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septiembre 13, 2023
DURANTE el período de orientación en la Academia Militar de West Point se trató una vez el tema de las demostraciones de afecto en público. El instructor explicaba a los:nuevos cadetes que en lo sucesivo, al ser recibidos por sus madres o sus novias, no debían dejarse besar públicamente.
Después de meditar un momento en ello, mi hijo pidió la palabra. "Mi capitán", dijo, "podré acostumbrar fácilmente a mi madre y a mi novia, pero dígame usted... ¿qué hago con mi abuela?"
—R.M.
UN SOLDADO dice al cocinero: "¡Otra vez el mismo plato de ayer! ¡Por favor! Danos tiempo para que el organismo desarrolle sus defensas naturales".
—S.M.
EN HOLANDA hubo un alarmante incremento de la natalidad como resultado de la presencia de las fuerzas aliadas que liberaron el país en la segunda guerra mundial. Los intranquilos ciudadanos hablaban con los alcaldes, el clero y los comandantes aliados de regimientos, pero sin éxito. Por fin, uno de los obispos holandeses fue a ver a un general norteamericano.
—Todos recibimos a su gente con los brazos abiertos. ¿No podría. usted exigir más moderación de sus soldados? La situación no puede continuar así.
—Su Eminencia —repuso el general—, recordará usted que la Biblia ordena "Creced y multiplicaos".
—Sí —reconoció el prelado—; pero no dice "Multiplicaos y marchaos".
—J. van der Voort
UNA MAÑANA, mi marido, que es subteniente, iba acompañado de su comandante y el sargento mayor. Por el camino toparon, con un recluta que iba en dirección contraria. Como era novato, el soldado olvidó saludar y el sargento le echó una filípica muy severa. Cuando el recluta estaba a punto de partir, el comandante observó que bajo una edificación construida sobre pilotes había una botella. Entonces ordenó al joven recogerla y, mientras el recluta lo hacía, arrodillándose en el suelo para alcanzarla, los tres superiores siguieron su camino.
Tras andar una corta distancia, se encontraron con otros reclutas quienes indudablemente habían presenciado el incidente, pues inmediatamente comenzaron a hacer venias y genuflexiones ante los perplejos oficiales.
—C.J.C.
DURANTE un ejercicio, el grave oficial al mando de batallón observó que un camión que se aproximaba llevaba un pasajero de más en el asiento delantero. Para indicar que eso constituía una falta, el mayor hizo frenéticos ademanes y luego levantó en alto dos dedos, indicando así el número de personas permitidas en el asiento del chófer. El soldado supernumerario quedó algo asombrado, pero respondió al símbolo de paz del coronel con uno propio... y el camión siguió su camino.
—L.R.B.
FALTANDO sólo nueve meses para que me licenciaran definitivamente, recibí la siguiente postal de mi madre: "Es como estar nuevamente en estado. Dentro de nueve meses llegará mi niñito. Te quiere, tu madre".
Como ya lo habrá supuesto el lector, fui el último de la compañía que vio la postal... y eso porque la leí en el tablero de anuncios de la unidad.
—O.M.M.
UN AVIÓN cisterna KC-97 se reunía con una escuadrilla de cazas para practicar el reaprovisionamiento de combustible en el aire. Como de costumbre, los pilotos de los cazas se mofaban del aparato más pesado, comparándolo con los suyos. Finalmente, el comandante del KC-97 no pudo mas.
—Óiganme —les dijo por el mi, crófono—: apuesto a que puedo hacer con mi avión algo que no pueden hacer ustedes con los suyos.
—¿Sí'...? ¿Qué será eso? —preguntó el jefe de los cazas.
—Observen —repuso el otro, muy confiado en sí mismo.
Los cazas se retiraron a distancia prudente, de donde pudieran observar sin estorbar al enorme avión cisterna. Este siguió adelante pesadamente durante diez minutos, hasta que se oyó de nuevo la voz de su piloto:
—¿Qué les pareció eso?
—No vimos nada. ¿Qué hizo o usted?
—¿Que qué hice? —refunfuñó el comandante del KC-97—. Pues acabo de levantarme de mi puesto, tirarme, ir andando hacia el baño de atrás, hablar con el navegante, comprobar el estado del avión con el ingeniero de vuelo y tomarme una taza de café. Y ahora, ¿cuánta gasolina desean ustedes?
—G.F.