LA INQUIETANTE MÁQUINA MILITAR SOVIÉTICA
Publicado en
diciembre 04, 2023
Los potentes ejércitos de la Unión Soviética y de seis naciones aliadas suyas se conjugan contra la OTAN. ¿Alterará su creciente vigor el equilibrio europeo del poder?
Por Charles Murphy.
ADORMECIDOS por la sedante retórica en torno a una "pacífica rivalidad", los Estados Unidos y Europa Occidental han reducido sus esfuerzos para el aumento de sus presupuestos de defensa. Por desgracia, no se puede decir lo mismo de la Unión Soviética, que maniobra incansablemente para lograr ventajas militares y políticas en Europa, campo de su máximo interés.
Es tremendo lo que nos jugamos. La inclinación del fiel de la balanza del poder en Europa se está decidiendo actualmente en la conferencia de desarme que se reúne en Viena. Allí, 19 naciones buscan a tientas una "mutua y equilibrada" reducción de las costosas fuerzas militares que se enfrentan unas contra otras en el corazón de Europa: de un lado las de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y del otro las del Pacto de Varsovia, encabezado por los soviéticos. Los rusos no ocultan su determinación de sostener cuantos ejércitos sean necesarios para salir victoriosos de cualquier prueba de fuerza. Y en ello estriba el peligro a que se expone Occidente, pues durante los últimos 18 años los soviéticos han montado en la alianza del Pacto de Varsovia una máquina militar Muchísimo más eficaz de lo que están dispuestos a reconocer casi todos los políticos occidentales. Los últimos cálculos son estos:
▪ Mientras que el potencial de la OTAN se ha mantenido relativamente estático, Rusia y sus aliados incrementaron sin cesar el propio para que su intervención sea decisiva en Europa.
▪ A pesar de la concentración de fuerzas soviéticas a todo lo largo de la frontera rusa con China, el 50 por ciento de los contingentes de tierra y el 70 de aviación de la URSS aún hacen frente a Europa. La concentración militar en la frontera chino-soviética fue posible gracias a que se aumentó el ejército permanente de tres millones de hombres a 3,6 millones.
▪ El total de la potencia nuclear estratégica de los Estados Unidos, que durante muchos años, constituyó el "escudo" de la estrategia de la OTAN, no es ya dominante, y la supremacía norteamericana en armas nucleares tácticas se ha reducido a causa de los importantes adelantos logrados por los rusos en este campo.
Hombres y cañones. Actualmente siete naciones figuran en el Pacto de Varsovia: la Unión Soviética, Polonia, Hungría, Bulgaria, Checoslovaquia, Rumania y Alemania Oriental. (Yugoslavia nunca se unió al Pacto, y en los años de 1960 a 1969 Albania rompió filas y tomó el bando de China.) No obstante la obsesiva reserva soviética, son conocidos los siguientes hechos:
Contra la Europa septentrional y la central (la región que se extiende desde Noruega hacia el sur hasta la frontera de Austria) el Pacto de Varsovia tiene actualmente concentrados alrededor de un millón de soldados, 17.000 tanques de batalla y 4300 aviones de combate. Las fuerzas de la OTAN en esos dos sectores suman unos 600.000 hombres, con 6500 tanques y 2000 aviones. Esto hace que las potencias del Pacto tengan una ventaja aproximada de cinco a tres en tropas, de siete a tres en tanques y de dos a uno en aviones tácticos.
La ruta natural de invasión de Europa Occidental es la ancha llanura que se extiende hacia el sur desde el Báltico hasta Checoslovaquia: el "centro", según la nomenclatura de la OTAN. Allí, a ambos lados del río Elba y en estado permanente de alerta casi total, se hallan concentradas las fuerzas armadas para operaciones completas más potentes del mundo. El ejército comunista desplegado actualmente es de unas 58 divisiones (27 soviéticas), alrededor de 14.000 tanques pesados de batalla (6900 soviéticos), 2800 aviones de caza (1300 soviéticos) y 870.000 hombres (430.000 soviéticos).
Del lado de la OTAN, las cifras comparables son 21 divisiones (4,3 norteamericanas), unos 6700 tanques pesados de batalla (2100 norteamericanos), 1700 aviones de caza (230 norteamericanos), y 777.000 soldados (190.000 norteamericanos). Aritméticamente, la superioridad del Pacto de Varsovia respecto al centro de la OTAN es casi de tres divisiones por una, más de dos por una en tanques y casi dos a una en aviones tácticos.
Por supuesto, deben considerarse también los factores cualitativos. Las divisiones soviéticas son menos numerosas: de 9000 a 10.000 hombres, en comparación con 16.000 a 17.500 que tienen las de Estados Unidos y algunos países europeos. Además, las divisiones norteamericanas y la mayoría de las de la OTAN, hombre por hombre, están mejor equipadas, con armas antitanque, con camiones y con pertrechos electrónicos. Se considera asimismo que es mayor su resistencia y su eficacia en la acción.
