¡FELIZ MALDITO HALLOWEEN!
Publicado en
octubre 23, 2023
Alrededor de todo el año existen festividades que, lejos de pasar sin pena ni gloria como la mayoría de las demás, pueden llegar a generar una controversia tal que pasarán a ser tema de debate entre distintos sectores de la población. La más icónica de estas (sin mencionar el "Alice Day" pues esta no es oficial) es Halloween. Incluso sus verdaderos orígenes, seguidos de la paranoia colectiva que genera, la hacen una de las fechas más obscuras que existan.
Por supuesto que, tan controversial fiesta, no podría existir sin mitos que la rodearan. Algunos de estos en realidad son bastante descabellados, como las agujas y navajas de afeitar dentro de caramelos, manzanas rellenas de cianuro y por supuesto, fantasmas y screamers caminando por ahí con la excepción de no ser simples disfraces.
Aunque acá es donde la cosa se torna irónica, pues una de estas leyendas, quizás la menos conocida, puede tomarse como verdad. El hecho es que, durante esta fecha, el mundo de los vivos y de los muertos están más próximos que en ninguna otra víspera del año.
Lo anterior suele pasar desapercibido para la mayoría de personas, pero para los diversos cultos y sectas que existen, lejos de ser solo una leyenda, es una situación bastante oportuna. Y por supuesto, en un lugar tan maldito y plagado de órdenes esotéricas como lo es la Villa de Santa Teresa, ese día puede llegar a simbolizar al mismísimo infierno en la tierra.
Lo que a continuación estas por leer es la auténtica leyenda (urbana) de los cuatro niños de Santa Teresa, relato por el cual ahora esta prohíbo salir a pedir dulces en aquel, ya de por si, polémico sitio.
Corría el año de 1980, en un 31 de octubre, y como en varios lugares del mundo en la ya mencionada Villa se celebraba el halloween. Esta festividad suele agradar en especial a los niños, pues suele ser igual a disfraces y caramelos gratis, pero para otros como los adolescentes, tiene un significado totalmente distinto; fiestas, prácticas ocultistas y pruebas de valor, por supuesto la última es aquella con la que todo comenzó.
Cuatro chicos; Sarah, Daniel, April y Dominic decidieron hacer un poco de exploración urbana en un viejo hospital local, nada del otro mundo: entrarían, echarían un vistazo y punto. Lo que nunca se imaginaron seria aquello que encontrarían dentro.
—Daniel ¿estás seguro que esto no es peligroso?
—No te preocupes Sarah, esto no es el hospital Santa María.
—Esta chica sí que es miedosa —Agrego April algo molesta.
—Yo no soy miedosa —titubeando señalo a quien tenía al lado— ¿O no, Dominic?
—Lo siento Sarah, no lo puedo negar —y suspirando algo frustrado agregó— y mucho menos defender a la novata del grupo.
A falta de algo mejor que hacer para pasar el Halloween, los cuatro chicos habían decido entrar de manera clandestina al viejo hospital abandonado Howard, conocido por estar supuestamente embrujado.
El auto de Daniel se detuvo frente a la fachada, el hospital en realidad no estaba lejos del centro de la villa pero era preferente ir en automóvil, pues la zona (ahora también abandonada) era algo boscosa y se podrían topar con alguna sorpresa nada agradable.
Al acercarse a la entrada principal se podía notar un frio penetrante, seguido de algunos cuantos arboles petrificados, debido al otoño. Más al estar casi frente a frente con el portón de madera notaron una extraña marca similar a una "A" invertida en la pared.
—Daniel, ¿qué es esto? —Dijo April señalando a la extraña marca.
—¡Oh! Vaya, que curioso, esa es la marca perteneciente al culto esotérico de Leica.
—¡Los de Keira! —Sarah gritó, no podía siquiera disimular su sorpresa al escuchar ese nombre.
