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octubre 27, 2021
Los visitantes pueden llegar de manera inesperada, lo quieras o no. Solo hay una delgada puerta que te mantiene separado del mundo exterior. Pero nunca se sabe quién puede estar detrás de ella.
Era de noche y los ánimos en el pequeño apartamento donde vivía Mika se sentían exaltados. Ella acababa de discutir con su hermana mayor por ver quién se quedaba con el mando a distancia de la televisión, mientras su madre, enfrascada en la computadora, todavía arreglaba los pendientes de su trabajo.
—Me lo prometiste, ¿recuerdas?
—¡Pero yo quiero mirar la tele! —exclamó la niña.
—¡Ya basta! —su madre le dirigió una mirada de advertencia— Es el turno de que tu hermana vea la televisión.
Enfurruñada, Mika salió de la estancia para ir a su dormitorio. El largo pasillo que conducía a la puerta de entrada se veía sombrío y solitario delante de ella. De pronto, alguien llamó desde el otro lado, dando unos golpecitos que llamaron la atención de la niña. Mika se acercó y pegó el oído.
—¿Quién es?
—Soy la tía Machiko —respondió una voz extraña tras la puerta.
Mika extendió una mano para abrirle, pero en ese momento, sus ojos se detuvieron en la fotografía familiar que decoraba el diminuto recibidor. Se acordó de la tía Machiko y se dio cuenta de que sonaba demasiado extraña.
—¿Realmente eres la tía Machiko?
—Sí.
—Pero te oyes distinta.
—Claro que no.
Mika observó a través de la abertura del buzón y distinguió un cuerpo esquelético en el pasillo. Dos manos grotescas colgaban a ambos lados de la silueta desconocida, seguidos por unos brazos anormalmente largos. Esa cosa, fuera lo que fuera, no era su tía.
Asustada, echó el cerrojo a la puerta. Volvieron a tocar con impaciencia. Ahora también estaban rasguñando. Podía escuchar como unas uñas largas y afiladas arañaban frenéticamente la puerta, desesperadas por abrirse paso al interior.
—¿Qué estás esperando? ¡Ábreme!
—¡No!
—¡Mika, abre la puerta!
La niña retrocedió en el suelo, pensando que en cualquier instante, la puerta cedería ante los golpes violentos que ahora estaba recibiendo. Su hermana mayor apareció en el pasillo, molesta ante el ruido.
—¿Qué está pasando aquí? —espetó mientras se dirigía a abrir la puerta— ¿Quién está llamando a estas horas? ¿Y por qué tanta insistencia?
—¡No, hermana! ¡No!
La adolescente ignoró los gritos de insistencia de Mika. Cuando vio que su hermana mayor estaba dispuesta a abrir la puerta, corrió hacia el baño y se encerró. Aterrorizada escuchó el sonido de la puerta principal abriéndose.
—¡Hola! —Dijo una voz espeluznante.
Entonces todo fue silencio absoluto.
—¿Hermana? —Mika la llamó, agazapada contra el inodoro. No obtuvo respuesta— ¿Mami?
Alguien llamó a la puerta del baño. Mika, que estaba en un rincón del mismo, se quedó paralizada. Oía cómo trataban de entrar a la fuerza. El cerrojo saltó haciendo un clic sordo y entonces el picaporte comenzó a girar lentamente. La puerta se abrió. Y entonces Mika soltó un grito de terror...
Fuente del texto:
BookNet / Autores del Terror