CUANDO ME DISPONÍA A MIRARLA... YA NADIE HABÍA
Publicado en
junio 09, 2021
MÉXICO.
Les comparto mi historia no con el interés de convencer, sino con el firme propósito de ser escuchado y comprendido. Durante años viví en la colonia Netzahualcóyotl, en la calle de Xajai. La zona tenía fama de ser insegura y violenta; por lo mismo, las calles se transformaban por las noches en caminos de penumbra deshabitados. Resultaba absurdo o estúpido pensar que alguien osara salir a las calles después de las once de la noche. Yo era uno de esos osados, no por soberbia o ignorancia, más bien por necesidad. Mi trabajo me obligaba a llegar a casa de madrugada.
Muchos dicen haberla visto, pocos en realidad la han sufrido. Yo ya había escuchado historias de una anciana que se aparecía por las noches. “Viste prendas de color negro, su pelo es totalmente blanco y su rostro pálido, muestra una mirada perdida, sobrenatural”, decían los desafortunados. Esta longeva mujer se acerca a las personas, las saluda y les pregunta la hora. Una vez que la gente regresa la mirada tras haber visto las manecillas del reloj, la decrépita anciana ya no está ahí, desaparece. Mi morada se encontraba en el cuarto piso de una enorme vecindad. Para llegar hasta mi puerta, identificada con el número 18, debía recorrer un gran pasillo, en el que aún con el improvisado alumbrado se perdía la visibilidad de extremo a extremo debido a la espesa neblina.
Una fría noche de abril regresaba de un pesado día de trabajo y buscaba la llave de mi casa. Me encontraba parado frente a mi puerta, frente al número 18. Ocupado estaba intentando adivinar cuál era la llave correcta, cuando involuntariamente giré la cabeza y vi junto a mí a una vieja mujer que me estremeció de pies a cabeza y me provocó un enorme sobresalto. Permanecí inmóvil, congelado. Me preguntó la hora. Volteé para ver mi reloj y cuando me disponía a mirarla forzadamente a la cara y contestar a su pregunta, ya no había nadie. ¡Era imposible! ¡Era increíble, inconcebible! Mientras abría desesperadamente la puerta de mi casa, miraba de lado a lado el enorme corredor tratando de entender cómo es que la vieja había desaparecido de mi vista. Algunos dicen haberla visto sentada junto a un edificio, ahí se manifiesta, espera a que alguien pase para preguntar la hora.
Hasta el día de hoy me pregunto si lo que presencié fue sólo un sueño, una alucinación o un mal truco de mi imaginación. Si de algo estoy seguro, es que hubiera preferido no haberla visto nunca.
—Shajid O. G., Tec de Monterrey (Ciudad Netzahualcóyotl, Estado de México).
Extraído del libro:
"Leyendas urbanas y tradicionales en el México del siglo XXI", por Marco Antonio Molina.