—Nah, esos eran el clan de brujos. Leica, estos son solo fanfarrones.
—P... pero...
Daniel forcejeó la ya de por si carcomida puerta utilizando un par de herramientas que traía en su mochila, por supuesto para su nula sorpresa esta cedió de inmediato y procedieron a entrar. Lo siguiente que alumbraron sus linternas fue la sala de recepción, más en lo que algún día hubo sillas y algún que otro escritorio ahora sólo se encontraban restos de tela y espuma sólida tirados por doquier.
Después de explorar un poco la estrecha sala se dirigieron al primer piso.
—Oye, Dom.
—Dime, Sarah.
—Escuché que este lugar tiene cierta fama, pero no precisamente como sanatorio.
—Es cierto —Daniel respondió de manera inmediata.
—Y bueno ¿de qué va esa creencia?
—No es solo una creencia local, el caso de la enfermera Rose de verdad sucedió —Dudando un poco sobre si hablar del tema o no, Daniel añadió— ¿Quieres saber?
—Si voy a seguir con esto por lo menos me gustaría saber qué buscamos.
—Bien, pero luego no andes de llorona... Hace cuarenta años, cuando este sanatorio iba ya por su tercera década de existencia, sucedió algo que conmocionó a todos. Una empleada novata, la enfermera Rose, decidió acabar con su vida en este mismo edifico. Las causas son desconocidas pero se ha hablado mucho de demencia. Sea lo que sea, la enfermera Rose, después de asesinar a tres de sus pacientes, subió a la azotea, y sin más ni menos salto desde ahí. Considerando que este es un edificio de cuatro pisos, supongo que puedes imaginar cómo termino todo. Más la cosa no paró con esto, por el contrario no hacía más que comenzar. Desde este evento, la reputación del hospital comenzó a irse a pique. Escandalo tras escándalo, tragedia tras tragedia y la continua muerte de, incluso, los pacientes más sanos azotaron este lugar. Imagínate, hasta un incendio en el último piso llego a suceder. Todo esto hizo que el dueño tomara una dura decisión, cerrar el hospital tras solo un año del incidente. Mas esto no le cayó nada bien, pues para él, este hospital era su tesoro más preciado y por supuesto el personal era como familia. Esto y la dolorosa perdida de un novato lo llevaron a la irracionalidad y, en un acto impulsivo se quitó la vida en su oficina, se dice que el cuerpo aún permanece ahí y es por eso que hemos venido esta noche. Sé que suena algo descabellado pero esa es la versión oficial.
Sarah, con los ojos abiertos como platos no pudo más que balbucear alguna que otra cosa mientras caminaba entre escombros.
El primer piso estaba en peor estado que la planta baja, pues cada que avanzaban se notaba más la desolación, literalmente en los cuartos no había nada, y en el interminable pasillo sólo se podía encontrar agua estancada y uno que otro utensilio medico regado por el suelo. El blanco hospital había quedado reducido a un puñado de cuartos con las paredes desgastadas y uno que otro colchón.
Pero había algo que no cuadraba. Se supone que debería de haber un aura de vacío dentro de él, pero no sentía así era más como si alguien o algo asechara desde las sombras, aguardando pacientemente en la obscuridad.
La exploración corría sin ninguna complicación, el primer y segundo piso mostraban condiciones similares.
A pesar de ser un lugar abandonado era extraño lo vacío del lugar. Uno esperaría encontrarse con muebles, agujas o algo por el estilo; pero aquí, literalmente, no había nada de nada.
Todo cambio cuando llegaron al tercero.
El tercer piso estaba conformado por dos pasillos separados, uno iba a la izquierda y otro a la derecha, por lo cual decidieron separarse para abarcar más territorio. Sarah y Dominic irían por la izquierda, April y Daniel por la derecha.
—Chicos, si algo llegara a suceder, nos veremos aquí, al principio de la separación de pasillos.
Todos asintieron.
