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octubre 24, 2022
Un grito fuerte y de terror retumbó en las paredes de la casa de los Milton, despertando a todos, quienes se dirigieron a la habitación de donde provino el mismo: Annie. Era la menor de la familia y estaba parada en la esquina de la cabecera de la cama gritando desesperada. Su expresión era de angustia y estaba abrazando con fuerza a su muñeco de peluche. Rodrigo, su padre, la reprendió por haberlos despertado debido a una pesadilla. Molesto, se fue a dormir.
Mientras que Juan y Sara, hermanos mayores de Annie, permanecieron con ella hasta que quedó dormida. En la recamara principal Karla (su madre) y Rodrigo discutían por la actitud que él había tenido ante el comportamiento de su hija menor.
Annie les dijo a sus hermanos que debajo de la cama había un monstruo, que intentó llevársela. Éstos voltearon a verse uno a otro y después de consolarla revisaron debajo de la cama para que estuviese más tranquila, nada encontraron.
Sara decidió acostarse junto a Annie, Juan fue a su habitación por un bate de beisbol y pasaron la noche los tres juntos. Sara y Juan vivieron lo mismo al ser mas pequeños, pero así mismo, su padre jamás les creyó.
Cada noche, los tres, que empezaron a dormir juntos, cambiaban de habitación, para evitar, de esa forma, que el monstruo encontrara fácilmente a Annie. Cuando Rodrigo los descubrió, encerró a cada uno en su habitación, bajo llave.
Esa noche se volvió a escuchar los gritos de horror que salían de la habitación de Annie. Sus hermanos gritaban a su padre para que los dejaran salir y poder auxiliar a su hermana. Karla intentó arrebatarle las llaves a Rodrigo al escuchar que en la habitación de su hija, a parte de los gritos, las cosas empezaban a caer y romperse. Rodrigo lo impidió diciendo que los niños tenían que crecer y dejarse ya de mentiras.
El silencio llegó de pronto y Rodrigo con expresión de ganador dijo:
–Ya lo ves, solo fue una rabieta.
Karla le arrebató las llaves y al entrar a la habitación, Annie no estaba. La buscaron por cada rincón del cuarto, pero había desaparecido sin dejar rastro. La habitación lucía como si un remolino la hubiera invadido, todo había quedado destrozado. Culparon a Rodrigo.
Al pasar los días, Rodrigo se sentaba en la cama de Annie, lamentándose por no haberle puesto atención a su llamado. De pronto, un olor a sudor y a humedad invadió la habitación. Un ligero ruido semejante al crujir de una bolsa plástica salía debajo de la cama. Se escuchó un click que venía del piso de madera. La intensidad del sonido aumentó y Rodrigo vio, pasmado, como entre sus piernas una enorme mano gris oscura, con grandes dedos negros y uñas tan largas salía de debajo de la cama e iba rozando su pie. Al poner atención a lo que estaba ocurriendo, se dio cuenta que eran dos manos. En un movimiento brusco quiso subir sus pies, pero una de estas manos lo tomó con fuerza, la cama se alzó de su lugar y en un instante Rodrigo estaba de cabeza.
Sorpresivamente, se vio colgando de la mano de un monstruo gris que se jorobaba un poco para no pegar en el techo, tenía un cuerpo grueso marcado con llagas purulentas, dos peludas patas con pezuñas negras y una larga y abundante melena oscura cubría su rostro y espalda. En la parte de atrás mostraba una cola larga que superaba su estatura y se balanceaba de un lado a otro haciendo destrozos en la habitación. En su rostro se apreciaba una sonrisa maléfica que dejaba ver sus sucios colmillos. De su boca escurría una baba oscura con pus. Al ver su cara arrugada, con la nariz caída y unos enormes ojos rojos ardientes, Rodrigo sintió un miedo que lo hizo gritar desesperado. Entonces el monstruo, con una de sus uñas, recorrió el cuerpo de Rodrigo arañándolo.
Lentamente y con suavidad; sus ropas cayeron cortadas con mucha precisión dejandolo al desnudo y sin una sola herida. El resto de la familia observada atónitos todo lo que estaba ocurriendo, sin poder hacer algo al respecto.
El monstruo, que hasta ese momento no emitía más que gruñidos que parecían venir desde su estomago, de nuevo con su uña recorrió el cuerpo de Rodrigo, pero esta vez dando pequeños piquetes que lo hacían gotear sangre hasta el piso. Otros seres de diferente tamaño empezaron a salir de abajo de la cama, e iban directo a lamer, con desesperación, la sangre que caía. Algunos de ellos se recostaron esperando que las gotas de sangre cayeran directo a su boca y otros se lanzaron sobre Rodrigo para chupar la sangre de todas las heridas.
Esas criaturaras esparcieron pus, en lugar de saliva, por todo el cuerpo de Rodrigo. Saltaban contentas y una a una se fue metiendo debajo de la cama. La de mayor tamaño aún sujetaba a Rodrigo del pie teniéndolo de cabeza. Luego, lo recostó en la cama, se posó sobre él, y agachando su cabeza, abrió la boca mientras abría la de Rodrigo y succionó fuerte; una ligera niebla con destellos brillantes salía desde dentro de Rodrigo y el monstruo lo saboreaba con gusto.
A los pocos segundos, ambos desaparecieron. El resto de la familia quedó atónita y abrumada por lo que habían presenciado. Cuando reaccionaron hicieron lo que debían haber hecho hace años: irse de esa casa infernal. Annie y Rodrigo ya no estaban con ellos.
Fuente del texto:
Leyenda de Terror