yo creo que debías hacer algo por él.
    —Ya hago lo que puedo.
    —Más.
    —¿Y cómo?

    Sam puso expresión un tanto impaciente. Era un muchacho bien parecido. Como ella, trabajaba para vivir y mantener a su madre y a su padre enfermo. Todos tenían problemas, todos menos lady Baker y su nieto. Claro que también a su modo los tenían. Suspiró.

    —Casándote conmigo, Sophia.
    —Eso es. Y juntar el hambre con las ganas de comer. No, Sam. Aún creo lo bastante en el amor para esperar algo mejor de la vida. Y no me consideres cruel. Estimo que, con necesidades, el amor es una tontería. No puede existir.
    —Te equivocas.
    —¿Por qué no dejamos esto? Ya sabes que siempre terminamos molestos cuando hablamos de nosotros.
    —Es que yo te amo.
    —No lo dudo. Te considero un hombre de bien, pero no te amo.
    —Nunca hiciste nada por amarme.
    —¿Consideras que eso se puede hacer? Nace en una con intensidad, con deslumbramiento.
    —No creas que es siempre el amor ese el que más perdura. Busca siempre, si quieres ser feliz, un amor tranquilo, reposado. Ese perdurará.
    —Lo siento, Sam. No comparto tu opinión.
    —Sé que has encontrado empleo. Me lo dijo tu madre.
    —Sí.
    —¿No te cansan los niños?
    —Me encanta el francés —dijo—. Me gusta enseñarlo.
    —Ya —consultó el reloj—. Se me hace tarde.
    —Te estoy muy agradecida por lo que haces con mis hermanos.
    —Es mi deber.
    —Hay muchos que eso no lo comprenden.
    —No hablemos de eso.
    —No quiero hacerte daño, Sam.
    —Pero me lo haces.
    —¿Y qué puedo hacer para evitarlo?
    —Darme la oportunidad de quererte.
    —No pienses en eso, Sam.
    —Tengo que pensar.
    —No destrocemos nuestra buena amistad.
    —Cada vez que pienso que otro hombre pueda besarte... —se agitó— me entra una rabia...
    —Ve a dormir, Sam.
    —Sí. Perdona.

    Todos los días ocurría igual. Ella no podía dejar de estimarlo jamás, pero de eso a amarlo... Era tan distinta la estimación del amor... Nadie se lo había dicho. Era, sencillamente, algo que ella imaginaba, que sabía que existía, porque la vida o el instinto se lo decía.

    Suspiró de nuevo. ¿Cuándo tendría que volver a visitar a lady Baker? Seguramente se lo advertiría Clint por teléfono.


    V


    —Me alegro que hayas venido, Law. Precisamente pensaba en ti. ¿Sabes que conocí a Silvia Conway?

    Lawrence esbozó una sonrisa al tiempo de dejarse caer frente a la anciana.

    —¿Cómo voy a saberlo, abuela, si acabo de llegar a Nueva York y la primera visita que hago es para ti?
    —Gracias, hijo.

    Lawrence encendió un habano y cruzó una pierna sobre otra.

    —Cuéntame, abuela. ¿Es en serio el noviazgo de mi hermano? ¿Cómo es ella? ¿Están muy enamorados?
    —Silvia es encantadora. He llamado a Clint cuando marchaba y le pedí que la trajera a comer. Ya verás qué muchacha más maravillosa —y, bajando la voz—: No me explico cómo puede querer al frívolo de tu hermano.

    Law se echó a reír.

    —Clint tiene ángel para las mujeres, abuela, no lo olvides. Es un hombre, al decir de las muchachas, sencillamente encantador —hizo una pausa y añadió—: Si es tan encantador como aseguran y muchas están enamoradas de él, lo que hay que procurar es casarlos en seguida.
    —Eso estoy pensando. Lo he reflexionado toda la noche, y, la verdad creo que es lo más conveniente.
    —No me fío de Clint. Es muy capaz de cansarse de ella, como antes se cansó de otras.

    Clint entró en aquel momento. Al ver a Law exclamó:

    —¡Pero está aquí el potentado de la familia! —fue hacia él y le palmeó el hombro—. Law, ya te habrá dicho la abuela la hermosa novia que tengo.
    —Eso me decía en este instante. Siéntate, muchacho. Me alegro de que al fin hayas sentado la cabeza. ¿Cuándo es la boda?
    —¡Oh, aún no hablamos de eso! —respondió con flema—. Yo creo que Silvia no desea casarse aún. Asegura que la mejor época de la vida es la del noviazgo. A propósito, abuela —añadió con cierto desencanto—. Silvia no puede venir a comer.
    —¿Qué dices?
    —Que no puede venir. Me pidió que la excusara.
    —Eso no, Clint —gruñó la dama enérgicamente—. Si no la llamas tú de nuevo, lo haré yo.
    —Pero... ¿No te estoy diciendo que no puede venir?
    —Me ha sido simpática —insistió la abuela—. Me prometió que estaría siempre a mi disposición. Añadió que no tiene grandes ocupaciones ni muchos compromisos, y yo te aseguro que si no viene hoy a comer, mando a mi chófer a buscarla —miró a su nieto mayor— Law, busca en la guía el domicilio de Silvia Conway y háblale por teléfono.

    Clint dio un salto en la butaca. Solo le faltaba eso. Que Law se metiera en aquel asunto. Se puso en pie con presteza y exclamó:

    —Está bien, está bien —y, malhumorado—: ¡Uno no puede disfrutar de su novia a solas ni siquiera el día de su cumpleaños!
    —¿Cumple años hoy? —exclamó lady Baker emocionada—. Pues mejor. Lo pasaremos aquí. Tendrás que comprarla la sortija, Clint.

    Este frunció el ceño. La cosa se ponía fea... La abuela era una maniática y él deseaba marchar cuanto antes a Las Vegas. ¿Qué diría Marco de él?

    —Ve a llamarla por teléfono, Clint —insistió lady Baker—. Dile que la esperamos hoy.

    Law espiaba el rostro de su hermano y se dio cuenta de algo muy importante. Clint no deseaba que él buscara en la guía el nombre de los Conway. Lo haría. Lo haría, y no tardando mucho.

    —Hasta luego, pues —dijo Clint despidiéndose.
    —¿A qué hora vendrás, Clint?
    —A las dos.
    —Ni un minuto más tarde, Clint, recuérdalo.
    —Está bien, está bien.
    —¿Qué te parece, Law? —preguntó la dama cuando la puerta se cerró tras el joven.
    —¡Hum!
    —¿No te agrada que tu hermano tenga novia? ¿Qué se case? ¿Que siente la cabeza?
    —No es eso, abuela.
    —¿No te gusta la familia Conway?
    —No la conozco.
    —Cuando conozcas a Silvia, te agradará. Ya te dije que es encantadora.


    * * *

    —¿Conway?
    —Eso he dicho, señorita Wilson.

    La secretaria buscó en la guía. Al rato abrió la palanca del dictáfono.

    —Milord.
    —Dígame.
    —Ya lo tengo.
    —Hable por teléfono y pregunte por la señorita Silvia. Una vez ella al aparato, comunique conmigo.
    —Sí, milord.

    Law firmó algunas cartas, leyó otras y las depositó sobre la mesa. Abrió luego una carpeta y ojeó su contenido.

    Sonó el dictáfono.

    —Dígame.
    —No existe ninguna Silvia Conway, milord.

    Lo suponía.

    —¿Está usted segura?
    —Sí, señor. Los Conway no tienen hijas ni sobrinas. Solo hijos.
    —¡Ah!
    —¿Algo más, milord?
    —¿Está usted segura de lo que dice?
    —Absolutamente segura, milord. Me lo ha dicho la misma señora Conway. La doncella que cogió el aparato me dijo lo mismo, pero optó por llamar a su señora. Esta, muy amable, me hizo saber que no tenía hijas ni sobrinas, sino hijos y sobrinos. O sea, no hay herederas en la familia Conway.
    —De acuerdo. Gracias, señorita Wilson.
    —¿Algo más, señor?
    —Nada. Ocúpese de la correspondencia. Me marcho y no regresaré en todo el día. Si hay alguna novedad, comuníquesela al subdirector.
    —De acuerdo, milord.
    —Buenas tardes.

    Cerró la palanca y se puso perezosamente en pie. Una sarcástica sonrisa entreabría sus labios. ¿Qué nuevo truco había inventado Clint para sacarle el dinero a la abuela? ¿Y quién sería la desaprensiva que le ayudaba en el truco, haciéndose pasar por una distinguida joven de la mejor sociedad? Tendría que averiguarlo. Claro que sin aspavientos ni escándalos, ni mucho menos provocando una ruptura de la comedia. Le divertía aquella situación. Clint era el mismo demonio, pero a la vez muy divertido.

    Pasó por su piso. Se dio un baño y se cambió de traje. Una hora después pasaba por el club.

    —Law —llamó su amigo Dan—, ven un momento. Te creía fuera.
    —Llegué hace apenas unas horas.
    —¿No te sientas?
    —Estoy invitado a comer en casa de mi abuela.
    —Es verdad. He visto a Clint ayer.
    —¿Solo?
    —No, demonio, con una chica imponente.
    —¿La conoces?

    Dan se alzó de hombros.

    —No, pero escandalosamente guapa. Muy esbelta —rio formando una sinuosidad con las manos—. Preciosa, perfecta. Tu hermano no sé cómo se las arregla. Siempre encuentra esos ejemplares.

    Law se sentó en el brazo de un sillón y balanceó un pie.

    —Oye, Dan —preguntó con estudiada indiferencia—, ¿conoces a la familia Conway?
    —¿La de los paradores?
    —Eso es.
    —Soy muy amigo de Jim, el hijo mayor.
    —¿Y a Silvia no la conoces?
    —¿Silvia? No sé que tengan en la familia una mujer que se llame así.
    —Hija de los Conway.
    —No —movió la cabeza repetidas veces—. Los Conway no tienen hijas. Precisamente es lo que más lamentan. Todos son varones.
    —¿Y existen otros Conway que no sean esos?
    —No lo creo. Todos están relacionados en ese negocio. Se extienden por toda América y Europa.
    —Ya —consultó el reloj—. Se me hace tarde. Hasta otro día, Dan.
    —¿No juegas una partida?
    —Ya te dije, estoy citado con mi abuela. Precisamente voy a conocer a esa escandalosa joven que acompaña a mi hermano.
    —Atiza. ¿Tan en serio es?
    —Supongo que sí —rio—. Aunque no me fío mucho. Nunca me fío de lo que haga mi hermano.
    —De todos modos, si es esa joven la que piensa presentarte hoy, se casará con ella. Es demasiado guapa.

    Law alzóse de hombros. Subió al auto y con las manos en el volante pensó en aquel asunto. ¿Quién era la mujer que se prestaba a representar un falso papel ante su abuela? Porque, por muy decente que fuera, usaba un nombre que no le pertenecía. No le gustaba aquel asunto. Tal vez lo divirtió en un principio, cuando descubrió la superchería, pero después de oír a Dan... «Escandalosamente guapa». ¡Hum! ¿Qué pretendían los dos? ¿Acaso era un mujer fácil y Clint la amaba y la presentaba en su casa con nombre supuesto para introducirla? Tendría que descubrir la verdad.

    Aparcó el auto ante la escalinata principal. Vio el de Clint frente al garaje. Por lo visto ambos estaban ya con su abuela, y esta era tan sentimental, tan crédula, que creía a pie juntillas en el amor que Clint seguramente le mentía. Tal vez aquella joven «escandalosamente guapa», fuera una aventurera. Quizá la había traído Clint de Las Vegas. Consideraba a Clint muy capaz de todo.


    * * *

    —Law, Law —exclamó la abuela enternecida—. Mira, esta es Silvia.
    —Sí.
    —¿Piensan ustedes casarse pronto?
    —No lo sé.
    —¿No lo sabe?
    —No lo hemos decidido.

    Law frunció el ceño. Frío, firme casi indiferente, se aproximó al grupo formado por su abuela y la joven y se detuvo ante ellas.

    —Law, esta es Silvia —repitió con dulzura—. Este es el primogénito de la familia.

    Sophia sintió algo extraño penetrar en su ser bajo los ojos de aquel hombre. Unos ojos como estiletes, hondos, que parecían desnudarla. A su pesar se ruborizó. Era la primera vez que sentía aquella sensación de ahogo ante un hombre.

    —Encantada de conocerlo —dijo con un hilo de voz.

    «Hasta sabe hacer el papel de ingenua inocente —pensó Law extendiendo su mano—. Maldita sea, y es tanto o más guapa de lo que dijo Dan».

    —¿Y Clint? —preguntó Law.
    —Ha salido... Dijo que no tardaría en volver. Law, ¿quieres hacer el favor de acompañar a Silvia? Yo tengo que dar unas órdenes y no puedo hacerlo ahora.

    Apoyada en su bastón, lady Baker se alejó, y Sophia se acercó al ventanal nerviosa y desasosegada, sin saber dónde poner las manos y los ojos, pues aquel hombre seguía mirándola de modo insistente.

    —De modo que es usted hija de los Conway —preguntó Law tranquilamente.

    Silvia se volvió en redondo. Quedó bajo los ojos de Law. Unos ojos agudos, fríos, sarcásticos. Desvió los suyos y alzóse de hombros.

    —Conozco mucho a los Conway —insistió lord Baker con oculta crueldad.

    Notó que ella apretaba los labios, como si le hirieran las preguntas. Y no se atrevió a replicar afirmativamente.

    —¿Viven aquí todo el año? —preguntó Law con dulzón acento.
    —¡Oh!

    Sophia le dio la espalda, pero Law no se conformó con eso. Dio la vuelta al salón y se colocó delante de ella.

    —Me parece extraño —dijo un sí o no es burlón— que ame usted a mi hermano, siendo como es un hombre frívolo.

    Ella lo miró retadora.

    —¿Cómo se atreve a hablarme mal de su hermano?
    —No se trata de eso. Es lo primero que hago cuando Clint nos presenta a una novia. No se fíe usted de él.
    —Clint es una buena persona.
    —Supongo que una mujer no ame a un hombre solo porque sea buena persona.
    —¿Está usted enamorado?
    —No, gracias a Dios.
    —Pues, según Clint, tiene usted novia.
    —Ya le dije que no se fíe usted de lo que diga mi hermano.

    La miraba intensamente. Era, en efecto, fabulosamente guapa. Además tenía algo, algo que atraía irremisiblemente. ¿La melancolía de sus ojos? ¿El círculo violáceo que los circundaba? ¿El mechón rojizo que le caía sobre la mejilla? No lo supo. Lo cierto fue que sintió un poderoso, extraño y súbito deseo, que doblegó, dándole lentamente la espalda.

    —Con su permiso —dijo Sophia de pronto— voy a buscar a Clint. Lo estoy viendo desde aquí. Está al otro lado de la piscina.

    Sin esperar respuesta salió. Al rato llegó la abuela al salón.

    —¿Y Silvia?
    —Ha ido a buscar a Clint.
    —¿Qué te parece?
    —Bien.
    —¿No es maravillosa?
    —Casi no la vi, abuela.
    —Se le nota en seguida su temperamento dócil y tranquilo.
    —Posiblemente.
    —¿Es que no te gusta, Law?
    —No he dicho eso, abuela.
    —Entonces no sé por qué esa parquedad al responder.