Sea como quiera, la comparación de fuerzas existentes en el centro oculta el grueso del coloso soviético. A poca distancia, en Rusia occidental, se encuentran acantonadas unas 60 divisiones más. Igualmente debe tornarse en cuenta la continua presión política para reducir la influencia de los Estados Unidos en la OTAN.
CHARLES MURPHY es Un periodista de reputación internacional, especializado desde hace mucho tiempo en asuntos de política y estrategia.
Trueques. El Congreso norteamericano presiona con vigor al presidente Nixon para que ordene que vuelvan al país por lo menos la mitad de los 307.000 soldados norteamericanos destacados en Europa. El jefe soviético Leonid Brezhnev no se ve sometido a tal presión, a pesar de que sostiene 20 divisiones de primera línea en Alemania Oriental, cinco en Checoslovaquia, cuatro en Hungría y dos en Polonia. Por tanto, la pregunta decisiva es esta: ¿Podrá el Presidente de los Estados Unidos inducir a Brezhnev a que retire a la Unión Soviética un número razonable de tropas, y así estar en condiciones de ordenar que crucen de regreso el Atlántico suficientes soldados norteamericanos para aplacar al Congreso, sin abrir con ello un hueco tremendo en las líneas de la OTAN?
Resulta complicado determinar lo que constituya "una equilibrada reducción de fuerzas". Cualesquiera fuerzas que la Unión Soviética retirara de Alemania Oriental podrían volver al Elba en unos cuantos días, ya que la frontera soviética está a sólo 800 kilómetros. En cambio las tropas norteamericanas que se retirasen quedarían a una distancia de más de 5500 kilómetros. Así pues, si el equilibrio ha de ser justo, los rusos tendrían que retirar a tres y hasta cuatro de sus hombres por cada uno de los que retirasen los norteamericanos. Pero los rusos no han hecho ofrecimientos precisos en cuanto a reducir sus fuerzas. Esto se comprende si se considera el papel asignado al Pacto de Varsovia en el grandioso plan estratégico del Kremlin para lograr a la postre el dominio de Europa.
En el bolsillo de Moscú. Esa alianza política y militar de los comunistas fue proclamada en Varsovia en mayo de 1955, casi seis años después de que se formó la OTAN. Con anterioridad, Stalin no había necesitado una alianza con sus Estados vasallos. Los siete países de Europa Oriental se hallaban encadenados a Moscú por tratados bilaterales de defensa. Los oficiales soviéticos mandaban sus ejércitos y los mariscales rusos eran realmente quienes desempeñaban el cargo de ministros de la defensa en los gobiernos de Polonia y de Bulgaria.
En la actualidad, transcurridos 18 años, la impronta soviética en la estructura del Pacto sigue siendo clarísima. Hoy, como ayer, el comandante en jefe es el mariscal soviético Ivan Yakubovsky, de 61 años. El cuartel general del Pacto continúa en el corazón mismo de Moscú, en algún lugar dentro del terrible y pesado conjunto de edificios de escasa altura donde se aloja el Ministerio de la Defensa soviético. El "estado mayor combinado", que nominalmente es un organismo multinacional de planeación, se fundó desde el principio para que funcionara como subsidiario del estado mayor soviético.
En las otras seis capitales del Pacto hay numerosas misiones militares soviéticas, agregadas a los diversos ministerios de defensa y encargadas de que se cumplan las órdenes de Moscú. Los rusos inspeccionan a intervalos regulares las fuerzas de cada nación para cerciorarse de que las armas, el adiestramiento y la instrucción política se ajusten a las normas soviéticas, y para comprobar la confianza que pueda merecer cada cuerpo de ejército. La sovietización de las fuerzas del Pacto alcanza hasta las ordenanzas fundamentales referentes a la táctica y al adoctrinamiento político.
Para mitigar el anhelo de cierto grado de soberanía mostrado por los países de Europa Occidental, el Pacto mantiene un comité simbólico, integrado por los ministros de defensa de los Estados afiliados, además de un consejo militar de soldados profesionales de alta graduación. Asimismo, una que otra vez se reúne una comisión consultiva política. Pero en todo esto hay pocas semejanzas con el libre intercambio de ideas que ocurre en los consejos de Estados soberanos de la OTAN.
En años recientes los oficiales soviéticos de las fuerzas armadas de los países satélites han sido sustituidos por militares nacionales de carrera, salidos de las filas del partido comunista local. Mas el dominio de Moscú sigue siendo decisivo. Al suministrar tanques, aviones, artillería, barcos y otro material militar, el politburó soviético ha tratado de acrecentar el prestigio de esos cuerpos de oficiales y de robustecer su lealtad a la causa de la URSS.