Sarah y Dominic caminaron por el pasillo de la izquierda, más Daniel y April se quedaron en donde estaban, viéndolos alejarse. Tras quince minutos de estadía, Daniel por fin pronunció palabra alguna.
—Es hora.
April hizo una mueca y toqueteando el pecho de Daniel agregó:
—Oh vamos, no podríamos hacer algo más... divertido, tú y yo.
—No puedo negar que me gustaría, pero aquí hay mucho eco y tú gritas a más no poder. Y si mal no recuerdo, todo esto fue idea tuya.
Y cambiando totalmente de tono, April respondió.
—Sólo quiero ver la cara de esa perra cuando se cague de miedo.
Daniel se arrodillo sacando algo de su mochila.
—¿Y entonces qué esperas?
Sarah se encontraba dentro de una habitación cuando se topó con un viejo oso de peluche, fue ahí cuando se dio cuenta que esa fue la habitación de un niño, y a su vez varias preguntas acosaron su mente: "¿Cuántas personas habían estado antes en esa habitación? ¿Cuánta gente agonizó y pasó un muy mal rato en donde estaba parada en ese mismo instante? ¿Cuánta gente había muerto en ese mismo lugar? ¿Ese niño(a) estaba incluido en esa lista?"
Sarah, de por sí ya nerviosa, sintió una mano en el hombro, todo lo que hizo fue pegar un grito ensordecedor
—¡Wow, Sarah tranquila solo soy yo!
—¡D—Dominic!
—Tranquila, sólo quería ver si estabas bien.
—¡Pues ahora no lo estoy!
Mientas Sarah intentaba calmarse, escuchó una voz bastante familiar, era April. Dominic de inmediato salió de la habitación y la llamó, cuando ésta los localizó corrió hacia ellos
—¿April? ¿Qué haces aquí? Creí que estabas con Dan.
—Me separé de él, fui a donde acordamos pero no estaba ahí, así que vine con ustedes.
April, Sarah y Dominic continuaron caminando por el pasillo. Casi al llegar al extremo April comenzó alumbrar hacia una habitación en específico
—¿Qué no estábamos solos? —April echó a correr hacia la habitación a la cual alumbraba— ¡Eh tú, espera!
April entró a la habitación y luego nada, ningún sonido provenía de ella. Justo cuando Dominic se acercaba para echar un vistazo, un estrepitoso sonido atravesó sus tímpanos, seguido del grito aterrado de la chica que hace unos momentos estaba frenética.
Sarah se disponía entrar en la habitación cuando su compañero la freno y entró por su cuenta, pero más tardó en cruzar que en caer de espaldas, tratando de luchar contra algo desconocido. En su pánico sólo miró a Sarah muerta del miedo mientras este le gritaba que corriera, poco después fue arrastrado al interior y otro grito aterrado se pudo escuchar a través de las frías paredes.
Sarah, ni corta ni perezosa echó a correr mientras largos lagrimones recorrían su cara. Fue de regreso todo el largo pasillo hasta el punto de quiebre inicial pero ¿y Dan? ¿Estaría bien sólo correr? ¿Acaso no debió ver qué pasaba, si estaba muerta del miedo y todo pero...?
Sarah chocó con alguien muy cerca de una puerta
En cuanto se incorporó, subió la mirada con la esperanza de toparse con Daniel y salir de ahí, pero no fue así. En su lugar solo pudo observar un terrible rostro deformado que la miraba
—¡Feliz maldito Halloween!
Sarah solo se colocó en cuclillas muerta del miedo, orinándose debido al mismo. Entonces empezó a escuchar risas provenientes del tipo que tenía enfrente y también detrás suyo.
April apareció de nuevo en escena, y muerta de la risa solamente señalo a la pobre Sarah, que no entendía nada de lo que estaba sucediendo
—¡Feliz maldito Halloween perra! —Echo a reír cínicamente y después dijo— ¡Tu cara! ¡Sólo deberías de ver tu maldita cara de miedo!
