• 10
  • COPIAR-MOVER-ELIMINAR POR SELECCIÓN

  • Copiar Mover Eliminar


    Elegir Bloque de Imágenes

    Desde Hasta
  • GUARDAR IMAGEN


  • Guardar por Imagen

    Guardar todas las Imágenes

    Guardar por Selección

    Fijar "Guardar Imágenes"


  • Banco 1
    Banco 2
    Banco 3
    Banco 4
    Banco 5
    Banco 6
    Banco 7
    Banco 8
    Banco 9
    Banco 10
    Banco 11
    Banco 12
    Banco 13
    Banco 14
    Banco 15
    Banco 16
    Banco 17
    Banco 18
    Banco 19
    Banco 20
    Banco 21
    Banco 22
    Banco 23
    Banco 24
    Banco 25
    Banco 26
    Banco 27
    Banco 28
    Banco 29
    Banco 30
    Banco 31
    Banco 32
    Banco 33
    Banco 34
    Banco 35

  • COPIAR-MOVER IMAGEN

  • Copiar Mover

  • Transición (aprox.)

  • T 1 (1 seg)


    T 2 (3 seg)


    T 3 (5 seg)


    T 4 (s) (8 seg)


    T 5 (10 seg)


    T 6 (15 seg)


    T 7 (20 seg)


    T 8 (30 seg)


    T 9 (40 seg)


    T 10 (50 seg)

    ---------------------

    T 11 (1 min)


    T 12 (5 min)


    T 13 (10 min)


    T 14 (15 min)


    T 15 (20 min)


    T 16 (30 min)


    T 17 (45 min)

    ---------------------

    T 18 (1 hor)


  • Efecto de Cambio

  • SELECCIONADOS


    OPCIONES

    Todos los efectos


    Elegir Efectos


    Desactivar Elegir Efectos


    Borrar Selección


    EFECTOS

    Bounce


    Bounce In


    Bounce In Left


    Bounce In Right


    Fade In (estándar)


    Fade In Down


    Fade In Up


    Fade In Left


    Fade In Right


    Flash


    Flip


    Flip In X


    Flip In Y


    Heart Beat


    Jack In The box


    Jello


    Light Speed In


    Pulse


    Roll In


    Rotate In


    Rotate In Down Left


    Rotate In Down Right


    Rotate In Up Left


    Rotate In Up Right


    Rubber Band


    Shake


    Slide In Up


    Slide In Down


    Slide In Left


    Slide In Right


    Swing


    Tada


    Wobble


    Zoom In


    Zoom In Down


    Zoom In Up


    Zoom In Left


    Zoom In Right


  • OTRAS OPCIONES
  • ▪ Eliminar Lecturas
  • ▪ Ventana de Música
  • ▪ Zoom del Blog:
  • ▪ Última Lectura
  • ▪ Manual del Blog
  • ▪ Resolución:
  • ▪ Listas, actualizado en
  • ▪ Limpiar Variables
  • ▪ Imágenes por Categoría
  • PUNTO A GUARDAR



  • Tipea en el recuadro blanco alguna referencia, o, déjalo en blanco y da click en "Referencia"
  • CATEGORÍAS
  • ▪ Libros
  • ▪ Relatos
  • ▪ Arte-Gráficos
  • ▪ Bellezas del Cine y Televisión
  • ▪ Biografías
  • ▪ Chistes que Llegan a mi Email
  • ▪ Consejos Sanos Para el Alma
  • ▪ Cuidando y Encaminando a los Hijos
  • ▪ Datos Interesante. Vale la pena Saber
  • ▪ Fotos: Paisajes y Temas Varios
  • ▪ Historias de Miedo
  • ▪ La Relación de Pareja
  • ▪ La Tía Eulogia
  • ▪ La Vida se ha Convertido en un Lucro
  • ▪ Leyendas Urbanas
  • ▪ Mensajes Para Reflexionar
  • ▪ Personajes de Disney
  • ▪ Salud y Prevención
  • ▪ Sucesos y Proezas que Conmueven
  • ▪ Temas Varios
  • ▪ Tu Relación Contigo Mismo y el Mundo
  • ▪ Un Mundo Inseguro
  • REVISTAS DINERS
  • ▪ Diners-Agosto 1989
  • ▪ Diners-Mayo 1993
  • ▪ Diners-Septiembre 1993
  • ▪ Diners-Noviembre 1993
  • ▪ Diners-Diciembre 1993
  • ▪ Diners-Abril 1994
  • ▪ Diners-Mayo 1994
  • ▪ Diners-Junio 1994
  • ▪ Diners-Julio 1994
  • ▪ Diners-Octubre 1994
  • ▪ Diners-Enero 1995
  • ▪ Diners-Marzo 1995
  • ▪ Diners-Junio 1995
  • ▪ Diners-Septiembre 1995
  • ▪ Diners-Febrero 1996
  • ▪ Diners-Julio 1996
  • ▪ Diners-Septiembre 1996
  • ▪ Diners-Febrero 1998
  • ▪ Diners-Abril 1998
  • ▪ Diners-Mayo 1998
  • ▪ Diners-Octubre 1998
  • ▪ Diners-Temas Rescatados
  • REVISTAS SELECCIONES
  • ▪ Selecciones-Enero 1965
  • ▪ Selecciones-Agosto 1965
  • ▪ Selecciones-Julio 1968
  • ▪ Selecciones-Abril 1969
  • ▪ Selecciones-Febrero 1970
  • ▪ Selecciones-Marzo 1970
  • ▪ Selecciones-Mayo 1970
  • ▪ Selecciones-Marzo 1972
  • ▪ Selecciones-Mayo 1973
  • ▪ Selecciones-Junio 1973
  • ▪ Selecciones-Julio 1973
  • ▪ Selecciones-Diciembre 1973
  • ▪ Selecciones-Enero 1974
  • ▪ Selecciones-Marzo 1974
  • ▪ Selecciones-Mayo 1974
  • ▪ Selecciones-Julio 1974
  • ▪ Selecciones-Septiembre 1974
  • ▪ Selecciones-Marzo 1975
  • ▪ Selecciones-Junio 1975
  • ▪ Selecciones-Noviembre 1975
  • ▪ Selecciones-Marzo 1976
  • ▪ Selecciones-Mayo 1976
  • ▪ Selecciones-Noviembre 1976
  • ▪ Selecciones-Enero 1977
  • ▪ Selecciones-Febrero 1977
  • ▪ Selecciones-Mayo 1977
  • ▪ Selecciones-Septiembre 1977
  • ▪ Selecciones-Octubre 1977
  • ▪ Selecciones-Enero 1978
  • ▪ Selecciones-Octubre 1978
  • ▪ Selecciones-Diciembre 1978
  • ▪ Selecciones-Enero 1979
  • ▪ Selecciones-Marzo 1979
  • ▪ Selecciones-Julio 1979
  • ▪ Selecciones-Agosto 1979
  • ▪ Selecciones-Octubre 1979
  • ▪ Selecciones-Abril 1980
  • ▪ Selecciones-Agosto 1980
  • ▪ Selecciones-Septiembre 1980
  • ▪ Selecciones-Diciembre 1980
  • ▪ Selecciones-Febrero 1981
  • ▪ Selecciones-Septiembre 1981
  • ▪ Selecciones-Abril 1982
  • ▪ Selecciones-Mayo 1983
  • ▪ Selecciones-Julio 1984
  • ▪ Selecciones-Junio 1985
  • ▪ Selecciones-Septiembre 1987
  • ▪ Selecciones-Abril 1988
  • ▪ Selecciones-Febrero 1989
  • ▪ Selecciones-Abril 1989
  • ▪ Selecciones-Marzo 1990
  • ▪ Selecciones-Abril 1991
  • ▪ Selecciones-Mayo 1991
  • ▪ Selecciones-Octubre 1991
  • ▪ Selecciones-Diciembre 1991
  • ▪ Selecciones-Febrero 1992
  • ▪ Selecciones-Junio 1992
  • ▪ Selecciones-Septiembre 1992
  • ▪ Selecciones-Febrero 1994
  • ▪ Selecciones-Mayo 1994
  • ▪ Selecciones-Abril 1995
  • ▪ Selecciones-Mayo 1995
  • ▪ Selecciones-Septiembre 1995
  • ▪ Selecciones-Diciembre 1995
  • ▪ Selecciones-Junio 1996
  • ▪ Selecciones-Mayo 1997
  • ▪ Selecciones-Enero 1998
  • ▪ Selecciones-Febrero 1998
  • ▪ Selecciones-Julio 1999
  • ▪ Selecciones-Diciembre 1999
  • ▪ Selecciones-Febrero 2000
  • ▪ Selecciones-Diciembre 2001
  • ▪ Selecciones-Febrero 2002
  • ▪ Selecciones-Mayo 2005
  • CATEGORIAS
  • Arte-Gráficos
  • Bellezas
  • Biografías
  • Chistes que llegan a mi Email
  • Consejos Sanos para el Alma
  • Cuidando y Encaminando a los Hijos
  • Datos Interesantes
  • Fotos: Paisajes y Temas varios
  • Historias de Miedo
  • La Relación de Pareja
  • La Tía Eulogia
  • La Vida se ha convertido en un Lucro
  • Leyendas Urbanas
  • Mensajes para Reflexionar
  • Personajes Disney
  • Salud y Prevención
  • Sucesos y Proezas que conmueven
  • Temas Varios
  • Tu Relación Contigo mismo y el Mundo
  • Un Mundo Inseguro
  • TODAS LAS REVISTAS
  • Selecciones
  • Diners
  • REVISTAS DINERS
  • Diners-Agosto 1989
  • Diners-Mayo 1993
  • Diners-Septiembre 1993
  • Diners-Noviembre 1993
  • Diners-Diciembre 1993
  • Diners-Abril 1994
  • Diners-Mayo 1994
  • Diners-Junio 1994
  • Diners-Julio 1994
  • Diners-Octubre 1994
  • Diners-Enero 1995
  • Diners-Marzo 1995
  • Diners-Junio 1995
  • Diners-Septiembre 1995
  • Diners-Febrero 1996
  • Diners-Julio 1996
  • Diners-Septiembre 1996
  • Diners-Febrero 1998
  • Diners-Abril 1998
  • Diners-Mayo 1998
  • Diners-Octubre 1998
  • Diners-Temas Rescatados
  • REVISTAS SELECCIONES
  • Selecciones-Enero 1965
  • Selecciones-Agosto 1965
  • Selecciones-Julio 1968
  • Selecciones-Abril 1969
  • Selecciones-Febrero 1970
  • Selecciones-Marzo 1970
  • Selecciones-Mayo 1970
  • Selecciones-Marzo 1972
  • Selecciones-Mayo 1973
  • Selecciones-Junio 1973
  • Selecciones-Julio 1973
  • Selecciones-Diciembre 1973
  • Selecciones-Enero 1974
  • Selecciones-Marzo 1974
  • Selecciones-Mayo 1974
  • Selecciones-Julio 1974
  • Selecciones-Septiembre 1974
  • Selecciones-Marzo 1975
  • Selecciones-Junio 1975
  • Selecciones-Noviembre 1975
  • Selecciones-Marzo 1976
  • Selecciones-Mayo 1976
  • Selecciones-Noviembre 1976
  • Selecciones-Enero 1977
  • Selecciones-Febrero 1977
  • Selecciones-Mayo 1977
  • Selecciones-Octubre 1977
  • Selecciones-Septiembre 1977
  • Selecciones-Enero 1978
  • Selecciones-Octubre 1978
  • Selecciones-Diciembre 1978
  • Selecciones-Enero 1979
  • Selecciones-Marzo 1979
  • Selecciones-Julio 1979
  • Selecciones-Agosto 1979
  • Selecciones-Octubre 1979
  • Selecciones-Abril 1980
  • Selecciones-Agosto 1980
  • Selecciones-Septiembre 1980
  • Selecciones-Diciembre 1980
  • Selecciones-Febrero 1981
  • Selecciones-Septiembre 1981
  • Selecciones-Abril 1982
  • Selecciones-Mayo 1983
  • Selecciones-Julio 1984
  • Selecciones-Junio 1985
  • Selecciones-Septiembre 1987
  • Selecciones-Abril 1988
  • Selecciones-Febrero 1989
  • Selecciones-Abril 1989
  • Selecciones-Marzo 1990
  • Selecciones-Abril 1991
  • Selecciones-Mayo 1991
  • Selecciones-Octubre 1991
  • Selecciones-Diciembre 1991
  • Selecciones-Febrero 1992
  • Selecciones-Junio 1992
  • Selecciones-Septiembre 1992
  • Selecciones-Febrero 1994
  • Selecciones-Mayo 1994
  • Selecciones-Abril 1995
  • Selecciones-Mayo 1995
  • Selecciones-Septiembre 1995
  • Selecciones-Diciembre 1995
  • Selecciones-Junio 1996
  • Selecciones-Mayo 1997
  • Selecciones-Enero 1998
  • Selecciones-Febrero 1998
  • Selecciones-Julio 1999
  • Selecciones-Diciembre 1999
  • Selecciones-Febrero 2000
  • Selecciones-Diciembre 2001
  • Selecciones-Febrero 2002
  • Selecciones-Mayo 2005

  • SOMBRA DEL TEMA
  • ▪ Quitar
  • ▪ Normal
  • Publicaciones con Notas

    Notas de esta Página

    Todas las Notas

    Banco 1
    Banco 2
    Banco 3
    Banco 4
    Banco 5
    Banco 6
    Banco 7
    Banco 8
    Banco 9
    Banco 10
    Banco 11
    Banco 12
    Banco 13
    Banco 14
    Banco 15
    Banco 16
    Banco 17
    Banco 18
    Banco 19
    Banco 20
    Banco 21
    Banco 22
    Banco 23
    Banco 24
    Banco 25
    Banco 26
    Banco 27
    Banco 28
    Banco 29
    Banco 30
    Banco 31
    Banco 32
    Banco 33
    Banco 34
    Banco 35
    Ingresar Clave



    Aceptar

    ÍNDICE
  • MÚSICA SELECCIONADA
  • Instrumental
  • 1. 12 Mornings - Audionautix - 2:33
  • 2. Allegro (Autumn. Concerto F Major Rv 293) - Antonio Vivaldi - 3:35
  • 3. Allegro (Winter. Concerto F Minor Rv 297) - Antonio Vivaldi - 3:52
  • 4. Americana Suite - Mantovani - 7:58
  • 5. An Der Schonen Blauen Donau, Walzer, Op. 314 (The Blue Danube) (Csr Symphony Orchestra) - Johann Strauss - 9:26
  • 6. Annen. Polka, Op. 117 (Polish State Po) - Johann Strauss Jr - 4:30
  • 7. Autumn Day - Kevin Macleod - 3:05
  • 8. Bolereando - Quincas Moreira - 3:21
  • 9. Ersatz Bossa - John Deley And The 41 Players - 2:53
  • 10. España - Mantovani - 3:22
  • 11. Fireflies And Stardust - Kevin Macleod - 4:15
  • 12. Floaters - Jimmy Fontanez & Media Right Productions - 1:50
  • 13. Fresh Fallen Snow - Chris Haugen - 3:33
  • 14. Gentle Sex (Dulce Sexo) - Esoteric - 9:46
  • 15. Green Leaves - Audionautix - 3:40
  • 16. Hills Behind - Silent Partner - 2:01
  • 17. Island Dream - Chris Haugen - 2:30
  • 18. Love Or Lust - Quincas Moreira - 3:39
  • 19. Nostalgia - Del - 3:26
  • 20. One Fine Day - Audionautix - 1:43
  • 21. Osaka Rain - Albis - 1:48
  • 22. Read All Over - Nathan Moore - 2:54
  • 23. Si Señorita - Chris Haugen.mp3 - 2:18
  • 24. Snowy Peaks II - Chris Haugen - 1:52
  • 25. Sunset Dream - Cheel - 2:41
  • 26. Swedish Rhapsody - Mantovani - 2:10
  • 27. Travel The World - Del - 3:56
  • 28. Tucson Tease - John Deley And The 41 Players - 2:30
  • 29. Walk In The Park - Audionautix - 2:44
  • Naturaleza
  • 30. Afternoon Stream - 30:12
  • 31. Big Surf (Ocean Waves) - 8:03
  • 32. Bobwhite, Doves & Cardinals (Morning Songbirds) - 8:58
  • 33. Brookside Birds (Morning Songbirds) - 6:54
  • 34. Cicadas (American Wilds) - 5:27
  • 35. Crickets & Wolves (American Wilds) - 8:56
  • 36. Deep Woods (American Wilds) - 4:08
  • 37. Duet (Frog Chorus) - 2:24
  • 38. Echoes Of Nature (Beluga Whales) - 1h00:23
  • 39. Evening Thunder - 30:01
  • 40. Exotische Reise - 30:30
  • 41. Frog Chorus (American Wilds) - 7:36
  • 42. Frog Chorus (Frog Chorus) - 44:28
  • 43. Jamboree (Thundestorm) - 16:44
  • 44. Low Tide (Ocean Waves) - 10:11
  • 45. Magicmoods - Ocean Surf - 26:09
  • 46. Marsh (Morning Songbirds) - 3:03
  • 47. Midnight Serenade (American Wilds) - 2:57
  • 48. Morning Rain - 30:11
  • 49. Noche En El Bosque (Brainwave Lab) - 2h20:31
  • 50. Pacific Surf & Songbirds (Morning Songbirds) - 4:55
  • 51. Pebble Beach (Ocean Waves) - 12:49
  • 52. Pleasant Beach (Ocean Waves) - 19:32
  • 53. Predawn (Morning Songbirds) - 16:35
  • 54. Rain With Pygmy Owl (Morning Songbirds) - 3:21
  • 55. Showers (Thundestorm) - 3:00
  • 56. Songbirds (American Wilds) - 3:36
  • 57. Sparkling Water (Morning Songbirds) - 3:02
  • 58. Thunder & Rain (Thundestorm) - 25:52
  • 59. Verano En El Campo (Brainwave Lab) - 2h43:44
  • 60. Vertraumter Bach - 30:29
  • 61. Water Frogs (Frog Chorus) - 3:36
  • 62. Wilderness Rainshower (American Wilds) - 14:54
  • 63. Wind Song - 30:03
  • Relajación
  • 64. Concerning Hobbits - 2:55
  • 65. Constant Billy My Love To My - Kobialka - 5:45
  • 66. Dance Of The Blackfoot - Big Sky - 4:32
  • 67. Emerald Pools - Kobialka - 3:56
  • 68. Gypsy Bride - Big Sky - 4:39
  • 69. Interlude No.2 - Natural Dr - 2:27
  • 70. Interlude No.3 - Natural Dr - 3:33
  • 71. Kapha Evening - Bec Var - Bruce Brian - 18:50
  • 72. Kapha Morning - Bec Var - Bruce Brian - 18:38
  • 73. Misterio - Alan Paluch - 19:06
  • 74. Natural Dreams - Cades Cove - 7:10
  • 75. Oh, Why Left I My Hame - Kobialka - 4:09
  • 76. Sunday In Bozeman - Big Sky - 5:40
  • 77. The Road To Durbam Longford - Kobialka - 3:15
  • 78. Timberline Two Step - Natural Dr - 5:19
  • 79. Waltz Of The Winter Solace - 5:33
  • 80. You Smile On Me - Hufeisen - 2:50
  • 81. You Throw Your Head Back In Laughter When I Think Of Getting Angry - Hufeisen - 3:43
  • Halloween-Suspenso
  • 82. A Night In A Haunted Cemetery - Immersive Halloween Ambience - Rainrider Ambience - 13:13
  • 83. A Sinister Power Rising Epic Dark Gothic Soundtrack - 1:13
  • 84. Acecho - 4:34
  • 85. Alone With The Darkness - 5:06
  • 86. Atmosfera De Suspenso - 3:08
  • 87. Awoke - 0:54
  • 88. Best Halloween Playlist 2023 - Cozy Cottage - 1h17:43
  • 89. Black Sunrise Dark Ambient Soundscape - 4:00
  • 90. Cinematic Horror Climax - 0:59
  • 91. Creepy Halloween Night - 1:56
  • 92. Creepy Music Box Halloween Scary Spooky Dark Ambient - 1:05
  • 93. Dark Ambient Horror Cinematic Halloween Atmosphere Scary - 1:58
  • 94. Dark Mountain Haze - 1:44
  • 95. Dark Mysterious Halloween Night Scary Creepy Spooky Horror Music - 1:35
  • 96. Darkest Hour - 4:00
  • 97. Dead Home - 0:36
  • 98. Deep Relaxing Horror Music - Aleksandar Zavisin - 1h01:52
  • 99. Everything You Know Is Wrong - 0:49
  • 100. Geisterstimmen - 1:39
  • 101. Halloween Background Music - 1:01
  • 102. Halloween Spooky Horror Scary Creepy Funny Monsters And Zombies - 1:21
  • 103. Halloween Spooky Trap - 1:05
  • 104. Halloween Time - 0:57
  • 105. Horrible - 1:36
  • 106. Horror Background Atmosphere - Pixabay-Universfield - 1:05
  • 107. Horror Background Music Ig Version 60s - 1:04
  • 108. Horror Music Scary Creepy Dark Ambient Cinematic Lullaby - 1:52
  • 109. Horror Sound Mk Sound Fx - 13:39
  • 110. Inside Serial Killer 39s Cove Dark Thriller Horror Soundtrack Loopable - 0:29
  • 111. Intense Horror Music - Pixabay - 1:41
  • 112. Long Thriller Theme - 8:00
  • 113. Melancholia Music Box Sad-Creepy Song - 3:46
  • 114. Mix Halloween-1 - 33:58
  • 115. Mix Halloween-2 - 33:34
  • 116. Mix Halloween-3 - 58:53
  • 117. Mix-Halloween - Spooky-2022 - 1h19:23
  • 118. Movie Theme - A Nightmare On Elm Street - 1984 - 4:06
  • 119. Movie Theme - Children Of The Corn - 3:03
  • 120. Movie Theme - Dead Silence - 2:56
  • 121. Movie Theme - Friday The 13th - 11:11
  • 122. Movie Theme - Halloween - John Carpenter - 2:25
  • 123. Movie Theme - Halloween II - John Carpenter - 4:30
  • 124. Movie Theme - Halloween III - 6:16
  • 125. Movie Theme - Insidious - 3:31
  • 126. Movie Theme - Prometheus - 1:34
  • 127. Movie Theme - Psycho - 1960 - 1:06
  • 128. Movie Theme - Sinister - 6:56
  • 129. Movie Theme - The Omen - 2:35
  • 130. Movie Theme - The Omen II - 5:05
  • 131. Música De Suspenso - Bosque Siniestro - Tony Adixx - 3:21
  • 132. Música De Suspenso - El Cementerio - Tony Adixx - 3:33
  • 133. Música De Suspenso - El Pantano - Tony Adixx - 4:21
  • 134. Música De Suspenso - Fantasmas De Halloween - Tony Adixx - 4:01
  • 135. Música De Suspenso - Muñeca Macabra - Tony Adixx - 3:03
  • 136. Música De Suspenso - Payasos Asesinos - Tony Adixx - 3:38
  • 137. Música De Suspenso - Trampa Oscura - Tony Adixx - 2:42
  • 138. Música Instrumental De Suspenso - 1h31:32
  • 139. Mysterios Horror Intro - 0:39
  • 140. Mysterious Celesta - 1:04
  • 141. Nightmare - 2:32
  • 142. Old Cosmic Entity - 2:15
  • 143. One-Two Freddys Coming For You - 0:29
  • 144. Out Of The Dark Creepy And Scary Voices - 0:59
  • 145. Pandoras Music Box - 3:07
  • 146. Peques - 5 Calaveras Saltando En La Cama - Educa Baby TV - 2:18
  • 147. Peques - A Mi Zombie Le Duele La Cabeza - Educa Baby TV - 2:49
  • 148. Peques - El Extraño Mundo De Jack - Esto Es Halloween - 3:08
  • 149. Peques - Halloween Scary Horror And Creepy Spooky Funny Children Music - 2:53
  • 150. Peques - Join Us - Horror Music With Children Singing - 1:59
  • 151. Peques - La Familia Dedo De Monstruo - Educa Baby TV - 3:31
  • 152. Peques - Las Calaveras Salen De Su Tumba Chumbala Cachumbala - 3:19
  • 153. Peques - Monstruos Por La Ciudad - Educa Baby TV - 3:17
  • 154. Peques - Tumbas Por Aquí, Tumbas Por Allá - Luli Pampin - 3:17
  • 155. Scary Forest - 2:41
  • 156. Scary Spooky Creepy Horror Ambient Dark Piano Cinematic - 2:06
  • 157. Slut - 0:48
  • 158. Sonidos - A Growing Hit For Spooky Moments - Pixabay-Universfield - 0:05
  • 159. Sonidos - A Short Horror With A Build Up - Pixabay-Universfield - 0:13
  • 160. Sonidos - Castillo Embrujado - Creando Emociones - 1:05
  • 161. Sonidos - Cinematic Impact Climax Intro - Pixabay - 0:28
  • 162. Sonidos - Creepy Horror Sound Possessed Laughter - Pixabay-Alesiadavina - 0:04
  • 163. Sonidos - Creepy Soundscape - Pixabay - 0:50
  • 164. Sonidos - Creepy Whispering - Pixabay - 0:03
  • 165. Sonidos - Cueva De Los Espiritus - The Girl Of The Super Sounds - 3:47
  • 166. Sonidos - Disturbing Horror Sound Creepy Laughter - Pixabay-Alesiadavina - 0:05
  • 167. Sonidos - Ghost Sigh - Pixabay - 0:05
  • 168. Sonidos - Ghost Whispers - Pixabay - 0:23
  • 169. Sonidos - Ghosts-Whispering-Screaming - Lara's Horror Sounds - 2h03:40
  • 170. Sonidos - Horror - Pixabay - 1:36
  • 171. Sonidos - Horror Demonic Sound - Pixabay-Alesiadavina - 0:18
  • 172. Sonidos - Horror Sfx - Pixabay - 0:04
  • 173. Sonidos - Horror Voice Flashback - Pixabay - 0:10
  • 174. Sonidos - Maniac In The Dark - Pixabay-Universfield - 0:15
  • 175. Sonidos - Miedo-Suspenso - Live Better Media - 8:05
  • 176. Sonidos - Para Recorrido De Casa Del Terror - Dangerous Tape Avi - 1:16
  • 177. Sonidos - Posesiones - Horror Movie Dj's - 1:35
  • 178. Sonidos - Scary Creaking Knocking Wood - Pixabay - 0:26
  • 179. Sonidos - Scream With Echo - Pixabay - 0:05
  • 180. Sonidos - Terror - Ronwizlee - 6:33
  • 181. Suspense Dark Ambient - 2:34
  • 182. Tense Cinematic - 3:14
  • 183. Terror Ambience - Pixabay - 2:01
  • 184. The Spell Dark Magic Background Music Ob Lix - 3:26
  • 185. This Is Halloween - Marilyn Manson - 3:20
  • 186. Trailer Agresivo - 0:49
  • 187. Welcome To The Dark On Halloween - 2:25
  • 188. 20 Villancicos Tradicionales - Los Niños Cantores De Navidad Vol.1 (1999) - 53:21
  • 189. 30 Mejores Villancicos De Navidad - Mundo Canticuentos - 1h11:57
  • 190. Blanca Navidad - Coros de Amor - 3:00
  • 191. Christmas Ambience - Rainrider Ambience - 3h00:00
  • 192. Christmas Time - Alma Cogan - 2:48
  • 193. Christmas Village - Aaron Kenny - 1:32
  • 194. Clásicos De Navidad - Orquesta Sinfónica De Londres - 51:44
  • 195. Deck The Hall With Boughs Of Holly - Anre Rieu - 1:33
  • 196. Deck The Halls - Jingle Punks - 2:12
  • 197. Deck The Halls - Nat King Cole - 1:08
  • 198. Frosty The Snowman - Nat King Cole-1950 - 2:18
  • 199. Frosty The Snowman - The Ventures - 2:01
  • 200. I Wish You A Merry Christmas - Bing Crosby - 1:53
  • 201. It's A Small World - Disney Children's - 2:04
  • 202. It's The Most Wonderful Time Of The Year - Andy Williams - 2:32
  • 203. Jingle Bells - 1957 - Bobby Helms - 2:11
  • 204. Jingle Bells - Am Classical - 1:36
  • 205. Jingle Bells - Frank Sinatra - 2:05
  • 206. Jingle Bells - Jim Reeves - 1:47
  • 207. Jingle Bells - Les Paul - 1:36
  • 208. Jingle Bells - Original Lyrics - 2:30
  • 209. La Pandilla Navideña - A Belen Pastores - 2:24
  • 210. La Pandilla Navideña - Ángeles Y Querubines - 2:33
  • 211. La Pandilla Navideña - Anton - 2:54
  • 212. La Pandilla Navideña - Campanitas Navideñas - 2:50
  • 213. La Pandilla Navideña - Cantad Cantad - 2:39
  • 214. La Pandilla Navideña - Donde Será Pastores - 2:35
  • 215. La Pandilla Navideña - El Amor De Los Amores - 2:56
  • 216. La Pandilla Navideña - Ha Nacido Dios - 2:29
  • 217. La Pandilla Navideña - La Nanita Nana - 2:30
  • 218. La Pandilla Navideña - La Pandilla - 2:29
  • 219. La Pandilla Navideña - Pastores Venid - 2:20
  • 220. La Pandilla Navideña - Pedacito De Luna - 2:13
  • 221. La Pandilla Navideña - Salve Reina Y Madre - 2:05
  • 222. La Pandilla Navideña - Tutaina - 2:09
  • 223. La Pandilla Navideña - Vamos, Vamos Pastorcitos - 2:29
  • 224. La Pandilla Navideña - Venid, Venid, Venid - 2:15
  • 225. La Pandilla Navideña - Zagalillo - 2:16
  • 226. Let It Snow! Let It Snow! - Dean Martin - 1:55
  • 227. Let It Snow! Let It Snow! - Frank Sinatra - 2:35
  • 228. Los Peces En El Río - Los Niños Cantores de Navidad - 2:15
  • 229. Navidad - Himnos Adventistas - 35:35
  • 230. Navidad - Instrumental Relajante - Villancicos - 1 - 58:29
  • 231. Navidad - Instrumental Relajante - Villancicos - 2 - 2h00:43
  • 232. Navidad - Jazz Instrumental - Canciones Y Villancicos - 1h08:52
  • 233. Navidad - Piano Relajante Para Descansar - 1h00:00
  • 234. Noche De Paz - 3:40
  • 235. Rocking Around The Chirstmas - Mel & Kim - 3:32
  • 236. Rodolfo El Reno - Grupo Nueva América - Orquesta y Coros - 2:40
  • 237. Rudolph The Red-Nosed Reindeer - The Cadillacs - 2:18
  • 238. Santa Claus Is Comin To Town - Frank Sinatra Y Seal - 2:18
  • 239. Santa Claus Is Coming To Town - Coros De Niños - 1:19
  • 240. Santa Claus Is Coming To Town - Frank Sinatra - 2:36
  • 241. Sleigh Ride - Ferrante And Teicher - 2:16
  • 242. The First Noel - Am Classical - 2:18
  • 243. Walking In A Winter Wonderland - Dean Martin - 1:52
  • 244. We Wish You A Merry Christmas - Rajshri Kids - 2:07
  • Código Hexadecimal