Renace la credibilidad. Por supuesto, los rusos han tenido problemas en el trato con sus socios del Pacto. Primero Polonia y Hungría, en 1956, y después Checoslovaquia y Rumania, en el decenio de 1960 a 1969, intentaron liberarse de la garra soviética, pero el resultado final sólo sirvió para subrayar lo que son capaces de hacer los soviéticos. Muy especialmente la infame invasión de Checoslovaquia, que, en, agosto del año 1968, echó por tierra tres suposiciones de muchos observadores del Pacto de Varsovia:
La primera fue que la Unión Soviética nunca volvería a aplastar a un aliado comunista, como lo había hecho en 1956, cuando lanzó siete divisiones rusas contra los húngaros. Contra los checos, los rusos enviaron 18 divisiones por lo menos.
Otra suposición que se vino abajo: que los rusos no podrían contar con sus satélites para un acto de agresión. No menos de dos divisiones polacas y el estado mayor de dos divisiones de Alemania Oriental, así como algunas tropas húngaras y búlgaras, participaron en la invasión de Checoslovaquia.
La tercera suposición esfumada fue que el alto mando soviético nunca podría lanzar por sorpresa una gran ofensiva militar que requiriese coordinación con sus aliados del Pacto. La intención de invadir se disimuló con una serie de maniobras militares conjuntas realizadas durante la primavera; y a principios de agosto el Pacto de Varsovia tenía alrededor de 400.000 soldados que cercaban a Checoslovaquia. Durante la primera noche de la invasión toda una división soviética transportada por aire aterrizó en aeródromos cercanos a Praga. Pero hasta que sus columnas cruzaron las fronteras checas, Occidente desconocía las verdaderas intenciones soviéticas.
Naturalmente, la invasión tuvo su precio. El ejército checo, compuesto de 14 divisiones antes de la violación de su territorio, ha quedado reducido a 10 y se duda ahora de su fidelidad. No obstante, el suceso reveló una fuerza y una coordinación en los principales ejércitos del Pacto de Varsovia que pocos observadores habían previsto en Occidente.
Sin embargo, un grupo de teóricos de la defensa siguen considerando a la mayoría de los soldados de Europa Oriental como inseguros, y menospreciando la capacidad logística y aérea de los soviéticos. En mayo de 1973, por ejemplo, James Schlesinger, secretario de la Defensa de los Estados Unidos, causó una conmoción en una junta ministerial de la OTAN en Bruselas cuando declaró que se había exagerado mucho el cálculo de la eficacia de los ejércitos del Pacto.
Un factor al que restan importancia quienes así piensan es el reciente mejoramiento cualitativo de todas las fuerzas del Pacto. Las armas se han unificado y los soldados de los satélites han quedado integrados en un plan maestro soviético, hasta un grado nunca antes alcanzado en ninguna alianza militar. En los últimos cuatro años el Ejército soviético ha introducido en Europa Oriental más de 1000 nuevos tanques medianos T-62, provistos de cañones de 115 mm. y sellados químicamente contra la radiación nuclear, capaces de atravesar bajo el agua los ríos y canales que cruzan la llanura del norte de Europa. En las zonas de vanguardia los rusos han colocado aviones tácticos en miles de resistentes refugios de hormigón armado. Con bombarderos de combate YAK-28 y Flogger sustituyen a los modelos antiguos. La colección rusa de armas nucleares propias para el campo de batalla ha ido mejorando sin cesar.
¿Está la historia del lado de los rusos? Nadie espera que haya ahora una guerra en Europa, con tantos esfuerzos como se hacen para disminuir la tensión. Sin embargo, la política soviética cuenta con que los Estados Unidos se cansen del papel que desempeñan y retiren sus tropas dejando que la Alianza se disuelva. Entonces podría ocurrir que Europa cayera sin un solo disparo. Como observa un periodista francés: "Desde tiempo inmemorial las armas no han servido únicamente para la guerra. Son también un instrumento muy especial de coacción política".
Al alcanzar la Unión Soviética la categoría de superpotencia, Brezhnev y sus colegas tienen la certeza de que la historia está ahora de su lado, más que nunca, y de que Rusia es el centro de Europa. Los rusos desconfían de China y hasta la temen, pero es Europa la que se halla profunda y morbosamente incrustada en su mente: una Europa que envidiaron siempre por su riqueza, por su cultura y su excelencia técnica, a la que antes temieron por sus Napoleones y sus Hitler, y ahora temen por las libertades de que goza.
Para bien o para mal, es probable que se reduzca la potencia norteamericana en Europa. Así pues, si ha de restablecerse el equilibrio, el contrapeso deberán hacerlo los europeos. Pero las tropas no habrán de contar lo suficiente por sí mismas, a menos que los puntos débiles que deje el retiro de los estadounidenses queden compensados por la infusión de técnicas militares avanzadas, incluso la nuclear.
"La historia", declaró sombríamente Andrei Gromyko en las Naciones Unidas hace cinco años, "se venga del olvido de quien descuida el significado de los asuntos europeos". Y Gromyko sólo hizo una advertencia a medias. La historia se vengará de aquellos que olviden o descuiden los designios rusos para Europa.