LA RISA, REMEDIO INFALIBLE
Publicado en
septiembre 07, 2023
CUENTAN de un tipo que mandó 40.000 tarjetas el "día de los novios", rociadas con perfume francés y con la inscripción: "¿A que no sabes quién está pensando en ti?" Es abogado especialista en divorcios.
—R.O.
CONVERSACIÓN entre dos chiquillos:
—¿Fuiste a ver una película de horror, tú solo? ¿Había mucha gente en el cine?
—Desde debajo del asiento no pude averiguarlo.
—B.B.
UN GUARDIA de tránsito detuvo a un automovilista y le dijo:
—Voy a ponerle una multa por exceso de velocidad.
—Iba apenas a 65 kilómetros por hora, señor agente.
—Corría usted a 80 por una zona donde la máxima es 50.
—Se equivoca —insistió el automovilista—. Corría sólo a 65.
En ese punto intervino la esposa del chofer para decir:
—Le aconsejo que no discuta usted con mi marido cuando trae unas copas entre pecho y espalda.
—G C.
UN MATRIMONIO estaba sentado cerca de la ventana en un restaurante, cuando pasó frente a ellos una persona joven.
—¿Es hombre o mujer? —preguntó la esposa.
—Hombre —aseguró el marido—. ¿No ves que lleva tacón alto?
—E.C.Z.
EL CÓMICO inglés Syd Francis cuenta a su público que Londres imita a otras ciudades europeas poniendo restaurantes en terrazas o aceras. "Ahora puede usted sentarse en uno de aquellos cafés al aire libre y pedir una cena completa. La primera vez que lo hice, llovió. Tardé una hora en terminar el plato de sopa".
—K.I.
UN siquiatra trataba a cierto paciente que se quejaba de "estar siempre afuera mirando hacia adentro".
Al cabo de tres años de sesiones, descubrió que era limpiador de ventanas.
—H.A.
UN LOCUTOR de radio dijo a sus oyentes que, como la comarca sufrió una ola de intenso frío durante varias noches, la empresa de teléfonos había resuelto instalar "calefactores" en todos los alambres telefónicos para descongelarlos. El locutor aconsejó al público poner el auricular del teléfono dentro de un balde vacío, para que el agua procedente de la descongelación no estropeara las alfombras.
—J.M.
CUANDO salimos en viaje de luna de miel, mi marido tenía una pierna infectada por una espina. A los pocos días se le agravó la infección y ya no podía andar. Antes de regresar a casa, llamé a una amiga para explicarle la situación y pedirle que nos fuera a recibir al aeropuerto.
A punto ya de aterrizar el avión, nuestra amiga vio a un empleado que iba arrastrando una silla de ruedas y le preguntó si era para algún viajero de ese vuelo. Él respondió que sí, y preguntó a su vez si sabía ella qué clase de enfermo llegaba.
—Un amigo nuestro estaba pasando su luna de miel... —empezaba ella a explicarle.
Pero no la dejaron terminar la frase. Soltando una gran carcajada, el empleado interpuso:
—No necesita decirme una palabra más.
—R.R.
CIERTO pordiosero irlandés, sentado en una acera, hacía gala de la mayor elocuencia en sus súplicas. Cuando pasó una pareja bien vestida, comenzó a decir: "Que todas las bendiciones del Señor, con su cauda de amor, felicidad y bonanza, os sigan durante el resto de vuestra vida". Los transeúntes pasaron de largo, y el mendigo añadió entonces a gritos: "¡Pero que nunca os alcancen!"
—D.C.
EN UNA conversación acerca de cómo ha cambiado la situación en la nueva generación, una madre se refería así a la gran franqueza de su lenguaje diciendo: "Mis hijos dicen delante de mí enormidades que yo no me atrevería a repetir ni siquiera a mi sicoanalista".
—R.S.
EN DÍAS pasados mi marido dio marcha atrás con su automóvil, al salir de un estacionamiento adonde iba por primera vez, y chocó contra un árbol. "No diré palabra", pensé, "a pesar de que él suele burlarse de mí cuando voy al volante".
Pero en el acto se encaró conmigo y exclamó:
—¿Por qué diablos no te fijas por dónde voy?
—C.W.
LAS EMPRESAS telefónicas ciertamente tratan de mantenerse al día. ¿Sabía usted que ahora han inventado un teléfono con un cable de ocho kilómetros de largo? Es para los muchachos que quieren fugarse de casa sin perder el contacto con sus amigos.
—O.C.C.