NO RECHACE SUS INTUICIONES CREADORAS
Publicado en
diciembre 06, 2022
El esfuerzo creador aplicado al trabajo diario puede transformar cualquier tarea en una aventura... Quizá en una nueva carrera.
Por William Ellis (Condensado de "NATION'S BUSINESS").
LAURA es una jovencita de 17 años que trabaja de mecanógrafa unas horas al día. No hace mucho, la gerente observó que intercalaba una hoja de papel verde detrás de las facturas que metía en su máquina de escribir. La hoja verde tenía una ventanilla de forma un tanto extraña.
Cuando Laura terminó de escribir, la gerente tomó la misteriosa hoja verde, y detrás de ella descubrió un sobre debidamente rotulado. "¡Magnífico!, rotula usted los sobres aprovechando los datos que anota en la facturas", comentó con una amplia sonrisa.
Se trataba indudablemente de una pequeñez... pero la inventiva de la joven aceleró el trabajo de mecanografía en la oficina, lo cual le valió un ascenso.
Tenemos la idea de que el talento creador es atributo exclusivo de arquitectos, artistas, decoradores, etcétera. No obstante, ocurre a veces que mientras los creadores profesionales pintan el mismo cuenco con fruta, o proyectan los rascacielos de siempre —cajones de metal y vidrio—, el abrumado gerente de ventas de alguna empresa piensa en una nueva manera de salir del excedente de hierro galvanizado, o bien el fabricante de maquinaria proyecta un nuevo sistema que ejecutará tres operaciones en una. La aptitud creadora en las actividades diarias es patrimonio de todos; centenares de personas han descubierto que esta facultad puede transformar casi cualquier trabajo en una aventura... o en una carrera.
Una de esas personas es cierto mecánico que trabaja para una gran empresa industrial. Sabía que la empresa había pensado adquirir un costoso equipo para acelerar la fabricación de cojinetes para motores de automóvil. Un día, mientras almorzaba a la sombra de un árbol, ideó un aditamento que, instalado en las máquinas con que la compañía trabajaba por entonces, permitiría mejorar la producción tan eficazmente como la nueva maquinaria. Desarrugó la bolsa de papel corriente con la que envolvía su almuerzo y trazó sobre ella un diagrama de su idea. De regreso al taller, echó la bolsa en el buzón para sugerencias. Su invención dio buenos resultados y la empresa lo recompensó con una gratificación de 26.000 dólares.
No hay campo más fructífero, en materia de inventiva, que la diaria labor de las personas que encuentran dificultades para la ejecución de alguna tarea. Una bibliotecaria, por ejemplo, tenía que trasladar 60 toneladas de libros a un nuevo local situado en el otro extremo de la ciudad. La junta de gobierno de la biblioteca había destinado una partida de su presupuesto para la mudanza, pero ella prefería gastar ese dinero en nuevos libros. Así pues, convenció al director del periódico local de que publicara un artículo que llevaba este encabezamiento: "Llévese ahora sus lecturas de verano. No devuelva los libros hasta septiembre... a la nueva biblioteca". ¡Paf! El traslado de los libros se realizó con un gasto mínimo.
La existencia de los grandes laboratorios de investigación y desarrollo suele desalentar a las personas, que se abstienen de poner en práctica las ideas que se les ocurren mientras trabajan. Sin embargo, esos grandes laboratorios de investigación y desarrollo tienen dos desventajas: en primer lugar, se ocupan de grandes problemas y, en segundo, no es probable que tengan de esos mismos problemas el conocimiento que poseen las personas que día por día tienen que resolverlos. Veamos un caso interesante: al observar que gran número de las máquinas calculadoras y sumadoras que vendía eran robadas más tarde o más temprano de las oficinas que las adquirían, el vendedor Paul Sanders inventó un aditamento de seguridad consistente en un candado y un cable que permitían asegurar la máquina al escritorio. Después formó una compañía para fabricar y vender el aparato.
La inventiva en el trabajo es a veces cuestión de combinaciones imaginativas. La estación de gasolina situada frente a un restaurante donde almuerza gente de negocios, tiene abierto un concurso permanente de ventas entre sus vendedores de neumáticos. El ganador habitual es uno que cruza la calle y se pone a inspeccionar los neumáticos de los vehículos que ocupan el estacionamiento del restaurante. Si descubre alguno muy gastado, deja bajo el limpiaparabrisas una notita escrita de su puño y letra en la que dice algo así:
"Tengo un neumático radial de cuatro capas para la rueda delantera izquierda de su coche. Si usted gusta, deje mañana el auto en la acera de enfrente y le cambiaré el neumático mientras almuerza. Atentamente, Antonio el de enfrente".
Quizá el elemento más importante para la realización de una idea sea la seguridad de que es viable y vale la pena. Matt Kiernan es un joven activo, emprendedor, que se dedicaba a la venta de cursos comerciales. La gran idea se le ocurrió durante las dos horas que diariamente tardaba en llegar de Port Jefferson a la Ciudad de Nueva York, a bordo del tren de Long Island. Sugirió a sus jefes la conveniencia de alquilar un vagón y dedicarlo a dar clases, con esos cursos, a los pasajeros.
Por entonces la gerencia no "captó la idea". Pero cada vez que Matt veía a los pasajeros de las 6:42 adormilados en sus asientos, perdiendo dos preciosas horas, sentía que era preciso hacerlo. Por último, renunció a su empleo, alquiló un vagón y lo dividió en dos aulas; luego creó la compañía "Edutran". La Universidad Adelphi proporcionó maestros, libros y planes de estudio, así como 55 estudiantes graduados que hacían aquel recorrido diariamente. En la actualidad, el programa ideado por Matt se pone en práctica en otras dos líneas ferroviarias de la región del Este de los Estados Unidos, y cuenta con 200 alumnos.
¿De dónde vienen las nuevas ideas, las innovaciones? Si desea conocer la respuesta, examínese usted mismo. ¿Piensa más claramente sentado ante su escritorio, o cundo ya concluyó su trabajo? ¿Esas intuiciones ocurren varios días seguidos para luego desaparecer durante un mes? Puede usted estudiar estas pautas de conducta y aprovecharlas. Quizá sus ideas surjan mientras conduce el automóvil. En tal caso, sálgase de la corriente del tránsito y deténgase a anotarlas mientras las tiene frescas.
Pregunte a otras personas cómo se las arreglan para inventar tantas cosas, e imite lo que se adapte a su modo de ser. El gerente de cierta empresa mediana imagina que es el presidente de la compañía y luego se pone a pensar, si tal fuera el caso, qué sería lo primero que le gustaría modificar.
Son muchas las personas que renuncian a una buena idea cuando tropiezan con un "eslabón perdido"; con algún problema de difícil solución. Los profesionales que se dedican a trabajos de creación tropiezan exactamente con las mismas dificultades, pero las dejan pendientes mientras desarrollan el resto de la idea. Cualesquiera que sean las dificultades que surjan, una buena idea seguirá ardiendo en nuestra mente. Hay que cocinarla a fuego lento; dejar que nuestro subconsciente la elabore mientras comemos, mientras dormimos, mientras hacemos nuestra labor de rutina. No hay que darse por vencido: esas corazonadas pueden ser lo que asegure nuestro futuro.