Publicado en
abril 14, 2022
EL REGALO de cumpleaños que mi marido me tenía reservado resultó mayor sorpresa para él mismo que para mí.
Acababa de comprarme una bicicleta sin armar y volvía a casa con ella, cuando se le paró el automóvil. Al informarle en un taller de reparaciones que no podrían arreglarle el coche ese mismo día, se enfrentó al problema de cómo llegar a casa. Entonces se le ocurrió una idea: pidió prestadas en el taller las herramientas necesarias, armó la bicicleta y pedaleó los 15 largos kilómetros que había de allí hasta casa.
Cuando por fin llegó, recibí un regalo de cumpleaños ligeramente usado por un esposo exhausto.
—F.R.C.
COMO medida de prevención contra los secuestros, las autoridades de un aeropuerto estaban registrando todo el equipaje de mano, incluso paquetes y bolsas de señora. Algunos de los pasajeros que iban a otra ciudad empezaron a protestar, pero una dama que acababa de someterse al registro exclamaba, muy contenta: "¡Fue maravilloso! Me encontraron cosas que yo había estado buscando toda la semana".
—B.U.
AL IR hacia la parada de autobuses, me metí en una panadería porque estaba comenzando a lloviznar. Allí, entre los parroquianos mojados y el sabroso olor a pan recién salido del horno, oí la voz de un niño que decía desde el fondo: "De toda la contaminación atmosférica, ésta es la que más me gusta".
—N.G.H.
MI MARIDO estuvo hospitalizado un mes después de sufrir un accidente. Durante una de mis visitas, me incliné sobre la cama a darle un beso. Él ya se estaba sintiendo mejor y me correspondió con bastante entusiasmo.
En ese momento entró una enfermera que, al ver la amorosa escena, salió apresuradamente y cerró la puerta.
Mi visita fue larga y nos llamó la atención que no nos interrumpieran ni enfermeras ni empleados, como hacían otras veces. Descubrimos la razón cuando abrí la puerta para salir: tenía pegado por fuera un letrero que decía "Paciente en tratamiento especial: se prohíbe entrar".
—J.H.