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octubre 10, 2022
El camión de la mudanza apareció por el final de la calle. Jock está emocionado porque tendrá nuevos vecinos y no deja de mover la cola. Avisó Mike a sus padres mientras el perro ladraba como un gallo despertando a la comunidad. En cuestión de veinte minutos un grupo de hormigas entraban y salían cargados con muebles y cajas de cartón. El chico les llamaba hormigas debido a su traje negro y la ardua labor que realizaban. El pequeño bulldog inglés se las manejaba bien para hacerse notar, incluso aulló cuando lo saludaron en la calle.
El joven fue a la escuela como todos los días, no podía parar de preguntarse sobre quiénes serían los nuevos vecinos, era una experiencia semejante a cuando venía un nuevo alumno a clase. Todos querían darle consejos sobre convivencia, aptitudes o el entorno. Johnny deseaba que fueran un matrimonio con un hijo como él, así podrían jugar juntos al fútbol, a videojuegos e incluso comer pizza en su casa los jueves por la noche. Espero que se lleve bien con Jock, le gusta oler en exceso a las personas antes de socializar; pensó mientras miraba el reloj para saber el tiempo que lo separaba de resolver el misterio en casa de sus vecinos. Aunque, probablemente, se viera forzado a formar parte de la comitiva de bienvenida con sus progenitores.
A las cinco y cuarto de la tarde, apareció por casa, merendó y se dirigió a casa de sus vecinos. Llamó al timbre de la pared de la entrada, esperó durante medio minuto, pero nadie abrió. Cuando se dispuso a marcharse, tras haber perdido momentáneamente el interés y la ilusión por los allegados, la puerta se abrió mostrando a una chica rubia con ojos azules y una preciosa figura. Entonces supo lo que era la incomodidad de que la columna de Trajano se levantase por una mujer en público. Su olor embriagador lo dejó aturdido por unos segundos.
—¿Puedo ayudarte? —Se dirigió a él, quién estaba rojo como un tomate.
—Soy tu vecino Mike... Pope. —Tartamudeó ante ella.
—Pasa amigo, estoy horneando galletas de chocolate y casi es hora de merendar.
Lo hizo pasar poniendo una mano en su espalda. La casa tenía un aspecto arcaico por dentro, pues al tratarse de un adosado, cada interior era un mundo.
Caminó tras de ella, sentía un instinto desconocido de tocar el trasero de la anfitriona, pero no sabía explicar la causa. De camino a la cocina observó cómo sus padres posaban juntos de pie como dos maniquíes, no repararon en su presencia. Pero seducido por la idea de repetir en deglución de alimentos en la tarde, no le dio la mayor importancia al asunto. Ella se dirigió a la nevera, sacó una botella de leche empezada y le sirvió un vaso.
—Perdona mi descortesía, me llamo Tania, no me he presentado.
Le sirvió con una sonrisa tan pícara y misteriosa un vaso de leche. Aquellos labios con pintura facial rosa le detuvieron el corazón, por lo que bebió para disimular.
El veneno paralizante de la leche no fue preciso para provocar que se desmayara, cuando ella se ajustó el escote de forma intencionada, el preadolescente sangró por la nariz.
—Todos los hombres son iguales. —Murmuró la hermosa dama arrastrando su cuerpo hasta la habitación del ático. Allí, ella sacó un maniquí de la estatura y con un aspecto muy semejante al del futuro modelo. Los puso tumbados uno al lado del otro sobre una cama, entonces formó un ángulo recto con los dedos bajo su propia barbilla.— Vamos a tomar medidas. —Murmuró mientras medía las facciones faciales con un compás. A continuación, encendió una cámara de vídeo y se puso frente a ella, buscando que enfocase en el intento al muñeco y al humano.— Bien, sujeto número 872. A fecha de veinte de marzo del 2015, voy a convertir a un niño de doce años en un pícaro de guante blanco. —Anunció con satisfacción.
En primer lugar, le tomó muestras del pelo, las uñas y la dermis. Depositó las muestras en una bolsa de plástico transparente y las apartó. A continuación, inyectó una jeringuilla con una substancia sedante que afectaba a las funciones cerebrales de la víctima.
—Cariño, esto es para asegurarme de que no vas a recordar nada. Me ocuparé personalmente de ser la vecina por la que babeas, en vez de una agente de los bajos fondos. —Susurró a su oído con una sonrisa cargada de malicia.
Con la cámara grabando, tomó sus utensilios de trabajo para dar forma y retocar a la réplica perfecta para cometer los crímenes.
La especialidad de los nuevos vecinos, la familia Murphy, era la de imbuir de vida y autonomía a réplicas de personas corrientes para cometer crímenes. La elección de establecer su nueva base de operaciones en la calle donde vivían los Pope era debido a la desconfianza creciente entre vecinos. Las mudanzas de jóvenes con ganas de fiesta habían roto la harmonía del barrio. El secreto de su habilidad para imbuir de dichas características a las réplicas era desconocido hasta el momento.
Cuando terminó de recrear la copia perfecta de Mike se sintió realizada. Le llevó más de cinco horas hacer todo el trabajo, pero faltaba darle el toque de remate final. La cámara se apagó tras comunicar ella que ese misterio no sería revelado a nadie, pues era el producto estrella y exclusivo de los Murphy en las cloacas de la sociedad. Tania sacó un libro de debajo de la cama, lo tomó en una mano y lo abrió por la parte donde una lengüeta roja sobresalía. Recitó unos versos en latín y de repente la réplica cobró vida por si misma.
El crimen perfecto estaba en marcha. Con su victoria asegurada, levantó el cuerpo del enamorado niño y lo arrastró hasta una hamaca en el jardín trasero de la casa del vecino. La voz de su padre, Marius, entró en la habitación.
—La distracción con el retrato de familia ha sido un éxito. Confío en que habrás hecho un gran trabajo replicando con magia negra el cuerpo del crío. —Se dirigió a ella el patriarca de la familia.
—No lo dudes, es una criatura inocente e incorrupta. Una pena que este pequeño embajador se convierta en una bomba humana en la próxima reunión de la policía. —Contestó ella satisfecha de su propia obra, mientras la observaba.
Unos días más tarde se produjo la destrucción social de la familia Pope, a la par que la desaparición de los verdaderos “nuevos vecinos” del barrio, quienes cambiaron su aspecto físico y aparecían esporádicamente para no levantar sospechas, alegando que viajaban mucho gracias a sus habilidades artísticas. Nadie sospechó nunca de ellos, ni siquiera Jock, quien se sentía a gusto siendo acariciado por autómatas imbuidos con magia negra.
Fuente del texto:
BookNet