Daniel y April solo reían como morsas frente a la horrorizada Sarah, el plan de aterrarla había sido todo un éxito. Más Dominic se acercó a ver que estuviera bien. Cuando Sarah se percató de lo que sucedía, echó a llorar.
Entre carcajadas, April alcanzó a notar que la puerta que tenía al lado mostraba un nombre grabado; “Dr. James Howard”.
Cundo notó esto, dejó de reír y llamó a Dan. Éste de inmediato se quitó la máscara que traía puesta y echó una mirada a la puerta.
Entonces, ambos voltearon a ver al otro, incrédulos ante lo que tenían enfrente. Ellos habían utilizado el caso Rose como excusa para jugarle una broma a Sarah, nunca pensaron toparse con la oficina del ex-director del hospital. Indecisos entre abrir o no la puerta optaron por la primera opción.
Al entrar pudieron ver algunas cosas amontonadas en un rincón cerca de un bulto maloliente, por supuesto, esto no les importó y se dedicaron a explorar el enorme cuarto.
Mientras que April se inclinó hacia las cosas arrumbadas, Daniel se acercó al escritorio. Todo apuntaba a que la vieja creencia del cuerpo en la oficina era solo un mito. Aparentemente no había nada de interés, o eso es lo que ellos creyeron.
Daniel verificaba los cajones cuando una carta cayó al suelo. Al recogerla y posteriormente leerla, pudo notar que el contenido era algo bastante descomunal:
"No abras la puerta al final del pasillo. Si estás leyendo esto quiere decir que has cometido el peor error de tu vida, pues has entrado a aquel que algún día fue mi hospital. Muchas cosas han ocurrido desde la llegada del culto esotérico de Leica, pero sin lugar a dudas la peor de todas es aquella ceremonia. Ellos me dijeron que esto traería paz y prosperidad a mi hospital, que los desahuciados ya no morirían, pero obviamente no fue así. Desde aquel maldito día todo cambió, comenzaron estas horribles visiones y las voces, ¡las malditas voces! Incluso mi hija, mi querida Rose fue poseída por esa maldita cosa".
"Tú que lees esto, vete de aquí antes de que sea demasiado tarde, pues aún puedes evitar el obscuro destino que yo debo acatar. Ahora mismo Luxra está detrás de mí, mirándome fijamente y enloqueciéndome ¡Ya no lo soporto! Una vez tenga lo que pide volverá a dormir, pero despertará si alguien se atreve a profanar la paz de sus dominios, entre otras palabras la habitación conjunta".
"Créeme, esa ya no es sólo una simple habitación, es la entrada al infierno. Aunque te advierto una cosa, ten cuidado con aquello que sea demasiado bueno, pues en mi caso esa decisión ha sido la llave para que toda mi vida se fuera al trasto. Mi hospital, mi hija y ahora mi vida ya no me pertenecen. Qué más da pues tengo una pistola en mi mano".
Daniel se quedó pasmado ante tal revelación. El caso Rose no solo era una leyenda popular, era peor de lo que todos habían imaginado. Aunque de pronto recordó algo, el cadáver del Dr. Howard debía estar cerca, pero ¿Dónde?
Un cuerpo de hace cuarenta años no podía pasar desapercibido, era demasiado voluptuoso y maloliente.
—¡April!
La pobre chica sólo pudo pegar un grito de horror al toparse con los podridos restos del antiguo dueño del lugar, seguido de un pánico tal que la llevaron al peor lugar posible. En un desesperado intento por huir, April se topó con la puerta al final del pasillo y, frenética, la abrió de un solo jalón.
La pobre Sarah sólo podía llorar ante tal evento, lo peor es que lo hubiera esperado de todos, menos de Dominic, y aunque este ya se había disculpado un millar de veces asegurando que no esperaba que fuera así, ella sólo se limitaba a llorar sentada en el suelo.