    Seleccionar Efectos (
    0
    )
    Normal
    Aleatorio
    Activar Desactivar Borrar
    Seleccionar Tipos de Letra (
    0
    )
    Normal
    Aleatorio
    Activar Desactivar Borrar
    Seleccionar Colores (
    0
    )
    Elegir Sección

    Bordes
    Fondo

    Fondo Hora
    Reloj-Fecha
    Normal
    Aleatorio
    Activar Desactivar Borrar
    LETRA - TIPO

    Desactivado SM
  • ▪ Abrir para Selección Múltiple

  • ▪ Cerrar Selección Múltiple

  • Actual
    (
    )

  • ▪ ADLaM Display: H33-V66

  • ▪ Akaya Kanadaka: H37-V67

  • ▪ Audiowide: H23-V50

  • ▪ Chewy: H35-V67

  • ▪ Croissant One: H35-V67

  • ▪ Delicious Handrawn: H55-V67

  • ▪ Germania One: H43-V67

  • ▪ Kavoon: H33-V67

  • ▪ Limelight: H31-V67

  • ▪ Marhey: H31-V67

  • ▪ Orbitron: H25-V55

  • ▪ Revalia: H23-V54

  • ▪ Ribeye: H33-V67

  • ▪ Saira Stencil One(s): H31-V67

  • ▪ Source Code Pro: H31-V67

  • ▪ Uncial Antiqua: H27-V58

  • CON RELLENO

  • ▪ Cabin Sketch: H31-V67

  • ▪ Fredericka the Great: H37-V67

  • ▪ Rubik Dirt: H29-V66

  • ▪ Rubik Distressed: H29-V66

  • ▪ Rubik Glitch Pop: H29-V66

  • ▪ Rubik Maps: H29-V66

  • ▪ Rubik Maze: H29-V66

  • ▪ Rubik Moonrocks: H29-V66

  • DE PUNTOS

  • ▪ Codystar: H37-V68

  • ▪ Handjet: H51-V67

  • ▪ Raleway Dots: H35-V67

  • DIFERENTE

  • ▪ Barrio: H41-V67

  • ▪ Caesar Dressing: H39-V66

  • ▪ Diplomata SC: H19-V44

  • ▪ Emilys Candy: H35-V67

  • ▪ Faster One: H27-V58

  • ▪ Henny Penny: H29-V64

  • ▪ Jolly Lodger: H55-V67

  • ▪ Kablammo: H33-V66

  • ▪ Monofett: H33-V66

  • ▪ Monoton: H25-V55

  • ▪ Mystery Quest: H37-V67

  • ▪ Nabla: H39-V64

  • ▪ Reggae One: H29-V64

  • ▪ Rye: H29-V65

  • ▪ Silkscreen: H27-V62

  • ▪ Sixtyfour: H19-V46

  • ▪ Smokum: H53-V67

  • ▪ UnifrakturCook: H41-V67

  • ▪ Vast Shadow: H25-V56

  • ▪ Wallpoet: H25-V54

  • ▪ Workbench: H37-V65

  • GRUESA

  • ▪ Bagel Fat One: H32-V66

  • ▪ Bungee Inline: H27-V64

  • ▪ Chango: H23-V52

  • ▪ Coiny: H31-V67

  • ▪ Luckiest Guy : H33-V67

  • ▪ Modak: H35-V67

  • ▪ Oi: H21-V46

  • ▪ Rubik Spray Paint: H29-V65

  • ▪ Ultra: H27-V60

  • HALLOWEEN

  • ▪ Butcherman: H37-V67

  • ▪ Creepster: H47-V67

  • ▪ Eater: H35-V67

  • ▪ Freckle Face: H39-V67

  • ▪ Frijole: H27-V63

  • ▪ Irish Grover: H37-V67

  • ▪ Nosifer: H23-V50

  • ▪ Piedra: H39-V67

  • ▪ Rubik Beastly: H29-V62

  • ▪ Rubik Glitch: H29-V65

  • ▪ Rubik Marker Hatch: H29-V65

  • ▪ Rubik Wet Paint: H29-V65

  • LÍNEA FINA

  • ▪ Almendra Display: H42-V67

  • ▪ Cute Font: H49-V75

  • ▪ Cutive Mono: H31-V67

  • ▪ Hachi Maru Pop: H25-V58

  • ▪ Life Savers: H37-V64

  • ▪ Megrim: H37-V67

  • ▪ Snowburst One: H33-V63

  • MANUSCRITA

  • ▪ Beau Rivage: H27-V55

  • ▪ Butterfly Kids: H59-V71

  • ▪ Explora: H47-V72

  • ▪ Love Light: H35-V61

  • ▪ Mea Culpa: H42-V67

  • ▪ Neonderthaw: H37-V66

  • ▪ Sonsie one: H21-V50

  • ▪ Swanky and Moo Moo: H53-V68

  • ▪ Waterfall: H43-V67

  • SIN RELLENO

  • ▪ Akronim: H51-V68

  • ▪ Bungee Shade: H25-V56

  • ▪ Londrina Outline: H41-V67

  • ▪ Moirai One: H34-V64

  • ▪ Rampart One: H31-V63

  • ▪ Rubik Burned: H29-V64

  • ▪ Rubik Doodle Shadow: H29-V65

  • ▪ Rubik Iso: H29-V64

  • ▪ Rubik Puddles: H29-V62

  • ▪ Tourney: H37-V66

  • ▪ Train One: H29-V64

  • ▪ Ewert: H27-V62

  • ▪ Londrina Shadow: H41-V67

  • ▪ Londrina Sketch: H41-V67

  • ▪ Miltonian: H31-V67

  • ▪ Rubik Scribble: H29-V65

  • ▪ Rubik Vinyl: H29-V64

  • ▪ Tilt Prism: H33-V67

  • OPCIONES

  • Dispo. Posic.
    H
    H
    V

    Estilos Predefinidos
    Bordes - Curvatura
    Bordes - Sombra
    Borde-Sombra Actual (
    1
    )

  • ▪ B1 (s)

  • ▪ B2

  • ▪ B3

  • ▪ B4

  • ▪ B5

  • Sombra Iquierda Superior

  • ▪ SIS1

  • ▪ SIS2

  • ▪ SIS3

  • Sombra Derecha Superior

  • ▪ SDS1

  • ▪ SDS2

  • ▪ SDS3

  • Sombra Iquierda Inferior

  • ▪ SII1

  • ▪ SII2

  • ▪ SII3

  • Sombra Derecha Inferior

  • ▪ SDI1

  • ▪ SDI2

  • ▪ SDI3

  • Sombra Superior

  • ▪ SS1

  • ▪ SS2

  • ▪ SS3

  • Sombra Inferior

  • ▪ SI1

  • ▪ SI2

  • ▪ SI3

  • Colores - Posición Paleta
    Elegir Color o Colores
    Fecha - Formato Horizontal
    Fecha - Formato Vertical
    Fecha - Opacidad
    Fecha - Posición
    Fecha - Quitar
    Fecha - Tamaño
    Fondo - Opacidad
    Imágenes para efectos
    Letra - Negrilla
    Ocultar Reloj
    No Ocultar

    Dejar Activado
    No Dejar Activado
  • ▪ Ocultar Reloj y Fecha

  • ▪ Ocultar Reloj

  • ▪ Ocultar Fecha

  • ▪ No Ocultar

  • Ocultar Reloj - 2
    Pausar Reloj
    Reloj - Opacidad
    Reloj - Posición
    Reloj - Presentación
    Reloj - Tamaño
    Reloj - Vertical
    Segundos - Dos Puntos
    Segundos

  • ▪ Quitar

  • ▪ Mostrar (s)


  • Dos Puntos Ocultar

  • ▪ Ocultar

  • ▪ Mostrar (s)


  • Dos Puntos Quitar

  • ▪ Quitar

  • ▪ Mostrar (s)

  • Segundos - Opacidad
    Segundos - Posición
    Segundos - Tamaño
    Seleccionar Efecto para Animar
    Tiempo entre efectos
    SEGUNDOS ACTUALES

    Animación
    (
    seg)

    Color Borde
    (
    seg)

    Color Fondo
    (
    seg)

    Color Fondo cada uno
    (
    seg)

    Color Reloj
    (
    seg)

    Ocultar R-F
    (
    seg)

    Ocultar R-2
    (
    seg)

    Tipos de Letra
    (
    seg)

    SEGUNDOS A ELEGIR

  • ▪ 0.3

  • ▪ 0.7

  • ▪ 1

  • ▪ 1.3

  • ▪ 1.5

  • ▪ 1.7

  • ▪ 2

  • ▪ 3 (s)

  • ▪ 5

  • ▪ 7

  • ▪ 10

  • ▪ 15

  • ▪ 20

  • ▪ 25

  • ▪ 30

  • ▪ 35

  • ▪ 40

  • ▪ 45

  • ▪ 50

  • ▪ 55

  • SECCIÓN A ELEGIR

  • ▪ Animación

  • ▪ Color Borde

  • ▪ Color Fondo

  • ▪ Color Fondo cada uno

  • ▪ Color Reloj

  • ▪ Ocultar R-F

  • ▪ Ocultar R-2

  • ▪ Tipos de Letra

  • ▪ Todo

  • Animar Reloj
    Cambio automático Color - Bordes
    Cambio automático Color - Fondo
    Cambio automático Color - Fondo H-M-S-F
    Cambio automático Color - Reloj
    Cambio automático Tipo de Letra
    Restablecer Reloj
    PROGRAMACIÓN

    Programar Reloj
    DESACTIVADO
    ▪ Activar

    ▪ Desactivar

    ▪ Eliminar

    ▪ Guardar
    H= M= R=
    -------
    H= M= R=
    -------
    H= M= R=
    -------
    H= M= R=
    -------
    Prog.R.1

    H M

    Reloj #

    L
    M
    M
    J
    V
    S
    D


    Borrar Días
    Prog.R.2

    H M

    Reloj #

    L
    M
    M
    J
    V
    S
    D


    Borrar Días
    Prog.R.3

    H M

    Reloj #

    L
    M
    M
    J
    V
    S
    D


    Borrar Días
    Prog.R.4

    H M

    Reloj #

    L
    M
    M
    J
    V
    S
    D


    Borrar Días


    Programar Estilo
    DESACTIVADO
    ▪ Activar

    ▪ Desctivar

    ▪ Eliminar

    ▪ Guardar
    H= M= E=
    -------
    H= M= E=
    -------
    H= M= E=
    -------
    H= M= E=
    -------
    Prog.E.1

    H M

    Estilo #

    L
    M
    M
    J
    V
    S
    D


    Borrar Días
    Prog.E.2

    H M

    Estilo #

    L
    M
    M
    J
    V
    S
    D


    Borrar Días
    Prog.E.3

    H M

    Estilo #

    L
    M
    M
    J
    V
    S
    D


    Borrar Días
    Prog.E.4

    H M

    Estilo #

    L
    M
    M
    J
    V
    S
    D


    Borrar Días

    Programar RELOJES

    DESACTIVADO
    ▪ Activar

    ▪ Desactivar

    ▪ Guardar
    Almacenar


    Cargar


    Borrar
    ▪ 1 ▪ 2 ▪ 3

    ▪ 4 ▪ 5 ▪ 6
    HORAS
    Cambiar cada
    1 2 3 4 5

    6 7 8 9 0

    X
    MINUTOS
    Cambiar cada
    1 2 3 4 5

    6 7 8 9 0

    X
    RELOJES #
    Relojes a cambiar
    1 2 3 4 5

    6 7 8 9 10

    T X


    Programar ESTILOS

    DESACTIVADO
    ▪ Activar

    ▪ Desactivar

    ▪ Guardar
    Almacenar


    Cargar


    Borrar
    ▪ 1 ▪ 2 ▪ 3

    ▪ 4 ▪ 5 ▪ 6
    HORAS
    Cambiar cada
    1 2 3 4 5

    6 7 8 9 0

    X
    MINUTOS
    Cambiar cada
    1 2 3 4 5

    6 7 8 9 0

    X
    ESTILOS #
    A B C D

    E F G H

    I J K L

    M N O P

    Q R T S

    TODO X


    Programar lo Programado
    DESACTIVADO
    ▪ Activar

    ▪ Desactivar
    Programación 1

    Reloj:
    h m
    (s)
    (s2)

    Estilo:
    h m
    (s)
    (s2)

    RELOJES:
    h m
    (s)
    (s2)

    ESTILOS:
    h m
    (s)
    (s2)
    Programación 2

    Reloj:
    h m
    (s)
    (s2)

    Estilo:
    h m
    (s)(s2)

    RELOJES:
    h m
    (s)
    (s2)

    ESTILOS:
    h m
    (s)
    (s2)
    Programación 3

    Reloj:
    h m
    (s)
    (s2)

    Estilo:
    h m
    (s)
    (s2)

    RELOJES:
    h m
    (s)
    (s2)

    ESTILOS:
    h m
    (s)
    (s2)
    Ocultar Reloj

    ( RF ) ( R ) ( F )
    No Ocultar
    Ocultar Reloj - 2

    (RF) (R) (F)
    (D1) (D12)
    (HM) (HMS) (HMSF)
    (HMF) (HD1MD2S) (HD1MD2SF)
    (HD1M) (HD1MF) (HD1MD2SF)
    No Ocultar
    Almacenado en RELOJES y ESTILOS
    1
    2
    3


    4
    5
    6
    Borrar Programación
    HORAS
    1 2 3 4 5

    6 7 8 9 0

    X
    MINUTOS
    1 2 3 4 5

    6 7 8 9 0

    X


    IMÁGENES PERSONALES

    Esta opción permite colocar de fondo, en cualquier sección de la página, imágenes de internet, empleando el link o url de la misma. Su manejo es sencillo y práctico.

    Ahora se puede elegir un fondo diferente para cada ventana del slide, del sidebar y del downbar, en la página de INICIO; y el sidebar y la publicación en el Salón de Lectura. A más de eso, el Body, Main e Info, incluido las secciones +Categoría y Listas.

    Cada vez que eliges dónde se coloca la imagen de fondo, la misma se guarda y se mantiene cuando regreses al blog. Así como el resto de las opciones que te ofrece el mismo, es independiente por estilo, y a su vez, por usuario.

    FUNCIONAMIENTO

  • Recuadro en blanco: Es donde se colocará la url o link de la imagen.

  • Aceptar Url: Permite aceptar la dirección de la imagen que colocas en el recuadro.

  • Borrar Url: Deja vacío el recuadro en blanco para que coloques otra url.

  • Quitar imagen: Permite eliminar la imagen colocada. Cuando eliminas una imagen y deseas colocarla en otra parte, simplemente la eliminas, y para que puedas usarla en otra sección, presionas nuevamente "Aceptar Url"; siempre y cuando el link siga en el recuadro blanco.

  • Guardar Imagen: Permite guardar la imagen, para emplearla posteriormente. La misma se almacena en el banco de imágenes para el Header.

  • Imágenes Guardadas: Abre la ventana que permite ver las imágenes que has guardado.

  • Forma 1 a 5: Esta opción permite colocar de cinco formas diferente las imágenes.

  • Bottom, Top, Left, Right, Center: Esta opción, en conjunto con la anterior, permite mover la imagen para que se vea desde la parte de abajo, de arriba, desde la izquierda, desde la derecha o centrarla. Si al activar alguna de estas opciones, la imagen desaparece, debes aceptar nuevamente la Url y elegir una de las 5 formas, para que vuelva a aparecer.