    ¿Qué diría su abuela si él le explicaba? Pero no, sería cruel por su parte desvanecer aquella ilusión. Lo peor era Clint. ¿Amaba realmente a aquella joven y debido a su origen vulgar no se atrevía a decirlo y la presentaba con otro nombre? ¿O era simplemente otro de los trucos de Clint para sacar dinero? Tenía que averiguarlo. No sabía aún cómo haría, pero de cualquier forma que fuera tenía que averiguarlo.

    —Dime, Law, ¿no estás contento?
    —¿Por qué?
    —Muchacho, el hecho de que tu hermano siente la cabeza es cosa importante.
    —Por supuesto.
    —Pues creo que esta vez va en serio.
    —Ojalá.
    —Law, pareces distraído.
    —No lo estoy, abuela.
    —Entonces no te comprendo.

    Se sentó frente a la abuela. La miró quietamente.

    —¿Qué quieres de mí, abuela?
    —Que me digas lo que te pareció Silvia.
    —Es muy hermosa.
    —¿No tiene expresión de muchacha buena?
    —Puede que sí.
    —Law, no me desesperes. Ya sabes que yo necesito tu aprobación para estar satisfecha. Le tengo una gran simpatía a esa joven. Casi se puede decir que afecto. ¿Sabes lo que he pensado? Invitarla a pasar unos días aquí conmigo.
    —¡Hum!
    —¿No te agrada?
    —Creo que debes esperar.


    * * *

    —Clint —llamó Sophia con voz ahogada.

    El joven, que estaba de mal humor, al verla cerca de él frunció el ceño.

    —¿Qué hace usted aquí? ¿Por qué no se quedó en el salón?
    —Porque ha llegado su hermano —exclamó Sophia— y no me agrada.

    Clint, a su pesar, se echó a reír.

    —Law tiene mirada de águila. Tenga cuidado con él.
    —Me parece que quien tiene que tenerlo es usted. Clint miró receloso de un lado a otro.
    —¿No le parece que debíamos tutearnos? Puede oírnos alguien y se extrañará.
    —Como desee. Le digo que tenga cuidado con su hermano. No me parece que crea en nuestro amor.
    —¿No? ¿Y por qué?
    —Por las preguntas que me hizo. ¡Ah! Y quería decirle también que yo no puedo continuar esta farsa mucho tiempo. Tengo ocupaciones personales.

    La miró burlón.

    —¿Qué ocupaciones?
    —No le interesan a usted.

    Clint se alzó de hombros.

    —En absoluto, por supuesto. Lo único que me interesa ahora es que mi abuela firme el cheque. Después ya se encargará usted de reñir conmigo. —La asió del brazo—. Vamos.

    Ella se desprendió bruscamente.

    —¿Tenemos que comer con ese?

    Clint se echó a reír nuevamente.

    —¿Ese es mi hermano?
    —Supongo.
    —Pues tendremos que comer con él, a menos que lo tire a la piscina, y le advierto que sabe nadar. ¿Por qué le molesta a usted? Demonio —añadió sin transición—, quedamos en que nos tutearíamos.
    —Ahora nadie nos oye.
    —Por lo visto no le soy simpático.
    —En absoluto.
    —Entonces, ¿por qué me ayuda?
    —Por dinero.
    —Es... decepcionante.

    Sophia caminó delante de él a paso ligero, nerviosa. No podía pasar allí mucho tiempo. Su madre la esperaría desde las ocho de la noche. Claro que sabía que se hallaba trabajando. O al menos así lo creía. Se sentía furiosa cada vez que recordaba el engaño a que se había visto obligada a someter a su madre. Y todo por unos malditos billetes de Banco.

    Suspiró.

    —¿Qué le ocurre?

    Lo miró retadora.

    —¿Pues me ocurre algo?
    —Suspira usted.
    —¡Bah! ¿Nunca suspiró usted?
    —Jamás.
    —Me lo imagino.

    Un criado acudió a su encuentro.

    —Señoritos, milady y milord los esperan.
    —Gracias, James. Vamos, Silvia —y burlonamente, en voz baja—: Es cierto, aún ignoro su verdadero nombre. ¿Cómo se llama usted?

    Sophia se alzó de hombros.

    —¿Y qué importa eso? Espero terminar pronto el contrato y espero asimismo no verte nunca más.
    —Silvia, no diga necedades —rio Clint burlonamente—. Me gustaría verla de vez en cuando, una vez pase todo esto. Me complace recordar estos momentos.
    —No me agradan en absoluto.
    —Muchachos —exclamó la dama viéndolos aparecer—, ¿no tenéis bastante tiempo para haceros el amor?


    VI


    Durante toda la semana acudió a comer a casa de lady Baker por imperativo de esta. Clint se limitaba a esperarla en la plaza próxima a la casa de ella y subía al auto, se trataban de usted, y era el único contacto que tenían durante todo el día. Apenas si se hablaban. Clint, a veces, le refería un chiste que ella no reía, y después decía sencillamente:

    —Veremos cuándo termina usted su comedia.
    —Tendrá que terminarla usted —replicaba ella firmemente—. Yo necesito el dinero. Mientras me pague, no reñiré con usted.
    —¿Es que quiere cazarme? —preguntó él aquella tarde con impaciente acento.

    Sophia lo miró un instante como si lo analizara. Esbozó una triste sonrisa. Con indiferencia dijo:

    —No me gusta usted ni siquiera para representar esta comedia, que, dicho sea de paso, es cruel para su abuela. Pero, al fin y al cabo, yo no engaño a nadie. Ni pago el engaño. Usted, en cambio, paga y engaña a una dama que confía en usted y lo quiere.
    —Déjese de sentimentalismos. Son absurdos a estas alturas. ¿Cuándo piensa dejarme?
    —Ya se lo he dicho. Cuando usted me dé motivos.
    —¿Y qué motivos debo darle?
    —Nunca tuve novio. No sé qué motivos buscará uno de estos para deshacerse de su novia.
    —Ajajá.

    Condujo el auto sorteando con habilidad los obstáculos del tráfico. Su abuela le daba algún dinero, y si bien no podía irse a Las Vegas, lo pasaba en grande en los burdeles, con seres que no conocía, pero que no por eso eran menos interesantes que los que conocía en Las Vegas. No lo pasaba mal, por tanto no le importaba alargar la comedia un poco más. La única pesadilla de todo aquel embrollo, era la obligación que tenía de llevarla a casa de su abuela a comer. Y lo extraño y molesto al mismo tiempo, era la continua presencia de Law. ¿Qué diablos le pasaba a aquel que jamás faltaba a las comidas, y antes nunca acudía a casa de su abuela a aquella hora? Bueno, tal vez fuera solo pura coincidencia. Y si no lo era tampoco tenía demasiada importancia. Seguro que su hermano lo conocía lo suficiente para saber que jamás se casaría con aquella joven llamada Silvia ni con ninguna otra.

    De pronto le acució la curiosidad. ¿Quién era aquella muchacha y cómo se llamaba realmente, y por qué necesitaba tanto el dinero?

    —Óigame, aún no me ha dicho su nombre.
    —¿Y para qué desea saberlo?
    —Demonio, curiosidad. Aunque solo sea eso...
    —¡¡Bah!!
    —¿Con quién vive usted?
    —Imagínese que vivo sola.

    La miró. Le gustaba, pero él no era un sádico. Él no tentaba a una mujer que parecía decente. Cierto que aceptaba su dinero por representar una farsa, pero...

    —No es muy recomendable —dijo en voz alta.
    —¿Recomendable, qué?
    —Ganar el dinero como usted lo gana.

    Ella lo miró. Sus ojos del asombro pasaron a la censura.

    —Fue usted quien me buscó.
    —Ciertamente, pero..., ¿no puedo conocer algo de su vida privada? —y con audacia añadió—: ¿No sostendrá usted relaciones con algún fresco y lo mantendrá a mi costa?

    El rubor, la rabia, el despecho, la humillación, tiñeron de púrpura las mejillas de la joven.

    —Hoy se ha propuesto usted ofenderme.
    —Lo siento. Discúlpeme si lo considera así.

    Sophia no contestó. En aquel instante solo tenía deseos de llorar.

    La comida se prolongaba. Clint se sentía intranquilo. En el garito lo esperaban los nuevos amigos. Lo habían llamado por teléfono repetidas veces. Como no era hombre que podía aguantar por mucho tiempo un deseo y menos doblegar este, se puso en pie y dijo:

    —Se me olvidaba —consultó el reloj—; tengo una cita a las diez. ¿No podías llevar tú a Silvia a su casa, Law?

    Sophia parpadeó. Law esbozó una sonrisa. La dama preguntó intrigada:

    —¿Qué clase de cita tienes?
    —Tengo en perspectiva un buen negocio. Cuando uno piensa formar un hogar —dijo cínicamente, como si dijera la mayor verdad de su vida— tiene que buscar la forma de emanciparse —miró a su hermano—. ¿Podrías, Law? Te coge de paso.
    —No es preciso —saltó Sophia—. Regresaré sola.
    —En modo alguno, querida. Law hace siempre de caballero galante. ¿Verdad, hermano?
    —No tengo inconveniente.
    —Yo creo, Clint —intervino la abuela—, que debías cancelar esa cita.
    —Imposible, abuela. De ella depende mi porvenir.

    La abuela le creyó. Desde que tenía novia, le creía todo. Law en absoluto. Jamás creería a su hermano.

    —Vete, hombre —dijo Law—. No te preocupes por Silvia. Yo la conduciré a su casa.
    —Gracias, querido hermano —se inclinó sobre Sophia, que estaba maldiciendo en su interior—. Hasta mañana, mi vida.

    La besó brevemente en el pelo. Sophia sintió una súbita repugnancia. Jamás podría amar a aquel hombre, aunque este, cargado de dinero, le pidiera que se casara con él. Era un joven sin dignidad, mezquino, absurdo. Sintió asco y lo sintió asimismo de sí misma. ¿Qué papel representaba allí? ¿Qué diría aquella noble dama que tanto afecto le demostraba, si supiera que era tan vilmente engañada? ¿Y qué diría su pobre madre si supiera la clase de trabajo que desempeñaba? ¿Y qué diría Sam si supiera lo que hacía fuera de casa?

    —Hasta luego —exclamó Clint saliendo—. Hasta mañana, Silvia. Te llamaré por teléfono a primera hora.

    No contestó. En aquel momento no podría contestar.

    —Cuánto ha cambiado este muchacho —dijo complacida la dama. Se habría dicho que en el acento de su voz había cierta nota falsa, pero nadie pudo asegurarlo—. Desde que se halla prometido se diría que es otro hombre.
    —Ciertamente —admitió Law con leve acento de ironía.
    —¿Cuándo os casáis, querida? —preguntó la dama.

    Sophia parpadeó.

    —No le preguntes eso, abuela —intervino Law—. La pobre Silvia está tan enamorada que la emociona pensar en la boda.

    Lo miró retadora. ¿Qué buscaba de ella? ¿Qué sabía él de todo aquel asunto? Encontró los ojos grises, agudos, de Law, que no la huyeron. Fue ella, incapaz de soportar aquella mirada, aquella honda y extraña expresión de los ojos masculinos, quien retiró los suyos.

    —Tengo que marchar —dijo—. Se me hace tarde.

    Law se puso en pie.

    —La acompaño.
    —No se preocupe —dijo ella sin mirarlo—. Iré sola.
    —En modo alguno, querida Silvia. ¿Quieres que llame a tu casa pidiendo tu coche?

    Silvia se estremeció.

    —Gracias. Pienso ir en el subterráneo.
    —Eso no. Entonces te llevará mi chófer.
    —No insistas, abuela. La llevo yo. En realidad, no hago ningún esfuerzo Tengo también una cita en la capital.


    * * *

    Law iba al volante. Ella, a su lado, con la vista fija en la carretera, parecía muy lejos de él.

    —La invito a dar un paseo —dijo Law de pronto.
    —Gracias.
    —¿Acepta?
    —No.
    —¿Y por qué?
    —Porque soy la novia de su hermano y no deseo divertirme con usted.
    —No sea hipócrita —dijo Law desdeñoso—. No trate de engañarse conmigo.

    Lo miró expectante.

    —¿Qué quiere decir?
    —No está usted tratando con mi abuela... ni con un imbécil. No sé el propósito que se traen entre manos usted y Clint, mas es obvio a quien pretenden engañar es a mi abuela —y con crueldad añadió—: ¿Dónde encontró usted a mi hermano? La verdad, nunca creí que tuviera una amiga determinada. Clint es hombre de juego, de amigos y parrandeo, pero de amor nunca lo creí.
    —Óigame...
    —No se enfade. Quítese la careta. No piense que se lo voy a decir a mi abuela Es demasiado anciana para recibir tan cruel desengaño. Espero que llegue a ella a pequeñas dosis, de forma que no la hiera demasiado. Lamento que Clint siga siendo un hombre sin escrúpulos. Bien está que trate de engañarme a mí, pero a la abuela... —apretó los labios— es indigno.
    —Por lo visto —dijo ella dolorida— me considera una cualquiera.

    Él aminoró la marcha del auto y la miró un instante, tan breve, que Sophia apenas si tuvo tiempo de ver su despectiva sonrisa.

    —La considero algo peor —dijo sin rodeos—. Una cualquiera lo admite y no trata de disimularlo. Por lo regular, sabe vivir de la vida fácil que lleva, pero no suele engañar con pretensiones de encantadora inocencia y honestidad, a una pobre anciana.
    —¿Por qué no le dice todo eso a su hermano?
    —Porque Clint se reiría de mí. Él no tiene escrúpulos.
    —¿Y considera que los tiene usted?
    —Naturalmente —exclamó ofendido.
    —Pues yo le aseguro a usted que no los tiene. Aunque yo fuera lo que usted supone, en este instante y en toda esta semana, estuve haciendo el papel de mujer decente. ¿Por qué demonios me ofende usted?
    —Bueno, no gastemos palabras en vano. ¿Cuánto quiere por dejar en paz a Clint?
    —Ustedes..., ¿todo lo arreglan con dinero?
    —Es lo más comercial y práctico.
    —¿Sospecha que yo amo a su hermano?
    —No creo a una mujer de su calaña capaz de enamorarse de un hombre, aunque este hombre sea un botarate como mi hermano.
    —Detenga el auto aquí. He llegado ya.

    Law no lo detuvo. Se sentía tremendamente malhumorado. Le gustaba aquella chica. Le gustaba de veras, y daría algo importante por pasar con ella unas horas. No era hombre que anduviera con rodeos y lo dijo así.

    —Es usted muy bella —exclamó sin remilgos—. ¿Qué más da yo que mi hermano? Le prometo no interrumpir la comedia. No volveré a inmiscuirme en lo que diga o haga Clint. Sé que no se casará con usted ni con ninguna otra. Por tanto, esto no me importa.
    —Le pido que detenga el auto.
    —No sin antes ofrecerle lo que me pida, si pasa conmigo el resto de la noche.

    La reacción fue inesperada por parte de Law. Cuando se dio cuenta la mano de Sophia había cruzado su rostro con tal rabia, que le nubló la vista por un instante. Hubo de frenar, y cuando quiso darse cuenta, la figura esbelta de aquella inquietante mujer se perdía ligera en la noche.

    Apretó las mandíbulas. Se miró en el espejo retrovisor, y vio los dedos de la joven marcados en su rostro. Sintió ira, rabia y humillación, pero se repuso. Él no era hombre que hiciera un drama de un simple incidente.

