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octubre 26, 2022
Cuentan que en un pueblito de Inglaterra vivía una mujer muy extraña. Tenía un vestido que parecía estar cosido a su cuerpo y la mostraba con una figura esbelta y muy llamativa. Su rostro, de una mujer adulta, era siempre serio y sus ojos eran fríos y oscuros.
Un día, unos borrachos (Pedro y Javier) hicieron un reto. El más valiente tendría que visitar a la mujer y decirle que estaba locamente enamorado de ella y que quería contraer matrimonio. Tenían curiosidad de saber cuál era su misterio.
Javier salió elegido para hacerlo.
Al día siguiente fue hacia la casa de la mujer, una cabaña de madera podrida y llena de hongos. Llamó tres veces hasta que escuchó un chillido agudo y seco:
—¿Quién anda por estos malditos lugares?
—Salga, por favor, deseo decirle algo muy importante.
Desde el interior surgieron ruidos tenebrosos y turbios. Al verla salir le dió un escalofrío y a su vez se sintió atraído por su esbelta figura.
—Dilo ya que tengo que hacer cosas.
Javier tragó saliva.
—Oiga, me... enamoraron sus ojos llenos de inspiración y de ternura.
—Ya dilo, no estoy para esas estupideces.
—¿Desea usted casarse conmigo?
Javier vio que el rostro serio de aquella mujer cambio mostrando una sonrisa malévola y pensó que ya quería acabar con todo aquello.
—¿Seguro? —Preguntó ella.
—Claro. —Respondió Javier—. Lo he pensado mil veces y mil veces me digo que sí.
—Está bien. —Dijo ella—. Mañana, tres de la madrugada ¡NO FALTES!
—¡No faltré! —Contestó Javier, nervioso y entusiasmado.
¡Se hizo la boda!
Esa noche, después del matrimonio y ya en la casa de ella, Javier le pregunta:
—¿Por qué llevas siempre ese vestido? Quisiera ver la hermosura que se oculta debajo del mismo.
—¡No, nunca me lo quites! ¿Entendiste?
—¡Bueno! ¡Bueno, no hay problema!
No volvió a tocar el tema.
Una noche, mientras ella dormía y él no podía conciliar el sueño, se la queda viendo, su silueta era excitante, pero se da cuenta que el vestido estaba cosido al cuerpo. El asombro y la curiosidad se manifestaron, por lo que empezó a cortar el hilo, hasta que logró quitarle el vestido. Ésta giró su cabeza como las lechuzas mostrando unos ojos rojos como el infierno y dijo:
—¡Te lo advertí!
Cayó como muerta y Javier, en shock, vió cómo la figura transparente de la mujer le miraba con la boca llena de sangre mientras extendía un brazo hacia él. Javier gritó y echó a correr hasta la casa de su amigo:
—¡LA MUJER! ¡LA MUJER!
—¿Qué pasa Javier? —Dijo Pedro.— ¡Te ves pálido! ¿Averiguaste el misterio?
Cuando Javier se dispuso a contarle, sintió unas manos frías y huesudas cosiéndole la boca. Su amigo parecía no ver como el hilo iba cerrando los labios de Javier, mientras éste lanzaba chillidos.
—¡Ya déjate de bromas que me estás asustando y dime que pasó!
Javier fue al comedor y tomó una lapicera de la mesa para escribir sobre la misma; pero no pudo, pues veía como sus manos eran cortadas con un hacha. Las levantó desesperado y las puso frente a su amigo, las cuales estaban balanceándose a punto de caer. Éste no parecía ver algo extraño en sus manos. Pero Javier insistía con desesperación, hasta que pudo hablar.
—¿No viste mis manos cortándose y mi boca cosida?
—¡No! ¿De verdad?
Pedro entendió que había sido ELLA quien hizo ver esas cosas a Javier y prometieron nunca hablar de lo ocurrido aquella noche.
Javier continuó su vida de casado con aquella extraña y excitante mujer, a pesar que no había intimidad.
Un día llegó ebrio a su casa. Comenzó a hablar con su esposa sobre lo que ocurrió aquella terrorífica noche y por qué razón no puede tener sexo con ella ¡si son casados!. Pero ésta lo ignoró hasta que se quedó dormido.
En la madrugada, Javier se despierta y enseguida recordó lo que le reclamaba a su mujer. La ve acostada y su hermosa figura le inquieta y le vuelve a nacer la curiosidad de qué hay debajo de ese vestido y por qué parece cosido a su piel. Su inquietud y deseo fue más fuerte que su miedo y empieza a descoser el vestido. No pasó ni diez segundos que sintió unos dedos fríos y huesudos que tocaban su rostro, se incrustan en sus ojos y siente como los saca de las cuencas. Oye una voz de ultratumba que dice: "Te advertí que no me quitaras el vestido y te di otra oportunidad, ahora ya es tarde". Lleno de terror empieza a gritar, pero su lengua es agarrada por esos dedos huesudos y la arrancan de su boca. Poco a poco va desgarrando la piel de su cuerpo hasta que solo queda huesos.
Al día siguiente, Pedro va a visitar a Javier. Toca la puerta y sale su esposa. Le pregunta por su amigo y ella le contesta:
—Ahora es un fantasma y vaga por ahí. ¡Se lo advertí! Pero no me hizo caso... ¡Te lo advertí Javier! ¡Ahora eres un fantasma! ¡Vivirás por siempre sufriendo! ¡Te lo advertí!... ¡Se lo advertí!
Fuente del texto: RELATOSCORTOS.ORG