  • Una vez que has empleado una de las opciones arriba mencionadas, en la parte inferior aparecerán las secciones que puedes agregar de fondo la imagen.

    Cada vez que quieras cambiar de Forma, o emplear Bottom, Top, etc., debes seleccionar la opción y seleccionar nuevamente la sección que colocaste la imagen.

    Habiendo empleado el botón "Aceptar Url", das click en cualquier sección que desees, y a cuantas quieras, sin necesidad de volver a ingresar la misma url, y el cambio es instantáneo.

    Las ventanas (widget) del sidebar, desde la quinta a la décima, pueden ser vistas cambiando la sección de "Últimas Publicaciones" con la opción "De 5 en 5 con texto" (la encuentras en el PANEL/MINIATURAS/ESTILOS), reduciendo el slide y eliminando los títulos de las ventanas del sidebar.

    La sección INFO, es la ventana que se abre cuando das click en .

    La sección DOWNBAR, son los tres widgets que se encuentran en la parte última en la página de Inicio.

    La sección POST, es donde está situada la publicación.

    Si deseas eliminar la imagen del fondo de esa sección, da click en el botón "Quitar imagen", y sigues el mismo procedimiento. Con un solo click a ese botón, puedes ir eliminando la imagen de cada seccion que hayas colocado.

    Para guardar una imagen, simplemente das click en "Guardar Imagen", siempre y cuando hayas empleado el botón "Aceptar Url".

    Para colocar una imagen de las guardadas, presionas el botón "Imágenes Guardadas", das click en la imagen deseada, y por último, click en la sección o secciones a colocar la misma.

    Para eliminar una o las imágenes que quieras de las guardadas, te vas a "Mi Librería".
    MÁS COLORES

    Esta opción permite obtener más tonalidades de los colores, para cambiar los mismos a determinadas bloques de las secciones que conforman el blog.

    Con esta opción puedes cambiar, también, los colores en la sección "Mi Librería" y "Navega Directo 1", cada uno con sus colores propios. No es necesario activar el PANEL para estas dos secciones.

    Así como el resto de las opciones que te permite el blog, es independiente por "Estilo" y a su vez por "Usuario". A excepción de "Mi Librería" y "Navega Directo 1".

    FUNCIONAMIENTO

    En la parte izquierda de la ventana de "Más Colores" se encuentra el cuadro que muestra las tonalidades del color y la barra con los colores disponibles. En la parte superior del mismo, se encuentra "Código Hex", que es donde se verá el código del color que estás seleccionando. A mano derecha del mismo hay un cuadro, el cual te permite ingresar o copiar un código de color. Seguido está la "C", que permite aceptar ese código. Luego la "G", que permite guardar un color. Y por último, el caracter "►", el cual permite ver la ventana de las opciones para los "Colores Guardados".

    En la parte derecha se encuentran los bloques y qué partes de ese bloque permite cambiar el color; así como borrar el mismo.

    Cambiemos, por ejemplo, el color del body de esta página. Damos click en "Body", una opción aparece en la parte de abajo indicando qué puedes cambiar de ese bloque. En este caso da la opción de solo el "Fondo". Damos click en la misma, seguido elegimos, en la barra vertical de colores, el color deseado, y, en la ventana grande, desplazamos la ruedita a la intensidad o tonalidad de ese color. Haciendo esto, el body empieza a cambiar de color. Donde dice "Código Hex", se cambia por el código del color que seleccionas al desplazar la ruedita. El mismo procedimiento harás para el resto de los bloques y sus complementos.

    ELIMINAR EL COLOR CAMBIADO

    Para eliminar el nuevo color elegido y poder restablecer el original o el que tenía anteriormente, en la parte derecha de esta ventana te desplazas hacia abajo donde dice "Borrar Color" y das click en "Restablecer o Borrar Color". Eliges el bloque y el complemento a eliminar el color dado y mueves la ruedita, de la ventana izquierda, a cualquier posición. Mientras tengas elegida la opción de "Restablecer o Borrar Color", puedes eliminar el color dado de cualquier bloque.
    Cuando eliges "Restablecer o Borrar Color", aparece la opción "Dar Color". Cuando ya no quieras eliminar el color dado, eliges esta opción y puedes seguir dando color normalmente.

    ELIMINAR TODOS LOS CAMBIOS

    Para eliminar todos los cambios hechos, abres el PANEL, ESTILOS, Borrar Cambios, y buscas la opción "Borrar Más Colores". Se hace un refresco de pantalla y todo tendrá los colores anteriores o los originales.

    COPIAR UN COLOR

    Cuando eliges un color, por ejemplo para "Body", a mano derecha de la opción "Fondo" aparece el código de ese color. Para copiarlo, por ejemplo al "Post" en "Texto General Fondo", das click en ese código y el mismo aparece en el recuadro blanco que está en la parte superior izquierda de esta ventana. Para que el color sea aceptado, das click en la "C" y el recuadro blanco y la "C" se cambian por "No Copiar". Ahora sí, eliges "Post", luego das click en "Texto General Fondo" y desplazas la ruedita a cualquier posición. Puedes hacer el mismo procedimiento para copiarlo a cualquier bloque y complemento del mismo. Cuando ya no quieras copiar el color, das click en "No Copiar", y puedes seguir dando color normalmente.

    COLOR MANUAL

    Para dar un color que no sea de la barra de colores de esta opción, escribe el código del color, anteponiendo el "#", en el recuadro blanco que está sobre la barra de colores y presiona "C". Por ejemplo: #000000. Ahora sí, puedes elegir el bloque y su respectivo complemento a dar el color deseado. Para emplear el mismo color en otro bloque, simplemente elige el bloque y su complemento.

    GUARDAR COLORES

    Permite guardar hasta 21 colores. Pueden ser utilizados para activar la carga de los mismos de forma Ordenada o Aleatoria.

    El proceso es similiar al de copiar un color, solo que, en lugar de presionar la "C", presionas la "G".

    Para ver los colores que están guardados, da click en "►". Al hacerlo, la ventana de los "Bloques a cambiar color" se cambia por la ventana de "Banco de Colores", donde podrás ver los colores guardados y otras opciones. El signo "►" se cambia por "◄", el cual permite regresar a la ventana anterior.

    Si quieres seguir guardando más colores, o agregar a los que tienes guardado, debes desactivar, primero, todo lo que hayas activado previamente, en esta ventana, como es: Carga Aleatoria u Ordenada, Cargar Estilo Slide y Aplicar a todo el blog; y procedes a guardar otros colores.

    A manera de sugerencia, para ver los colores que desees guardar, puedes ir probando en la sección MAIN con la opción FONDO. Una vez que has guardado los colores necesarios, puedes borrar el color del MAIN. No afecta a los colores guardados.

    ACTIVAR LOS COLORES GUARDADOS

    Para activar los colores que has guardado, debes primero seleccionar el bloque y su complemento. Si no se sigue ese proceso, no funcionará. Una vez hecho esto, das click en "►", y eliges si quieres que cargue "Ordenado, Aleatorio, Ordenado Incluido Cabecera y Aleatorio Incluido Cabecera".

    Funciona solo para un complemento de cada bloque. A excepción del Slide, Sidebar y Downbar, que cada uno tiene la opción de que cambie el color en todos los widgets, o que cada uno tenga un color diferente.

    Cargar Estilo Slide. Permite hacer un slide de los colores guardados con la selección hecha. Cuando lo activas, automáticamente cambia de color cada cierto tiempo. No es necesario reiniciar la página. Esta opción se graba.
    Si has seleccionado "Aplicar a todo el Blog", puedes activar y desactivar esta opción en cualquier momento y en cualquier sección del blog.
    Si quieres cambiar el bloque con su respectivo complemento, sin desactivar "Estilo Slide", haces la selección y vuelves a marcar si es aleatorio u ordenado (con o sin cabecera). Por cada cambio de bloque, es el mismo proceso.
    Cuando desactivas esta opción, el bloque mantiene el color con que se quedó.

    No Cargar Estilo Slide. Desactiva la opción anterior.

    Cuando eliges "Carga Ordenada", cada vez que entres a esa página, el bloque y el complemento que elegiste tomará el color según el orden que se muestra en "Colores Guardados". Si eliges "Carga Ordenada Incluido Cabecera", es igual que "Carga Ordenada", solo que se agrega el Header o Cabecera, con el mismo color, con un grado bajo de transparencia. Si eliges "Carga Aleatoria", el color que toma será cualquiera, y habrá veces que se repita el mismo. Si eliges "Carga Aleatoria Incluido Cabecera", es igual que "Aleatorio", solo que se agrega el Header o Cabecera, con el mismo color, con un grado bajo de transparencia.

    Puedes desactivar la Carga Ordenada o Aleatoria dando click en "Desactivar Carga Ordenada o Aleatoria".

    Si quieres un nuevo grupo de colores, das click primero en "Desactivar Carga Ordenada o Aleatoria", luego eliminas los actuales dando click en "Eliminar Colores Guardados" y por último seleccionas el nuevo set de colores.

    Aplicar a todo el Blog. Tienes la opción de aplicar lo anterior para que se cargue en todo el blog. Esta opción funciona solo con los bloques "Body, Main, Header, Menú" y "Panel y Otros".
    Para activar esta opción, debes primero seleccionar el bloque y su complemento deseado, luego seleccionas si la carga es aleatoria, ordenada, con o sin cabecera, y procedes a dar click en esta opción.
    Cuando se activa esta opción, los colores guardados aparecerán en las otras secciones del blog, y puede ser desactivado desde cualquiera de ellas. Cuando desactivas esta opción en otra sección, los colores guardados desaparecen cuando reinicias la página, y la página desde donde activaste la opción, mantiene el efecto.
    Si has seleccionado, previamente, colores en alguna sección del blog, por ejemplo en INICIO, y activas esta opción en otra sección, por ejemplo NAVEGA DIRECTO 1, INICIO tomará los colores de NAVEGA DIRECTO 1, que se verán también en todo el blog, y cuando la desactivas, en cualquier sección del blog, INICIO retomará los colores que tenía previamente.
    Cuando seleccionas la sección del "Menú", al aplicar para todo el blog, cada sección del submenú tomará un color diferente, según la cantidad de colores elegidos.

    No plicar a todo el Blog. Desactiva la opción anterior.

    Tiempo a cambiar el color. Permite cambiar los segundos que transcurren entre cada color, si has aplicado "Cargar Estilo Slide". El tiempo estándar es el T3. A la derecha de esta opción indica el tiempo a transcurrir. Esta opción se graba.

    SETS PREDEFINIDOS DE COLORES

    Se encuentra en la sección "Banco de Colores", casi en la parte última, y permite elegir entre cuatro sets de colores predefinidos. Sirven para ser empleados en "Cargar Estilo Slide".
    Para emplear cualquiera de ellos, debes primero, tener vacío "Colores Guardados"; luego das click en el Set deseado, y sigues el proceso explicado anteriormente para activar los "Colores Guardados".
    Cuando seleccionas alguno de los "Sets predefinidos", los colores que contienen se mostrarán en la sección "Colores Guardados".

    SETS PERSONAL DE COLORES

    Se encuentra seguido de "Sets predefinidos de Colores", y permite guardar cuatro sets de colores personales.
    Para guardar en estos sets, los colores deben estar en "Colores Guardados". De esa forma, puedes armar tus colores, o copiar cualquiera de los "Sets predefinidos de Colores", o si te gusta algún set de otra sección del blog y tienes aplicado "Aplicar a todo el Blog".
    Para usar uno de los "Sets Personales", debes primero, tener vacío "Colores Guardados"; y luego das click en "Usar". Cuando aplicas "Usar", el set de colores aparece en "Colores Guardados", y se almacenan en el mismo. Cuando entras nuevamente al blog, a esa sección, el set de colores permanece.
    Cada sección del blog tiene sus propios cuatro "Sets personal de colores", cada uno independiente del restoi.

    Tip

    Si vas a emplear esta método y quieres que se vea en toda la página, debes primero dar transparencia a todos los bloques de la sección del blog, y de ahí aplicas la opción al bloque BODY y su complemento FONDO.

    Nota

    - No puedes seguir guardando más colores o eliminarlos mientras esté activo la "Carga Ordenada o Aleatoria".
    - Cuando activas la "Carga Aleatoria" habiendo elegido primero una de las siguientes opciones: Sidebar (Fondo los 10 Widgets), Downbar (Fondo los 3 Widgets), Slide (Fondo de las 4 imágenes) o Sidebar en el Salón de Lectura (Fondo los 7 Widgets), los colores serán diferentes para cada widget.

    OBSERVACIONES

    - En "Navega Directo + Panel", lo que es la publicación, sólo funciona el fondo y el texto de la publicación.

    - En "Navega Directo + Panel", el sidebar vendría a ser el Widget 7.

    - Estos colores están por encima de los colores normales que encuentras en el "Panel', pero no de los "Predefinidos".

    - Cada sección del blog es independiente. Lo que se guarda en Inicio, es solo para Inicio. Y así con las otras secciones.

    - No permite copiar de un estilo o usuario a otro.

    - El color de la ventana donde escribes las NOTAS, no se cambia con este método.

    - Cuando borras el color dado a la sección "Menú" las opciones "Texto indicador Sección" y "Fondo indicador Sección", el código que está a la derecha no se elimina, sino que se cambia por el original de cada uno.
    3 2 1 E 1 2 3
    X
    Guardar - Eliminar
    Guardar - Eliminar
    :     Guardar - Eliminar
    :     Guardar - Eliminar
    :     Guardar - Eliminar
    :     Guardar - Eliminar
    :     Guardar - Eliminar
    :     Guardar - Eliminar
    :     Guardar - Eliminar
    :     Guardar - Eliminar
    :     Guardar - Eliminar
    :     Guardar - Eliminar
    :     Guardar - Eliminar
    :     Guardar - Eliminar
    :     Guardar - Eliminar
    :     Guardar - Eliminar
    :     Guardar - Eliminar
    :     Guardar - Eliminar
    Para guardar, elige dónde, y seguido da click en la o las imágenes deseadas.
    Para dar Zoom o Fijar,
    selecciona la opción y luego la imagen.
    ---------------------------------------------------
    Slide 1     Slide 2     Slide 3




















    Header

    -------------------------------------------------
    Guardar todas las imágenes
    Fijar "Guardar Imágenes"
    Desactivar "Guardar Imágenes"
    Dar Zoom a la Imagen
    Fijar Imagen de Fondo
    No fijar Imagen de Fondo
    -------------------------------------------------
    Colocar imagen en Header
    No colocar imagen en Header
    Mover imagen del Header
    Ocultar Mover imagen del Header
    Ver Imágenes del Header


    Imágenes Guardadas y Personales
    Desactivar Slide Ocultar Todo
    P
    S1
    S2
    S3
    B1
    B2
    B3
    B4
    B5
    B6
    B7
    B8
    B9
    B10
    B11
    B12
    B13
    B14
    B15
    B16
    B17
    B18
    B19
    B20
    H

    OPCIONES GENERALES
    ● Activar Slide 1
    ● Activar Slide 2
    ● Activar Slide 3
    ● Desactivar Slide
    ● Desplazamiento Automático
    ● Ampliar o Reducir el Blog
  • Ancho igual a 1088
  • Ancho igual a 1152
  • Ancho igual a 1176
  • Ancho igual a 1280
  • Ancho igual a 1360
  • Ancho igual a 1366
  • Ancho igual a 1440
  • Ancho igual a 1600
  • Ancho igual a 1680
  • Normal 1024
  • ------------MANUAL-----------
  • + -

  • Transición (aprox.)

  • T 1 (1.6 seg)


    T 2 (3.3 seg)


    T 3 (4.9 seg)


    T 4 (s) (6.6 seg)


    T 5 (8.3 seg)


    T 6 (9.9 seg)


    T 7 (11.4 seg)


    T 8 13.3 seg)


    T 9 (15.0 seg)


    T 10 (20 seg)


    T 11 (30 seg)


    T 12 (40 seg)


    T 13 (50 seg)


    T 14 (60 seg)


    T 15 (90 seg)


    ---------- C A T E G O R I A S ----------

    ----------------- GENERAL -------------------


    ------------- POR CATEGORÍA ---------------




















    --------REVISTAS DINERS--------






















    --------REVISTAS SELECCIONES--------














































    IMAGEN PERSONAL



    En el recuadro ingresa la url de la imagen:









    Elige la sección de la página a cambiar imagen del fondo:

    BODY MAIN POST INFO

    SIDEBAR
    Widget 1 Widget 2 Widget 3
    Widget 4 Widget 5 Widget 6
    Widget 7














































































































    POSADA (Connie Willis)

    Publicado en diciembre 02, 2020
    Nochebuena

    El órgano dejó sonar las últimas notas de "Oh ven, oh ven Emmanuel”, y el coro se sentó. El reverendo Wall cojeó lentamente hasta el púlpito, aferrando sus hojas de amarillento papel escritas a máquina.

    En el coro, Dee se inclinó hacia Sharon y susurró:

    —Ahí vamos. Veinticuatro minutos y contando.

    Al otro lado de Sharon, Virginia murmuró:

    —"Y todos serán censados, cada uno en su propia ciudad.”

    El reverendo Wall depositó los papeles sobre el púlpito, miro reumáticamente a la congregación y dijo:

    —"Y todos serán censados, cada uno en su propia ciudad. Y José salió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que recibe el nombre de Belén, porque era de la casa y del linaje de David. Para ser censado con María, su esposa, que estaba esperando un hijo.” —Hizo una pausa.
    —No sabemos nada de ese viaje desde Nazaret —susurró Virginia.
    —No sabemos nada de ese viaje desde Nazaret —dijo el reverendo Wall con voz temblorosa—, qué aventuras vivieron la joven pareja, en qué posadas se detuvieron a lo largo del camino. Todo lo que sabemos es que una víspera de Navidad como ésta llegaron a Belén, y no había sitio en la posada para ellos.

    Virginia estaba garabateando algo en el margen de su partitura. Dee empezó a toser.

    —¿Tienes alguna pastilla para la tos? —le susurró a Sharon.
    —¿Qué les pasó a las que te di la otra noche? —le respondió Sharon, también en un susurro.
    —Aunque no sabemos nada de su viaje —dijo el reverendo Wall, y su voz se hizo algo más fuerte—, sabemos mucho del mundo en el que vivieron. Era un mundo de censos y de soldados, de burócratas y de políticos, un mundo lleno de propiedades y reglas y de sus propios asuntos.

    Dee empezó a toser de nuevo. Rebuscó en un bolsillo de su carpeta de música y encontró una pastilla envuelta en un papel. La desenvolvió y se la metió en la boca.

    —... un mundo demasiado ocupado de sus propias cosas para reparar siquiera en una insignificante pareja venida de lejos —entonó el reverendo Wall.

    Virginia pasó su partitura a Sharon. Dee se inclinó para leerla también. Decía: "¿Qué ocurrió aquí la otra noche después del ensayo? Cuando volví a casa del centro comercial había coches de la policía fuera.”

    Dee tomó la partitura y buscó de nuevo en su carpeta. Encontró un lápiz y garabateó: "Alguien entró en la iglesia”, y lo pasó a través de Sharon a Virginia.

    —Estás bromeando —susurró Virginia—. ¿Los atraparon?
    —No —dijo Sharon.


    Se suponía que el ensayo del veintitrés debía empezar a las siete. A las siete y cuarto el coro estaba todavía de pie en la parte de atrás del santuario, esperando cantar el himno procesional, con los ángeles y los pastores apoyados contra las paredes y el reverendo Wall, en su silla detrás del púlpito, dando cabezadas. El ministro ayudante, la reverenda Lisa Farrison, estaba trasladando poinsettias a los escalones del presbiterio para hacer sitio para el pesebre, y la directora del coro, Rose Henderson, estaba de rodillas, martilleando bases de madera a las palmeras de cartón. Ya se habían caído dos veces.

    —¿Cuáles creéis que son las posibilidades de que todavía estemos aquí cuando empiece el servicio de la Nochebuena mañana por la noche? —dijo Sharon, reclinándose contra la puerta del santuario.
    —No puede ser —dijo Virginia, mirando su reloj—. Tengo que estar en el centro comercial antes de las nueve. De pronto Megan anunció que quiere la Barbie universitaria.
    —Tengo la garganta hecha unos zorros —dijo Dee, palpándose las amígdalas—. ¿Hace calor aquí dentro, o tengo fiebre?
    —Hace calor con esta ropa —dijo Sharon—. ¿Por qué tenemos que llevarla? Esto es un ensayo.
    —Rose quería que todo fuera exactamente igual a cómo será mañana por la noche.
    —Si yo he de estar exactamente igual que mañana por la noche, estaré muerta —dijo Dee, intentando aclarar su garganta—. No puedo ponerme enferma. Todavía no tengo envueltos ninguno de los regalos, y ni siquiera he pensado en lo que voy a hacer para la cena de Navidad.
    —Al menos tú tienes regalos —dijo Virginia—. A mí todavía me faltan comprar ocho. Sin contar la Barbie universitaria.
    —Yo no tengo hecho nada. Felicitaciones de Navidad, compras, paquetes, cena, nada, y vienen los padres de Bill —dijo Sharon—. Oh, vamos, terminemos ya con esto.

    Rose y uno de los ángeles del coro sujetaban rectas las palmeras. Tenían tendencia a inclinarse hacia la derecha, como si Belén estuviera bajo los efectos de un huracán.

    —¿Está eso recto? —llamó Rose hacia la parte de atrás de la iglesia.
    —Sí —dijo Sharon.
    —Tendidas en la iglesia —murmuró Dee—. Mal, muy mal.
    —Muy bien —dijo Rose, tomando una partitura—. Escuchad, todos. Aquí está el orden de trabajo. Introito por el cuarteto de metal, himno procesional, plegaria de apertura, anuncios... Reverenda Farrison, ¿es aquí donde quiere hablar acerca del Proyecto "El más pequeño de todos”?
    —Sí —dijo la reverenda Farrison. Se dirigió a la parte delantera del santuario—. ¿Y puedo hacer ahora un anuncio rápido? —Se volvió hacia el coro—. Si alguien tiene algo más que donar, debéis llevarlo a la iglesia antes de mañana por la mañana a las nueve —dijo rápidamente—. Es entonces cuando lo repartiremos entre los sin hogar. Seguimos necesitando mantas y comida en lata. Traedlo a la Sala de la Fraternidad.

    Se alejó por el pasillo, y Rose siguió con su lista:

    —Avisos, "Oh ven, oh ven, Emmanuel”, el sermón del reverendo Wall...

    El reverendo Wall se despertó momentáneamente al oír su nombre.

    —Ah —dijo, y cojeó hacia el púlpito, sujetando un fajo de papeles amarillentos escritos a máquina.
    —Oh, no —dijo Sharon—. No una representación de Navidad y un sermón. Estaremos aquí toda una eternidad.
    —No un sermón —señaló Virginia—. El sermón. Todos sus veinticuatro minutos. Lo tengo memorizado. Lo pronuncia cada año desde que llegó.
    —Es más largo que eso —dijo Dee—. Juraría que el último año le oí decir en él algo acerca de la Primera Guerra Mundial.
    —"Y todos serán censados, cada uno en su propia ciudad” —dijo el reverendo Wall—. "Y José salió de Galilea, de la ciudad de Nazaret.”
    —Oh, no —dijo Sharon—. Va a dar todo el sermón ahora.
    —No sabemos nada de ese viaje desde Nazaret —dijo el reverendo.
    —Gracias, reverendo Wall —se apresuró a decir Rose—. Después del sermón, el coro canta "Oh pequeña ciudad de Belén”, y María y José...
    —¿Qué mensaje alberga para nosotros la historia de ese viaje? —dijo el reverendo Wall, tomando impulso.