    «Tal vez no vuelva a verla. No creo que se presente mañana en casa de lady Baker, después de esto. Tal vez sea mejor para todos. Esa joven me estaba inquietando demasiado».


    * * *

    —Sophia, ¿eres tú?

    Aspiró hondo, como si se ahogara y no pudiera tomar aliento. Quedó con la espalda pegada a la madera.

    —Sophia, ¿eres tú?

    Trató de serenarse.

    —Sí, mamá, sí...
    —Ven, hijita.

    Se miró al espejo de la consola. Estaba pálida y le temblaban los labios. Un deseo enorme de llorar la agitaba. El hecho de que él, precisamente él, la hubiera ofendido de aquel modo, la humillaba como jamás cosa alguna la había humillado. Si fuera Clint. Pero él, él que la tenía en vilo toda la tarde, bajo el poder inquietante de su mirada aguda y penetrante, que al posarse en ella parecía desnudarla...

    —Sophia, ¿no vienes?
    —Sí, mamá.

    Esbozó una sonrisa. Avanzó a través del pasillo y penetró en la habitación de su madre.

    —Hijita, cuánto has tardado hoy. ¿No hay forma de que des las clases a otra hora?
    —Es posible que haya perdido el empleo —dijo sentándose a contraluz, de forma que su madre no pudiera ver bien su rostro.
    —¿Y eso?
    —Creo que se van de vacaciones los niños a quienes doy clase. Mañana me lo dirán por teléfono.
    —¡Ah!
    —Pero no te preocupes. Pronto encontraré otro. ¿Y los niños?
    —Se han ido a la cama hace cosa de dos horas. Como se levantan temprano...
    —¿Comieron?
    —Sam lo ayudó. Este Sam es una bella persona, Sophia. Me parece que te ama.
    —¡Bah!
    —¿Qué le encuentras que no es de tu agrado?
    —Es que en esto del amor, mamá, no se puede decir nada. Uno encuentra personas —añadió tristemente— con todas las cualidades para ser amadas, y no las ama. Y luego encuentras seres indignos y se aman —pasó los dedos por la frente—. No se puede dictaminar con respecto al amor.
    —¿Amas a otro?
    —No, no.
    —Bueno, no te digo nada. Ya sabes que en los sentimientos de tu corazón no me gusta inmiscuirme.
    —Gracias, mamá.
    —Pero permíteme decirte que Sam es digno de ser amado.
    —Y lo amarán.
    —¿Tú... no?
    —No lo sé —y sin transición, poniéndose en pie, añadió—: ¿No es muy tarde?
    —Sí, creo que sí.
    —¿Necesitas algo, mamá?
    —Un vaso de agua.
    —Después me iré a la cama.
    —¡Si yo pudiera levantarme y ayudarte!
    —Pronto lo harás. ¿Qué tal el medicamento nuevo que tomas?
    —¡Bah! ¡No me va del todo mal!
    —Ya verás qué pronto puedes hacer tu vida de antes.
    —¡Si Dios te oyera!


    * * *

    Sabía dónde podía encontrarlo. Era fácil saberlo, tratándose de Clint. Empujó la puerta y quedó plantado en el umbral. Nadie se fijó en él. Muchos hombres de todas clases y esferas, traspasaban aquel umbral sin que nadie se fijara en ellos.

    En torno a una mesa vio a Clint. Tenía los naipes en la mano, una copa ante él y un cigarrillo colgando de la comisura izquierda.

    El aire era denso. Humo de los cigarrillos, olor a sudor, a personas mal lavadas, a lociones caras, a licores fuertes y habanos de potentados. Sintió asco. Era la segunda vez que entraba en un lugar semejante. La primera fue también buscando a Clint, cuando este, tras vender el garaje, desapareció para sus familiares. También aquella vez lo halló sobre un tapete verde.

    —Clint —llamó apostándose tras él.

    El joven dio un salto. Al ver a su hermano descargó un puñetazo sobre la mesa y rezongó:

    —¿Quién te dijo que estaba aquí?
    —Me lo imaginé. Vengo buscándote desde hace seis horas. Empieza a amanecer. ¿No te has cansado aún?

    Clint, empujó las cartas.

    —Mañana os pagaré —dijo a sus compañeros de juego—. Ya sé dónde encontrarlo.
    —No te olvides, Clint.
    —¿Cuándo me olvido yo de una deuda? —y desdeñoso retiró la silla y siguió a Law.

    Salieron ambos a la calle silenciosos y adustos.

    —¿Qué pasa? —preguntó Clint súbitamente.

    Law no parecía tener prisa por explicarse.

    —No comprendo —dijo— cómo puedes soportar ese ambiente tan cargado y maloliente.
    —No soy tan delicado como tú, Law, desembucha. ¿Qué pasa? ¿Ha muerto la abuela?
    —¡Clint...!

    Este se alzó de hombros.

    —Para la deuda que he adquirido sería sin duda una buena solución. ¿Cuánto crees que heredaré?
    —Al paso que vas, nada.
    —¡Hum!
    —¿Quién es la mujer que hace el papel de novia?

    Clint lanzó una carcajada.

    —¿Te interesa?
    —Te pregunto.
    —Bah, es mi novia. ¿Qué pasa?
    —No se llama Silvia Conway.

    Se cuadró ante él.

    —¿Y qué? Como quiera que se llame es mi novia, y a la abuela le gusta. Pretende deshacerme ese plan, y verás cómo no te sirve de nada con lady Baker —lo miró burlón—. Hasta otro momento, amigo.
    —Espera...
    —Ni hablar. Tengo deseos de andar.

    Y se lanzó calle abajo sin mirar hacia atrás.


    VII


    Se hallaban los tres de sobremesa. Lady Baker, impaciente, exclamó:

    —Aún no me has contestado, Clint. ¿Qué piensa hacer? Lawrence te ayudará. ¿No es así, Law? —este parecía abstraído. La dama continuó—: ¿Qué vas a esperar, Clint? Ya tienes edad para formar un hogar. Yo también te ayudaré, pero antes tendrás que casarte. —Como ambos jóvenes permanecieran silenciosos, lady Baker, sin percatarse de su abstracción, consiguió—: Ya le he dado orden a mi secretario para que prepare las invitaciones. Voy a ofrecer aquí, en The Mill una gran fiesta para presentar a Silvia como prometida oficial de Clint. ¿No os parece muy acertado?

    Clint salió de su abstracción y Lawrence descruzó las piernas con impaciencia y volvió a cruzarlas, Clint se puso en pie, nerviosamente dio algunas vueltas por la estancia, y al fin se detuvo frente a su abuela. Con voz alterada, que no pudo disimular, añadió:

    —No hemos decidido aún si nos casaríamos o no, abuela. Considero una imprudencia adelantar los acontecimientos.
    —Pero... —se asombró la dama— eso es absurdo. Dado como están las cosas, no creo que a estas alturas os volváis atrás.
    —No se trata de eso.
    —Entonces no sé de qué puede tratarse. ¿Tú qué dices, Law?

    Este se quitó el habano de la boca y lo contempló con cierta filosofía.

    —Yo creo que Clint tiene razón. Aún no está bien madurado este noviazgo.
    —Pero... ¿Qué dices? ¿No la ha traído aquí? ¿No ha comido con nosotros toda esta semana? ¿Acaso no es maravillosa?
    —No se trata de eso, abuela —adujo Clint bendiciendo a su hermano por apoyarle—. Es algo íntimo, entre los dos. Ni Silvia está segura de lo que piensa y siente. Es cuestión de sentimientos, ¿sabes?
    —No —se empeñó la dama en no comprender—. No sé. No te comprendo. No puedo comprenderte, porque creí que todo estaba resuelto y decidido. Y te digo —añadió definitivamente. Silvia es la mujer indicada para ti. Así que ya lo sabes.
    —Pero... es absurdo que me obligues a algo que aún no sé si me conviene.
    —Tú no tienes experiencia de la vida. No conoces a las mujeres, aunque hayas tenido trato con ellas. Yo sí, yo sé que Silvia es una muchacha excepcional y por esa razón tendrás que casarte con ella, a menos que desees vivir el resto de tu vida lejos de mí y de mi dinero.

    Clint se agitó inquieto. Miró a su hermano como pidiéndole ayuda, pero Law parecía muy lejos de allí.

    —Law —llamó—, ¿oyes a la abuela?
    —Sí.
    —¿Y qué dices?
    —No soy prometido de esa joven excepcional —murmuró—. Eres tú quién tiene que decidir. —Se puso en pie. Consultó el reloj—. Tengo que dejaros.
    —¿Vendrás a comer esta noche, Law?
    —No lo sé.
    —Clint irá a buscar a Silvia. Deseo preguntarle a ella si verdaderamente desea casarse con Clint.
    —Pero —protestó este— eso es forzar los acontecimientos.
    —Sé que te conviene esa joven. He decidido que sea tu esposa. ¿Vendrás, Law?
    —Tal vez no me quede al debate. Haré lo posible por venir.
    —Gracias, hijo.

    Salió Law y Clint fue a sentarse frente a su abuela. Trató de asirla una mano, pero la dama no se lo permitió.

    —Mientras no formalices tus relaciones, no me hables, Clint.
    —Escucha, abuela.
    —No tengo nada que escucharte. Traes a Silvia a comer todos los días, y ahora sales diciendo que aún no estás seguro de tus sentimientos. ¿Crees que se puede hacer eso con una joven decente?

    Clint estuvo a punto de decirle que no estaba muy seguro de la decencia de Silvia. Le faltó muy poco para decir que la encontró en la calle, que la ofreció dinero y ella aceptó sin saber realmente dónde se metía. Pero no lo dijo, porque de hacerlo hubiera sido él el más perjudicado.

    —Ve a buscar a Silvia. Deseo que meriende conmigo y después se quedará a comer. Tendrás que organizar algunos detalles, pues no desistí de ofrecer la fiesta.
    —Querida abuela...
    —Lo dicho, Clint. Puedes marchar ya.

    Clint dio una patada en el suelo y salió disparado. Pero no fue a buscar a Silvia. Necesitaba hablar con su hermano. No sabía aún lo que iba a decirle, pero era obvio que debía y necesitaba hablar con él.

    Lo alcanzó en el parque, cuando ya se disponía a soltar los frenos del auto.

    —Espera, Law.
    —Sube. Creí que te quedabas haciéndole un rato de compañía a la abuela.
    —¡Maldita sea! —rezongó Clint sentándose junto a su hermano—. No es mi intención organizar esa fiesta, pero...
    —Pero...

    El auto se deslizaba calle abajo en dirección al centro de la calle. Clint encendió un cigarrillo y fumó con rabia.

    —Clint, ¿qué te ocurre?
    —Por mil demonios.
    —Di, ¿qué pasa? ¿Es que no amas a Silvia? ¿O es que no es una joven digna de ti? ¿Acaso no es realmente una Conway?

    Clint dio un salto en el asiento. ¿Qué sabía en realidad su hermano de todo aquello? Reflexionó un instante. ¿Y si le dijera la verdad? No, se lo contaría a su abuela y hubiera sido peor el remedio que la enfermedad.

    Se mordió los labios. Notó que Law esperaba sus confidencias con mal disimulada ansiedad. ¿Qué le importaba a Law todo aquello?

    —Bueno —dijo Law ignorando que su hermano se había dado cuenta de lo que esperaba—, ¿qué hay de verdad en todo eso?
    —Déjame en el centro, Law.
    —¿Cómo?
    —Qué me dejes en el centro.
    —Pero..., ¿no deseabas decirme algo?
    —En absoluto. Por favor, detén el auto aquí.


    * * *

    Cogió Tony el auricular.

    —Diga.
    —¿Silvia?

    Tony abrió mucho los ojos.

    —Aquí no hay ninguna Silvia —dijo—. Se ha equivocado usted.

    Colgó. Sophia que trajinaba en la cocina, preguntó sin detenerse:

    —¿Quién era, Tony?
    —Un señor que preguntaba por Silvia. Le he dicho que se equivocó.

    Sophia soltó la escoba. Quedó suspensa, sin atreverse a salir de la cocina. Al rato dijo:

    —Tony, ve a buscar a tu hermana.
    —Está con la madre de Sam.
    —Es hora de que baje. Os daré la comida en seguida y os iréis a la escuela.

    Tony se alejó dócilmente. Sophia quedó ensimismada ante el teléfono. Al instante este sonó de nuevo.

    —Dígame.
    —¿Silvia?
    —Sí.
    —Antes marqué el mismo número y me dijeron que me había equivocado.
    —¿Qué desea?
    —Hablar con usted. Soy Clint.
    —Me lo imagino. Hemos terminado ese asunto, Clint —dijo cortante—. Ya no me presto más a la comedia.

    Al otro lado, Clint profirió una imprecación.

    —¿Ahora? ¿Cree usted que un embrollo semejante se puede arreglar solo con decir se acabó? Pues no, jovencita. Lo siento mucho, pero si dentro de dos horas no está usted en la plaza, me presentaré en su casa.
    —Óigame...

    La comunicación estaba cortada. Sophia apretó las sienes con ambas manos. La cosa se ponía desagradable. Ella empezó con aquel asunto por ganar dinero y después de oír a Lawrence Baker la noche anterior, ya no podría recibir más nada de ellos. ¿Quién se habían creído que era ella? Tenía a su madre enferma. Tenía que mantener a dos chiquillos y carecía de dinero. No había hecho nada deshonroso por ganarlo. Prestarse a un vulgar y absurdo engaño, eso únicamente, y no obstante, lord Baker la consideraba una cualquiera y la invitaba a pasar con él unas horas. Era humillante y vil y canallesco.

    Lloró desconsoladamente en la cocina. Si no salía a reunirse con Clint, este era muy capaz de presentarse en su casa y se lo contaría todo a su madre, a Sam y a sus hermanos. Aquellas personas privilegiadas del dinero eran, la mayoría de ellas seres sin conciencia. Creían que el dinero lo conseguía todo. Ellos serían muy aristócratas y muy poderosos, pero carecían de sentimientos. No la abuela. Esa era una gran dama, una mujer cariñosa y comprensiva; pero ellos, los dos hermanos...

    —Sophia...
    —¿Qué dices, mamá?
    —Es que no te siento, hijita.
    —Estoy leyendo.
    —¿Quién llamó por teléfono?
    —Se equivocaron.
    —¡Ah!
    —Te llevaré el almuerzo en seguida, mamá.
    —No tengas prisa, hijita.

    Se lo llevó antes de que bajaran sus hermanos de casa de Sam. Y aprovechó para decirla que iba a salir.

    —¿No has dicho que no volvías a dar esas clases?
    —Pero creo que tengo que volver.
    —Lo siento. Es a una hora poco grata.
    —Creo que terminaré uno de estos días.
    —Mejor para todos. Yo creo que si le hicieras caso a Sam...
    —¿Otra vez, mamá?

    La enferma, suspiró.

    —Es que así quedaba todo en casa. Nos arreglaríamos bien todos.
    —¿Y mis sentimientos?
    —Sí, es verdad. Olvida lo que te he dicho.
    —Les daré de almorzar a los niños y me iré.
    —Está bien.
    —Si tardo en volver, que Tony prepare la comida. Solo tiene que servirla. La dejo en el horno.
    —Está bien, está bien. Marcha tranquila.

