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octubre 15, 2021
Aquella noche, Michael se había quedado completamente solo. Sus padres habían salido de viaje ese fin de semana y su hermana mayor se había ido a una fiesta de su facultad, y no volvería hasta muy tarde. Tal vez él no podía salir de fiesta, pero podía quedarse viendo películas hasta tarde y comer un montón de bocadillos. ¡La noche perfecta!
Después de hacerse unas palomitas en el microondas, se dirigió a la sala, se acomodó y prendió el televisor. Cuando iba a cambiar de canal para buscar algo interesante, escuchó que el presentador de ese canal comunicaba una novedad espeluznante.
"Informamos que un peligroso asesino serial ha escapado de la cárcel de máxima seguridad, de esta ciudad. Su condición psicológica es inestable y es despiadado con sus víctimas. Les rogamos asegurar puertas y ventanas en sus casas y llamar de inmediato a las autoridades si llegan a ver o escuchar algo extraño cerca de su domicilio. Recomendamos no enfrentarlo."
Al ver la fotografía del maleante en la pantalla, Michael se erizó. Su aspecto era desagradable y digno de las películas de terror.
Dejó todo lo que estaba haciendo y corrió a asegurar la puerta principal y las ventanas. Justo cuando estaba por relajarse, recordó que tenía que ocuparse de la puerta corrediza del jardín. Preocupado, fue a ponerle el seguro, y al llegar notó algo que lo dejó paralizado.
Vio una silueta en el jardín. Se acerca más a la puerta corrediza y lo ve. Era el asesino al que había visto por la televisión. Estaba de pie sobre la nieve y lo miraba fijamente. Una sonrisa malvada se dibujó en sus labios y Michael sintió temblar sus piernas.
Colocó con fuerza el seguro en la puerta y, sin dejar de mirarlo a los ojos, palpó con su mano sobre la cómoda cercana para tomar el teléfono. Solo bajó la mirada un segundo, para marcar al 911, cuando al mirar nuevamente hacia afuera se dio cuenta de que el fugitivo había avanzado, acercándose mucho más a la puerta del jardín.
Aterrado, Michael agachó la mirada, tragó saliva y esperó a que el aparato terminara de marcar.
—Buenas noches, ha llamado usted a emergencias, ¿en qué puedo ayudarle? —habló la voz de una mujer joven al otro lado de la línea.
—¡Hay un asesino en mi jardín!
—¿Disculpe?
Haciendo acopio de todo el valor que le quedaba, Michael volvió a alzar los ojos. El asesino estaba cerca de tocar el vidrio de la puerta.
—¿Hola? ¿Me escucha? ¿Hola? —la voz de la operadora se escuchó como un eco lejano.
Un escalofrío intenso recorríó la columna vertebral de Michael. El teléfono cayó de su mano temblorosa. Su mirada, de asombro y terror, se centró en la puerta del jardín. Vio que el asesino estaba bastante cerca, pero no había huellas en la nieve que indicara que éste había avanzado. Entonces comprendió. Durante aquellos tortuosos segundos, no había estado mirando al desconocido de pie en su jardín. Él no estaba allí. Y lo que sus ojos habían estado observando, era el reflejo del mismo en el cristal de la puerta.
Su terror fue total y su cuerpo se paralizó, al sentir un aire tibio en su cuello seguido de una respiración.
Fuente del texto:
BookNet / Autores del Terror