Publicado en
octubre 03, 2023
La noche de ritual comenzó en la Avenida Hills, con luces mortecinas y ornamentación típica del festivo. Los disfraces deambulaban sigilosos por las calles, y los jardines decorados recibían con la alegría del día a los niños en busca de caramelos.
Esa noche, Tommy obtuvo el permiso de sus padres, y pudo salir solo a recorrer el barrio. Bordeó la periferia y casi en la medianoche se dispuso en la esquina más transitada del pueblo. Su atención se volcó sobre una casa antigua, o más bien añeja, que exponía en su fachada adornos de fantasmas y luces que ambientaba el lugar. En la cúspide de la entrada había una calabaza desbordando golosinas tentadoras. Pero no había nadie, solo pequeñas rendijas que se asomaban desde las ventanas, y unos ojos insidiosos que vigilaban la noche.
Tommy, engatusado por la oferta seductora de dulces se adentró en el jardín y a pasos ligeros y ágiles tomó un puñado. Antes de volver, sintió en sus espaldas una respiración fuerte y profunda, acompañada de pasos que crujían en la madera vieja.
—¿Tomaste un dulce?— Preguntó una voz crispada y ronca, que erizó los pelos de Tommy, quien sin dejar de darle la espalda respondió:
—Sí. ¡Feliz Halloween señor!— Y se fue.
Las horas siguientes pasaron entre películas de terror y dulces, entre gritos y risas. Sin la más mínima advertencia, devoró el montón de golosinas recolectadas. La brisa otoñal de Octubre acunó en sueños a Tommy, pero algo lo hizo volver a la realidad: un dolor punzante en su estómago que se extendió hasta su cráneo. Un repentino espasmo, lo agitó hasta arquear su espalda en una contorsión demoníaca. Gritó hasta desgarrarse las cuerdas vocales y pataleó de una intensa puntada en sus costillas.
Y de los constantes alaridos, se despertaron sus padres, que miraron la escena con horror: Tommy estaba contraído en su cama, empapado en un abundante charco de bilis y sangre. Con sutileza lo colocaron en una esquina de la habitación, mientras observaban, impotentes y aterrorizados, al hijo, convulsionando de sufrimiento. Tembloroso logró decir unas pocas palabras:
—¡Feliz Halloween señor!
—¿Tommy?
—¡Feliz Halloween señor!— reiteró.
La madre se acercó, con miedo e incógnita.
—¡Feliz Halloween, señor!
—¿Tommy qué te sucede?
Al erguirse, el chico sonrió, mostrando su dentadura amarilla de vómito e increpó:
—Pudranse en las hordas del infierno.
Y atacó a su madre, desgarrándole el maxilar con los dientes, al mismo tiempo en que le arañaba los ojos, imposibilitándole la defensa. Escupió la sangre de su boca y la empujó contra la pared. El padre intentó tomarlo del brazo, pero el puño del hijo, veloz y con fuerza de bestia, se hundió en su mejilla.
—¡Oh por Dios! ¿Qué sucede Tommy? ¡Por Dios!
El niño se torcía en el suelo, y reía rabiosamente, vociferando una y otra vez: "Feliz Halloween... Feliz Halloween...".
El hombre lo alzó y lo ubicó sobre la mesa de la cocina. Con desesperación buscó una esponja en los estantes inferiores, y cuando se levantó recibió el filo de un machete en el perfil de su rostro.
—¡Tommy, Matt! ¿Qué pasó?— Exclamó la mujer al oír el alarido de terror.
Al día siguiente, los cuerpos colgaban del arbolado público y la sangre regaba los jardines, todavía ornamentados. La Avenida Hills se había convertido en un cementerio. Las carcajadas esquizofrénicas de los niños se amontonaban y vagaban por el barrio.
Tommy caminaba, acechado por las moscas, con la tez pálida teñida de rojo, repitiendo insistentemente "Feliz Halloween". Se paró frente a una casa añeja, con la fachada adornada de telas y velas blancas. Atravesó el camino de entrada y se frenó en el umbral de la puerta.
—¡Feliz Halloween señor!
—¡Feliz Halloween, pequeño!— Contestó una voz áspera... y rió.
Tommy se giró y salió del jardín. Detrás de él, otro niño ensangrentado masticaba una golosina.
Fuente del texto:
WIKI CREEPYPASTA