    Rose se apresuró por el pasillo y por los escalones del presbiterio.

    —Reverendo Wall, no necesita recitar todo su sermón ahora.
    —¿Qué nos dice —preguntó el reverendo— mientras intentamos recuperarnos de una guerra mundial?

    Dee dio un codazo a Sharon.

    —Reverendo Wall —dijo Rose, llegando al púlpito—. Me temo que no tenemos tiempo de escuchar en estos momentos todo su sermón. Necesitamos ensayar toda la representación.
    —Ah —dijo el reverendo, y reunió sus papeles.
    —Muy bien —dijo Rose—. El coro canta "Oh pequeña ciudad de Belén”, y María y José venís por el pasillo.

    María y José, con batas de baño y calcetines largos, se reunieron en la parte de atrás del santuario y avanzaron por el pasillo central.

    —No, no, María y José, no de esa forma —dijo Rose—. Los reyes magos de Oriente tienen que venir por el pasillo central, y vosotros venís de Nazaret. Tenéis que venir por el pasillo lateral.

    María y José obedecieron y tomaron apresuradamente el pasillo lateral.

    —No, no, más lentos —dijo Rose—. Estáis cansados. Habéis recorrido a pie todo el camino desde Nazaret. Intentadlo de nuevo.

    Se apresuraron de vuelta a la parte de atrás de la iglesia y echaron a andar de nuevo, lentos al principio, luego ganando velocidad.

    —La congregación no los verá —dijo Rose, sacudiendo la cabeza—. ¿Y si ilumináramos el pasillo lateral? ¿Podemos hacerlo, reverenda Farrison?
    —No está aquí —dijo Dee—. Ha ido a buscar algo.
    —La traeré —indicó Sharon, y echó a andar por el pasillo.

    Miriam Hoskins estaba entrando en aquellos momentos en la habitación de la escuela dominical de adultos con una bandeja de papel con galletas glaseadas.

    —¿Sabes dónde está la reverenda Farrison? —le preguntó Sharon.
    —Estaba en la oficina hace un minuto —dijo Miriam, señalando con la bandeja.

    Sharon fue a la oficina. La reverenda Farrison estaba de pie junto al escritorio, hablando por teléfono.

    —¿Cuándo puede estar aquí? —Hizo seña a Sharon de que aguardara un minuto—. Bien, ¿puede localizarlo?

    Sharon esperó, con la vista fija en el escritorio. Había un plato de cristal con pastillas para la tos envueltas en papel al lado del teléfono, y junto a él una lata de ostras ahumadas y tres latas de castañas de agua. Probablemente para el Proyecto "El más pequeño de todos”, pensó.

    —¿Quince minutos? De acuerdo. Gracias —dijo la reverenda Farrison, y colgó—. Sólo un minuto —le dijo a Sharon, y fue a la puerta exterior. La abrió y se inclinó hacia fuera. Sharon pudo sentir la helada corriente de aire mientras estaba de pie ahí. Se preguntó si habría empezado a nevar.
    —La camioneta estará aquí dentro de unos minutos —le dijo la reverenda Farrison a alguien de fuera.

    Sharon miró por los paneles de vidrio emplomado a ambos lados de la puerta, intentando ver quién estaba ahí fuera.

    —Los llevarán hasta el refugio —dijo la reverenda Farrison—. No, tendrán que aguardar fuera. —Cerró la puerta—. Ahora —dijo, volviéndose a Sharon—, ¿qué desea usted, señorita Englert?

    Sin dejar de mirar a través de la ventana, Sharon dijo:

    —La necesitan en el santuario. —Estaba empezando a nevar. Los copos parecían azules a través del cristal.
    —Estaré ahí de inmediato —dijo la reverenda Farrison—. Sólo estaba ocupándome de unos sin hogar. Ésa es la segunda pareja que tenemos esta noche. Siempre vienen por Navidad. ¿Cuál es el problema? ¿Las palmeras?
    —¿Qué? —dijo Sharon, mirando aún a la nieve.

    La reverenda Farrison siguió su mirada.

    —La camioneta del refugio vendrá a por ellos dentro de unos minutos —dijo—. No podemos dejarlos aquí dentro sin nadie que los vigile. La Iglesia Metodista sufrió dos veces el robo de su colección el último mes, y nosotros tenemos aquí todas las donaciones para el Proyecto "El más pequeño de todos”. —Hizo un gesto hacia la Sala de la Fraternidad.

    Pensé que eran para los sin hogar, se dijo Sharon.

    —¿No podrían simplemente aguardar en el santuario o algo así? —inquirió.

    La reverenda Farrison suspiró.

    —Dejarles entrar no es hacerles ningún favor. Vienen aquí en vez de ir al refugio porque el refugio les confisca su licor. —Echó a andar por el pasillo—. ¿Para qué me necesitan?
    —Oh —dijo Sharon—, las luces. Quieren saber si se puede iluminar el pasillo lateral para María y José.
    —No lo sé —murmuró la reverenda Farrison—. En esta iglesia las luces son un lío tan grande. —Se detuvo en la bancada de interruptores al lado de la escalera que conducía al coro y a las habitaciones de la escuela dominical—. Dígame cuáles se encienden.

    Accionó un interruptor. Las luces del pasillo central se apagaron. Volvió a accionarlo y probó otro.

    —Éste son las luces de la oficina —dijo Sharon— y de la sala de abajo, y ése el de la habitación de la escuela dominical.
    —¿Y éste? —dijo la reverenda Farrison.

    Hubo un grito general del coro. Los niños vitorearon.

    —El santuario —dijo Sharon—. Bien, ésas son las luces del pasillo lateral. ¿Qué tal así? —llamó al santuario.
    —Estupendo —dijo Rose—. No, espere, el órgano está apagado.

    La reverenda Farrison accionó otro interruptor, y el órgano lanzó un gruñido.

    —Ahora las luces laterales están apagadas —dijo Sharon—, y también la luz del púlpito.
    —Ya le dije que eran un lío —murmuró la reverenda Farrison. Accionó otro interruptor—. ¿Y ahora?
    —Se han apagado las luces del porche.
    —Bien, las dejaremos apagadas. Puede que eso desaliente a otros sin hogar a venir hasta aquí. El reverendo Wall dejó a un hombre sin hogar aguardar dentro la otra semana, y se orinó en la moqueta de la habitación de la escuela dominical para adultos. Tuvimos que limpiarla. —Miró reprobadoramente a Sharon—. Con esa gente no puedes dejar que te gane la compasión.

    No, pensó Sharon. Jesús lo hizo, y mirad lo que le ocurrió.


    —El posadero pudo haberles echado —entonó el reverendo Wall—. Era un hombre ocupado, y su posada estaba llena de viajeros. Hubiera podido cerrarles la puerta a María y José.

    Virginia se inclinó hacia Dee por delante de Sharon.

    —¿El que fuera que entró se llevó algo?
    —No —dijo Sharon.
    —El que fuera que entró se orinó en el suelo de la guardería —susurró Dee, y el reverendo Wall se interrumpió confusamente y miró al coro.

    Dee empezó a toser fuerte, y se cubrió la boca con la mano para intentar ahogar el sonido. El reverendo sonrió vagamente y empezó de nuevo.

    —El posadero pudo haberles echado.

    Dee aguardó un minuto, luego abrió su himnario en su partitura y empezó a escribir en ella. Se la pasó a Virginia, que la leyó y luego se la pasó a Sharon.

    "La reverenda Farrison cree que algunos de los sin hogar entraron —leyó—. Rompieron las palmeras también. Desgarraron las bases. ¿Podéis imaginar a alguien haciendo algo así?”

    —Del mismo modo que el posadero buscó alojamiento para María y José aquella lejana Nochebuena —dijo el reverendo Wall, buscando un final—, hallemos también nosotros un lugar en nuestro corazón para Cristo. Amén.

    El órgano empezó la introducción de "Oh pequeña ciudad de Belén”, y María y José aparecieron en la parte de atrás con Miriam Hoskins. Ésta ajustó el velo blanco de María y les susurró algo. José tironeó de su pegada barba postiza.

    —¿Qué camino decidieron finalmente? —susurró Virginia—. ¿Por el lado o directamente por el central?
    —Por el pasillo lateral —contestó Sharon, también en un susurro.

    El coro se puso en pie.

    —"Oh pequeña ciudad de Belén, qué tranquila te vemos reposar” —cantaron—. "Por encima de tu profundo sueño sin sueños, las silenciosas estrellas siguen su camino.”

    María y José echaron a andar por el pasillo lateral, con los lentos y medidos pasos que Rose les había indicado, uno al lado del otro. No, pensó Sharon. Esto no está bien. No debería ser así. José debería ir un poco por delante de María, protegiéndola, y la mano de ella debería de estar sobre su estómago, protegiendo al bebé.


    Finalmente decidieron dejar para más adelante la decisión de por dónde entrarían María y José y siguieron con la representación. María y José llamaron a la puerta de la posada, y el posadero, sonriendo ampliamente, les dijo que no tenía ninguna habitación.

    —Patrick, no te muestres tan alegre —dijo Rose—. Se supone que estás de mal humor. Tienes mucho trabajo y estás cansado, y no te queda ninguna habitación libre.

    Patrick intentó un fruncimiento de ceño.

    —No me quedan habitaciones —dijo—, pero podéis alojaros en el establo. —Les condujo al pesebre, y María se arrodilló detrás de él.
    —¿Dónde está Jesús? —quiso saber Rose.
    —No estará aquí hasta mañana por la noche —susurró Virginia.
    —¿No tiene nadie una muñeca que pueda traer? —preguntó Rose.

    Uno de los ángeles alzó la mano, y Rose dijo:

    —Estupendo. María, utiliza de momento la manta, y coro, cantad el primer verso de "Lejos en un pesebre”. Pastores —llamó hacia la parte de atrás del santuario—, tan pronto como termine Lejos en un pesebre, salid y situaros a este lado. —Señaló.

    Los pastores alzaron un surtido de palos de hockey, mangos de escoba y bastones atados de dos en dos con cinta adhesiva y ajustaron sus improvisados turbantes.

    —Bien, adelante —dijo Rose—. ¿El órgano?

    El órgano hizo sonar el acorde de apertura, y el coro se puso en pie.

    —Leee-jos —cantó Dee y empezó a toser, ahogando la tos con la mano.
    —¿Alguien tiene... una pastilla contra la tos? —consiguió decir entre espasmos.
    —Vi algunas en la oficina —indicó Sharon, y bajó corriendo los escalones del presbiterio y enfiló el pasillo central hasta el vestíbulo.

    Estaba oscuro, pero no quiso perder el tiempo intentando hallar el interruptor correcto. Podía ver más o menos su camino por las luces del santuario, y creía saber exactamente dónde estaban las pastillas para la tos.

    Las luces de la oficina estaban apagadas también, y la reverenda Farrison había apagado la luz del porche para desalentar a los sin hogar. Abrió la puerta de la oficina, tanteó su camino hasta el escritorio y palmeó hasta encontrar el plato de cristal. Agarró un puñado de pastillas para la tos y tanteó su camino de vuelta al vestíbulo.

    El coro estaba cantando: "Sucedió una clara medianoche”, pero después de dos compases se detuvieron, y en el repentino silencio Sharon oyó una llamada.

    Fue hacia la puerta y luego vaciló, preguntándose si sería la misma pareja que la reverenda Farrison había dejado antes fuera y que volvían buscando problemas, pero la llamada era suave, casi tímida, y a través de los paneles de vidrio emplomado pudo ver que estaba nevando fuerte.

    Apretó las pastillas para la tos en su mano izquierda, abrió una rendija la puerta y miró fuera. Había dos personas de pie en el porche, una delante de la otra. Estaba demasiado oscuro para ver algo más que sus siluetas, y a la primera mirada parecían dos mujeres, pero entonces la de delante dijo con una voz de hombre joven:

    —Erkas.
    —Lo siento —dijo Sharon—, no hablo español. ¿Buscáis algún lugar donde resguardaros? —La nieve se estaba convirtiendo en aguanieve, y el viento estaba arreciando.
    —Kumrah —dijo el hombre, emitiendo un sonido que parecía como un carraspeo, y luego toda una retahíla de palabras que no reconoció.
    —Sólo un minuto —dijo, y cerró la puerta. Volvió a la oficina, tanteó en busca del teléfono y, pulsado los botones en la casi total oscuridad, marcó el número del refugio.

    Comunicaba. Colgó el receptor, aguardó un minuto y lo intentó de nuevo. Todavía comunicaba. Regresó a la puerta, esperando que hubieran renunciado y se hubieran ido.

    —Erkas —dijo el hombre apenas abrió la puerta.
    —Lo siento —respondió Sharon—. Estoy intentando llamar al refugio para los sin hogar —y el hombre empezó a hablar rápida y excitadamente. Avanzó unos pasos y apoyó una mano sobre la puerta. Iba envuelto en una manta, y por eso lo había confundido con una mujer—. Erkas —dijo, y sonó trastornado, desesperado, y sin embargo, de alguna forma, aún inseguro, tímido—. Bott lom —dijo, haciendo un gesto hacia la mujer que estaba de pie casi en el borde del porche, pero Sharon no la miraba a ella: miraba los pies de ambos.

    Llevaban sandalias. Al principio pensó que iban descalzos y aguzó la vista en la oscuridad, horrorizada. ¡Descalzos en la nieve! Luego divisó la línea oscura de una correa, pero eso no significaba mucha diferencia. Y estaba nevando fuerte.

    No podía dejarlos ahí fuera, pero no se atrevía a dejarles entrar tampoco en el vestíbulo para que aguardaran allí la camioneta, no con la reverenda Farrison por los alrededores.

    La oficina quedaba descartada —el teléfono podía sonar en cualquier momento—, y no podía llevarlos a la Sala de la Fraternidad con todo lo que había allí para los sin hogar.

    —Sólo un minuto —dijo, cerrando la puerta, y fue a ver si Miriam estaba todavía en la habitación de la escuela dominical para adultos. Estaba a oscuras, de modo que evidentemente no estaba allí, pero había una lámpara en la mesa al lado de la puerta. La encendió. No, aquello tampoco serviría, no con el cáliz de la comunión en una vitrina contra la pared, y de todos modos había un montón de vasos de papel sobre la mesa, y las bandejas de las galletas de Navidad que Miriam había traído, lo cual significaba que habría un pequeño refrigerio allí después del ensayo de la representación. Apagó la luz y regresó al vestíbulo.

    Tampoco la oficina del reverendo Wall —de todos modos estaba cerrada con llave—, y ciertamente no la de la reverenda Farrison, y si los llevaba abajo a una de las habitaciones de la escuela dominical, tendría que volver a hacerles subir luego discretamente.

    ¿La sala de la caldera de la calefacción? Estaba entre la habitación de la escuela dominical para adultos y la Sala de la Fraternidad. Probó el pomo. Se abrió. Miró dentro. La caldera llenaba prácticamente toda la habitación, y el resto estaba ocupado por un montón de sillas plegables. No pudo encontrar el interruptor de la luz, pero la luz del piloto de la caldera proporcionaba luz suficiente para maniobrar. Y se estaba más caliente que en el porche.

    Volvió a la puerta, miró al vestíbulo a sus espaldas para asegurarse de que no venía nadie, y les dejó entrar.

    —Pueden aguardar aquí dentro —dijo, aunque era evidente que no podían comprenderla.

    La siguieron a través del oscuro vestíbulo hasta la sala de la caldera, y abrió dos sillas plegables para que pudieran sentarse y les hizo seña de que entraran.

    "Sucedió una clara medianoche” terminó, y la voz de Rose flotó por el santuario:

    —Los cayados de los pastores no son armas. Así, muy bien. ¿Ángel?
    —Llamaré al refugio —dijo precipitadamente Sharon, y cerró la puerta tras ellos.

    Cruzó hasta la oficina y probó de nuevo el refugio. Por favor, por favor, contesta, se dijo, y cuando lo hicieron, se sintió tan sorprendida que olvidó decirles que la pareja estaba dentro.

    —Tardaremos al menos media hora —dijo el hombre—. O cuarenta y cinco minutos.
    —¿Cuarenta y cinco minutos?
    —Es lo menos cuando la temperatura está por debajo de los cero grados —dijo el hombre—. Intentaremos que sea antes.

    Al menos había hecho lo correcto..., no podían quedarse ahí fuera cuarenta y cinco minutos con aquella nieve. ¿Lo correcto, se dijo desconsoladamente, haberlos metido en la sala de la caldera? Pero al menos estarían calientes y libres de la nieve. Y estarían seguros, siempre que nadie acudiera a ver qué le había pasado a ella.

    —Dee —dijo de pronto. Se suponía que Sharon había ido a buscar unas pastillas para la tos.

    Estaban sobre el escritorio allá donde las había dejado cuando telefoneó. Las tomó y salió al vestíbulo y entró en el santuario.

    El ángel estaba en los escalones del presbiterio, exhortando a los pastores a no tener miedo. Sharon se abrió camino entre ellos hasta el presbiterio y se sentó entre Dee y Virginia.

    Le tendió las pastillas a Dee.

    —¿Por qué has tardado tanto? —quiso saber ésta.
    —Tuve que hacer una llamada telefónica. ¿Qué me he perdido?
    —Nada en absoluto. Seguimos con los pastores. Una de las palmeras cayó y hubo que arreglarla, y luego la reverenda Farrison detuvo el ensayo para decirnos a todos que no dejáramos entrar a ningún sin hogar en la iglesia, que el santuario de la Santa Trinidad había sido vandalizado.
    —Oh —dijo Sharon. Miró a su alrededor, buscando a la reverenda Farrison.
    —Bien, ahora, después de que el ángel haya hecho su discurso —señaló Rose—, se le unirán toda una multitud de ángeles. Es vuestro turno, coro junior. No. Alinearos en los escalones. ¿Órgano?

    El órgano entró con "Escuchad, los ángeles heraldos cantan”, y el coro junior empezó a cantar con sus aflautadas y casi inaudibles voces.

    Sharon no podía ver a la reverenda Farrison.

    —¿Sabéis dónde está la reverenda Farrison? —le susurró a Dee.
    —Salió apenas llegaste tú. Fue a buscar algo a la oficina.

    La oficina. ¿Y si les oía en la sala de la caldera y abría la puerta y los encontraba allí? Se levantó a medias.

    —Coro —dijo Rose, mirando directamente a Sharon—. ¿Os importaría reforzar un poco el coro junior entonando la melodía con ellos?

    Sharon volvió a sentarse, y al cabo de un minuto la reverenda Farrison volvió de la parte de atrás, llevando consigo unas tijeras.

    "Ahí está, vedlo llegar”, cantó el coro junior, y Miriam se puso en pie y salió.

    —¿Adónde va Miriam? —susurró Sharon.
    —¿Cómo quieres que lo sepa? —dijo Dee, mirándola de una forma curiosa—. A preparar los refrescos probablemente. ¿Ocurre algo?
    —No —dijo, sin demasiada convicción.

    Rose estaba mirando de nuevo fijamente a Sharon. Sharon canturreó: "Luz y vida a todo lo que trae”, deseosa de que terminara la canción para poder salir, pero tan pronto como hubo terminado Rose dijo:

    —De acuerdo, ahora los reyes magos —y un alumno de sexto grado llevando una caja enjoyada echó a andar por el pasillo central—. Coro, "Somos los tres reyes”. ¿Órgano?

    Eran cuatro largas estrofas las de "Somos los tres reyes de Oriente”. Sharon no podía aguardar.

    —Tengo que ir al baño —dijo. Dejó su carpeta sobre el asiento y bajó las escaleras detrás del presbiterio y cruzó la estrecha habitación que conducía al pasillo lateral. El coro la llamaba la habitación de las flores porque allí era donde se almacenaban los adornos del altar fuera de la temporada. La usaban para escabullirse cuando necesitaban abandonar pronto la iglesia, pero ahora apenas quedaba espacio para deslizarse por ella. El suelo estaba cubierto de atriles de música y macetas con lirios de Pascua de seda, y un enorme ramo de rosas rojas ocupaba un lugar prominente delante de la puerta al santuario.

    Sharon lo apartó a un rincón y pasó con cuidado entre los lirios y abrió la puerta.

    —Baltasar, deposita el oro delante del pesebre, no lo dejes caer. María, eres la Madre de Dios. Intenta no parecer tan asustada —dijo Rose.

    Sharon se apresuró por el pasillo lateral y salió al vestíbulo, donde aguardaban los otros dos reyes, sujetando botellas de perfume.

    "Siempre hacia el oeste, siempre adelante, guíanos con tu perfecta luz”, cantaba el coro.

    Las luces del vestíbulo y de la oficina todavía estaban apagadas, pero brotaba luz de la habitación de la escuela dominical para adultos, y llegaba hasta el fondo del vestíbulo. Pudo ver que la puerta de la sala de la caldera estaba todavía cerrada.

    Llamaré de nuevo al refugio, pensó, y veré si puedo apresurarles, y si no puedo los llevaré escaleras abajo hasta que todo el mundo se haya ido y entonces los llevaré yo misma al refugio.

    Pasó de puntillas junto a la puerta abierta de la habitación de la escuela dominical para adultos para que Miriam no la viera, y luego medio corrió hasta la oficina y abrió la puerta.

    —Hola —dijo Miriam, mirándola desde el escritorio. Tenía una jarra de aluminio en una mano y estaba rebuscando algo en el cajón de arriba con la otra—. ¿Sabes dónde guarda la secretaria la llave de la cocina? Está cerrada con llave y no puedo entrar.
    —No —dijo Sharon, con el corazón aún martilleando en su pecho.
    —Necesito una cuchara para remover la naranjada —dijo Miriam, abriendo y cerrando los cajones del lado del escritorio—. Debió llevársela a casa consigo. No la culpo. La Iglesia Baptista vio la suya desvalijada el mes pasado. Tuvieron que cambiar todas las cerraduras.

    Sharon miró intranquila hacia la puerta de la sala de la caldera.

    —Oh, bueno —dijo Miriam, abriendo de nuevo el cajón superior—. Tendré que apañármelas con esto. —Sacó una regla de plástico—. A los niños no les importará.

    Fue a salir, luego se detuvo.

    —Todavía no han terminado ahí dentro, ¿verdad?
    —No —dijo Sharon—. Todavía están con los reyes magos. Necesitaba llamar a mi marido para decirle que saque el pavo del congelador.
    —Yo tendré que hacerlo también cuando vuelva a casa —dijo Miriam. Cruzó el vestíbulo y entró en la biblioteca, dejando la puerta abierta. Sharon aguardó un minuto y luego llamó al refugio. Comunicaba. Giró su reloj de pulsera hacia la luz del vestíbulo. Habían dicho de media hora a cuarenta y cinco minutos. Por aquel entonces el ensayo había terminado y el vestíbulo estaría lleno de gente.

    Menos de media hora. Estaban cantando ya "Lo mío es mirra, su perfume es amargo”. Todo lo que quedaba era "Noche silenciosa” y luego "Alégrate, mundo”, y los ángeles vendrían corriendo en busca de las galletas y la naranjada.