    No se fue tranquila, por supuesto, pero sí se fue decidida a terminar aquel lío aquel mismo día. ¿Y si le hablara claro a lady Baker? Tal vez ella no despreciara su proceder. Después de todo, solo hizo ganar dinero. No fue para caprichos, sino para su madre enferma y sus hermanos demasiado jóvenes. Ella nunca trató de engañar a nadie. El destino la empujó. Sí, hablaría con ella tan pronto Clint la dejara sola. Le contaría la verdad. Eso haría. Y así acabaría de una vez con aquella pesadilla.

    Atravesó las calles del barrio comercial antiguo y se adentró en la plaza. La recorrió de un lado a otro buscado con los ojos a Clint. Al fin lo vio al otro extremo, fumando un cigarrillo, tranquilamente sentado en un banco, con una pierna cruzada sobre otra. No lejos de él se hallaba aparcado un coche último modelo. Sonrió desdeñosa. Unos teniéndolo todo y otros nada. ¿Es que la vida era así hecha por Dios, o la cambiaron los seres humanos?


    * * *

    Al verla no se movió. Mal educado quedó sentado como si acabara de llegar un compañero y no una mujer. Sophia se mordió los labios.

    —Toma asiento —dijo él—, aún es pronto.

    Se sentó con un suspiro de rabia.

    Clint no se molestó en mirarla. Sabía que era muy guapa, pero a él la belleza femenina le tenía sin cuidado, siempre que de esta no pudiera conseguir nada.

    —Mi abuela dice que es usted una joven excepcional.

    No respondió. Clint, desdeñoso, siguió diciendo:

    —Yo creo que exagera mi abuela. Me pregunto qué diría si conociera la verdad.

    Sophia pensó: «Pienso decírselo hoy, pero tú no lo sabrás hasta después».

    —Tal vez —dijo en voz alta— no le beneficie a usted esa verdad.
    —Es lo que yo me pregunto. ¿Le digo la verdad o continúo la comedia?

    Se echó a reír. Con cachaza prosiguió:

    —Se me antoja que mi hermano sabe algo.

    A Sophia se le cubrió el rostro de rubor. No contestó. Continuó silenciosa con la vista fija en sus zapatos.

    —Law es un tipo listo. Conoce pronto a las mujeres. Tal vez la haya conocido a usted. Bueno, a mí no me importa. Aquí lo esencial es que no me coja los dedos. Y voy a ponerlos a buen recaudo.
    —¿Y qué piensa hacer para evitarlo?
    —Pagarle a usted el doble de lo acordado y precipitar el final.
    —¿Cómo?
    —Mi abuela quiere dar una fiesta en su honor —soltó la carcajada—. Pretende que la presente a nuestros amigos como mi prometida.
    —¿Y bien?
    —¿Cómo y bien? Eso solo puede evitarlo usted.
    —Me pregunto de qué modo.
    —Diciendo esta tarde a mi abuela que no me ama, que no está segura de poder hacerme feliz y de que yo la haga a usted.

    Tuvo deseos de exasperarlo. No por él, sino por el otro. Pues este se comportaba groseramente porque era así y no sabía comportarse mejor. Pero el otro, que se las daba de caballero y a quien todos lo consideraban así... y con ella se portó como un canalla.

    —¿Y si no quiero hacer eso?

    Clint dio un salto en el banco de madera.

    —¿Qué dice?
    —Suponga —dijo Sophia mansamente— que me interesa continuar ganando dinero, o bien casarme con usted, porque usted me conviene para mis fines. ¿Qué haría usted para evitarlo?

    Rojo por la indignación, Clint se puso en pie, se inclinó hacia ella, que lo miraba tranquilamente, gozándose en el daño que le estaba causando, y dijo como si silbara las palabras entre los dientes:

    —Si refiriera a mi abuela en las circunstancias que la conocí, estoy seguro que la despreciaría para siempre.
    —Posiblemente se equivoque. ¿En qué circunstancias me conoció usted? ¿Lo recuerda? ¿Lo solicité yo? ¿Le pedí algo? Yo caminaba por ahí, sumida en mis pensamientos, no lo había visto a usted ni me interesaba nada. Usted ignora lo que me ocurría, el momento por el cual pasaba, y su dinero me interesaba en aquel instante y aún hoy. Fue usted, a pesar de todo, el que me rogó le escuchara su problema y me pidió ansiosamente le ayudara a solucionarlo.
    —Es usted —gritó Clint desesperado— una lagartona. Una caza inocentes.
    —No se precipite —replicó Sophia indiferente a los injustos insultos—. No deseo seguir esta farsa y menos cazarle a usted de ningún modo. Solo deseo —y esto lo recalcó— que no me confundan usted y su hermano. No soy una Conway ni deseo serlo. Pero soy una mujer decente y eso lo reconocerá usted y su ilustre hermano un día u otro. Ahora puede llevarme ante su abuela.
    —¿Qué piensa decirla a esta?
    —¿No dice usted que me dará el dinero si represento el acto final?
    —Por supuesto.

    Se puso en pie. Clint, un tanto impresionado por su mayestática arrogancia, la imitó a su pesar.

    —Si la ofendí, perdóneme.

    Sophia no respondió. Indiferente caminaba hacia el auto, delante de él. Clint apresuró el paso y se situó junto a ella.

    —Silvia...
    —No me llame Silvia. Y cuando pregunte a mi casa por mí, procure no dar ese nombre.
    —¿Quién contestó al teléfono? Era la voz de un niño.

    Sophia no contestó.

    —¿Cómo se llama usted? —preguntó Clint impaciente.

    Tampoco contestó la joven.

    —Dígame, ¿quién es usted? ¿Y por qué necesita el dinero? ¿Por qué representó usted esta comedia? ¿Por qué se prestó a ella si es una joven decente?
    —Deje de hacer preguntas. ¿De qué le servirán mis respuestas si tal vez no volvamos a vernos jamás?
    —Es que de pronto me intriga usted. ¿Por qué se refirió a mi hermano? ¿Qué le dijo este?

    Sophia alzó los hombros.

    —Vamos, ponga el auto en marcha.
    —¿Qué piensa decirle a mi abuela?
    —¿No es usted quién hablará?
    —Pero usted tiene que confirmar mis palabras.
    —Bien, eso haré.
    —¿No me juzgará una mala pasada?
    —Según el cariz que tome esto. Yo estoy dispuesta a solucionarlo...
    —Dígame al menos cómo se llama.
    —¿Por qué?
    —De pronto siento verdadera curiosidad.
    —Yo ninguna. Por favor, ponga el auto en marcha.

    Clint, como sugestionado, así lo hizo. Sophia recostó la cabeza en el respaldo y quedó ensimismada mirando al frente. Clint no se atrevió a importunarla.


    * * *

    —Querida Silvia —susurró lady Baker alegremente—, ya creí que no venías.
    —¿Y por qué no iba a hacerlo, milady?
    —Llámame abuela.
    —Aún no nos hemos casado, abuela —dijo Clint.

    La dama lo miró.

    —Tú ve a dar un paseo. Déjanos solas a Silvia y a mí. Tenemos que ultimar los detalles.

    Clint palideció. Estuvo tentado de confesar en aquel instante la verdad de todo, pero vio en los ojos de la joven cierta prudencia. Dio un paso atrás y dijo suavemente:

    —Silvia, confío en ti.

    La joven hizo un gesto con la cabeza, como diciendo: «Puedes confiar».

    Salió Clint y lady Baker arrastró la butaca hasta aproximarla a la de la joven y cuchicheó:

    —Está loco por ti, pero no desea casarse. Intuyo que le aterra el momento.
    —Escuche, milady...
    —Llámame abuela.
    —Es que... deseo hablar con usted.
    —Ya estamos hablando, querida.
    —Se trata de algo muy importante.
    —Te aseguro que ya lo sé.
    —¿Lo sabe?

    La dama puso expresión complacida.

    —Lo mucho que amas a Clint.
    —Es que...
    —Pienso dar una fiesta.
    —Le digo que es imposible.
    —Será deslumbradora. Acudirá todo el Nueva York elegante. Te presentaré como la prometida de Clint. Ya verás... Será muy interesante.
    —Milady...
    —Llámame abuela.
    —Es que tengo que decirla que hay un error en todo esto.
    —Sí... —rio la dama—. En todo hay errores. Pero eso no debe preocuparte.
    —Es que...
    —¿Me ayudarás a hacer las invitaciones?

    Sophia se dio cuenta de que la dama no deseaba escucharla. ¿Por qué razón? Se puso en pie.

    —¿A dónde vas?
    —Necesito hablar con Clint.
    —¿Para ultimar los detalles?
    —Para..., para... —se sofocó. Delante de ella tenía a Law, que entraba en aquel instante. Enrojeció, palideció y quedó envarada en medio de la estancia, como una estatua.

    Law atravesó esta y exclamó:

    —Querida Silvia. ¿Ya te dijo la abuela que desea precipitar los acontecimientos?

    Silvia no respondió. Dio un paso al frente y salió del salón a paso ligero. La dama se desconcertó.

    —¿Qué le pasa, Law?
    —No lo sé —rio este—. No hay que hacer mucho caso de la juventud.
    —Ve a buscarla.
    —Ella va al encuentro de su novio, abuela.
    —Te digo que vayas a buscarla.
    —Está bien, está bien...

    Y salió tras la joven.


    VIII


    Clint no se veía por parte alguna. En cambio Silvia se hallaba en la mitad del parque y caminaba presurosa hacia la cancela. Lawrence salvó en tres saltos la escalinata y atravesó el parque a paso ligero.

    —Silvia —llamó.

    La joven no se detuvo.

    —Silvia —llamó de nuevo Law.

    Sophia se detuvo, se volvió, y sus bellos ojos verdes se clavaron en el varonil rostro de Law con expresión llameante.

    —¿Desea ofenderme de nuevo? —susurró queda e intensamente—. Pues no se lo consentiré. Ni a usted ni a su hermano. La comedia termina aquí. ¿Qué le parece el final?

    Law se serenó rápidamente. Emparejó con ella y caminó a su lado en dirección a la cancela.

    —Me parece ridículo, permítame que se lo diga.
    —No es preciso.
    —¿Lo sabía usted?
    —¡Bah!
    —Oiga, usted puede pensar y sentir lo que quiera. No pienso discutírselo. Tampoco me interesa lo que piensa y haga Clint; pero sí me interesa enormemente mi abuela y no estoy dispuesto a consentir que ella sufra. Así, pues, dé usted la vuelta y venga conmigo.
    —¿A soportar el suplicio de sus burlas y el cariño de la dama?
    —No se haga la santa. Sé muy bien cómo son ustedes.
    —¿Ustedes? —lo miró retadora—. ¿Quiénes?
    —Las mujeres de su calaña.

    Sophia aspiró hondo. Por lo visto aquel hombre se había empeñado en humillarla y era igual que tratara de desaparecer, demostrando con ello que el juego había terminado y que no estaba dispuesto a hacer daño a la anciana.

    —Vamos —insistió Law asiéndola del brazo.

    Fue como si pincharan a la joven. Se desprendió de un fuerte tirón y quedó jadeante ante él.

    —¿Por quién me ha tomado?

    Law esbozó una irónica sonrisa.

    —Por quien es, ni más ni menos —dijo fríamente—. Pero aun así... cuando cese su contrato con mi hermano, pienso contratarla yo. No para fines secundarios. Mi hermano —añadió desdeñoso— es un muchacho desapasionado, a pesar de su vida desordenada. Yo soy distinto. Yo la contrato para amarla una temporada. Todo el tiempo que la desee a usted, y no me avergüenza decir que la deseo intensamente.
    —¿Recuerda la última vez que nos vimos?
    —¡Oh, sí! —admitió indiferente—. Fue ayer. Me propinó usted una bofetada. No me inquieta. Sé cómo reaccionan las mujeres que quieren pasar por decentes.

    Sophia sintió fuego en la cara. Pero no era aquel momento ni ocasión para demostrar lo que era realmente. Con voz helada dijo:

    —Voy a decirle algo importante, lord Baker. Si hubiera un solo hombre en el mundo y ese fuera usted, yo renegaba de los hombres.
    —Bueno, eso lo dicen todas al principio.

    En aquel instante Clint apareció en lo alto de la terraza. Al verlos a ellos en mitad del parque, dio un salto y atravesó este casi corriendo.

    —¿Qué ocurre, Silvia?

    Esta los midió a los dos con la mirada.

    —La comedia ha terminado —dijo—. Ni yo me llamo Silvia, ni usted es mi prometido. Dígale a su hermano la verdad de lo ocurrido y déjenme vivir en paz.
    —Silvia..., no puedes hacer eso. Mi abuela te reclama.
    —Ya lo sé. Vaya usted y dígale que todo fue una comedia para no perder la herencia. Dígale que yo necesitaba dinero y lo gané de ese modo. —Casi lloraba. Los dos hermanos la miraban boquiabiertos—. Lo siento. Le he tomado cariño a la anciana. Solo eso me duele. Que ella también me lo tomó a mí. Pero no me casaría con ninguno de ustedes por nada del mundo, cuanto más ser su amante —miró a Law que, aturdido, no supo dónde poner los ojos—. Ni su amante —repito—. Y ahora... adiós.

    Clint miró a Law con desaprobación.

    —¿Qué hiciste? —gritó.
    —Clint, ella se escapa.
    —Ahora lo que me interesa es lo que tú le dijiste. Di, ¿qué has hecho?
    —Bueno, no pensarás que yo iba a creerme el cuento de la prometida. No hice más que hacerla una proposición.

    Clint, desesperado, lo asió por las solapas. Law se desprendió con ademán elegante.

    —No hagas un drama de algo tan vulgar —dijo—. Yo le explicaré a la abuela lo ocurrido y aquí no pasó nada.

    Clint se agitó.

    —¿Y mi dinero? ¿Qué crees tú que dirá la abuela cuando se entere? Además, ¿no has notado que le torno verdadero afecto a Silvia?
    —¿Cuál es su verdadero nombre?

    Clint se alzó de hombros.

    —Yo qué sé —con desgana refirió lo ocurrido—. Ella aceptó. No hizo muchos espavientos ni le vi grandes escrúpulos. Aceptó y yo le di los primeros quinientos dólares. Eso es todo. No sé nada de ella, excepto su teléfono.
    —Dámelo. A cambio de ese número te prometo que lo arreglo todo con la abuela.
    —Sé muy bien lo que dirá la abuela cuando se entere. Me llamará embustero, sinvergüenza, canalla, aprovechado y otros adjetivos. No, no habrá cambio. Lo que haré será convencer a Silvia.
    —No seas absurdo. Ella no volverá aquí aunque la cubran de oro.

    Clint se le quedó mirando suspenso.

    —¿Es que la amas? —preguntó asombrado.

    Law se echó a reír nerviosamente.

    —No digas necedades. Me gusta, eso es todo, y creo que será presa fácil. Yo no soy hombre de aventuras, pero...
    —A esa muchacha la deseas como un loco.
    —Bueno, eso queda de mi cuenta. Tú dame el número de teléfono y yo doy palabra de arreglar el asunto con la abuela.

    En aquel instante se presentó ante ellos un criado.

    —Milady los espera en el salón.
    —¿A los dos?
    —A milord y a míster Baker.
    —Vamos, Clint.
    —¿Yo? No lo esperes.