—Sarah, yo...—
Otro grito cruzo por los oídos de ambos, pero esta vez en vez de alarmarse se limitaron a rabiar.
Dominic molesto, entró a la vieja oficina esperando gritarle un poco a Daniel y su zorra.
—¿¡Acaso no fue ya suficiente!?
Pero Daniel no contestó, simplemente se limitó a señalar a April. Cuando Dominic volteó la mirada, pudo notar a una mujer cerca de la chica, esta mujer llevaba un vestido blanco pero en pésimo estado, su pútrida piel era de un tono verde azulado, su maltratado cabello negro le llegaba a la cintura y tenía una mirada fría e inexpresiva como la nieve.
La chica se acercó a Daniel, lo rodeó con sus brazos y lo besó.
Pero de un momento a otro Daniel comenzó a gemir. Éstos se convirtieron en gritos y finalmente en un desesperado intento por escapar, pero no podía despegarse de los labios de su novia. Después de unos pocos segundos, April abrió la boca y de ella salieron trozos de carne, una cantidad sorprendente de sangre y la lengua de Daniel, el mismo que cayó al suelo mientras echaba sangre y espuma por la boca.
La chica se dirigió directo a la extraña mujer al lado de ella. La mujer le acarició la cabeza, posteriormente la tomó del cuello, la levantó con una sola mano y se lo rompió de un solo intento.
Aterrado y su vez incrédulo, Dominic se dirigió a la puerta, tenía que salir de ahí a la voz de Ya, pero antes de siquiera procesar lo que sucedida pudo notar la tambaleante y su vez atónita figura de Sarah parada en la puerta, no hubo ni una palabra, antes tenían que huir de ese lugar.
Dominic tomó de la mano a Sarah y echaron a correr a través del ahora interminable pasillo, pero de poco o nada les serviría, pues Luxra les seguía el paso sin mayor esfuerzo.
—¿¡Qué demonios es eso!?
—¡No lo sé, tu solo corre!
Ambos corrían frenéticos por el viejo hospital abandonado. Habían tardado sólo una hora en recorrerlo completo, pero ese mismo momento dos segundos podrían decidir si vivirían o no.
—¡El auto de Daniel, me dejó las llaves!
Mientras ambos corrían por sus vidas, Luxra apenas mostraba interés por seguirlos. De momentos desaparecía, pero sólo para luego aparecer flotando frente a ellos, por lo cual debieron desviarse en más de una ocasión. Más cuando por fin divisaron la puerta, aquel ente los alcanzó. Tomó la mano de Dominic tan fuerte que en seguida sus huesos quebraron.
—¡Sarah!
Sarah empujó a Dominic y cerró la puerta tras de ella. A los pocos segundos una ensangrentada mano atravesó la puerta de madera seguida del aullido de dolor de Dominic.
Esa noche, Sarah consiguió escapar del hospital Howard, ilesa. Mas sus compañeros no serían los únicos en perecer.
El 31 de octubre de 1980 se registraron más de 30 brutales asesinatos, la mayoría niños que pedían caramelos. Pero eso no fue todo, en diversos puntos de la Villa se encontraron mensajes de agradecimiento hacia los Leica. Cuando se les preguntó que ocurría, ellos sólo respondieron que eran gajes del oficio
En cuanto a Sarah se refiere, fue recluida en un hospital mental después de contar lo ocurrido, siendo la principal sospechosa del inconcluso caso de los chicos del hospital Howard.
Aunque escapar no garantizó su seguridad, pues exactamente un año después fue encontrada muerta en su habitación del psiquiátrico, su cuerpo estaba mutilado, su útero desecho. Pero lo más raro fue aquello que se encontró en su escritorio, pues antes de quitarse la vida lo último que hizo fue escribir una nota, la cual decía: ¡Feliz maldito Halloween!
Fuente del texto:
Wiki Creepypasta