    Fue a la puerta delantera y miró fuera. Por debajo de cero grados, había dicho la mujer del refugio, y ahora estaba cayendo aguanieve, que el viento ladeaba fuertemente en el aparcamiento.

    No podía enviarlos ahí fuera sin unos zapatos decentes. Y no podía seguir manteniéndolos aquí arriba, no con los chicos en la puerta de al lado. Iba a tener que llevarlos abajo.

    Pero, ¿adónde? No a la habitación del coro. El coro llevaría sus carpetas y su ropa ahí abajo, y los chicos de la representación irían a buscar sus abrigos a las habitaciones de la escuela dominical. Y la cocina estaba cerrada.

    "Noooche silenciosa, noooche santa”, derivó hasta ella desde el santuario, y luego se cortó, y pudo oír la voz de la reverenda Farrison dando su disertación habitual, probablemente acerca de los peligros de dejar entrar a los sin hogar en la iglesia.

    Miró de nuevo hacia la puerta de la sala de la caldera y luego fue a la habitación de la escuela dominical para adultos. Miriam estaba distribuyendo los vasos de papel sobre la mesa. Alzó la vista.

    —¿Conseguiste hablar con tu marido?
    —Sí —dijo Sharon. Miriam parecía expectante.
    —¿Puedo coger una galleta? —dijo Sharon al azar.
    —Toma una de las estrellas. A los chicos les gustan más los Santa Claus y los árboles de Navidad.

    Sharon tomó una brillante estrella de glaseada superficie amarilla.

    —Gracias —dijo, y salió, cerrando la puerta a sus espaldas.
    —Déjala abierta —indicó Miriam—. Quiero poder ver cuando terminen.

    Sharon abrió la puerta tan poco como le fue posible, temerosa de que de todos modos Miriam fuera hasta la puerta y acabara de abrirla, y se encaminó discretamente a la sala de la caldera.

    El coro estaba en la última estrofa de "Noche silenciosa”. Tras eso sólo quedaba "Alegría del mundo” y luego la bendición. Puerta abierta o no puerta abierta, iba a tener que trasladarlos ahora. Abrió la puerta de la sala de la caldera.

    Estaban de pie allá donde los había dejado entre las sillas plegables, y supo, sin tener ninguna prueba, que habían estado allí sin moverse desde que ella se había ido.

    El joven estaba situado ligeramente por delante de la mujer, de la misma forma que en la puerta, sólo que no era un hombre, era sólo un muchacho, con una barba tan fina y escasa como la de un adolescente, y la mujer era más joven todavía, una niña de diez años quizá, sólo que tenía que ser mayor, porque ahora que había luz procedente de la semiabierta puerta de la habitación de la escuela dominical para adultos Sharon pudo ver que estaba embarazada.

    Miró todo aquello —la extraña hinchazón del vientre de la muchacha y la barba del muchacho, el hecho de que no se habían sentado, el hecho de que era la luz de la habitación de la escuela dominical para adultos la que estaba dejándole ver ahora lo que no había visto antes— con una parte de su mente que aún funcionaba, que todavía estaba pensando en lo que iba a tardar la camioneta del refugio, en cómo iba a hacerles pasar sin que la reverenda Farrison se enterara, una parte de su mente que estaba acumulando los detalles que probaban lo que ya había sabido en el momento en que abrió la puerta.

    —¿Qué estáis haciendo aquí? —susurró, y el muchacho abrió las manos en un gesto de impotencia.
    —Erkas —dijo.

    Y aquella parte de su mente que aún funcionaba se llevó los dedos a los labios en un gesto que evidentemente él entendió porque ambos se mostraron instantáneamente asustados.

    —Tenéis que venir conmigo —susurró.

    Pero entonces dejó de funcionar por completo, y estaba apresurándoles medio corriendo más allá de la puerta abierta y a las escaleras, sin siquiera oír el órgano retumbar: "Alégrate, mundo, el Señor ha venido”, susurrando: "Aprisa, aprisa”, y ellos no sabían cómo bajar las escaleras, la muchacha se dio la vuelta y bajó de espaldas, con las manos planas sobre los escalones de arriba, y el muchacho la ayudó a bajar, escalón tras escalón, como si estuvieran descendiendo entre rocas, y Sharon intentó hacer que la muchacha bajara más rápido y estuvo a punto de hacerla caer, y ni siquiera eso le devolvió sus sentidos.

    —Así —siseó, y les mostró cómo bajar las escaleras, mirando hacia adelante, con una mano sobre la barandilla, y no prestaron atención, siguieron bajando de espaldas como niños gateando, y tomó una eternidad, el himno que ya no oía debía de haber llegado al final de la tercera estrofa y estaban tan sólo a medio camino, todos jadeando fuertemente, y Sharon pasando más arriba de ellos como si con ello quisiera apresurarles, más allá de pensar cómo iba a conseguir que subieran de nuevo las escaleras, más allá de pensar que tendría que llamar a la camioneta y decirle que no viniera, pensando tan sólo: Aprisa, aprisa, y: ¿Cómo han llegado hasta aquí?

    No recuperó sus sentidos hasta que los hubo conducido de alguna forma hasta la guardería, pensando: No puede estar cerrada con llave, por favor que no esté cerrada con llave, y no lo estaba, y los hizo entrar y cerró la puerta e intentó echar la llave, pero no había ninguna llave, y pensó: Por eso no debe de estar cerrada, un pensamiento coherente, el primero desde el momento en que abrió la puerta de la sala de la caldera, y pareció volver en sí.

    Se los quedó mirando, jadeante, y eran ellos, el que no hubieran visto nunca antes unas escaleras era la prueba, como si necesitara alguna prueba, pero no la necesitaba, lo había sabido desde el instante mismo en que los viera, no había habido cuestión.

    Se preguntó si todo aquello no sería alguna especie de visión, del tipo que tiene siempre la gente cuando ve el rostro de Jesús en la puerta del frigorífico, o la Virgen María vestida de azul y blanco, rodeada de rosas. Pero dos ásperas capas de color pardo chorreaban nieve fundida sobre la moqueta de la guardería, sus pies metidos en aquellas inútiles sandalias brillaban enrojecidos por el frío, y parecían demasiado asustados.

    Y no se parecían en absoluto a cómo eran representados en las imágenes religiosas. Eran demasiado bajos, su pelo era grasiento y su rostro tosco, como el de jóvenes punks, y el velo de ella se parecía a un mugriento paño de cocina y no colgaba suelto, estaba atado alrededor de su cuello y anudado a su espalda, y eran demasiado jóvenes, casi tan jóvenes como los niños vestidos como ellos allá arriba de la escalera.

    Miraban asustados la habitación a su alrededor, la blanca cuna y la mecedora y la luz arriba en el techo. El muchacho trasteó en su cinto y sacó una bolsita de piel. Se la tendió a Sharon.

    —¿Cómo habéis llegado aquí? —preguntó Sharon desconcertada—. Se supone que teníais que estar camino de Belén.

    Él tendió la bolsa hacia ella, y cuando Sharon no la cogió desató la tira de cuero que la cerraba y extrajo una moneda de aspecto tosco y se la tendió.

    —No tenéis que pagarme —dijo Sharon, lo cual era ridículo. Él no podía entenderla. Alzó una mano plana, rechazando la moneda y negando con la cabeza. Aquél era un signo universal, ¿no? ¿Y cuál era el signo para bienvenidos? Abrió los brazos y sonrió a los jóvenes.
    —Sois bienvenidos a quedaros aquí —dijo, intentando dar significado a sus palabras con su voz—. Sentaos. Descansad.

    Se quedaron de pie. Sharon acercó la mecedora.

    —Siéntate, por favor.

    María parecía asustada, y Sharon apoyó las manos en los brazos de la mecedora y se sentó para mostrarle cómo había que hacerlo. José se arrodilló de inmediato, y María intentó torpemente hacer lo mismo.

    — ¡No, no! —dijo Sharon, y se levantó tan rápido que la mecedora osciló violentamente—. No os arrodilléis. Yo no soy nadie. —Les miró llena de impotencia—. ¿Cómo llegasteis aquí? Se supone que no tendríais que estar aquí.

    José se levantó.

    —Erkas —dijo, y se dirigió al tablero de anuncios.

    Estaba cubierto con dibujos a color de la vida de Jesús: Jesús curando al niño cojo, Jesús en el templo, Jesús en el jardín de Getsemaní.

    Señaló el dibujo de la escena de la Navidad.

    —Kumrah —dijo.

    ¿Se reconocía a sí mismo?, se preguntó Sharon, pero estaba señalando a la mula de pie junto al pesebre.

    —Erkas —dijo—. Erkas.

    ¿Significaba mula o algo parecido? ¿Estaba preguntando qué había hecho con la de ellos, o intentando pedirle si tenía alguna? En todas las imágenes, en todas las versiones de la historia, María cabalgaba una mula, pero había supuesto que esa parte de la historia había sido transmitida equivocada, como había ocurrido con todo lo demás, sus rostros, sus ropas, y por encima de todo su juventud, su indefensión.

    —Kumrah erkas —dijo el joven—. Kumrah erkas. ¿Bott lom?
    —No lo sé —dijo Sharon—. No sé dónde está Belén.

    O qué hacer contigo, pensó. Su primer instinto era ocultarles hasta que hubiera terminado el ensayo y todo el mundo se hubiera ido a casa. No podía permitir que la reverenda Farrison los descubriera.

    Pero seguramente tan pronto como viera quiénes eran... ¿qué haría? ¿Caería de rodillas? ¿O llamaría a la camioneta del refugio? "Es la segunda pareja esta noche”, había dicho cuando cerró la puerta. Sharon se preguntó de pronto si eran ellos a quienes había dejado ahí fuera, si habrían estado vagando por el aparcamiento, perdidos y asustados, y luego habrían llamado a la puerta de nuevo.

    No podía dejar que la reverenda Farrison los descubriera, pero no había ninguna razón por la que tuviera que ir a la guardería. Todos los niños estaban arriba, y las galletas y los refrescos estaban en la habitación de la escuela dominical para adultos. Pero, ¿y si comprobaba las habitaciones antes de cerrarlo todo?

    Me los llevaré a casa conmigo, pensó Sharon. Allí estarán seguros. Si podía conseguir hacerles subir las escaleras y salir al aparcamiento antes de que terminara el ensayo.

    Los bajé hasta aquí sin que nadie los viera, pensó. Pero aunque lo consiguiera, lo cual dudaba, si no se morían de miedo cuando pusiera en marcha el coche y les colocara los cinturones de seguridad, su hogar no iba a ser mejor que el refugio.

    Se habían perdido a causa de algún accidente del tiempo y del espacio, y habían terminado yendo a parar a la iglesia. El camino de vuelta —si había algún camino de vuelta, tenía que haber un camino de vuelta, tenían que estar en Belén mañana por la noche— estaba allí.

    De pronto se le ocurrió que quizá no hubiera debido dejarles entrar, que el camino de vuelta estaba fuera de la puerta norte. Pero no había podido no dejarles entrar, protestó, estaba nevando, y no llevaban un calzado adecuado.

    Pero quizá si no les hubiera dejado entrar se hubieran alejado del porche y hubieran regresado a su propio tiempo. Quizá todavía pudieran.

    —Quedaos aquí —dijo, alzando una mano para mostrar lo que quería decir, y salió de la guardería, cerrando bien la puerta tras ella.

    El coro todavía seguía cantando "Alégrate, mundo”. Debían de haber hecho una pausa de nuevo. Sharon subió en silencio la escalera y pasó ante la habitación de la escuela dominical para adultos. Su puerta todavía seguía medio abierto, y podía ver las bandejas de galletas sobre la mesa. Abrió la puerta norte, dudando un momento como si esperara ver arena y camellos, y se asomó. Todavía caía aguanieve, y los coches tenían un par de centímetros de nieve sobre sus capotas.

    Miró a su alrededor en busca de algo con lo que calzar la puerta abierta, empujó una de las palmas en maceta y salió al porche. Estaba resbaladizo, y tuvo que sujetarse en la pared para mantener el equilibrio. Fue cuidadosamente hasta el borde del porche y miró hacia el aguanieve, temblando ya, buscando ¿qué? ¿Una disminución del aguanieve, un lugar donde la oscuridad fuera más oscura o no tan oscura? ¿Una luz?

    Nada. Al cabo de un minuto salió del porche, avanzando tan cautelosamente como María y José habían bajado las escaleras, y dio una vuelta al aparcamiento.

    Nada. Si el camino de vuelta había estado ahí fuera, ahora ya no estaba, e iba a congelarse si seguía allí a la intemperie. Volvió dentro y se quedó allí, mirando a la puerta, intentando pensar qué hacer. Tengo que conseguir ayuda, pensó, abrazándose para mantener el calor. Tengo que decírselo a alguien. Se dirigió al santuario.

    El órgano había dejado de tocar.

    —María y José, necesito hablar un minuto con vosotros —le llegó la voz de Rose—. Pastores, dejad vuestros cayados en el primer banco. El resto de vosotros, hay galletas y refrescos en la habitación de la escuela dominical para adultos. Coro, no os marchéis. Necesito revisar algunas cosas con vosotros.

    Hubo un resonar de palos y luego una estampida, y Sharon se vio abrumada por los pastores que se abrían paso a codazos en dirección a las galletas y los refrescos. Uno de los reyes magos se enganchó una de sus Air Jordan con su ropa y estuvo a punto de caer, y dos de los ángeles perdieron sus halos de hojalata dorada en su ansia por llegar a las galletas.

    Sharon se abrió camino por entre ellos hasta la parte de atrás del santuario. Rose estaba en el pasillo lateral, mostrándoles a María y José cómo andar, y el coro estaba reuniendo sus partituras. No pudo ver a Dee.

    Virginia avanzaba por el pasillo central, despojándose de su ropa del coro mientras caminaba. Sharon acudió a su encuentro.

    —¿Sabes dónde está Dee? —le preguntó.
    —Se fue a casa —dijo Virginia, tendiéndole una carpeta a Sharon—. Te dejaste esto en tu banco. Dee había perdido por completo la voz, de modo que le dije: "Esto es una tontería. Ve a casa y métete en la cama.”
    —Virginia... —dijo Sharon.
    —¿Puedes guardarme la ropa por mí? —dijo Virginia, pasándose su estola por encima de la cabeza—. Tengo exactamente diez minutos para llegar a las galerías comerciales.

    Sharon asintió con aire ausente, y Virginia se la enrolló al brazo y se alejó apresuradamente. Sharon pasó revista al coro, preguntándose en quién más podía confiar.

    Rose despidió a María y a José, que se marcharon a la carrera, y cruzó al pasillo central.

    —Ensayo mañana a las 6:15 de la tarde —dijo—. Os necesito vestidos con la ropa del coro y puntuales, porque tengo que practicar con el cuarteto de metal a las 6:40. ¿Alguna pregunta?

    Sí, pensó Sharon, mirando al santuario a su alrededor. ¿A quién puedo escoger para que me ayude?

    —¿Qué vamos a cantar para el procesional? —preguntó uno de los tenores.
    —Adeste Fideles —dijo Rose—. Antes de que os marchéis, poneos en fila para que podáis ver quién es vuestra pareja.

    El reverendo Wall estaba sentado en uno de los bancos de atrás, examinando las notas de su sermón. Sharon se deslizó a lo largo del banco y se sentó cerca de él.

    —Reverendo Wall —dijo, y entonces no supo cómo empezar—. ¿Sabe lo que significa erkas? Creo que es hebreo.

    El reverendo alzó la cabeza de sus notas y la miró.

    —Es arameo. Significa "perdido”.
    —Perdido. —Él había intentado decírselo en la puerta, en la sala de la caldera, abajo en la escalera—. Estamos perdidos.
    —Olvidados —dijo el reverendo Wall—. Mal situados.

    Mal situados, de acuerdo. En dos mil años, un océano, ¿y cuántos kilómetros?

    —Cuando María y José viajaron a Belén desde Nazaret, ¿cómo fueron? —preguntó, esperando que él dijera: "¿Por qué haces todas estas preguntas?” y así poder contárselo. Pero él respondió:
    —Ah. No escuchaste mi sermón. No sabemos nada de ese viaje, sólo que llegaron a Belén.

    No a esta velocidad, pensó Sharon.

    —Pasadme el himno —dijo Rose desde el presbiterio—. Sólo tengo treinta copias, y no quiero quedarme corta mañana por la noche.

    Sharon alzó la vista. El coro se estaba marchando.

    —En ese viaje, ¿hubo algún lugar en el que pudieran haberse perdido? —preguntó apresuradamente.
    —"Erkas” también significa "oculto, fuera de la vista” —dijo el reverendo—. El arameo es muy similar al hebreo. En hebreo, la palabra...
    —Reverendo Wall —dijo la reverenda Farrison desde el pasillo central—. Necesito hablar con usted sobre la bendición.
    —Ah. ¿Quiere hacerlo ahora? —dijo, y se puso en pie, sujetando sus papeles.

    Sharon aprovechó la oportunidad para tomar su carpeta y agacharse. Bajó apresuradamente por las escaleras de detrás del coro.

    No había ninguna razón por la que nadie del coro fuese a la guardería, pero se detuvo en el vestíbulo, revisando las partituras en su carpeta como si las estuviera poniendo en orden mientras pensaba en qué hacer.

    Quizá, si todo el mundo iba a la habitación del coro, pudiera meterse en la guardería o en una de las habitaciones de la escuela dominical y ocultarse hasta que todo el mundo se hubiera ido. Pero no sabía si la reverenda Farrison comprobaba todas las habitaciones antes de marcharse. O peor aún, las cerraba con llave.

    Podía decirle que necesitaba quedarse hasta tarde, para practicar el himno, pero no creía que la reverenda Farrison confiara lo suficiente en ella como para dejarle que cerrara, y no quería llamar la atención sobre ella, hacer que la reverenda Farrison pensara: "¿Dónde está Sharon Englert? No la he visto marcharse.” Quizá pudiera ocultarse en el presbiterio, o en la habitación de las flores, pero eso significaba dejar la guardería desprotegida.

    Tenía que decidirse. La gente se estaba marchando, el coro entregaba a Rose su música y se ponía sus abrigos y sus botas. Tenía que hacer algo. La reverenda Farrison podía bajar las escaleras en cualquier momento y echar un vistazo a la guardería. Pero siguió de pie allí, rebuscando ciegamente entre su música, y la reverenda Farrison bajó las escaleras llevando un manojo de llaves.

    Sharon se echó protectoramente hacia atrás, de la forma que había hecho José, pero la reverenda Farrison ni siquiera la vio. Se dirigió a Rose y dijo:

    —¿Puede usted cerrar por mí? He de ir a las 9:30 a recoger las últimas contribuciones para El más pequeño de todos.
    —Se suponía que tenía que reunirme con el cuarteto de metal —dijo Rose reluctante.

    No dejes que Rose te convenza, pensó Sharon.

    —Asegúrese de cerrar todas las puertas, incluida la Sala de la Fraternidad —dijo la reverenda Farrison, tendiéndole las llames.
    —No, tengo las mías —señaló Rose—. Pero...
    —Y compruebe el aparcamiento. Había algunos sin hogar vagabundeando por ahí antes. Gracias.

    Corrió escaleras arriba, y Sharon fue inmediatamente hacia Rose.

    —Rose —dijo.

    Rose tendió la mano hacia la carpeta de Sharon.

    Sharon rebuscó entre su música y le tendió el himno.

    —Me estaba preguntando —dijo, intentando dar a su voz un tono casual—. Necesito quedarme un poco y practicar las partituras para mañana. Me encantará cerrar por usted. Puedo dejar las llaves en su casa mañana por la mañana.
    —Oh, pareces enviada por Dios —dijo Rose. Le tendió a Sharon el fajo de partituras y sacó las llaves de su bolso—. Éstas son las llaves de las puertas de fuera, la puerta norte, la puerta este, la Sala de la Fraternidad —dijo, señalándolas tan aprisa que Sharon no pudo ver cuál era cuál, pero no importaba. Podría probarlas después de que todo el mundo se hubiera ido.

    ”Ésta es la de la puerta de la habitación del coro —dijo Rose. Le tendió las llaves a Sharon—. Aprecio realmente esto. El cuarteto de metal no podía venir al ensayo, tenía un concierto esta noche, y realmente necesito revisar el introito con ellos. Estamos teniendo dificultades con la parte media.

    Yo también, pensó Sharon.

    Rose se puso apresuradamente el abrigo.

    —Y después de reunirme con ellos, tengo que ir a casa de Miriam Berg y recoger el niño Jesús. —Se detuvo, con el brazo medio metido en la manga de su abrigo—. ¿No necesitas que me quede y repase la partitura contigo?
    — ¡No! —exclamó Sharon, alarmada—. No, estaré bien. Sólo necesito revisarlas un par de veces.
    —De acuerdo. Estupendo. Gracias de nuevo —dijo, palmeando sus bolsillos en busca de las llaves. Tomó el llavero de manos de Sharon y sacó las llaves de su coche—. Eres una enviada de Dios, lo digo de veras —murmuró, y partió al trote.

    Dos de las contraltos salieron, poniéndose los guantes.

    —¿Sabes qué tengo que hacer cuando llegue a casa? —dijo Julia—. Montar el árbol.

    Tendieron sus partituras a Sharon.

    —Odio la Navidad —dijo Karen—. Cuando ha pasado, estoy tan agotada que no valgo para nada.

    Se apresuraron escaleras arriba, aún hablando, y Sharon se asomó a la habitación del coro para asegurarse de que estaba vacía, dejó caer las partituras y la ropa del coro de Rose sobre una silla, se quitó la suya, y fue también escaleras arriba.

    Miriam salía de la habitación de la escuela dominical para adultos llevando una jarra de naranjada.

    —Ven, Elizabeth —llamó al interior de la habitación—. Tenemos que ir a Buymore antes de que cierren. Ha conseguido destruir completamente su halo —le dijo a Sharon—, de modo que ahora tendremos que ir a comprar más hojalata y dorarla. Elizabeth, somos las últimas.

    Elizabeth salió a buen paso, sujetando una galleta de árbol de Navidad con el mitón de su mano derecha. Se detuvo a medio camino de la puerta para lamer el glaseado.

    —Elizabeth —dijo Miriam—. Vamos.

    Sharon mantuvo abierta la puerta para ellas y Miriam salió, agachando la cabeza contra la inclinada aguanieve. Elizabeth se apresuró tras ella, mirando hacia el cielo.

    —Nos veremos mañana por la noche —saludó Miriam con la mano.
    —Estaré aquí —dijo Sharon, y cerró la puerta. Estaré todavía aquí, pensó. ¿Y si ellos también están? ¿Qué ocurrirá entonces? ¿Desaparecerá la celebración de la Navidad, y todo lo demás con ella? ¿Las galletas y el ir de compras y las Barbies universitarias? ¿Y la iglesia?

    Contempló alejarse a Miriam y Elizabeth a través del panel de cristal emplomado hasta que vio perderse las luces traseras del coche, púrpuras a través del cristal azul, y entonces fue probando las llaves una tras otra, hasta que encontró la correcta, y cerró la puerta con llave.

    Comprobó rápidamente el santuario y los cuartos de baño, en caso de que hubiera alguien todavía allí, y luego corrió escaleras abajo a la guardería para asegurarse de que ellos todavía estaban allí, que no habían desaparecido.