    Law lo asió por el brazo y exclamó furioso:

    —Tú te has metido en el lío; saldrás de él mal que te pese. Vamos.


    * * *

    Lady Baker se hallaba hundida en su sillón de orejas y tenía el bastón entre los dedos, de modo que lo agitaba sin cesar. Sus ojos inquietos miraban primero a uno, después a otro de sus nietos. Law, tan elegante e indiferente como siempre, parecía muy tranquilo, fumando su grueso y largo habano. Por el contrario, Clint fumaba un cigarrillo, lo mordisqueaba, lo sacaba de la boca y lo volvía a meter casi simultáneamente.

    —He observado —empezó la dama recuperando su sangre fría— que Silvia odia a Law. ¿Por qué razón? Verlo aparecer y crisparse su cuerpo, es todo uno. ¿Qué razón hay para ello, Law?

    Este jamás imaginó que su abuela empezara el debate por allí. Trató de esbozar una desdeñosa sonrisa, que en otras ocasiones le daba buen resultado, pero aquella vez no le sirvió de nada, puesto que la dama insistió:

    —¿Qué le has hecho a Silvia?
    —Abuela, es absurdo que creas...
    —No es lo que crea, Law —dijo la dama sin alterarse lo más mínimo, muy dueña de sí—. Es lo que he visto, lo he oído, lo he presenciado. Y tú —gritó mirando brevemente a su nieto menor— estate quieto. Pareces medio loco. Deja ese cigarrillo en paz.
    —Abuela...
    —Luego me meteré contigo —miró de nuevo a Law—. Explícate, lord Baker. Yo te consideraba un caballero.
    —¡Abuela!
    —Y observo que eres un joven dominado por tus deseos, como los demás.
    —¡Abuela!
    —Y ya no pretendo censurar a Clint, puesto que toda su vida fue imbécil. Pero tú...
    —¡Abuela! —protestó Clint.
    —¡Tú te callas! —gritó la dama sin mirarlo—. Ya te he dicho que luego empezaré contigo.

    Law dejó su postura indolente y fue a sentarse frente a su abuela. Esta gritó fríamente:

    —En pie, Law.
    —Pero...
    —En pie. Mientras yo no os dé permiso, quiero veros a los dos en pie. Quiero saber, además, qué le has hecho a Silvia —lo señaló con el dedo—. Tú, tú, no Clint.
    —Cuéntale la verdad de todo, Clint —dijo de pronto Law quieta y pausadamente.

    El respeto que siempre profesaron los dos a la dama, se puso de manifiesto en aquel instante. Se miraron inquietos, pero esto a lady Baker no la inmutó en absoluto.

    —No necesito saber nada —dijo enérgicamente—. Nada con respecto a Sophia Wood. Sé más de ella que vosotros dos. Apuesto a que ni siquiera conocéis su nombre.

    Law y Clint se inclinaron los dos a la vez hacia adelante y miraron a la dama como si esta fuera un objeto raro.

    —Abuela..., ¿qué dices?
    —Que tengo un secretario y que no pensaréis que soy tan estúpida como para creerme vuestras patrañas sin cerciorarme antes. Que, por desgracia o por suerte, en las familias Conway no existen mujeres.
    —Eso —saltó Law— también lo supe yo.

    La dama lo miró con expresión helada.

    —Me lo imagino. Y como estás tan alto —ironizó—, no te detuviste a pensar que la joven merecía el mismo respeto. Era una farsante, ¿no es eso? No pensaste que podía necesitar dinero. No pensaste asimismo que era una joven decente, hija de familia con deberes sagrados que cumplir, con... ¿Verdad que no has pensado nada de eso, Law? La encontraste bonita. Sabías que tu hermano no la amaba, porque este —y señaló con el dedo sin mirarlo— es incapaz de amar a nadie, excepto sus naipes y sus amigotes. Y te lanzaste a la conquista. Viste, o creíste ver, una presa fácil y, ni corto ni perezoso, aprovechaste el día de ayer para ofenderla. ¿Qué clase de ofensa has elegido?
    —Escucha, abuela...
    —Lo tengo decidido ya, Law. O pides perdón a Sophia Wood, o de lo contrario las puertas de The Mill se cierran para ti. En cuanto a Clint hará el favor de ponerse a trabajar, porque todo mi capital pienso invertirlo en un colegio donde educarán a jóvenes como él, que no han sabido aprovechar la enseñanza de sus padres y han quedado solos en el arroyo.
    —No puedes hacer eso conmigo.
    —Y aún más, Clint. Y esta vez no pienses que me apiadaré. Si no te casas antes de un mes...
    —¿Con... Sophia?

    Lady Baker esbozó una burlona sonrisa.

    —Jamás ninguno de los dos podréis llegar a conseguir la mano de esa joven.
    —Por lo visto tú la conoces muy bien.
    —No soy tan absurda como vosotros. Desde el primer instante comprendí que le costaba un ímprobo esfuerzo representar un papel que no le pertenecía. Hice mis averiguaciones y he sabido toda la verdad. Y lo que no he sabido me lo imaginé. Supongo la forma en que Clint le habrá hecho la proposición, y ella, que necesitaba dinero para cuidar a su madre enferma y a sus hermanos menores, se habrá prestado a ello pidiendo perdón a Dios por el engaño que me ibais a hacer. Pero os habéis olvidado de que vuestra abuela nunca fue tan imbécil como vosotros.
    —¡Abuela! —exclamó Law—. Yo no sabía nada del engaño.
    —Pero lo imaginaste inmediatamente.
    —Eso sí.
    —Y no te detuviste a pensar que la joven podía ser decente.
    —No lo imaginé, dado cómo se prestaba a suplantar un nombre que no la pertenecía.
    —¿No has pensado en las causas que podían haberla empujado a ello?
    —No las admito.
    —Claro, el reyezuelo. Pues siento comunicarte, hijo mío, que desde mañana Sophia Wood ocupará a mi lado el empleo de señorita de compañía.

    Clint dio un salto quedando plantado frente a la dama. Law engulló saliva y se quedó mirando a su abuela como si esta fuera un bicho raro.

    —¿Qué dices, abuela? —gritó Clint—. No pretenderás... hacemos esa humillación.
    —No pretendo humillaros. Pretendo únicamente ayudar a una joven desamparada. Hoy mismo irá Law a hacerle la proposición.

    Lawrence aflojó el nudo de la corbata.

    —¿Pretendes que yo...?

    Es eso. Pretendo también que le des tus disculpas y la convenzas para que venga a mi lado. Yo la hablaré... Tú solo necesitas decirla que yo lo sé todo y que estoy dispuesta a reparar el mal que entre todos la hemos causado.

    Clint se alteró.

    —Si no hemos causado mal alguno. Le he pagado religiosamente. Por tanto...
    —¿Qué significa para ti la moralidad de una persona, Clint?
    —Bueno, no creo...
    —Di, ¿qué significa para ti la moral?
    —Yo te aseguro que jamás le falté al respeto.
    —Eso me gustaría verlo. Sé muy bien lo que sois todos los hombres. Sophia es una chica bellísima, magnífica, y vosotros sois hombres. Lo que sintió Law lo sé, lo que sientes tú me lo imagino. —Miró de nuevo a Law—. Ya lo sabes, milord.
    —No pretenderás que yo me rebaje.
    —Solo deseo que te comportes como un caballero.
    —Abuela...
    —Law, ya lo sabes. Mientras no me traigas aquí a Sophia... no te recibiré en The Mill. Y tú, Clint, ya puedes hacer tu maleta y lanzarte por el mundo en busca de mujer.
    —Pero...
    —Ya lo sabes. —Enérgicamente pulsó el timbre. Al instante se presentó una doncella—. Prepare la maleta de míster Baker.

    Dicho lo cual se puso en pie y salió de la estancia apoyada en su bastón de ébano.


    * * *

    El auto se deslizaba carretera adelante. Lawrence conducía. Llevaba las cejas casi juntas y un rictus de rabia en la cuadrada boca. Clint a su lado, fumaba nerviosamente y de vez en cuando mascullaba una maldición.

    —Por lo visto —rezongó— la abuela lo sabía todo desde un principio.
    —Lo raro —rezongó Law— se que yo no lo hubiese comprendido así. Y lo que más me humilla —añadió mirando a su hermano desdeñoso— es que me compare contigo.
    —¿Qué dices?
    —Contigo —repitió—, que eres un estúpido, sin una gota de sentido común.
    —No me torees, Law.
    —Todo este por tu culpa. ¿Quién te mandó elegir una mujer como esa para superchería semejante?
    —¿Y quién te mando a ti mirarla con malos ojos?
    —Tienta el demonio —gritó—. ¿O es que crees que soy ciego?
    —Sophia jamás ha tentado a nadie. Es lo mejor que tiene. Su modestia.
    —Cuanto más modesta pretenda ser una mujer, más la desea un hombre.
    —Law, estás enamorado de ella.
    —¿Qué dices? ¿Eres absurdo? ¿Enamorado yo de una joven semejante?
    —Sí. Menos mal que yo estoy curado de espanto. —Y sin transición añadió—: Oye, Law, ¿no puedes ayudarme?
    —¿Ayudarte? ¿En qué?
    —Dame algún dinero. Yo no puedo marchar así... sin un centavo.
    —No te vayas.
    —¿Cómo?
    —Trabaja conmigo. Hazte un hombre. Es vergonzoso que aún te dejes castigar por la abuela como si fueras un crío. Te ofrezco mi piso. Te doy una última oportunidad.
    —¡Trabajar!
    —Trabajar, sí, ¿por qué no? Eres un buen administrador.
    —Law —gritó—, no me obligues a jugar con dinero, porque te arruino en dos días.
    —De que no me arruines me encargo yo.
    —Oye, Law, no me quieras tan mal. Dame un cheque. Te prometo que no te molestaré más.
    —Ya. Hasta que lo termines. No. No te daré ni un centavo, ni siquiera para el billete de aquí a Las Vegas. Te doy un empleo. Ya lo sabes. Piénsalo.
    —Jugaré el mechero —decidió Clint—. Es el único objeto de oro que me queda. Si gano habré conseguido el billete para Las Vegas. Si pierdo me quedo a tu lado.
    —Eres un mentecato.
    —Dime, ¿qué piensas hacer tú? ¿Irás a buscar a Sophia Wood?
    —Tengo que pensarlo.
    —Si no lo haces así —ironizó— lady Baker no te recibirá en su casa.
    —Tal vez no necesite que me reciba.
    —Si algo amas tú en la vida, respetas y admiras, es a nuestra abuela. Law. Ya te veo casi de rodillas ante esa soberbia y bonita joven, que tiene que engañar a la gente para mantener a su madre y a sus hermanos. ¿No te parece una obra melodramática?
    —Cállate.
    —Te revienta ir, ¿eh?
    —He dicho que te calles.
    —Está bien. Déjame aquí.
    —¿Has decidido?
    —Sí, me jugaré el mechero.

    Lawrence detuvo el auto y Clint bajó con el maletín en la mano.

    —Adiós, Law. Te veo de rodillas...

    Lord Baker, malhumorado, puso el auto en marcha y cruzó ante su hermano como un meteoro. Pasó el día en su piso, furioso y desasosegado. A media tarde su ayuda de cámara le dijo que lady Baker deseaba hablar con él.

    Corrió al teléfono.

    —¿Qué ha decidido el loco de tu hermano?
    —Jugarse el mechero.
    —¿El qué?
    —El mechero de oro, abuela. El que tú le regalaste cuando terminó el servicio militar.
    —Dios nos asista.
    —Con el producto del juego, si es que gana, se irá a Las Vegas.
    —Y eso a ti te divierte.
    —Te equivocas. Me da mucha pena. Espero que Clint siente la cabeza algún día. Tal vez pierda en el juego y venga a pedirme ayuda.
    —Te prohíbo que se la des.
    —Según.
    —Law..., ¿es que lo que yo te diga ya no significa nada para ti?
    —Pareces olvidar que es mi hermano.
    —Y tú pareces olvidar que nos jugó unos cuantos millones.
    —De todo se cansa uno. ¿Deseas algo más de mí, abuela?
    —Sí. Saber qué has decidido con respecto a Sophia.
    —No me interesa esa joven.

    Y era verdad. Al menos así lo creía. Casi estaba por asegurar que la odiaba por todo el lío familiar que había provocado. Se mordió los labios y esperó las palabras de la dama.

    —Law, si no vas a buscarla y me la traes aquí, nunca... jamás te recibiré en The Mill.
    —¿Qué te dio esa joven para que la aprecies tanto?
    —Humildad.
    —A mí no me parece humilde.
    —Tú, Law, no sabes comprender a las personas. Estás tan alto que te molesta descender para mirar un poco detenidamente al género humano inferior a ti.
    —Me ofendes.
    —Sé muy bien lo que me digo. Buenas noches, Law.

    Y cortó sin esperar respuesta.

    Lord Baker, en aquel momento no pensaba en su título no en su dinero, sino en la forma de visitar a Sophia y convencerla. Se vistió ante el espejo y de vez en cuando mascullaba un juramento.

    Se disponía a salir cuando Clint entró en el piso. Venía cabizbajo, desmoralizado, pálido y con el maletín en la mano.

    —Clint...
    —¿Sigue en pie tu oferta?
    —Naturalmente.
    —Pues me quedo.
    —Has perdido el mechero.
    —Y firmé un pagaré que tendrás que pagar tú mañana.
    —¡Clint...!
    —No grites tanto. No estoy sordo. Además tengo sueño y estoy cansado y desmoralizado y hecho polvo.
    —Pasa, acuéstate y ya hablaremos mañana.


    IX


    —Este trabajo es muy monótono, Law —dijo Clint por centésima vez aquella mañana—. ¿No puedes ocuparme en algo mejor?

    Lawrence no contestó. Del hombre de la calle, la tertulia y hasta la familia, al director gerente de la empresa, había un abismo. El hombre que se sentaba allí, tras la enorme mesa de despacho, rodeado de teléfonos, dictáfonos y secretarias, era diametralmente opuesto al que discutía días antes con lady Baker. Clint, que lo miraba con la ceja alzada, se preguntaba si aquel era realmente su hermano. Sonrió sarcástico.

    —Oye, Law —insistió—, ¿de veras tengo que volver al archivo?
    —No me molestes, Clint. Tienes que volver al archivo y no salir de allí hasta el final de la jornada.
    —Pero es absurdo...
    —¿Quieres dejar de hacer comentarios?
    —Está bien —gruñó—. Posiblemente me canse hoy mismo.

    Law no contestó. Tenía muchos asuntos y poco tiempo disponible. Desde hacía una semana llevaba oyendo a Clint las mismas protestas.

    —¿Fuiste a ver a la abuela?
    —No.
    —¿Ni a buscar a Sophia Wood?

    Law hizo un gesto vago con la mano.

    —Por supuesto que no —dijo—. ¿Quieres dejarme en paz, Clint?

    Este giró en redondo y se perdió en su oficina. Law terminó de firmar cartas, atendió algunas llamadas telefónicas, leyó la correspondencia del día y después se puso en pie y salió de su despacho.

