Publicado en
octubre 25, 2023
Carla es una joven estudiante que trabaja en un bar para pagar sus estudios.
Un día entra al bar un joven de aspecto desaliñado. Se sienta en una de las mesas y pide un café. Luego de un rato llama a la mesera, Carla, y le paga con una moneda sucia. Le pregunta si no es molestia que recueste su cabeza un rato en la mesa, pues se sentía cansado, y ella le responde que no.
Anochece y habían pasado algunas horas y el muchacho seguía durmiendo en la mesa. El encargado, que se había dado cuenta, lo quizo hechar, pero Carla intercedió.
—Jefe, afuera hace mucho frio y parece que no tiene dónde pasar la noche.
—¡Me da igual! Si quieres llévalo a tu casa.
Carla se acercó al muchacho y, antes de despertarlo, le introduce un billete de $10 en el bolsillo del abrigo, luego, con delicadeza, lo despierta. Con toda amabilidad le explica lo que sucede, y éste, con una sonrisa, se despide y se va.
Llegó la hora de cerrar el bar y Carla se dio cuenta que no tenía para el taxi, por lo que optó caminar hasta su casa.
Luego de cerrar, empieza su marcha. A los pocos segundos se percata en una esquina de un par de muchachos que están fumando y que se la quedan mirando. No les da importancia. De todas formas se voltea a ver y se da cuenta que la van siguiendo. Nerviosa acelera la marcha. La ruta es solitaria a esas horas de la noche, por lo que no tiene a quién pedir ayuda. A los pocos minutos ve un bar abierto. Entra a éste pensando ahí llamar a su amiga para que la recoja en su carro.
El bar estaba vacío y había solo una joven que limpiaba el mostrador. Carla, temblando y asustada, se le acerca y le explica su situación.
—Entiendo que estas asustada. —Contestó la chica— Si quieres puedes pasar la noche en mi casa que queda cerca.
—Te agradezco. —Dijo Carla— Pero llamaré a mi amiga para que me recoja.
Empezó a buscar su celular por todos lados, y ¡nada! Se golpea la frente y piensa: ¡lo dejé en el mesón del bar!.
—¿No tienes tu celular? —Preguntó la chica— Si quieres, me das el número que yo la llamo.
—El problema es que no lo sé.
—La invitación a mi casa sigue en pie.
—¡Gracias, eres muy amable!
—Voy a ver que todo esté en orden en la despensa y luego nos vamos.
A los pocos minutos regresó y juntas abandonaron el bar. Carla se da cuenta que los muchachos no estaban.
En el camino fueron conversando y llegaron hasta un edificio destartalado. Carla lo miró sorprendida, pero la chica le dijo que aunque parecía viejo, por dentro no estaba mal. Entraron y todo parecía ruinoso. Subieron al primer piso. Carla iba a comentar algo cuando de pronto sintió que le taparon la boca y la agarraron con fuerza. Ella se trató de liberar pero su agresor era demasiado fuerte.
Carla mira a la chica y le pide ayuda con los ojos, que demostraban miedo y desesperación. Pero ésta se empieza a reir y le dice:
—¡Ironías de la vida, mi conocida! Por huir de alguien malo, caes en manos de algo peor. Él es mi hermano gemelo, es drogadicto y le gusta bomboncitos como tú. Lo llamé mientras iba a la despensa, para que se preparara, porque le llevaría a su siguiente víctima. Mira cariño, solo te va a violar mientras yo observo. Me gusta ver cómo se suscita una violación. Después de que haya concluído el acto, estarás consciente que no podemos dejar testigos, ¡verdad!
El hombre la empieza a arrastrar hacía dentro del cuarto dispuesto a complacer la enfermedad de su hermana. Pero, a los segundos, se escucha una respiración fuerte y aguda que reverbera en todo el pasillo. Lentamente, desde la oscuridad, surgió una enorme figura: un animal negro, peludo, con ojos color sangre y enormes garras. A medida que avanza en dos patas, las tablas del piso suenan, demostrando lo viejo del edificio. La chica al ver que se acercaba hacia ellos, se asustó, pues abarcaba el ancho del pasillo y su cabeza casi toca el cielo raso. No sabía cómo reaccionar y sale huyendo aterrada. El hermano, drogado como era su costumbre, tiró a Carla y se enfrentó a la bestia sacando una navaja. Pero una bestia gigante no es lo mismo que una chica indefensa; y eso no era obvio para una persona en ese estado. El animal lo cogió con una sola pata, lo levanta del piso y, con un simple movimiento, le rompe el cuello, separando parte de la cabeza del torso y lo tira al suelo. Carla, que estaba en el piso, sin comprender lo que pasaba, empieza a retrocer, pero sus nervios la traicionan al ver la terrorífica escena y se desmaya.
Ya era de día cuando Carla recobró el conocimiento. Pensando que todo había sido un sueño se levanta y se da cuenta que está en el pasillo de un edificio. Cerca está el cadáver del gemelo bañado en un charco de su misma sangre. Recordando todo, empieza a sentir miedo pensando en la bestia de anoche, pero ésta no aparece. Cerca, de donde estaba ella parada, ve un fragmento de tela con una rosa encima. Lo abre y encuentra un billete de $10 y una carta que dice: "Perdona que te siguiera anoche, pero quería devolverte el billete. No estoy falto de dinero. Me conmovió tu humanidad. Y, no me arrepiento de haberte seguido. No es bueno andar sola en lugares solitarios ni confiar en los extraños".
Fuente del texto:
BookNet / Autores del Terror