    Estaban allí, sentados en el suelo al lado de la mecedora y compartiendo lo que parecían ser dátiles secos de un pañuelo desdoblado. José empezó a ponerse en pie apenas la vio asomar la cabeza por la puerta, pero ella le hizo señas de que siguiera sentado.

    —Quédate así —le dijo con voz suave, y se dio cuenta de que no necesitaba susurrar—. Estaré de vuelta en unos minutos. Sólo voy a cerrar las puertas.

    Volvió a subir la escalera. No se le había ocurrido que debían de tener hambre, y no tenía la menor idea de lo que acostumbraban a comer: ¿pan ácimo? ¿Cordero? Fuera lo que fuese, probablemente no habría en la cocina, pero los diáconos habían celebrado una cena de Adviento la semana pasada. Con suerte, puede que quedase algo de chile en el frigorífico. O, mejor aún, algunas galletas saladas.

    La cocina estaba cerrada. Había olvidado que Miriam se lo había mencionado, pero quizás una de las llaves abriera. Ninguna lo hizo, y después de probarlas todas dos veces recordó que eran las llaves de Rose, no las de la reverenda Farrison, y encendió las luces en la Sala de la Fraternidad. Había toneladas de comida allí, apilada en mesas junto con las mantas y la ropa usada y los juguetes. Y todo lo que había eran latas, exactamente como la reverenda Farrison había especificado en el boletín.

    Miriam se había llevado la naranjada a casa, pero Sharon no le había visto cargar con ninguna galleta. Probablemente los chicos se las habrían comido todas, pensó, pero de todos modos fue a la habitación de la escuela dominical para adultos y miró. Había quedado media bandeja de papel, y Miriam había tenido razón: a los chicos les encantaban los árboles de Navidad y los Santa Claus..., las únicas que quedaban eran estrellas amarillas. También había una pila de vasos de papel. Tomó ambas cosas y las llevó escaleras abajo.

    —Traje algo de comida —dijo, y depositó la bandeja en el suelo entre ellos.

    La estaban mirando alarmados, y José se puso en pie.

    —Es comida —dijo Sharon, llevándose la mano a la boca y fingiendo masticar—. Galletas.

    José estaba tirando del brazo de María, intentando hacer que se pusiera en pie, y ambos miraban, horrorizados, a sus tejanos y su camiseta. Sharon se dio cuenta de pronto que no debían de haberla reconocido sin su ropa del coro. Peor aún, la ropa del coro se parecía al menos algo a su propia ropa, pero este atuendo debía de parecerles totalmente extraño.

    —Traeré algo de beber —dijo apresuradamente, mostrándoles los vasos de papel, y salió. Corrió a la habitación del coro. Su ropa del coro todavía estaba sobre la silla donde la había dejado caer, junto con la de Rose y las partituras. Se la puso y luego llenó dos vasos de papel en la fuente de agua y los trajo de vuelta a la guardería.

    Estaban de pie, pero cuando la vieron de nuevo con su ropa del coro se sentaron. Le tendió a María uno de los vasos de papel, pero ella lo miró temerosamente. Sharon le tendió el otro a José. Éste lo tomó, demasiado firmemente, y se arrugó entre sus dedos, y el agua salpicó la moqueta.

    —Tranquilos, no importa —dijo Sharon, maldiciendo su idiotez—. Os traeré vasos de verdad.

    Corrió de nuevo escaleras arriba, intentando pensar en dónde podría haber alguno. Las tazas de café estaban en la cocina, y también los vasos, y no había visto nada en la Sala de la Fraternidad o la habitación de la escuela dominical para adultos.

    De pronto sonrió.

    —Te traeré una auténtica copa —se dijo, y fue a la habitación de la escuela dominical para adultos y tomó el cáliz de plata de la comunión de su vitrina. También había bandejas de plata para las hostias. Deseó haberlo pensado antes.

    Entró en la Sala de la Fraternidad y tomó una manta y lo llevó todo escaleras abajo. Llenó el cáliz con agua y se lo llevó a ellos, y le tendió el cáliz a María, y esta vez María lo tomó sin vacilar y bebió profundamente de él.

    Sharon le dio a José la manta.

    —Os dejaré solos para que podáis comer y descansar —dijo, y saló al vestíbulo, dejando la puerta casi cerrada de nuevo.

    Fue a la habitación del coro y colgó la ropa del coro de Rose y puso las partituras en un ordenado montón sobre la mesa. Luego fue a la sala de la caldera y dobló las sillas plegables y las apiló contra la pared. Comprobó la puerta oriental y la de la Sala de la Fraternidad. Ambas estaban cerradas con llave.

    Apagó las luces de la Sala de la Fraternidad y de la oficina, y entonces pensó: "Debería llamar al refugio”, y las encendió de nuevo. Había pasado una hora desde que había llamado. Probablemente habían venido y no habían encontrado a nadie, pero en caso de que se hubieran retrasado realmente, era mejor llamar.

    La línea estaba ocupada. Lo probó dos veces y luego llamó a su casa. Los padres de Bill estaban allí.

    —Voy llegar tarde —dijo—. Los ensayos se han retrasado. —Y colgó, pensando en cuántas mentiras había dicho ya aquella noche.

    Bueno, eso iba con el territorio, ¿no? José mintiendo acerca de que el niño era suyo, y los reyes magos deslizándose por la puerta de atrás, la Sagrada Familia escapando a Egipto y el posadero mintiendo a los soldados de Herodes acerca de adónde habían ido.

    Y mientras tanto, más esconderse. Bajó de nuevo y abrió suavemente la puerta, intentando no sobresaltarles, y entonces se quedó simplemente allí, mirando.

    Habían comido las galletas. La bandeja de papel vacía estaba en el suelo cerca del cáliz, sin la menor miga en ella. María estaba enroscada como la niña que era bajo la manta, y José permanecía sentado con la espalda apoyada en la mecedora, protegiéndola.

    Pobres criaturas, pensó, apoyando su mejilla contra la puerta. Pobres criaturas. Tan jóvenes, y tan lejos de casa. Se preguntó qué debían de pensar de todo aquello. ¿Creían haberse extraviado hasta un palacio de algún extraño reino? Todavía quedan cosas más extrañas por venir, pensó, pastores y ángeles y viejos hombres sabios venidos de Oriente, llevando cajas enjoyadas y botellas de perfume. Y luego Caná. Y Jerusalén. Y el Gólgota.

    Pero, por el momento, un lugar donde dormir, protegidos del mal tiempo, y algo que comer, y unos pocos minutos de paz. Cuán inmóvil permanece tendida. Estuvo allí largo rato, con su mejilla apoyada contra la puerta, contemplando a María dormir y a José intentar mantenerse despierto.

    Su cabeza se inclinó hacia adelante y despertó con un sobresalto, y vio a Sharon. Se puso en pie inmediatamente, con cuidado de no despertar a María, y se acercó a ella con aspecto preocupado.

    —Erkas kumrah —dijo—. ¿Bott lom?
    —Iré a averiguarlo —dijo Sharon.

    Subió la escalera y encendió las luces de nuevo y se dirigió a la Sala de la Fraternidad. El camino de vuelta no estaba fuera de la puerta norte, pero quizás habían llamado primero a una de las otras puertas y luego habían dado la vuelta cuando no respondió nadie. La puerta de la Sala de la Fraternidad que daba al exterior estaba en la esquina noroeste. La abrió, probando llave tras llave. La cellisca caía más fuerte que nunca. Ya había cubierto las huellas de los neumáticos en el aparcamiento.

    Cerró la puerta y probó la del este, que nadie usaba excepto para el servicio del domingo, y luego la puerta norte de nuevo. Nada. Aguanieve y viento y aire helado.

    ¿Y ahora qué? Iban camino de Belén desde Nazaret, y en alguna parte a lo largo del camino habían tomado un desvío equivocado. ¿Pero cómo? ¿Y dónde? Ni siquiera sabía la dirección en la que iban. Hacia arriba. José había ido hacia arriba desde Nazaret, lo cual significaba al norte, y en "La primera Navidad” se decía que la estrella estaba en el noroeste.

    Necesitaba un mapa. Las oficinas del ministro estaban cerradas con llave, pero había libros en el estante inferior de las estanterías en la habitación de la escuela dominical para adultos. Quizás uno de ellos fuera un atlas.

    No había ninguno. Todos eran libros de autoayuda, acerca de enfrentarse al dolor y la codependencia y los embarazos adolescentes, excepto un libro de concordancias de aspecto antiguo y un diccionario de la Biblia.

    El diccionario de la Biblia tenía una serie de mapas al final. Primeros asentamientos israelitas en Canaán, el imperio asirio, el vagar de los israelitas por el desierto. Los hojeó. Los viajes de Pablo. Volvió hacia atrás una página. Palestina en la época del Nuevo Testamento.

    Encontró fácilmente Jerusalén, y Belén tenía que estar al noroeste. Allí estaba Nazaret, de donde habían partido María y José, de modo que Belén tenía que estar más al norte.

    No estaba allí. Fue rastreando las ciudades con el dedo, leyendo los diminutos nombres. Caná, Kadesh, Jericó, pero no Belén. Lo cual era ridículo. Tenía que estar allí. Empezó desde el norte, bajando, marcando cada ciudad con el dedo.

    Cuando finalmente la encontró, no estaba en absoluto allá donde se suponía que debía estar. Como ellos, pensó. Estaba al sur y un poco al oeste de Jerusalén, tan cerca que no podía distar más que unos pocos kilómetros de la ciudad.

    Miró al fondo de la página en busca de la escala del mapa, y había allá un recuadro marcado: "Viaje de María y José a Belén”, con su ruta señalada por una línea discontinua roja.

    Nazaret estaba casi directamente al norte de Belén, pero ellos habían ido hacia el este hasta el río Jordán, y luego hacia el sur siguiendo su orilla. En Jericó giraron de nuevo, esta vez hacia el oeste, hacia Jerusalén, a través de un vacío espacio de color pardo marcado Desierto de Judea.

    Se preguntó si no sería allí donde se habían perdido, con la mula vagando en busca de agua y luego yendo tras ella y perdiendo el rumbo. Si era así, entonces el camino de vuelta estaba hacia el sudoeste, pero la iglesia no tenía ninguna puerta que se abriera en esa dirección, y aunque la tuviera, se abriría a un aparcamiento del siglo XX y a la nieve, no a la Palestina del siglo I.

    ¿Cómo habían llegado hasta allí? No había nada en el mapa que le dijera lo que podía haber ocurrido en su viaje para causar esto.

    Devolvió el diccionario a su sitio y tomó el libro de concordancias.

    Hubo un sonido. Una llave, y alguien que abría una puerta. Cerró el libro de golpe, lo devolvió a su estantería y salió al vestíbulo. La reverenda Farrison estaba de pie en la puerta, con aspecto tremendamente asustado.

    —Oh, Sharon —dijo, llevándose la mano al pecho—. ¿Qué estás haciendo todavía aquí? Me has asustado mortalmente.

    Eso hace dos, pensó Sharon, cuyo corazón latía alocado.

    —Tuve que quedarme a practicar —explicó—. Le dije a Rose que ya cerraría yo. ¿Qué está haciendo usted aquí?
    —Recibí una llamada del refugio —dijo la reverenda Farrison, abriendo la puerta de la oficina—. Dijeron que les habíamos llamado para venir a recoger a una pareja de sin hogar, pero que cuando llegaron aquí no había nadie fuera.

    Entró en la oficina y miró detrás del escritorio, en el rincón al lado de los archivadores.

    —Estaba preocupada de que hubieran podido entrar en la iglesia —dijo, mientras salía de la oficina—. Lo último que necesitamos es a alguien vandalizando la iglesia dos días antes de Navidad. —Cerró la puerta de la oficina a sus espaldas—. ¿Comprobaste todas las puertas?

    Sí, pensó, y ninguna de ellas conduce a ninguna parte.

    —Sí —dijo—. Están todas cerradas con llave. Y de todos modos, hubiera oído a alguien que intentara entrar. La oí a usted.

    La reverenda Farrison abrió la puerta de la sala de la caldera.

    —Hubieron podido deslizarse dentro y ocultarse cuando todo el mundo se marchaba. —Examinó atentamente las apiladas sillas plegables y luego cerró la puerta. Echó a andar hacia la escalera.
    —Comprobé toda la iglesia —dijo Sharon, siguiéndola.

    La reverenda Farrison se detuvo en la escalera, mirando especulativamente hacia abajo.

    —Estaba nerviosa de estar sola —dijo Sharon desesperadamente—, así que encendí todas las luces y comprobé todas las habitaciones de la escuela dominical y la habitación del coro y los cuartos de baño. No hay nadie aquí.

    La reverenda Farrison apartó la vista de la escalera y la fijó al fondo del vestíbulo.

    —¿Qué hay del santuario?
    —¿El santuario? —dijo Sharon inexpresivamente.

    La reverenda Farrison había echado a andar ya hacia allí, y Sharon la siguió, aliviada y luego, de pronto, esperanzada. Quizá había una puerta que había olvidado, se dijo. Una puerta del santuario que miraba al sudoeste.

    —¿Hay una puerta en el santuario?

    La reverenda Farrison pareció irritada.

    —Si alguien salió por la puerta que da al este, hubieron podido deslizarse dentro y ocultarse en el santuario. ¿Comprobaste los bancos? —Entró en el santuario—. Hemos tenido muchos problemas últimamente con gente sin hogar que dormía en los bancos. Mira por ese lado, yo miraré por este otro —indicó, dirigiéndose al pasillo lateral. Empezó a recorrer las hileras de acolchados bancos, inclinándose para mirar debajo de cada uno—. A Nuestra Señora de las Lamentaciones le robaron el cáliz de plata de la comunión del mismo altar.

    El cáliz de la comunión, pensó Sharon con un estremecimiento, mientras recorría su lado de los bancos. Había olvidado el cáliz.

    La reverenda Farrison había alcanzado la parte delantera. Abrió la puerta de la habitación de las flores, miró dentro, la cerró, y subió al presbiterio.

    —¿Comprobaste la habitación de la escuela dominical para adultos? —preguntó, inclinándose para mirar debajo de las sillas.
    —Nadie puede haberse ocultado allí. El coro junior estaba tomando allí sus refrescos —dijo Sharon, y supo que aquello no iba a servir de nada. La reverenda Farrison insistiría en comprobarla de todos modos, y una vez descubriera la vitrina abierta y el cáliz desaparecido recorrería todas las demás habitaciones, una tras otra. Hasta llegar a la guardería.
    —¿Cree que es una buena idea que estemos haciendo esto? —preguntó Sharon—. Quiero decir, si hay alguien en la iglesia, puede ser peligroso. Creo que deberíamos esperar. Llamaré a mi esposo, y cuando llegue aquí podemos comprobar entre los tres...
    —Ya he llamado a la policía —dijo la reverenda Farrison, bajando los escalones del presbiterio y recorriendo el pasillo central—. Estarán aquí en cualquier momento.

    La policía. Y allí estaban ellos, ocultos en la guardería, un punk barbudo y una adolescente embarazada, atrapados con el cáliz de plata de la comunión.

    La reverenda Farrison salió del vestíbulo.

    —No comprobé la Sala de la Fraternidad —dijo rápidamente Sharon—. Quiero decir, comprobé la puerta, pero no encendí las luces, y con todas esas cosas para la gente sin hogar ahí dentro...

    Condujo a la reverenda Farrison más allá de la escalera.

    —Pudieron entrar por la puerta norte durante el ensayo y ocultarse debajo de una de las mesas.

    La reverenda Farrison se detuvo ante la bancada de interruptores de las luces y empezó a accionarlos. Las luces del santuario se apagaron y la de encima de la escalera se encendió.

    La tercera desde arriba, pensó Sharon, contemplando a la reverenda Farrison accionar el interruptor. Por favor. No dejes que la de la habitación de la escuela dominical para adultos se encienda.

    Las luces de la oficina se encendieron y la del vestíbulo se apagó.

    —La máxima prioridad de esta iglesia una vez pasada la Navidad es etiquetar estas luces —dijo la reverenda Farrison, y las luces de la Sala de la Fraternidad se encendieron.

    Sharon la siguió hasta la puerta y entonces, mientras la reverenda Farrison entraba, dijo:

    —Compruebe usted ahí dentro. Yo comprobaré la habitación de la escuela dominical para adultos —y cerró la puerta tras ella.

    Fue a la habitación de la escuela dominical para adultos, la abrió, aguardó todo un minuto y luego la cerró en silencio. Se deslizó vestíbulo abajo hasta la bancada de interruptores, apagó las luces de la escalera y se apresuró por ella, cruzando el vestíbulo y hacia la guardería.

    Ya se estaban poniendo en pie. María había apoyado la mano en el asiento de la mecedora para alzarse y la mecedora había empezado a balancearse, pero ella no la soltó.

    —Venid conmigo —susurró Sharon, cogiendo el cáliz. Estaba medio lleno de agua, y Sharon miró apresuradamente a su alrededor, y luego la echó sobre la moqueta y se metió el cáliz bajo el brazo—. ¡Aprisa! —susurró, abriendo la puerta, y no hubo necesidad de indicarles que avanzaran, de llevarse el dedo a los labios. La siguieron rápidamente, en silencio, por el vestíbulo. María tenía la cabeza bajada y José los brazos pegados a los costados, dispuesto a alzarlos defensivamente en cualquier momento, dispuesto a protegerla.

    Sharon fue hasta la escalera, temerosa ante el solo pensamiento de hacerles subir. Pensó por un momento en ponerlos en la habitación del coro y encerrarlos ahí dentro. Tenía la llave, y podía decirle a la reverenda Farrison que la había comprobado y la había cerrado para asegurarse de que nadie entrara en ella. Pero si no funcionaba se verían atrapados sin ninguna salida. Tenía que llevarlos arriba.

    Se detuvo al pie de la escalera, mirando hacia arriba más allá del descansillo y escuchando.

    —Tenemos que apresurarnos —dijo, sujetando la barandilla para indicarles cómo subir, y empezó la ascensión.

    Esta vez lo hicieron mucho mejor, aún poniendo las manos sobre los escalones frente a ellos en vez de en la barandilla, pero subiendo rápido. A los tres cuartos del camino, José incluso se cogió a la barandilla.

    Sharon también lo hizo mejor, pensando firmemente en cómo escapar de la reverenda Farrison, qué decirle a la policía, dónde llevarlos.

    No a la sala de la caldera, aunque la reverenda Farrison ya había mirado allí. Estaba demasiado cerca de la puerta, y la policía empezaría por el vestíbulo. Y no el santuario tampoco. Estaba demasiado abierto.

    Se detuvo justo debajo del final de las escaleras, haciéndoles señas de que se agacharan, e instantáneamente se sumieron en las sombras. ¿Por qué todas esas señales eran universales, peligro, silencio, correr? Porque es un mundo peligroso, pensó, entonces y ahora, y será más peligroso aún en el futuro. Herodes, y la huida a Egipto. Y Judas. Y la policía. Llegó al final de la escalera y miró hacia el santuario y luego a la puerta. La reverenda Farrison debía hallarse todavía en la Sala de la Fraternidad. No estaba en el vestíbulo, y si hubiera ido a la habitación de la escuela dominical para adultos habría visto el cáliz desaparecido y se hubiera puesto a gritar.

    Sharon se mordió el labio, preguntándose si habría tiempo de devolverlo, si se atrevería a dejarlos allí en las escaleras mientras ella se deslizaba dentro y volvía a colocarlo en la vitrina, pero era demasiado tarde. La policía ya estaba allí. Pudo ver sus luces rojas y azules destellar púrpuras a través de los paneles de cristal emplomado de la puerta. Un minuto más y estarían en la puerta, llamando, y la reverenda Farrison saldría de la Sala de la Fraternidad, y no habría tiempo para nada.

    Tenía que ocultarlos en el santuario hasta que la reverenda Farrison llevara a la policía escaleras abajo, y entonces trasladarlos... ¿adónde? ¿A la sala de la caldera? Estaba demasiado cerca de la puerta. ¿A la Sala de la Fraternidad?

    Les hizo señas de que subieran, como John Wayne en una de sus películas de guerra, a lo largo del pasillo y al santuario. La reverenda Farrison había apagado las luces, pero llegaba suficiente luz del presbiterio como para verse. Dejó el cáliz en el banco de atrás y los condujo hasta el pasillo lateral en sombras, y luego los empujó hacia adelante, escuchando intensamente la llegada del sonido de la llamada.

    José avanzaba con los ojos fijos en el suelo, como si esperara más escalones inesperados, pero María tenía la cabeza alzada y miraba hacia el presbiterio, hacia la cruz.

    No la mires, pensó Sharon. No la mires. Se apresuró hacia la habitación de las flores.

    Hubo un sonido ahogado como un trueno, y el resonar de una portezuela al cerrarse.

    —Aquí dentro —susurró, y abrió la puerta de la habitación de las flores.

    Sharon había estado en el otro lado del santuario cuando la reverenda Farrison comprobó la habitación de las flores. Ahora comprendió por qué sólo le había dirigido la más superficial de las miradas. Antes ya estaba llena. Ahora estaba atestada con las palmeras y el pesebre. Habían metido ahí dentro el resto del utillaje: la linterna del posadero y la manta del bebé. Echó el pesebre hacia atrás, y una de sus patas cruzadas se enganchó con un atril de música y lo volcó. Consiguió agarrarlo antes de que cayera al suelo, lo volvió a poner bien, luego se detuvo, escuchando.

    Una llamada en el vestíbulo. Y el sonido de una puerta cerrándose. Voces. Soltó el atril de música y los empujó al interior de la habitación de las flores, metiendo a María en el rincón contra el gran ramo de rosas y casi derribando otro atril de música.

    Hizo una seña a José para que se quedara al otro lado y se aplastara contra una palmera, cerró la puerta, y se dio cuenta en aquel mismo momento de que era un error.

    No podían quedarse de aquel modo allí en la oscuridad..., el más ligero movimiento que hicieran podía derribar cualquier cosa, y María no podía quedarse incómodamente apretujada en aquel rincón durante mucho tiempo.

    Hubiera debido dejar la puerta ligeramente entreabierta, para que hubiera suficiente luz procedente de fuera para ver algo, para poder oír dónde estaba la policía. No podía oír nada con la puerta cerrada excepto el sonido de su propia respiración y el clang de la linterna del posadero cuando intentaba mover su peso, y no podía arriesgarse a abrir la puerta de nuevo, no cuando podían estar ya en el santuario, buscándola. Hubiera debido encerrar a María y José allí dentro y volver al vestíbulo para acompañar a la policía cuando salieran. La reverenda Farrison debía de estarla buscando, y si no la encontraba lo consideraría una prueba más de que había una peligrosa persona sin hogar en la iglesia e insistiría en que la policía registrara hasta el último rincón del lugar.

    Quizá pudiera salir a través del altillo del coro, pensó Sharon, si conseguía apartar de su camino los atriles de música, o al menos mover las cosas de modo que pudieran ocultarse detrás de ellas, pero no podía hacer ninguna de las dos cosas en la oscuridad.

    Se arrodilló cuidadosamente, lentamente, manteniendo la espalda perfectamente recta, y puso su mano detrás de ella, buscando la parte superior del pesebre. Palmeó la paja pinchante hasta que encontró la mantita del bebé y tiró de ella. Debían haber puesto también en el pesebre las botellas de perfume de los reyes magos pues cliquetearon locamente cuando tiró de la mantita.