    Eran las once de la mañana y se sentía desconcertado. No había vuelto a ver a Pier Debenham. Fue algo aquello que empezó al azar y terminó del mismo modo. Se sentía cansado y hastiado de todo, y la culpa la tenía el incidente ocurrido con la abuela. Él adoraba a su abuela y el hecho de que le pusiera una condición para volver a su casa, le producía amargura y humillación. ¿Qué le había dado aquella joven a lady Baker para comportarse esta de aquel modo? Porque, indudablemente, pese a lo que creyera su abuela, aquella muchacha era una aventurera. De no serlo, ¿por qué se prestaba a representar una comedia solo por dinero? Porque si fuera por amor... aún tendría una disculpa. Pero era obvio que ella no amaba a Clint.

    Subió al auto y lo puso en marcha. Hacía justamente una semana que no visitaba a su abuela, y lo curioso era que esta no lo llamaba. ¿Desheredaría a Clint en verdad? Clint protestaba, pero se estaba portando como un hombre. Tal vez esto le sirviera para sentar la cabeza.

    Se alzó de hombros. Pensó: «Uno tiene mucho dinero, todas las necesidades cubiertas, los placeres de la vida le son brindados sin limitación, y, no obstante, no es feliz. Ese tipo soy yo. ¿Qué me ocurre? Hasta me parece que perdí personalidad».

    —Hum —gruñó—. ¿Y si fuera a casa de esa joven? Me gustaría..., me gustaría... Demonio, parece que voy a engañarme a mí mismo. Me gustaría verla de nuevo. Ver sus ojos que iluminan al mirar y su boca que...

    Apretó las manos en el volante.

    —Soy un impresionable —gruñó—. Y lo curioso es que jamás lo fui hasta ahora. O al menos no me consideré así.

    El auto se deslizaba calle abajo, se perdía en otras y terminó por adentrarse en un barrio comercial.

    —Demonio —exclamó—, ¿a dónde vine a parar? —detuvo el auto ante una casa de sencillo aspecto y hundió la mano en el bolsillo de la americana—. Aquí está —dijo extrayendo un papel.

    Lo leyó con el ceño fruncido.

    —Bueno —murmuró—. Puesto que estoy aquí, voy a subir.

    Aparcó el auto en una esquina de la calle y descendió. Atravesó la calzada y se perdió en el angosto portal.

    ¿Qué iba a decirla? No lo sabía. Tal vez sin darse cuenta la insultaría de nuevo. Sonrió desdeñoso. Su abuela deseaba que aquella joven volviera a su lado como empleada. ¿Por qué? ¿Qué deseaba hacer por ella? Se alzó de hombros. Llamó a la puerta. Tardaron en abrir. Oyó pasos débiles y de pronto la puerta se abrió.

    Un muchacho espigado, de negros ojos, se le quedó mirando largamente. Se notaba que no estaba habituado a recibir personas tan elegantes como aquel señor.

    —¿Qué desea? —preguntó cortésmente.
    —¿Sophia Wood?

    El niño no tuvo tiempo de responder.

    —¿Quién es, Tony?
    —Un señor, mamá, que pregunta por Sophia.
    —Hazle pasar.


    * * *

    —Pase usted —dijo Tony sin temor alguno—. Mamá acaba de levantarse —y bajo añadió—: Es la primera vez que se levanta en todo el invierno, ¿sabe usted?

    Se sintió menguado, pero no supo definir las causas. Tony le señaló el camino.

    —Pase, por aquí.

    La casa era humilde y apenas si había muebles en ella. Law sintió cierta angustia. ¿A qué había ido allí en realidad? A ver a Sophia. A verla una vez más, tal vez para hacerla una proposición vergonzosa, pues después de decirla que su abuela deseaba verla, quizá añadiría: «Y yo también». Y en aquel «yo también», hubiera habido un insulto.

    Penetró en una pieza triangular siguiendo al niño. En aquella pieza solo había dos sillones deshilachados, una silla y al fondo un sofá, en cuyo asiento descolorido, descansaba una dama de digno porte, escuálida y muy pálida.

    —Señora...
    —Soy la madre de Sophia, caballero —dijo aquella señora con voz quebrada.

    Law se mordió los labios. A decir verdad, se sentía avergonzado.

    —Verá, es que yo venía a buscar a su hija en nombre de una dama que desea ayudarla.
    —Tome asiento —ofreció la enferma—. Acabo de levantarme por primera vez en muchos meses. Mi pobre hija me atendía, pero ahora se colocó definitivamente y no hay quien atienda a los niños. Tengo otra niña más chiquita que este.
    —¿Y no podré ver a su hija?
    —Pues no. Al menos ahora no. Marcha a las nueve y no regresa hasta el anochecer. Gracias a su trabajo, podemos vivir mejor —y locuaz añadió—: Hace cosa de dos semanas dejó el otro empleo. Tenía que salir por las tardes y no regresaba hasta bien entrada la noche. La verdad, no me agradaba ese empleo, porque Sophia nunca estuvo fuera de casa, y ya sabe lo que eso significa para una joven de veintidós años.

    No supo qué responder. Por lo visto la dama no sabía qué clase de empleo tenía su hija una semana antes.

    —¿Y no puede decirme dónde trabaja?
    —Pues no. Sophia nunca habla de su trabajo.
    —Ya.
    —Si puedo servirle en otra cosa...
    —¿No se sienta?
    —Tengo mucha prisa. Volveré a otra hora en que su hija esté aquí. ¿A qué hora le parece más indicada?
    —Las ocho de la noche.
    —Gracias. Buenos días, señora.
    —Que usted lo pase bien, caballero.

    Tony lo acompañó de nuevo hasta la puerta y Law salió de allí con un nudo en la garganta. Él, hastiado de tenerlo todo, había ignorado, por puro egoísmo, hasta entonces, que en algunos hogares faltaba lo más indispensable. Y uno de ellos, era precisamente el de Sophia.

    —Claro —se dijo subiendo al auto— que tal vez esto favorezca mis planes. Me gusta la joven, y si deseo hacerla mi amante, mejor es que tenga necesidades. Esto es una canallada. Yo nunca fui un canalla, pero en fin...

    Se sintió culpable por pensar aquello, pero no responsable de lo que pudiera ocurrir en el futuro. Volvería al anochecer y le diría a Sophia que su abuela deseaba verla.

    Puso el auto en marcha y se lanzó calle comercial abajo. Iría a ver a su abuela y le referiría lo ocurrido. Claro que omitiría la forma en que vivía aquella familia. Su abuela era una sentimental, y era, a la vez, muy capaz de tomar el auto e ir a buscar personalmente a la joven. ¿Por qué le había tomado tanto afecto? Era absurdo. Claro que él también se lo había tomado. Distinto, por supuesto, pero...

    El auto tomó la dirección de las afueras, y media hora después se detenía ante The Mill.


    * * *

    —Law...
    —Hola, abuela.

    La besó en el pelo.

    —Ya no te esperaba. Law.
    —Tú misma me cerraste las puertas de tu casa.
    —¡Ah! —rio con picardía—. Eso es verdad. ¿Y tu hermano? ¿Ya se ha ido a Las Vegas?
    —Trabaja conmigo.
    —Hombre, eso es emocionante.
    —Posiblemente escarmiente de esta.
    —Ojalá, si bien el mal que hizo ya está hecho, ¿no?
    —Según. Vengo de casa de Sophia Wood y ya está colocada.

    Lady Baker abrió mucho los ojos.

    —¿Has ido al fin? —preguntó quedamente—. ¡Oh, Law, cuánto te lo agradezco!

    Law se impacientó.

    —Pero ¿no te digo que no estaba en casa? Ya trabaja. Al menos eso fue lo que le dijo a su madre —y con desdén—: Tal vez haya logrado encontrar a otro inocente como Clint.
    —Eso es. Encima llama inocente a tu hermano. ¿No sería ella la inocente?

    Law se dejó caer en una butaca y cruzó una pierna sobre otra. Encendió un cigarrillo y dijo:

    —¿Sabes que parece que esa joven te dio un bebedizo?
    —¿Qué dices?
    —Un bebedizo. Que te conquistó, vaya.
    —Es una joven encantadora.
    —Que se prestó a engañarte.
    —No critiques más a quien no puede defenderse. ¿Qué vas a tomar?
    —Nada. Te dejaré en seguida. Solo venía a decirte que esa joven está empleada; por tanto, espero que ni insistas.
    —No, claro —y sin transición—: ¿Qué tal tus relaciones con Pier?
    —¿Con...?
    —¿No pensabas casarte con ella?
    —No, abuela. Nunca te dije eso.
    —A ti —rio la dama picarescamente— te gustaba aquella joven llamada Sophia, ¿no?

    Law se estremeció a su pesar.

    —A mí no trates de engañarme. Tú eres un poco pícaro dentro de esa cáscara tan dura que tienes. Yo te conozco bien. Eres igual que tu padre. ¿Sabes con quién se casó tu padre? Con la señorita de compañía de sus hermanos.
    —¿Y eso qué?
    —No. Te lo digo porque como tú te pareces tanto a él... —apuntó con aire inocente—. Oye, ¿no piensas quedarte a comer conmigo?
    —Pues no.
    —¿Porque no quieres o porque tiene compromiso?
    —Porque tengo mucho que hacer en la capital. He venido solo a decirte eso.
    —Te lo agradezco.
    —Supongo que ahora ya no desearás saber más de este asunto.
    —Hay que admitir que le hicisteis mucho daño.
    —¿A quién?
    —A esa joven.
    —Pero, abuela, no digas tonterías. Clint le pagó lo convenido. Yo no la hice ningún daño. A última hora, es halagador para una joven que un aristócrata la solicite.
    —Law, ¿desde cuándo te has convertido en un vanidoso?
    —Perdona.

    En aquel momento se abrió la puerta y entró una esbelta joven vestida de oscuro, portando en la mano la correspondencia.

    —Milady... —quedó suspensa.

    Law se puso súbitamente en pie y quedó mirando, ora a su abuela, ora a Sophia. La dama, como si no se percatara del desconcierto de su nieto, exclamó:

    —Deja la correspondencia ahí, Sophia. Más tarde te llamaré.
    —Sí, milady.

    Inclinó levemente la cabeza y salió.

    Hubo un silencio.

    —Abuela... No comprendo.
    —¿Ya te vas, Law? —preguntó la dama como si no entendiera—. ¿No tomas algo, en verdad?
    —No. ¿Puedes decirme... desde cuándo trabaja contigo esa joven?
    —¡Oh, Law! No te pongas tan ceremonioso.
    —Es que te has estado burlando de mí, abuela. Antes me tratabas con otra consideración —gruñó—. Desde que ocurrió esto, me consideras tan tonto como Clint.
    —Verás —dijo la dama suavemente—. En efecto, me has decepcionado un tanto. De Clint se puede esperar todo. De ti, yo solo esperaba cosas buenas, y tu reacción al descubrir la superchería, fue, en vez de ayudar a la pobre muchacha, lanzarte sobre ella como un rufián. No, no protestes, ni te imagines lo que no existe. Ella nada me dijo, pero yo lo vi en tu rostro.
    —Te aseguro...
    —Por lo cual —atajó la dama— fue muy grande mi decepción. Te aseguro que ningún lord Baker se hubiera portado como tú.

    Como Law se dirigiera hacia la puerta, añadió blandamente:

    —No fue fácil convencerla. Yo necesitaba una señorita de compañía. Envié a mi secretario a por ella. Al principio se negó, pero yo le hablé por teléfono y ahí está.
    —¿Conoces a su familia? ¿Sabes algo de ella?
    —Oh, sí. De eso ya sabía antes de que vosotros descubrierais la verdad.
    —¡Ah!

    Y quedó suspenso. Lady Baker se echó a reír alegremente.

    —¿Te espero esta noche a comer?
    —No.
    —Cuánto lo siento.
    —Adiós, abuela.
    —¿No piensas volver?
    —No lo sé. Yo te he decepcionado. Tú a mí me desconcertaste.
    —Lo siento, hijo.

    Law salió sin responder. La dama quedó riendo socarronamente.


    * * *

    La encontró en el pasillo. Llevaba la regadera en la mano y se encaminaba a la terraza.

    —Sophia —llamó.

    La joven volvió el rostro, pero no se detuvo. Llegó a la terraza justamente cuando ella.

    —Oiga, Sophia, esta mañana estuve en su Casa. Permaneció silenciosa.
    —¿No le extraña?
    —No.
    —¿Por qué?
    —Porque lady Baker le había ordenado que fuera.
    —Y usted estaba segura de que iría.
    —No por mí —dijo desdeñosa—. Por su abuela.
    —Espero que me disculpe usted.
    —¿Por haber ido a mi casa?
    —Ya sabe usted a lo que me refiero.
    —Prefiero no recordarlo.
    —¿Y si le dijera que pensando igual?

    La regadera se agité un instante.

    —Lo sentiría por usted —dijo en voz baja—. No soy de esa calaña.
    —¿Y quién nos asegura de la calaña que es en realidad?
    —Parece que se goza en humillarme.

    Lo miró quietamente. A Law jamás le parecieron tan bellos aquellos ojos.

    —¿Trata a todas las mujeres así?
    —No se trata de eso.
    —Entonces no sé de qué se trata.
    —Óigame. ¿Podemos comer juntos esta noche? Le explicaré las cosas. Realmente no trato de ofenderla, sino de ofrecerla una vida mejor.
    —Si no fuera por su abuela, le tiraría esto a la cara.

    Law sonrió desdeñoso. Se gozaba en herirla. No sabía por qué, pero lo cierto es que le agradaba humillarla, tanto más por lo mucho que le gustaba.

    —¿Acepta?
    —Por favor, tenga un poco de piedad.

    Él alzó una ceja.

    —¿Me pide... piedad?
    —¿Y por qué no, si para conservar mi empleo no puedo tirarle la regadera a la cara?
    —Es usted poco delicada.
    —Simplemente trato de imitarle a usted.
    —En serio...
    —Más en serio no puedo hablar.
    —De modo que no acepta.
    —Por supuesto que no.
    —Sepa, Sophia, que terminaré convenciéndola.
    —¿Por el mucho dinero que tiene, o por su mucho atractivo?
    —Por ser usted una mujer bonita y yo un hombre.
    —Creo que se equivoca.

    Y sin esperar respuesta se perdió en la casa y Law subió al auto.


    X


    Al día siguiente se vio precisado a hacer un viaje a Londres. Habló por teléfono a casa de su abuela. Nunca salía de Nueva York sin advertírselo. Era una costumbre que adquirió ya desde muy joven. Concretamente desde que murieron sus padres y lo dejaron en posesión de la fabulosa herencia y bajo la tutela de su abuela, a quien quería más que a nada en el mundo, debido tal vez a que apenas si conoció a su madre y vivió siempre bajo la vigilancia de lady Baker.

    —Dígame —preguntó la voz de Sophia cuando él llamó por teléfono.
    —¿Lady Baker? —preguntó como si no la reconociera.

    Sophia sí lo conoció a él. Se estremeció. Dio a su voz una entonación indiferente, pese a la gran impresión que recibía siempre que aquel hombre llamaba.

    —No se ha levantado aún.
    —Quisiera hablar con ella.
    —Es que no creo que se haya despertado.
    —¿Sophia? —preguntó.
    —Sí.
    —¿No me considera digno de llamarme milord?
    —Perdone, milord —dijo.
    —Salgo de viaje —dijo Law—, ¿sabe lo que me gustaría, Sophia?
    —Lo ignoro, milord.
    —Llevarla a usted conmigo. Ya sé que es una pretensión absurda... ¿Verdad que lo es?
    —Por supuesto.
    —¿Porque es usted una joven honesta o porque me odia usted y no quiere hacerme feliz?