    Se apartó un poco, de rodillas, tanteando la estrecha rendija debajo de la puerta, y encajó en ella la mantita. No alcanzaba toda la longitud de la puerta, pero era lo mejor que podía hacer. Se enderezó, aún lentamente, y tanteó la pared en busca del interruptor de la luz.

    Su mano lo rozó. Por favor, rezó, no dejes que encienda alguna otra luz; lo accionó.

    Ninguno de ellos se había movido, ni siquiera sus manos. María, apretujada contra las rosas, inspiró profundamente y luego soltó el aire con lentitud, como si hubiera estado reteniéndolo todo el tiempo.

    Miraron a Sharon mientras ésta se arrodillaba para remeter la mantita en una esquina de la rendija y luego se volvía lentamente para estudiar la habitación. Tendió la mano por encima del pesebre hacia uno de los atriles de música y lo apretó contra el que había detrás, trabajando tan lenta y cuidadosamente como si estuviera desactivando una bomba. Tendió la mano de nuevo, alzó uno de los atriles y lo depositó sobe la paja para poder empujar el pesebre hacia atrás lo suficiente como para tener espacio para moverse. El atril se tambaleó hacia un lado, y José lo estabilizó.

    Sharon tomó una de las palmeras de cartón. Soltó la base de contrachapado, la metió en el pesebre, y deslizó la palmera plana a lo largo de la pared al lado de María, y luego hizo lo mismo con la otra.

    Eso les proporcionó algo de espacio. No había nada que Sharon pudiera hacer con el resto de los atriles de música. Sus estructuras metálicas estaban enredadas entre sí, y contra la pared exterior había un alto armario de metal, con macetas de lirios de Pascua frente a él. Finalmente pudo trasladar los lirios a la parte superior del armario.

    Escuchó atentamente con el oído pegado a la puerta durante un minuto, y luego pasó con cuidado por encima del pesebre entre dos lirios. Se inclinó y recogió uno de ellos y lo puso sobre el armario y luego se detuvo, con el ceño fruncido hacia la pared. Se inclinó de nuevo, moviendo las manos a lo largo del suelo en un lento semicírculo.

    Aire frío, y procedía de detrás del armario. Se puso de puntillas y miró detrás del mueble.

    —Hay una puerta —susurró—. Al exterior.
    — ¡Sharon! —llamó una voz ahogada desde el santuario.

    María se quedó helada, y José se situó entre ella y la puerta. Sharon apoyó la mano en el interruptor de la luz y aguardó, escuchando.

    —¿Señorita Englert? —llamó una voz masculina. Otra, más lejana, dijo—: Su coche está aquí —y entonces de nuevo la voz de la reverenda Farrison—. Quizá fue abajo.

    Silencio. Sharon aplicó el oído contra la puerta y escuchó, y luego pasó junto a José hasta el lado del armario y miró detrás de él. La puerta se abría hacia fuera. No tendrían que mover mucho el armario, sólo lo suficiente para que ella pudiera deslizarse y abrir la puerta, y luego habría espacio suficiente para que todos la cruzaran, incluida María. Había arbustos en aquel lado de la iglesia. Podrían esconderse entre ellos hasta después de que se fuera la policía.

    Hizo un gesto a José para que la ayudara, y juntos empujaron unos pocos centímetros el armario apartándolo de la pared. Una de las macetas se cayó, y María se inclinó torpemente y la recogió, acunándola entre sus brazos.

    Empujaron de nuevo. Esta vez hizo un ruido tintineante, como si dentro hubiera colgadores, y Sharon creyó oír voces de nuevo, pero no podía hacer nada al respecto. Se metió en el estrecho espacio, pensando: ¿Y si está cerrada con llave?, y abrió la puerta.

    Al calor. A un cielo límpido, negro y salpicado de estrellas.

    —¿Cómo...? —dijo estúpidamente, mirando al suelo delante de la puerta. Era rocoso, con tierra desnuda entre las piedras. Había una débil brisa, y pudo oler a polvo y a algo dulce. ¿Naranjas?

    Se volvió para decir: "La he encontrado, he encontrado la puerta”, pero José estaba conduciendo ya a María a través de ella, empujando el armario para ampliar el espacio. María llevaba todavía el lirio de Pascua, y Sharon lo tomó de sus manos y depositó la maceta contra la base de la puerta para mantenerla abierta y salió a la oscuridad.

    La luz de la puerta abierta iluminó el suelo frente a ellos, y en su borde había una franja de pálido polvo. El sendero, pensó, pero cuando se acercó vio que era el lecho seco de una estrecha corriente de aire. Más allá el suelo rocoso se elevaba fuertemente. Debían de estar en el fondo de un arroyo, y se preguntó si no era allí donde se habían perdido.

    —¿Bott lom? —dijo José detrás de ella.

    Sharon se volvió en redondo.

    —¿Bott lom? —dijo él de nuevo, haciendo un gesto hacia adelante y hacia los lados, de la misma forma que lo había hecho en la guardería. ¿Hacia qué lado?

    No tenía ni idea. La puerta miraba hacia el oeste, y si la dirección era acertada, y si aquello era el desierto de Judea, Belén debía de estar hacia el sudoeste.

    —En esa dirección —dijo, y señaló hacia la parte más empinada de la cuesta—. Creo que tenéis que ir por ahí.

    No se movieron. Se quedaron allá mirándola, José de pie ligeramente delante de María, aguardando a que ella les condujera.

    —Yo no... —empezó a decir, y se detuvo. Dejarles allí no era mejor que dejarles en la sala de la caldera. O fuera en la nieve. Miró hacia atrás, a la puerta, casi deseando ver aparecer a la reverenda Farrison y a la policía, y luego echó a andar hacia lo que esperaba que fuera el sudoeste, ascendiendo torpemente la cuesta, los zapatos resbalando sobre las rocas.

    ¿Cómo lo consiguieron, pensó, agarrándose a una mata seca de hierba para sostenerse, incluso con una mula? No había forma de que María pudiera coronar aquella cuesta. Miró hacia atrás, preocupada.

    La estaban siguiendo fácilmente, tenazmente, tan seguros de sí mismos como ella lo había estado en la escalera.

    Pero, ¿y si al final de aquella cuesta había otra, o una escarpada bajada? Y ningún sendero. Clavó sus talones en el suelo y siguió subiendo.

    Hubo un sonido repentino. Sharon se dio la vuelta y miró hacia atrás, a la puerta, pero todavía seguía entreabierta, con la maceta con el lirio a sus pies y el pesebre detrás.

    El sonido se produjo de nuevo, más cerca, y captó el crujir de unos pasos y luego un seco resoplar.

    —Es la mula —dijo, y la contempló acercárseles como si se alegrara de verles.

    Tendió la mano hacia sus riendas, que no eran más que una gastada cuerda, y la mula dio un paso atrás y berreó en su oído, "¡Jau!”, y luego lanzó un resoplido que era prácticamente una risa.

    Sharon se echó a reír también y palmeó su cuello.

    —No te alejes de nuevo —dijo, tendiéndosela a José, que estaba aguardando allí donde ella los había dejado.
    —Manteneos en el camino —indicó. Terminó de subir la cuesta, segura de pronto de que el camino estaría allí.

    No lo estaba, pero no importaba. Porque allí al sudoeste estaba Jerusalén, distante y blanca a la luz de las estrellas, iluminada por un centenar de fuegos de un centenar de hogares, un millar de lámparas de aceite, y más allá de ella, ligeramente al oeste, tres estrellas bajas en el cielo, tan cercanas que casi se tocaban.

    Se acercaron a ella, sujetando la mula.

    —Bott lom —dijo Sharon, señalando—. Allí, donde está la estrella.

    José estaba rebuscando de nuevo en su cinto, sacando la pequeña bolsa de cuero.

    —No —dijo Sharon, empujándola de nuevo hacia él—. Lo necesitaréis para la posada en Belén.

    Él volvió a guardarse la bolsa, reluctante, y ella deseó de pronto tener algo que poder darle. Incienso. O mirra.

    —Hunh-jau —bufó la mula, y echó a andar colina abajo. José la siguió, tirando de la cuerda, y María fue tras ellos, con la cabeza inclinada.
    —Tened cuidado —dijo Sharon—. Guardaos del rey Herodes. —Alzó la mano en un gesto de despedida, y la manga de su ropa del coro osciló a la cálida brisa como si fuera un ala, pero ellos no lo vieron. Echaron a andar colina abajo, María apoyándose con una mano en la mula para mayor estabilidad, José un poco más adelante. Cuando estuvieron cerca del fondo, José se detuvo y señaló el suelo y condujo a la mula en ángulo hasta que desaparecieron de su vista, y Sharon supo que habían encontrado el camino.

    Se detuvo allá un momento, gozando de la aromática brisa, mirando a la casi estrella, y luego regresó ladera abajo, resbalando en las rocas y en la tierra suelta, y retiró la maceta con el lirio de Pascua de la puerta y la cerró tras ella. Volvió a colocar el armario en su sitio, quitó la mantita de debajo de la puerta, apagó la luz, y salió al santuario a oscuras.

    No había nadie. Recogió de nuevo el cáliz, lo limpió con la amplia manga de su ropa del coro y miró al vestíbulo. No había nadie allí tampoco. Fue a la habitación de la escuela dominical para adultos y colocó de nuevo el cáliz en su vitrina y se dirigió escaleras abajo.

    —¿Dónde estaba? —quiso saber la reverenda Farrison. Dos policías de uniforme salieron de la guardería, armados con linternas.

    Sharon bajó la cremallera de la ropa del coro y se la quitó.

    —Estuve comprobando la plata de la comunión —dijo—. No falta nada. —Fue a la habitación del coro y colgó su ropa.
    —Miramos ahí dentro —señaló la reverenda Farrison, siguiéndola—. No estaba allí.
    —Creí haber oído a alguien en la puerta —respondió simplemente.


    Al final de la segunda estrofa de "Oh pequeña ciudad de Belén”, María y José estaban tan sólo a tres cuartas partes de su camino a la parte delantera del santuario.

    —A este ritmo no van a llegar a Belén hasta Pascua —susurró Dee—. ¿No pueden ir un poco más aprisa?
    —Llegarán —susurró Sharon de vuelta, contemplándolos. Avanzaban lentos, imperturbables, por el pasillo, los ojos fijos en el presbiterio—. "Qué silenciosamente, qué silenciosamente —cantó— nos es concedido el maravilloso don.”

    Llegaron más allá del segundo banco de la parte delantera y fuera de la vista del coro. El posadero apareció en la parte superior de los escalones del presbiterio con su linterna, decididamente solemne.

    "Así imparte dios a los corazones humanos las bendiciones del cielo.”

    —¿Adónde han ido? —susurró Virginia, estirando el cuello para intentar verles—. ¿Se han deslizado fuera por la puerta de atrás o algo así?

    María y José reaparecieron, caminando lentamente, relajadamente, hacia las palmeras y el pesebre. El posadero bajó los escalones, intentando con todas sus fuerzas fingir que no los estaba esperando, como si no se alegrara de verles.

    "Ningún oído puede oír su llegada, pero en este mundo de pecado...”

    En la parte de atrás del santuario los pastores se reunieron, haciendo sonar sus cayados, y Miriam tendió a los reyes magos su caja enjoyada sus botellas de perfumes. Elizabeth ajustó su halo de hojalata dorada.

    "Y las almas de los mansos acuden a su encuentro para recibir la llegada del querido Cristo.”

    José y María llegaron al centro y se detuvieron. José avanzó unos pasos por delante de María y llamó a una puerta imaginaria, y el posadero avanzó, sonriendo de oreja a oreja, para abrirla.


    En la tienda de juguetes de Coppelius

    Así que aquí estoy, atrapado en la Tienda de Juguetes de Coppelius, el último lugar donde desearía estar, especialmente en Navidad.

    El lugar está atestado de bebés lloriqueantes y de mujeres con bolsas llenas de compras y de gente vestida como osos de peluche y el Hombre de Hojalata. La cola para Santa Claus es tan larga que sale por la puerta y recorre todo el camino hasta la avenida Madison, y las colas en las cajas registradoras aún son más largas.

    Hay chicos por todas partes, corriendo arriba y abajo por los pasillos y subiendo y bajando las escaleras mecánicas, chillando a pleno pulmón y aglomerándose alrededor de la torre de Rapunzel, con las bocas abiertas ante la hilera de pequeñas ventanas. Una de las ventanas se abre, y dentro hay una bailarina. Gira y gira, y la pequeña ventana se cierra, y se abre otra. Ésta tiene un ratón en su interior. Un gato negro avanza detrás de él con la boca abierta, y el ratón se inclina fuera de la ventana y chilla: "¡Socorro, socorro!”. Los chicos señalan y ríen.

    Y sobre todo eso suena la canción de la Tienda de Juguetes de Coppelius, por enésima vez:

    Ven al doctor Coppelius,
    donde todo es cálido y brillante.
    Y no temas nada,
    porque yo estoy aquí
    para mantenerte a salvo de todo daño.


    Se supone que yo no debo estar aquí. Se supone que tengo que estar en el partido de los Knicks. Tenía una cita para llevar a Janine a ver jugar a los Celtics esta tarde, y en vez de ello aquí estoy, atrapado en una estúpida juguetería, debido a un chico que ni siquiera sabía que existiese cuando le pedí a ella salir.

    Las mujeres siempre hacen grandes aspavientos acerca de que los hombres somos unos mentirosos y no les decimos que estamos casados, pero ¿qué hay de ellas? Hablan de que la honestidad es lo más importante en una "relación”, que es su palabra favorita, y aceptan salir contigo y dejan que te gastes un montón de dinero en ellas, y cuando finalmente logras convencerlas de que te dejen subir a su apartamento, ahí aparecen esos tres pequeños mocosos en pijama esperando que los lleves al zoo.

    Esto me ha ocurrido unas diez veces, así que antes de pedirle a Janine salir con ella le pregunté a Beverly, que trabaja con ella en Contabilidad, si vivía sola. Beverly, que no me habló de su chico hasta que llevábamos saliendo más de un mes y, que estaba realmente en baja forma cuando la dejé, me dijo que sí, que Janine vivía sola, y que sólo llevaba divorciada como un año y era muy "vulnerable”, y que lo último que necesitaba en la vida era un sinvergüenza como yo.

    Debió de contarle algo parecido a Janine sobre mí porque tuve que emplear realmente a fondo mi viejo encanto para conseguir siquiera que hablara conmigo, y tuve que pedírselo al menos quince veces antes de que aceptara salir conmigo.

    De todos modos, el partido de los Knicks es nuestra tercera cita. Juega Bernard King, e imagino que después del partido voy a tener suerte, así que me preparo, y llamo a su puerta, y responde ese pequeño chico y dice:

    —Mi mamá todavía no está lista.

    Entonces hubiera debido darme la vuelta y marcharme. Hubiera podido cambiar la entrada de Janine por quince pavos, pero ella ya se acerca a la puerta y se está secando los ojos con un kleenex y diciéndome que entre, éste es Billy, lamenta tanto no poder ir al partido, éste no es el fin de semana que le toca tener al chico, pero su ex marido le hizo cambiar la fecha, y ha estado intentando llamarme pero yo ya me había ido.

    Todavía estoy de pie en el vestíbulo.

    —No puedes conseguir entradas para el partido de los Knicks en el último minuto —digo—. ¿No sabes lo que cobran los revendedores? —Ella dice no, no espera que yo consiga una tercera entrada, y yo dejo escapar un suspiro de alivio, cosa que no hubiera debido hacer, porque entonces me dice que acaba de recibir una llamada, su madre está en el hospital, ha sufrido un ataque al corazón, y tiene que ir inmediatamente a Queens a verla, y ha intentado comunicarse con su ex por teléfono pero no está allí.
    —Supongo que no esperarás que lleve al chico al partido de los Knicks —digo, ella dice no, no lo espera, ya ha llamado a Beverly para que cuide de él, y todo lo que desea de mí es que lleve al chico a reunirse con ella en la esquina de la Quinta Avenida y la Cincuenta y ocho.
    —No te lo pediría si pudiera pedírselo a alguna otra persona, pero me dijeron que tenía que ir —empieza a llorar de nuevo— de inmediato.

    Y mientras me dice esto se está poniendo el abrigo y poniéndole el chaquetón al chico y cerrando la puerta.

    —Le diré hola a la abuela en tu nombre —le dice al chico. Me mira, con los ojos llenos de lágrimas—. Beverly ha dicho que estará allí al mediodía. Sé buen chico —le dice a su hijo, y ya está bajando las escaleras y saliendo por la puerta antes de que yo pueda decirle nada.

    Así que me veo obligado a llevar a este chico a la Quinta Avenida esquina con la Cincuenta y ocho, que es la esquina donde está la Tienda de Juguetes de Coppelius. Coppelius es la mayor juguetería de Nueva York. Tiene unas curiosas puertas de color rojo y dorado, y dos tipos vestidos como soldados de hojalata montan guardia a ambos lados de ellas, saludando a la gente que entra, y una chiquita vestida como Caperucita Roja con su capa roja y su cestito dando bastoncitos de caramelo a todo el mundo que pasa por su lado.

    Hay toda una multitud de gente y chicos mirando los escaparates, que cada Navidad decoran con escenas de cuentos de hadas. Ya saben, del tipo de Ricitos de Oro comiendo un bol de gachas, alzando una cuchara hasta su boca una y otra vez, y grandes osos de peluche que giran la cabeza y abren y cierran los ojos. Parece como si medio Nueva York estuviera aquí, mirando los escaparates. Excepto Beverly.

    Miro mi reloj. Mediodía, y será mejor que Beverly aparezca pronto o el chico va a tener que esperar solo. El chico ve los escaparates y corre a ellos.

    — ¡Vuelve aquí! —le grito, y lo agarro por el brazo y tiro de él apartándolo de los escaparates—. ¡Estate a mi lado! —Lo arrastro hasta el bordillo—. Y no te muevas.

    El chico está llorando y secándose la nariz, exactamente igual que Janine.

    —Tía Beverly dijo que iba a llevarme a ver los escaparates —dice.
    —Bien, entonces tía Beverly lo hará —digo—, cuando finalmente aparezca. Lo cual será mejor que sea pronto. No puedo esperar todo el día.
    —Tengo frío —dice el chico.
    —Entonces ciérrate la cremallera del chaquetón —digo, y me cierro la mía y me meto las manos en los bolsillos. Hace uno de esos vientos auténticamente fríos de Nueva York en esa esquina, y está empezando a nevar. Miro mi reloj. Las doce y cuarto.
    —Tengo que ir al baño —dice el chico.

    Le digo que se calle, que no va a ir a ninguna parte, y se echa a llorar de nuevo.

    —Y deja de llorar o te voy a dar un motivo para que lo hagas —digo.

    En aquel momento Caperucita Roja se acerca y le tiende un caramelo al chico.

    —¿Qué te ocurre, cariño? —pregunta.

    El chico se seca la nariz con la manga.

    —Tengo frío y debo ir al baño —dice, y ella se apresura a decir:
    —Entonces ven conmigo a Coppelius —y le coge de la mano y lo lleva al interior de la tienda antes de que yo pueda detenerla.
    — ¡Hey! —digo, y les sigo, pero los soldados de hojalata ya están cerrando las puertas tras ellos, y vuelven a repetir toda su rutina de saludos antes de abrirlas de nuevo para dejarme pasar a mí.

    Cuando finalmente entro, desearía no haberlo hecho. El lugar es una pesadilla. Hay como un millón de chicos aullando y corriendo de un lado para otro en aquella enorme sala llena de juguetes y gente disfrazada haciendo demostraciones de cosas. Un mago está haciendo juegos malabares con bolas luminosas y Anita la Huerfanita está dando barritas de regaliz y una bruja de rostro verde hace girar por encima de las cabezas de los clientes un avión atado con una cuerda. En los rincones de la sala una serie de trenes corren sobre vías montadas en las paredes, silbando y echando humo.

    En medio de todo este barullo hay una torre púrpura redonda, de al menos dos pisos de altura. Hay una ventana en su parte superior, y una Rapunzel mecánica está reclinada en ella, peinándose su rubio pelo, que cuelga todo el camino hasta el fondo de la torre. Debajo de la ventana de Rapunzel hay una hilera de pequeñas ventanas que se abren y se cierran, una tras otra, y diferentes cosas se asoman por ellas, una muñeca que es un bebé y un conejo blanco y una nave espacial. Todos ellos hacen algo cuando sus ventanas se abren. La muñeca dice "ma-má”, el conejo saca un reloj de bolsillo y mira la hora, sacudiendo la cabeza, la nave espacial pone en marcha sus motores.

    Hay todo un puñado de chiquillos reunidos de pie alrededor de la torre, pero el chico de Janine no es uno de ellos, y no les veo ni a él ni a Caperucita Roja por ninguna parte. A lo largo de la pared de atrás hay una batería de escaleras mecánicas que suben y bajan a los otros pisos, pero no veo al chico en ninguna de ellas y no veo ningún rótulo que diga "Servicios”, y las colas de las cajas registradoras son demasiado largas para preguntar a ninguno de los empleados.

    Una muchacha vestida como Cenicienta está de pie en medio del pasillo, dando cuerda a verdes ranas de juguete y poniéndolas en el suelo para que salten de un lado para otro y se metan en el camino de todo el mundo.

    —¿Dónde están los servicios? —pregunto, pero no me oye, y no me extraña, con los gritos de los chicos y el pitido de los trenes y las armas de juguete que hacen ra-ta-ta-tá, y por encima de todo el sonsonete de una canción difundida a todo volumen por los altavoces:

    Soy el doctor Coppelius.
    Bienvenidos a mi tienda,
    donde tenemos juguetes
    para niños y para niñas
    y la diversión no termina nunca.


    La canta una vieja voz de hombres que es casi un croar, y después de terminar la segunda estrofa empieza de nuevo la primera, una y otra y otra vez.

    —¿Cómo pueden resistir este horrible ruido? —le grito a Cenicienta, pero ella le está diciendo algo a un chico pequeño disfrazado de muñeco de nieve y me ignora.

    Miro a mi alrededor en busca de alguien más a quien pueda preguntar y justo entonces capto una capucha roja en la parte de arriba de una de las escaleras mecánicas y echó a correr tras ella.

    Estoy a punto de alcanzarla cuando un viejo tipo vestido con un largo abrigo rojo y una peluca gris en cola de caballo se sitúa delante de mí y me bloquea el camino.

    —Bienvenido a la Tienda de Juguetes de Coppelius —dice con un curioso acento—. Soy el doctor Coppelius, el amigo de los niños. —Hace esa estúpida reverencia—. Aquí en Coppelius, los niños son nuestra principal preocupación. ¿En qué puedo ayudarle?
    —Puede apartarse de mi maldito camino —digo, y lo empujo a un lado y alcanzo la escalera mecánica.

    La capucha roja ha desaparecido, y la escalera mecánica está atestada de chicos. La mitad de ellos se cuelgan de la banda de goma de la barandilla, mirando los animales de peluche de todos los tamaños de los lados, osos y jirafas y una pantera de terciopelo negro de tamaño natural. Muestra una sedosa lengua rosa y unos dientes de aspecto casi real, con la etiqueta con el precio colgando de uno de los colmillos. "Ejemplar único”, dice la etiqueta. Cuatro mil pavos.