    Sophia enrojeció como si él la estuviera hablando allí mismo.

    —Prefiero no responder.
    —Me gusta usted. ¿Aceptará una invitación cuando regrese?
    —No.
    —¿Tan rotunda?
    —Oiga, si quiere le paso la comunicación a lady Baker. Tal vez se haya despertado ya.
    —Prefiero hablar con usted. Sepa que el arpegio de su voz me conmueve.
    —El otro día le pedí piedad.
    —¿Por que me ama?
    —Milord...
    —¿Me ama?
    —Óigame.
    —Sea sincera, muchacha. No voy a abusar de su sinceridad.
    —¿Qué le digo a lady Baker?

    Por toda respuesta, Law dijo suavemente:

    —Cada día que pasa se mete usted más dentro de mí. Y lo curioso es que nunca me ocurrió con otra mujer. La verdad, Sophia, si no logro olvidarla en este viaje, tendré que pedirle que sea mi amante o mi esposa.
    —Siempre me humilla —susurró ella calladamente—. ¿Se goza en ello?
    —Quisiera exasperarte y jamás lo he conseguido. Es tu gran triunfo sobre mí. Me pregunto qué otros triunfos tendrás en el futuro.

    El tuteo la estremeció una vez más. Pensó que era muy desgraciada amando a un hombre que se burlaba de ella y que jamás sería suyo.

    Con energía dijo:

    —¿Qué recado le doy a lady Baker?
    —Que salgo de viaje ahora mismo. Tengo la avioneta preparada. Estoy en el aeropuerto. Siento no poder ir a darle un abrazo de despedida. Pero si fuera, Sophia, tendría que besarte a ti.
    —Milord.
    —¿Qué te traigo?
    —Nada.
    —¿Quieres que vuelva yo?
    —Milord.
    —¿No tienes novio?
    —Le ruego...
    —Hasta pronto, Sophia.

    Ella colgó sin responder.

    Law dio la vuelta y se encontró con los ojos burlones de su hermano.

    —Vamos, Clint.
    —¿Has perdido el juicio? —preguntó este—. Le estás haciendo el amor a esa joven.
    —Tal vez.
    —La abuela está deseando que te cases con ella. Conozco bien a lady Baker. Notó tu debilidad por Sophia. Pienso que pronto me buscará esposa a mí. Pero pierde el tiempo.

    Law, nerviosamente, bebió el contenido del vaso y estiró los puños de la camisa.

    —Vamos, Clint.
    —Eres ingenuo.
    —¿Quieres callarte?
    —Bueno, allá tú. A mí no me engaña la abuela.
    —La culpa de todo —gritó Law fuera de sí— la tienes tú por inventar cuentos y buscar cómplices tan bonitas.
    —Pobre Pier.
    —¡Bah! Vamos.

    Clint echó a andar junto a él gruñendo.

    —No pienses que voy a ir contigo. Tomaré aquel avión de pasajeros para Las Vegas. Estoy harto de aguantarte a ti y a la abuela. No resisto tus archivos polvorientos. Si soy un aventurero tanto peor para mí. Desde este instante reniego de la herencia de la abuela y de tus millones.
    —Clint, ten un poco de juicio. Si subes a mi avioneta, te prometo que te haré mi socio.
    —¡Bah! Dinero. ¿Y qué hago yo con dinero? La vida se convierte en una absurda monotonía. La emoción de no tener y esperar al día siguiente para jugar en la mesa verde un mechero o una colilla, es verdaderamente vida. Lo demás... ¡Puaf!

    Law, descompuesto, lo asió del brazo y tiró de él, pero Clint, echándose a reír, le enseñó el billete.

    —¿Cómo?
    —Para Las Vegas, Law. Que tengas suerte en tu viaje a Londres. Adiós.
    —Si tomas ese avión —exclamó Law lívido de ira— jamás cuentes conmigo.

    Clint se encogió de hombros y se dirigió al avión de pasajeros.


    * * *

    —¿Y Marco? —preguntó a la camarera.

    Esta, mudamente, hundió la mano en el bolsillo del delantal y extrajo un sobre.

    —Se fue —dijo— y dejó esto para usted.
    —Se hallaba en el vestíbulo y solo tuvo que dar la vuelta para tropezar con una silla. Se dejó caer en ella y rompió la nema.

    Querido Clint: Me voy, chico. Esta vida cansa a uno aunque no quiera. He jugado hasta la camisa y no adelanté nada. Mi padre vino a buscarme. Me dio un ultimátum. “O te vienes a casa o te abandono”. Me pareció que era verdad lo que decía... Adiós, Clint. Procura hacer lo que yo. Es peligroso desafiar a los protectores de uno. Muchacho, imítame. Voy a sacudir el polvo a los archivos de la oficina de mi padre. Un abrazo,
    »Marcos».


    —¿Y ahora qué hago yo? —exclamó malhumorado—. Tendré que buscar mujer y casarme. Me gusta Sophia. Vuelvo a Nueva York.

    Estaba ante su abuela al día siguiente.

    —¿Cómo te atreves? —gritó esta—. ¿Cómo no has ido con tu hermano?
    —He decidido casarme.

    La dama empequeñeció los ojos.

    —¿Con quién?
    —Con Sophia.

    Lady Baker lanzó una alegre carcajada.

    —Muchacho —exclamó—, tú debes pensar que Sophia está a tu disposición cuando tú gustes. Pues me parece que te equivocas.
    —Si me caso con ella seré un buen partido.
    —¿Por mi dinero?
    —Y porque Law me hará su socio.
    —Tal vez si pretendieras casarte con mi camarera te hiciera su socio, pero si lo haces con Sophia, te tirará algo duro y contundente a la cabeza.
    —Vaya, ¿qué puedo hacer entonces?
    —Trabajar y buscar mujer con calma —y bajando la Voz—: Sophia está destinada a ser lady Baker.
    —¡Oh!
    —¿Lo dudas?
    —Pues... sí. Law es demasiado tradicionalista.
    —Por eso mismo, querido. ¿No sabes que tu madre era la señorita de compañía de sus cuñadas? O las que fueron sus cuñadas.
    —¡Ahhh!
    —¿Te das cuenta ahora por qué digo que es tradicionalista?
    —Me pregunto, abuela, qué tengo yo para no hacer un buen marido.
    —Sophia no te amará jamás.
    —Y consideras que a Law...
    —Estoy segura de ello. ¿Acaso me crees tonta?

    Clint se alzó de hombros.

    —Lo mejor —dijo filosóficamente— es que vuelva a los archivos. Posiblemente logre algo con ello. Pienso convertirme en un buen financiero, suponiendo, naturalmente, que tú me ayudes y Law no me abandone.
    —No creo en tus buenos propósitos, Clint. Pero de todos modos... trataré de darte la última oportunidad.


    * * *

    Law aparcó el auto en una esquina de la ancha calle y se dirigió a una cafetería. Se sentía satisfecho de sí mismo. Había logrado encauzar a Clint y este parecía también satisfecho, lo cual daba lugar a pensar que no volvería a escabullirse al encuentro de una aventura. Hacía dos semanas que había regresado de Londres y al encontrarse con Clint en la oficina, se sintió incomodado primero y contento después.

    —¿Qué haces aquí? —le preguntó.
    —Esta vez en serio. Mi amigo Marco también regresó a su hogar.
    —De acuerdo.
    —Quise casarme con Sophia —añadió burlón—, pero nuestra abuela por poco me abofetea. Por lo visto te la tiene reservada para ti.

    Nada había respondido. ¿Para qué? Lo que él sentía era muy complejo y hasta entonces incomprensible.

    Sacudió la cabeza como si alejara aquellos pensamientos y traspasó la puerta de la cafetería. Era domingo. No sabía qué hacer ni adónde ir. Por la mañana había visitado a su abuela, y pensaba invitar a Sophia, convencerla, obligarla si preciso fuera, y se encontró con que los domingos la joven no subía a The Mill en todo el día.

    Atravesó la cafetería y fue a acodarse en la barra. Era esta de un barrio alejado y nadie le conocía. Mejor. De un tiempo a aquella parte se sentía descentrado, y toda la culpa la tenía aquella prometida a la fuerza que en vez de penetrar en el corazón de Clint como hubiese sido lo lógico, entró en el de él, y cambió su vida por completo. Molesto alzó los ojos y se encontró con el espejo que presidía la fachada ante la barra. Unos verdes ojos lo miraban quietamente. Law casi dio un salto. Fue a dar la vuelta, y de súbito se detuvo desconcertado. Sophia estaba allí, a dos pasos de él, sentada en torno a una mesa, pero no se hallaba sola. A su lado un hombre fuerte, galante y atento, se inclinaba hacia ella y le decía algo al oído. Se pusieron en pio y salieron del local. Law apretó los labios. Ante una Sophia acompañada, sintió como una horrible punzada en el corazón. Él la amaba. Indudablemente la amaba y no cómo se ama a una joven aventurera con la cual se desea pasar unas horas agradables. Amaba a Sophia como para tenerla junto a sí toda la vida. ¡Diablo! La reacción fue inmediata. Salió del local, buscó a la pareja, pero solo vio a un taxi que se alejaba. Subió a su coche y no se le ocurrió ir a casa de su abuela y participarle su inquietud, no; lo que hizo fue dirigirse directamente al barrio comercial y subió de dos en dos las escalinatas hasta el piso de Sophia.

    —Mi hermana no está —dijo Tony.
    —¿Y tu madre?
    —En la salita.
    —Llevame a su lado.
    —¿Quién es, Tony?
    —El señor del otro día.
    —Que pase aquí.

    Law, más emocionado de lo que suponía, avanzó hacia la enferma y se inclinó levemente ante ella.

    —Perdone que la importune de nuevo.
    —No se preocupe. Siento que mi hija no está.
    —Mire, yo soy el nieto de lady Baker...
    —¿Lady Baker? No la conozco.

    De modo que Sophia no había dicho a su madre nada de lo ocurrido. La admiró una vez más. Suavemente dijo:

    —Pues es la dama para la cual trabaja su hija.
    —¡Ah! —y suspirando—: Sophia es tan reservada...
    —Verá. Yo vengo a buscarles a ustedes.
    —¿A... nosotros?
    —A sus hijos y a usted. Sophia —parpadeó— los espera en casa de lady Baker. Tiene algo urgente que comunicarles.
    —No comprendo nada. Si hoy Sophia no trabaja. Salió con Sam. Sam —informó con alegría— es el vecino de arriba. Está loco por mi hija desde hace mucho tiempo. Y Sophia no lo ama. Pero yo confío que un día...
    —De todos modos —insistió Law firme en su idea—, Sophia los espera en The Mill. ¿Nunca oyó usted hablar de esa finca?
    —Sé que los Baker son muy ricos, pero desconozco los detalles de esa familia.
    —Por favor, síganme ustedes. Tengo el auto abajo.
    —No comprendo nada, pero... Si dice usted que Sophia nos espera allí...
    —Naturalmente.
    —Entonces vamos. Tony —dijo al niño, que los escuchaba boquiabierto—, ve a buscar a tu hermanita.


    * * *

    Lady Baker también quedó boquiabierta al ver a Law con aquella dama demacrada y a los dos niños.

    —Abuela —dijo Law sin dejar hablar a lady Baker—, te presento a la madre de mi prometida y a sus hermanitos.
    —¿Cómo? —exclamó la madre de Sophia—. ¿Qué dice usted?
    —Abuela, explícaselo tú. Yo no puedo. Tengo que volver al piso de Sophia para cuando esta regrese —miró a su futura suegra—. Estaremos los dos con ustedes en seguida.

    Lady Baker reía de buena gana.

    —No..., no comprendo nada.
    —No se preocupe —rio la abuela—, se lo explicaré yo. Lo comprenderá usted todo al instante. Law es mi nieto y es así. O hace las cosas o no las hace. Ustedes ya no se moverán de aquí. Venid acá, niños. Qué bellos son. Y usted —añadió palmeándole la espalda— se pondrá pronto buena en esta finca.
    —Pero...
    —Su hija trabaja conmigo —dijo animosa, observando cómo Law se escabullía—. Es mi señorita de compañía. ¿No se lo dijo?
    —Que era usted, no.
    —Sophia es muy discreta. Está enamorada de mi nieto mayor, ¿sabe usted? Y él de ella.
    —Pero... su nieto es...
    —Lord Baker, sí. Naturalmente.
    —Y mi hija —susurró aturdida la enferma— es una simple joven...
    —Llena de virtudes. Yo lo vi en seguida; por eso la traje aquí. Sabía que Law se decidiría al fin. Estoy muy contenta, ¿sabe? Clint, mi otro nieto, parece que ha sentado la cabeza. Un día se casará. A mí me gusta que los jóvenes se casen. Soy una casamentera. Por eso, como comprendo tan bien a Law, me dije: «Está enamorado de Sophia, si no hago algo nunca se lo dirá». Claro que a usted se conoce que le falta por saber lo principal. ¿Quiere que se lo cuente?
    —Se lo agradeceré.
    —Primero llamaré a mi doncella —apretó un timbre—. Lleve a estos niños al jardín. Que jueguen mientras llegan la señorita Sophia y milord.
    —Sí, milady.
    —Que coman algo. Y después que nos sirvan aquí la merienda.
    —¿Para dos, milady?
    —Para cuatro. Milord y su prometida, la señorita Sophia, no tardarán en llegar.

    La doncella abrió la boca de un palmo. La señorita Sophia... Las había con suerte.

    En voz alta dijo:

    —Se hará así, milady.

    Lady Baker se dispuso a hablar, y, entretanto Law, que aún conservaba la llave con la cual cerró el piso, abrió este, cerró de nuevo y fue a sentarse en la salita. Fumó medio habano y empezaba a oscurecer cuando oyó voces en el rellano y el llavín de Sophia dando vuelta en la cerradura. Desde allí oyó la voz del hombre.

    —Querida Sophia... ¿Vas a pensarlo?
    —Ya te dije, Sam... que lo había pensado —dijo la vocecita de la joven—. No quiero causarte daño. Te lo advertí cuando me invitaste esta tarde. ¿Para qué? Yo no puedo darte esperanza alguna.
    —Estás enamorada de otro, ¿verdad?

    Law esperó la respuesta con anhelo. No llegó.

    —Sophia, dime la verdad. Desengáñame de una vez. ¿Estás enamorada de otro?
    —Yo...
    —¿Lo estás?
    —Pues sí. Pero no creas —susurró desalentada—. Sin esperanzas.

    Se oyó un murmullo y después la voz de Sophia diciendo:

    —Hasta mañana, Sam. Y perdóname por todo el daño que te hago sin desearlo.

    Después el ruido de la puerta al ser cerrada y los pasos de Sophia y su voz grata y suave:

    —Mamá, mamá...

    Law salió de su escondite.

    —¡Usted! —gritó ella.

    Law sonrió suavemente.

    —He venido a buscar a tu madre y a tus hermanos —dijo acercándose a ella—. Los he llevado con la abuela. Ahora vengo a buscarte a ti.
    —¿Qué?

    Y la pobre Sophia temblaba agitadamente.

    —Pero...
    —Sophia... ¿Quieres casarte conmigo?
    —¿Có... có... cómo?

    Ya la tenía en sus brazos. Sophia trató de desasirse, pero Law la oprimía contra sí y decía en voz muy baja sobre su boca:

    —No vengo a ofenderte, mi vida. Vengo a pedirte humildemente apasionadamente, que seas lady Baker.
    —¡Oh...! ¡Oh...!
    —¿No... quieres?

    La besaba en la boca. La joven perdió el sentido, o creyó que lo perdía. Impulsiva se prendió a su cuello y se dejó besar. Law perdió un poco su compostura y la apretó contra sí loca y apasionadamente.

    —Milord...
    —Llámame Law, querida.
    —¡Law!

    La voz se quebró en su garganta. Law la besaba intensamente. Le parecía imposible que estuviera tanto tiempo reprimiéndose.


    * * *

    —Nos casaremos en seguida.
    —¿Y mi familia?

    El auto corría. Lawrence conducía con una sola mano. El otro brazo rodeaba la cintura de la joven y de vez en cuando la besaba en el cuello. Ella se estremecía.

    —Vivirán con la abuela. Lady Baker se sentirá feliz educando a tus hermanos y cuidando a tu madre. Mi abuela es así.
    —¿Y nosotros?
    —Solos en mi piso por ahora. Cuando empiecen a llegar herederos nos trasladaremos al Molino.

    El auto se detuvo ante la finca. No bajaron. Law la oprimió contra sí y le preguntó bajísimo:

    —¿Me amas? Aún no me lo has dicho.
    —Sí.
    —¿Sí qué?
    —Que... que...
    —Pero ¿qué te pasa, mi amor?
    —Me da vergüenza...

    Law reía sobre su boca y al besarla sintió que algo salado impregnaba sus labios.

    —Estás llorando —susurró emocionado.
    —No..., no puedo remediarlo. Soy tan... tan...
    —¿Tan...?
    —Feliz.


    F I N


    Título original: La prometida de Clint
    Corín Tellado, 1963

    No grabar los cambios  
           Guardar 1 Guardar 2 Guardar 3
           Guardar 4 Guardar 5 Guardar 6
           Guardar 7 Guardar 8 Guardar 9
           Guardar en Básico
           --------------------------------------------
           Guardar por Categoría 1
           Guardar por Categoría 2
           Guardar por Categoría 3
           Guardar por Post
           --------------------------------------------
    Guardar en Lecturas, Leído y Personal 1 a 16
           LY LL P1 P2 P3 P4 P5
           P6 P7 P8 P9 P10 P11 P12
           P13 P14 P15 P16
           --------------------------------------------
           
     √

           
     √

           
     √

           
     √


            
     √

            
     √

            
     √

            
     √

            
     √

            
     √
         
  •          ---------------------------------------------
  •         
            
            
                    
  •          ---------------------------------------------
  •         

            

            

            
         
  •          ---------------------------------------------
  •         

            
         
  •          ---------------------------------------------
  •         

            
         
  •          ---------------------------------------------
  •         

            

            

            
         
  •          ---------------------------------------------
  •         

            
         
  •          ---------------------------------------------
  • Para cargar por Sub-Categoría, presiona
    "Guardar los Cambios" y luego en
    "Guardar y cargar x Sub-Categoría 1, 2 ó 3"
         
  •          ---------------------------------------------
  • ■ Marca Estilos para Carga Aleatoria-Ordenada

                     1 2 3 4 5 6 7
                     8 9 B O C1 C2 C3
    ■ Marca Estilos a Suprimir-Aleatoria-Ordenada

                     1 2 3 4 5 6 7
                     8 9 B O C1 C2 C3



                   
    Si deseas identificar el ESTILO a copiar y
    has seleccionado GUARDAR POR POST
    tipea un tema en el recuadro blanco; si no,
    selecciona a qué estilo quieres copiarlo
    (las opciones que se encuentran en GUARDAR
    LOS CAMBIOS) y presiona COPIAR.


                   
    El estilo se copiará al estilo 9
    del usuario ingresado.

         
  •          ---------------------------------------------
  •      
  •          ---------------------------------------------















  •          ● Aplicados:
    1 -
    2 -
    3 -
    4 -
    5 -
    6 -
    7 -
    8 -
    9 -
    Bás -

             ● Aplicados:

             ● Aplicados:

             ● Aplicados:
    LY -
    LL -
    P1 -
    P2 -
    P3 -
    P4 -
    P5 -
    P6

             ● Aplicados:
    P7 -
    P8 -
    P9 -
    P10 -
    P11 -
    P12 -
    P13

             ● Aplicados:
    P14 -
    P15 -
    P16






























              --ESTILOS A PROTEGER o DESPROTEGER--
           1 2 3 4 5 6 7 8 9
           Básico Categ 1 Categ 2 Categ 3
           Posts LY LL P1 P2
           P3 P4 P5 P6 P7
           P8 P9 P10 P11 P12
           P13 P14 P15 P16
           Proteger Todos        Desproteger Todos
           Proteger Notas



                           ---CAMBIO DE CLAVE---



                   
          Ingresa nombre del usuario a pasar
          los puntos, luego presiona COPIAR.

            
           ———

           ———
           ———
            - ESTILO 1
            - ESTILO 2
            - ESTILO 3
            - ESTILO 4
            - ESTILO 5
            - ESTILO 6
            - ESTILO 7
            - ESTILO 8
            - ESTILO 9
            - ESTILO BASICO
            - CATEGORIA 1
            - CATEGORIA 2
            - CATEGORIA 3
            - POR PUBLICACION

           ———



           ———



    --------------------MANUAL-------------------
    + -

    ----------------------------------------------------



  • PUNTO A GUARDAR




  • Tipea en el recuadro blanco alguna referencia, o, déjalo en blanco y da click en "Referencia"

      - ENTRE LINEAS - TODO EL TEXTO -
      1 - 2 - 3 - 4 - 5 - 6 - Normal
      - ENTRE ITEMS - ESTILO LISTA -
      1 - 2 - Normal
      - ENTRE CONVERSACIONES - CONVS.1 Y 2 -
      1 - 2 - Normal
      - ENTRE LINEAS - BLOCKQUOTE -
      1 - 2 - Normal


      - DERECHA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA - 1 - 2 - 3

      - BLUR NEGRO - 1 - 2 - 3
      - BLUR BLANCO - 1 - 2 - 3

      - BLUR INTERNO NEGRO - 1 - 2
      - BLUR INTERNO BLANCO - 1 - 2

      - Original - Quitar

      - DERECHA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - DERECHA BLANCA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA BLANCA - 1 - 2 - 3

      - BLUR NEGRO - 1 - 2
      - BLUR BLANCO - 1 - 2

      - Quitar

      - DERECHA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - DERECHA BLANCA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA BLANCA - 1 - 2 - 3

      - BLUR NEGRO - 1 - 2
      - BLUR BLANCO - 1 - 2

      - Quitar

      - DERECHA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - DERECHA BLANCA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA BLANCA - 1 - 2 - 3

      - BLUR NEGRO - 1 - 2
      - BLUR BLANCO - 1 - 2

      - Quitar

      - DERECHA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - DERECHA BLANCA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA BLANCA - 1 - 2 - 3

      - BLUR NEGRO - 1 - 2
      - BLUR BLANCO - 1 - 2

      - Quitar

      - DERECHA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - DERECHA BLANCA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA BLANCA - 1 - 2 - 3

      - BLUR NEGRO - 1 - 2
      - BLUR BLANCO - 1 - 2

      - Quitar

      - DERECHA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - DERECHA BLANCA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA BLANCA - 1 - 2 - 3

      - BLUR NEGRO - 1 - 2
      - BLUR BLANCO - 1 - 2

      - Quitar

      - DERECHA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - DERECHA BLANCA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA BLANCA - 1 - 2 - 3

      BLUR NEGRO - 1 - 2
      BLUR BLANCO - 1 - 2

      - Quitar

      - DERECHA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - DERECHA BLANCA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA BLANCA - 1 - 2 - 3

      - BLUR NEGRO - 1 - 2
      - BLUR BLANCO - 1 - 2

      - Quitar

      - DERECHA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - DERECHA BLANCA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA BLANCA - 1 - 2 - 3

      - BLUR NEGRO - 1 - 2
      - BLUR BLANCO - 1 - 2

      - Quitar



              TEXTO DEL BLOCKQUOTE
      - DERECHA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - DERECHA BLANCA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA BLANCA - 1 - 2 - 3

      - BLUR NEGRO - 1 - 2
      - BLUR BLANCO - 1 - 2

      - Quitar

              FORMA DEL BLOCKQUOTE

      Primero debes darle color al fondo
      1 - 2 - 3 - 4 - 5 - Normal
      - DERECHA NEGRA - 1 - 2
      - DERECHA BLANCA - 1 - 2
      - IZQUIERDA NEGRA - 1 - 2
      - IZQUIERDA BLANCA - 1 - 2
      - Quitar

      - DERECHA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - DERECHA BLANCA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA BLANCA - 1 - 2 - 3

      BLUR NEGRO - 1 - 2
      BLUR BLANCO - 1 - 2

      - Quitar
      - DERECHA - 1 - 2
      - IZQUIERDA - 1 - 2

      - BLUR NEGRO - 1 - 2
      - BLUR BLANCO - 1 - 2

      - Quitar -

      - DERECHA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - DERECHA BLANCA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA BLANCA - 1 - 2 - 3

      BLUR NEGRO - 1 - 2
      BLUR BLANCO - 1 - 2

      - Quitar
      - DERECHA - 1 - 2
      - IZQUIERDA - 1 - 2

      - BLUR NEGRO - 1 - 2
      - BLUR BLANCO - 1 - 2

      - Quitar -



      - DERECHA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - DERECHA BLANCA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA BLANCA - 1 - 2 - 3

      - BLUR NEGRO - 1 - 2
      - BLUR BLANCO - 1 - 2

      - Quitar
      - DERECHA NEGRA - 1 - 2
      - IZQUIERDA NEGRA - 1 - 2 -
      - BLUR NEGRO - 1 - 2
      - BLUR BLANCO - 1 - 2

      - Quitar
      - DERECHA - 1 - 2
      - IZQUIERDA - 1 - 2

      - BLUR NEGRO - 1 - 2
      - BLUR BLANCO - 1 - 2

      - Quitar
      - TITULO
      - DERECHA - 1 - 2
      - IZQUIERDA - 1 - 2

      - BLUR NEGRO - 1 - 2 - 3
      - BLUR BLANCO - 1 - 2 - 3
      - Quitar

      - TODO EL SIDEBAR
      - DERECHA - 1 - 2
      - IZQUIERDA - 1 - 2

      - BLUR NEGRO - 1 - 2 - 3
      - BLUR BLANCO - 1 - 2 - 3

      - BLUR INTERNO - NEGRO - 1 - 2
      - BLUR INTERNO - BLANCO - 1 - 2
      - Quitar

                 ● Cambiar en forma ordenada
     √

                 ● Cambiar en forma aleatoria
     √

     √

                 ● Eliminar Selección de imágenes

                 ● Desactivar Cambio automático
     √

      - DERECHA NEGRA - 1 - 2
      - DERECHA BLANCA - 1 - 2
      - IZQUIERDA NEGRA - 1 - 2
      - IZQUIERDA BLANCA - 1 - 2

      - BLUR NEGRO - 1 - 2
      - BLUR BLANCO - 1 - 2

      - Quitar

      - DERECHA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - DERECHA BLANCA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA BLANCA - 1 - 2 - 3

      BLUR NEGRO - 1 - 2
      BLUR BLANCO - 1 - 2

      - Quitar




      - DERECHA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA - 1 - 2 - 3

      - BLUR NEGRO - 1 - 2 - 3
      - BLUR BLANCO - 1 - 2 - 3

      - Quitar -





      - DERECHA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA - 1 - 2 - 3

      - BLUR NEGRO - 1 - 2 - 3
      - BLUR BLANCO - 1 - 2 - 3

      - BLUR INTERNO NEGRO - 1 - 2
      - BLUR INTERNO BLANCO - 1 - 2

      - Quitar - Original



                 - IMAGEN DEL POST


    Bloques a cambiar color
    Código Hex
    No copiar
    BODY MAIN MENU HEADER
    INFO
    PANEL y OTROS
    MINIATURAS
    SIDEBAR DOWNBAR SLIDE
    POST
    SIDEBAR
    POST
    BLOQUES
    X
    BODY
    Fondo
    MAIN
    Fondo
    HEADER
    Color con transparencia sobre el header
    MENU
    Fondo

    Texto indicador Sección

    Fondo indicador Sección
    INFO
    Fondo del texto

    Fondo del tema

    Texto

    Borde
    PANEL Y OTROS
    Fondo
    MINIATURAS
    Fondo general
    SIDEBAR
    Fondo Widget 1

    Fondo Widget 2

    Fondo Widget 3

    Fondo Widget 4

    Fondo Widget 5

    Fondo Widget 6

    Fondo Widget 7

    Fondo Widget 8

    Fondo Widget 9

    Fondo Widget 10

    Fondo los 10 Widgets
    DOWNBAR
    Fondo Widget 1

    Fondo Widget 2

    Fondo Widget 3

    Fondo los 3 Widgets
    SLIDE
    Fondo imagen 1

    Fondo imagen 2

    Fondo imagen 3

    Fondo imagen 4

    Fondo de las 4 imágenes
    POST
    Texto General

    Texto General Fondo

    Tema del post

    Tema del post fondo

    Tema del post Línea inferior

    Texto Categoría

    Texto Categoría Fondo

    Fecha de publicación

    Borde del post

    Punto Guardado
    SIDEBAR
    Fondo Widget 1

    Fondo Widget 2

    Fondo Widget 3

    Fondo Widget 4

    Fondo Widget 5

    Fondo Widget 6

    Fondo Widget 7

    Fondo los 7 Widgets
    POST
    Fondo

    Texto
    BLOQUES
    Libros

    Notas

    Imágenes

    Registro

    Los 4 Bloques
    BORRAR COLOR
    Restablecer o Borrar Color
    Dar color

    Banco de Colores
    Colores Guardados


    Opciones

    Carga Ordenada

    Carga Aleatoria

    Carga Ordenada Incluido Cabecera

    Carga Aleatoria Incluido Cabecera

    Cargar Estilo Slide

    No Cargar Estilo Slide

    Aplicar a todo el Blog
     √

    No Aplicar a todo el Blog
     √

    Tiempo a cambiar el color

    Desactivar Carga Ordenada o Aleatoria
    Eliminar Colores Guardados

    Sets predefinidos de Colores

    Set 1 - Tonos Grises, Oscuro
    Set 2 - Tonos Grises, Claro
    Set 3 - Colores Varios, Pasteles
    Set 4 - Colores Varios

    Sets personal de Colores

    Set personal 1:
    Guardar
    Usar
    Borrar

    Set personal 2:
    Guardar
    Usar
    Borrar

    Set personal 3:
    Guardar
    Usar
    Borrar

    Set personal 4:
    Guardar
    Usar
    Borrar
  • Tiempo (aprox.)

  • T 0 (1 seg)


    T 1 (2 seg)


    T 2 (3 seg)


    T 3 (s) (5 seg)


    T 4 (6 seg)


    T 5 (8 seg)


    T 6 (10 seg)


    T 7 (11 seg)


    T 8 13 seg)


    T 9 (15 seg)


    T 10 (20 seg)


    T 11 (30 seg)


    T 12 (40 seg)


    T 13 (50 seg)


    T 14 (60 seg)


    T 15 (90 seg)