    Cuando llego a la parte de arriba de la escalera no puedo ver al chico de Janine o a Caperucita Roja por ninguna parte, pero hay un poste señalizador con flechas apuntando en todas direcciones que dicen "Al País de las Ruedas Veloces” y "A Babylandia” y "Al

    Picnic de los Osos de Peluche”. Uno de ellos dice "A los Servicios”, y señala a la izquierda.

    Sigo la dirección indicada, pero el lugar es un laberinto, con pasillos en todas direcciones y chicos atestándolos todos. Avanzo entre coches de bomberos y equipos de química y termino en una gran sala llena de merchandising de Star Wars, desintegradoras y espadas láser y cazas espaciales. Pero ninguna indicación.

    Pregunto a un robot de color dorado, sintiéndome un idiota, y me responde:

    —Siga hasta el fondo por este pasillo y gire a la izquierda. Eso lo llevará a los Bloques de Construcción. Gire a la izquierda en Juguetes de Hojalata y de nuevo a la izquierda. Los servicios están inmediatamente después del expositor de Lego.

    Voy hasta el fondo del pasillo y giro a la izquierda, pero eso no me lleva a los Bloques de Construcción. Me lleva al departamento de muñecas y luego al de animales de peluche, más jirafas y conejos y elefantes, y osos de todos los tamaños que uno puede llegar a imaginar.

    Abrazado a uno de ellos hay un niño que apenas sabe andar chillando a todo pulmón. El niño ha estado comiendo un caramelo de chocolate, y las lágrimas forman una mancha asquerosa alrededor de su boca.

    —Me he perdido —solloza, y tan pronto como me ve suelta el oso y se lanza directamente en mi dirección tendiendo sus pegajosas manos—. No encuentro a mi mamá —dice.

    Lo último que necesito es chocolate por todos mis pantalones.

    —Entonces deberías empezar quedándote con tu mamá —digo— en vez de corretear por ahí —y me encamino rápidamente de vuelta al departamento de muñecas, y el viejo Coppelius debe de mentir acerca de la pantera, porque aquí, justo en medio de las muñecas Barbie, hay otra, mirándome con sus amarillos ojos de cristal.

    Retrocedo a través de las casas de muñecas y termino en Triciclos, y esto no me conduce a ninguna parte. Podría vagar eternamente por este lugar y no hallar jamás al chico de Janine. Y ya es la una. Si no me marcho a la una y media, me perderé el principio del partido. Debería irme ahora mismo, pero Janine se pondrá furiosa y yo perderé toda posibilidad de metérmela en el saco uno de esos fines de semana en los que su ex marido tenga al chico.

    Pero no voy a encontrarlo vagando de este modo. Necesito volver a la sala principal y aguardar a que Caperucita Roja lo traiga de vuelta.

    Encuentro una escalera mecánica de bajada en el departamento de trineos y me subo a ella, pero cuando llego al final no es la planta baja. Estoy en Babylandia, con cochecitos de bebé y patos amarillos de caucho y más osos de peluche.

    No debo de haber bajado lo suficiente.

    —¿Dónde está la escalera? —le pregunto a una chica vestida como la Bella Durmiente. Está haciéndole cuchi-cuchi a un bebé, así que tengo que preguntarle de nuevo—: ¿Dónde está la escalera de bajada?

    La Bella Durmiente alza la vista y frunce el ceño.

    —¿Para abajo?
    —Sí —digo, empezando a ponerme furioso—. Para abajo. Una escalera.

    Aún nada.

    — ¡Quiero salir de este maldito lugar!

    Ella hace un movimiento hacia el bebé, como si quisiera protegerle los oídos o algo así, y dice:

    —Vaya hasta más allá de los corralitos para niños y gire a la izquierda. Está al final de los Caballos de Juguete.

    Hago lo que dice, pero cuando llego allí la escalera sube, no baja. Decido tomarla de todos modos y volver a los triciclos y hallar por mí mismo la escalera correcta, pero Babylandia debe de estar en el sótano porque encima está la planta baja.

    El lugar es una locura aún mayor y está más atestado que antes. Un payaso está haciendo una demostración de brillantes yoyós naranjas, Humpty Dumpty da cuerda a dinosaurios de juguete, y hay tantos chicos y cochecitos de niños y bolsas llenas de compras que necesito quince minutos para alcanzar la torre de Rapunzel.

    No hay ninguna señal de Caperucita Roja o del chico o de Beverly, pero desde allí puedo ver la puerta y todas las escaleras. El doctor Coppelius está al pie de una de ellas, haciendo reverencias a la gente y entregando a todo el mundo grandes caramelos rojos con palito.

    Los chicos alrededor de la torre gritan y señalan, y alzo la vista. Una muñeca de ganchuda nariz y puntiagudo sombrero cónico está inclinada hacia fuera en una de las ventanas. Sujeta un palo entre sus manos de muñeca y lo agita de un lado para otro. Los chicos ríen.

    La ventana se cierra y se abre otra. La bailarina gira. El gato negro, de dientes tan afilados como los de una pantera, se prepara para saltar detrás del ratón, y el ratón grita: "¡Socorro! ¡Socorro!” Rapunzel se peina el pelo. Y por encima de todo ello, al ritmo de los chillidos y el girar y el peinarse, la canción sigue una y otra vez:

    ... para niños y para niñas
    y la diversión no termina nunca.


    Y después de estar allí de pie durante cinco minutos, todo aquello se me mete en la cabeza.

    Miro mi reloj. La una y cuarto. ¿Cuánto tiempo se necesita para llevar a un maldito chico al maldito cuarto de baño?

    La primer estrofa termina y empieza la segunda:

    Ven al doctor Coppelius,
    donde todo es cálido y brillante...


    Voy a volverme loco si tengo que aguardar ahí y escuchar esto mucho tiempo más, ¿y dónde demonios está Beverly?

    Miro de nuevo mi reloj. La una y media. Voy a esperar cinco minutos más y luego dar otra mirada alrededor, y después me iré al partido, con chico o sin chico.

    Alguien tira de mi chaquetón.

    —Bien, ya era hora —digo—. ¿Dónde demonios has estado? —Bajo la vista.

    Es una niña de despeinado pelo rubio y gafas.

    —¿Cuándo vendrá a buscarla? —pregunta.
    —¿Buscar a quién? —exclamo.

    Se sube las gafas por el puente de la nariz.

    —A Rapunzel en su torre. ¿Cuándo vendrá el príncipe y la bajará?

    Me inclino hasta situarme muy cerca de ella.

    —Nunca —digo.

    La niña parpadea y me mira a través de sus gafas.

    —¿Nunca? —repite.
    —Se ha cansado de estar por ahí aguardándola —digo—. Aguardó y aguardó, y finalmente se cansó y se fue y la dejó ahí.
    —¿Completamente sola? —chilla, como el ratón.
    —Completamente sola. Para siempre jamás.
    —¿Nunca saldrá de la torre?
    —No va a ir a ninguna parte, y se lo tiene merecido. Es culpa suya.

    La niña retrocede y parece como si fuera a echarse a llorar a gritos, pero no lo hace. Simplemente se me queda mirando a través de sus gafas y luego vuelve a mirar a la torre.

    El conejo comprueba su reloj. Un dragón exhala llamas naranjas de papel de estaño. La muñeca dice: "Ma-má.” La cantinela aúlla: "Para mantenerte a salvo de todo daño”, y empieza de nuevo: "Soy el doctor Coppelius”, y me abro camino hacia donde está al pie de la escalera mecánica.

    —¿Cómo puedo encontrar a un chico perdido? —pregunto al doctor Coppelius.
    —Suba esta escalera hasta el Rincón del Pintor —dice con su falso acento—. Gire a la derecha en la exposición de plastelina y vaya hasta el final. —Apoya una mano sobre mi brazo—. Y no se preocupe. Está perfectamente seguro. Ningún niño sufre nunca ningún daño en la Tienda de Juguetes de Coppelius.
    —Sí, bueno, sé de alguien que sí va a sufrirlo cuando finalmente lo encuentre —digo, y subo la escalera.

    Creía que era la misma por la que había subido antes, pero no lo es. No hay pantera, y ningún poste señalizador, pero puedo ver pinturas y lápices al fondo de una de las salas, y me encamino hacia allá. A medio camino, el pasillo está bloqueado por chicos y madres empujando cochecitos de niños.

    —¿Qué demonios es esto? —le pregunto a un tipo vestido como un elfo.
    —Es la cola para Santa Claus —dice—. Tendrá que dar un rodeo, por ese pasillo hasta las cestas de baloncesto y luego a la izquierda.

    Así que doy un rodeo, pero no hay cestas de baloncesto, hay un gran logotipo de Atari y un puñado de chicos jugando con el Pac-Man, y entonces giro a la izquierda, y me encuentro con una sala llena de tanques y bazucas de juguete. Vuelvo y giro a la izquierda y tropiezo de nuevo con la cola de Santa Claus.

    Miro mi reloj. Son las dos y cuarto. Al diablo con todo esto. Ya me he perdido el principio del partido, y no voy a perderme el resto. Beverly puede intentar encontrar al chico cuando llegue aquí, si llega. Me marcho.

    Cruzo la cola hasta la escalera más cercana y bajo por ella, pero de alguna forma debo de haber subido hasta la tercera planta, porque aquí está el merchandising de Star Wars. Encuentro una escalera y la bajo, pero cuando llego al fondo estoy de vuelta en Babylandia y ahora tengo que tomar la escalera que sube. Pero al menos sé dónde está. Paso los corralitos para niños y los Caballos de Juguete, y por supuesto ahí está la escalera. Me preparo para montar en ella.

    La pantera está al fondo de la escalera, con la etiqueta del precio colgando de sus afilados dientes.

    Cambio de opinión y retrocedo a través de los caballos de juguete y giro a la izquierda, y ahora estoy de vuelta en Muñecas, lo cual no puede estar bien. Retrocedo hasta los corralitos, pero ahora no puedo encontrarlos. Estoy en Rompecabezas y Juegos de Tablero.

    Miro a mi alrededor en busca de alguien a quien preguntar, pero no hay empleados ni ninguna Oca Cuentista a quien preguntar, y tampoco hay chicos. Todos deben de estar en la cola para ver a Santa Claus. Decido volver al departamento de muñecas y orientarme, y subo por el pasillo de los rompecabezas, pero parece que no puedo hallar la salida, y estoy empezando a preocuparme cuando veo al doctor Coppelius.

    Pasa junto al exhibidor de Caramelolandia y se mete en una puerta en la pared entre ¡Peligro! y ¡Lo siento!, y capto un atisbo de paredes grises y escaleras de metal. Imagino que debe de ser una escalera para empleados.

    Aguardo unos instantes para que el payaso no me vea y luego abro la puerta. Es una escalera para empleados, sí. Hay montones de cajas de cartón y de madera apiladas contra la pared, y en las escalera hay un gran cartel encabezado: "Política de la tienda”. Alzo la vista hacia la escalera de metal, y tiene que conducir hasta la planta baja porque puedo oír el sonido de la canción resonando allá arriba:

    ... para niños y para niñas
    y la diversión no termina nunca.


    Cierro la puerta detrás de mí y empiezo a subir la escalera. Está oscuro con la puerta cerrada, y se hace más oscuro a medida que subo, y más estrecho, pero la canción se va haciendo más fuerte. Sigo subiendo, preguntándome qué tipo de escalera es ésta. No puede ser para subir mercancía porque no deja de dar giros, y cuando decido que es mejor dar la vuelta y volver a bajar, alguien ha cerrado la puerta del fondo, así que tengo que seguir subiendo, y la escalera se va haciendo más y más estrecha y más y más oscura, hasta que puedo notar las paredes a ambos lados y los últimos pasos debo darlos prácticamente encajonado, pero puedo ver la puerta allá arriba, hay un filete de luz marcando todo su borde, y la canción suena realmente fuerte.

    Ven al doctor Coppelius,
    donde todo es cálido y brillante...


    Doy los últimos encajonados pasos y abro la puerta, sólo que no es una puerta. Es una de las pequeñas ventanas por las que salen el ratón y la bailarina y el conejo blanco, y de alguna forma me he metido dentro de la torre de Rapunzel. Ésta debe de ser la escalera que utilizan para reparar los juguetes mecánicos cuando se estropean.

    Los chicos están mirando hacia arriba, y cuando abro la ventana señalan y ríen como si yo fuera uno de los juguetes. Cierro la ventana y me encajono de nuevo escalera abajo. Rompo una tabla de madera de una de las cajas de la escalera para usarla como palanca para abrir la puerta, pero debo haber girado de forma equivocada en alguna parte, porque termino de nuevo en el mismo lugar. Abro la puerta y grito:

    — ¡Hey! ¡Sáquenme de aquí! —pero nadie me presta ninguna atención.

    Miro a mi alrededor, intentando descubrir a Caperucita Roja o al robot o al doctor Coppelius para indicarles que vengan a ayudarme, y veo a Beverly saliendo por la puerta delantera. El chico de Janine va con ella, y se está secando la nariz en la manga y aferrando un caramelo rojo con palo. Beverly se agacha y le limpia los ojos con un kleenex. Le sube la cremallera del chaquetón y salen por la puerta, que un soldado de hojalata mantiene abierta para ellos.

    — ¡Esperad! —grito, agitando el trozo de madera para llamar su atención, y los chicos señalan y ríen.

    Voy a tener que salir por la ventana y descender por el lado de la torre, colgándome del pelo de Rapunzel. Apoyo el pie en el alféizar. Tengo que hacer un esfuerzo para pasar mi pierna, pero tengo que conseguirlo, y cuando haya salido de aquí sé de un muchachito que va a lamentarlo realmente. Paso la pierna por el alféizar y empiezo a sacar mi otro pie.

    Miro abajo. La pantera está sentada al pie de la torre, agazapada y esperando. Se lame sus belfos de terciopelo con su rosada lengua de seda. Sus afilados dientes brillan.

    Así que aquí estoy, atrapado en la Tienda de Juguetes de Coppelius por lo que parece una eternidad, con chicos gritando y corriendo a todo mi alrededor y trenes silbando y esa estúpida canción sonando una y otra y otra vez,

    Soy el doctor Coppelius.
    Bienvenidos a mi tienda...


    Saco mi reloj y lo miro. Marca las doce menos cinco. De alguna forma he perdido la cuenta del tiempo que llevo aquí. No pueden ser más de dos días, porque el lunes Janine o Beverly o una de las otras chicas en el trabajo se darán cuenta de que no he ido, e imaginarán que éste es el último lugar en que me vio alguien. Pero parece más tiempo, y estoy empezando a sentirme preocupado.

    Cada vez que se abre la ventana parece haber juguetes diferentes, curiosos juegos que juegas en ordenadores y coches que funcionan a control remoto y patines de aspecto extraño con sólo una hilera de ruedas. Y la gente que hace una demostración de todos ellos y ofrece palitos de caramelo es diferente también, sirenas y tortugas que llevaban una banda en la cabeza y un jorobado con un sombrero ridículo y una capa púrpura.

    Y la última vez que miré fuera, una mujer con el pelo rubio descolorido y gafas estaba de pie debajo de la torre, mirándome.

    —Cuando era pequeña —le dijo al tipo que iba con ella— odiaba este lugar. Estaba tan preocupada por Rapunzel.

    Se subió las gafas por el puente de la nariz.

    —No sabía que era un juguete. Pensaba que era real, y creía que el príncipe simplemente se había ido y la había abandonada. Estaba convencida de que se había cansado de ella y se había marchado y la había dejado. Totalmente sola.

    Se lo decía al tipo, pero me estaba mirando directamente a mí.

    —Para siempre jamás. Y se lo merecía. Era culpa suya.

    Pero hay montones de gente que lleva gafas, y aunque la madre de Janine muriera y ella tuviera que ir al funeral, volvería de todos modos al trabajo el miércoles como máximo.

    Miro a la salida. Los soldados de hojalata están todavía allí, saludando a cada lado de la puerta, y entre ellos el doctor Coppelius sonríe y saluda con una inclinación de cabeza. Allá arriba la canción berrea:

    Y no temas nada,
    porque yo estoy aquí
    para mantenerte a salvo de todo daño.


    Y empieza de nuevo con la primera estrofa.

    Saco mi reloj y lo miro, y luego cierro la ventana y voy a buscar una salida, pero me confundo en las escaleras y giro por el lugar equivocado y vuelvo a salir al mismo lugar. La pequeña ventana se abre, y me inclino hacia fuera.

    — ¡Socorro! ¡Socorro! —grito.

    Los chicos señalan y ríen.


    Fin

    No grabar los cambios  
           Guardar 1 Guardar 2 Guardar 3
           Guardar 4 Guardar 5 Guardar 6
           Guardar 7 Guardar 8 Guardar 9
           Guardar en Básico
           --------------------------------------------
           Guardar por Categoría 1
           Guardar por Categoría 2
           Guardar por Categoría 3
           Guardar por Post
           --------------------------------------------
    Guardar en Lecturas, Leído y Personal 1 a 16
           LY LL P1 P2 P3 P4 P5
           P6 P7 P8 P9 P10 P11 P12
           P13 P14 P15 P16
           --------------------------------------------
           
     √

           
     √

           
     √

           
     √


            
     √

            
     √

            
     √

            
     √

            
     √

            
     √
         
  •          ---------------------------------------------
  •         
            
            
                    
  •          ---------------------------------------------
  •         

            

            

            
         
  •          ---------------------------------------------
  •         

            
         
  •          ---------------------------------------------
  •         

            
         
  •          ---------------------------------------------
  •         

            

            

            
         
  •          ---------------------------------------------
  •         

            
         
  •          ---------------------------------------------
  • Para cargar por Sub-Categoría, presiona
    "Guardar los Cambios" y luego en
    "Guardar y cargar x Sub-Categoría 1, 2 ó 3"
         
  •          ---------------------------------------------
  • ■ Marca Estilos para Carga Aleatoria-Ordenada

                     1 2 3 4 5 6 7
                     8 9 B O C1 C2 C3
    ■ Marca Estilos a Suprimir-Aleatoria-Ordenada

                     1 2 3 4 5 6 7
                     8 9 B O C1 C2 C3



                   
    Si deseas identificar el ESTILO a copiar y
    has seleccionado GUARDAR POR POST
    tipea un tema en el recuadro blanco; si no,
    selecciona a qué estilo quieres copiarlo
    (las opciones que se encuentran en GUARDAR
    LOS CAMBIOS) y presiona COPIAR.


                   
    El estilo se copiará al estilo 9
    del usuario ingresado.

         
  •          ---------------------------------------------
  •      
  •          ---------------------------------------------















  •          ● Aplicados:
    1 -
    2 -
    3 -
    4 -
    5 -
    6 -
    7 -
    8 -
    9 -
    Bás -

             ● Aplicados:

             ● Aplicados:

             ● Aplicados:
    LY -
    LL -
    P1 -
    P2 -
    P3 -
    P4 -
    P5 -
    P6

             ● Aplicados:
    P7 -
    P8 -
    P9 -
    P10 -
    P11 -
    P12 -
    P13

             ● Aplicados:
    P14 -
    P15 -
    P16






























              --ESTILOS A PROTEGER o DESPROTEGER--
           1 2 3 4 5 6 7 8 9
           Básico Categ 1 Categ 2 Categ 3
           Posts LY LL P1 P2
           P3 P4 P5 P6 P7
           P8 P9 P10 P11 P12
           P13 P14 P15 P16
           Proteger Todos        Desproteger Todos
           Proteger Notas



                           ---CAMBIO DE CLAVE---



                   
          Ingresa nombre del usuario a pasar
          los puntos, luego presiona COPIAR.

            
           ———

           ———
           ———
            - ESTILO 1
            - ESTILO 2
            - ESTILO 3
            - ESTILO 4
            - ESTILO 5
            - ESTILO 6
            - ESTILO 7
            - ESTILO 8
            - ESTILO 9
            - ESTILO BASICO
            - CATEGORIA 1
            - CATEGORIA 2
            - CATEGORIA 3
            - POR PUBLICACION

           ———



           ———



    --------------------MANUAL-------------------
    + -

    ----------------------------------------------------



  • PUNTO A GUARDAR




  • Tipea en el recuadro blanco alguna referencia, o, déjalo en blanco y da click en "Referencia"

      - ENTRE LINEAS - TODO EL TEXTO -
      1 - 2 - 3 - 4 - 5 - 6 - Normal
      - ENTRE ITEMS - ESTILO LISTA -
      1 - 2 - Normal
      - ENTRE CONVERSACIONES - CONVS.1 Y 2 -
      1 - 2 - Normal
      - ENTRE LINEAS - BLOCKQUOTE -
      1 - 2 - Normal


      - DERECHA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA - 1 - 2 - 3

      - BLUR NEGRO - 1 - 2 - 3
      - BLUR BLANCO - 1 - 2 - 3

      - BLUR INTERNO NEGRO - 1 - 2
      - BLUR INTERNO BLANCO - 1 - 2

      - Original - Quitar

      - DERECHA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - DERECHA BLANCA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA BLANCA - 1 - 2 - 3

      - BLUR NEGRO - 1 - 2
      - BLUR BLANCO - 1 - 2

      - Quitar

      - DERECHA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - DERECHA BLANCA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA BLANCA - 1 - 2 - 3

      - BLUR NEGRO - 1 - 2
      - BLUR BLANCO - 1 - 2

      - Quitar

      - DERECHA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - DERECHA BLANCA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA BLANCA - 1 - 2 - 3

      - BLUR NEGRO - 1 - 2
      - BLUR BLANCO - 1 - 2

      - Quitar

      - DERECHA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - DERECHA BLANCA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA BLANCA - 1 - 2 - 3

      - BLUR NEGRO - 1 - 2
      - BLUR BLANCO - 1 - 2

      - Quitar

      - DERECHA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - DERECHA BLANCA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA BLANCA - 1 - 2 - 3

      - BLUR NEGRO - 1 - 2
      - BLUR BLANCO - 1 - 2

      - Quitar

      - DERECHA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - DERECHA BLANCA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA BLANCA - 1 - 2 - 3

      - BLUR NEGRO - 1 - 2
      - BLUR BLANCO - 1 - 2

      - Quitar

      - DERECHA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - DERECHA BLANCA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA BLANCA - 1 - 2 - 3

      BLUR NEGRO - 1 - 2
      BLUR BLANCO - 1 - 2

      - Quitar

      - DERECHA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - DERECHA BLANCA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA BLANCA - 1 - 2 - 3

      - BLUR NEGRO - 1 - 2
      - BLUR BLANCO - 1 - 2

      - Quitar

      - DERECHA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - DERECHA BLANCA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA BLANCA - 1 - 2 - 3

      - BLUR NEGRO - 1 - 2
      - BLUR BLANCO - 1 - 2

      - Quitar



              TEXTO DEL BLOCKQUOTE
      - DERECHA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - DERECHA BLANCA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA BLANCA - 1 - 2 - 3

      - BLUR NEGRO - 1 - 2
      - BLUR BLANCO - 1 - 2

      - Quitar

              FORMA DEL BLOCKQUOTE

      Primero debes darle color al fondo
      1 - 2 - 3 - 4 - 5 - Normal
      - DERECHA NEGRA - 1 - 2
      - DERECHA BLANCA - 1 - 2
      - IZQUIERDA NEGRA - 1 - 2
      - IZQUIERDA BLANCA - 1 - 2
      - Quitar

      - DERECHA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - DERECHA BLANCA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA BLANCA - 1 - 2 - 3

      BLUR NEGRO - 1 - 2
      BLUR BLANCO - 1 - 2

      - Quitar
      - DERECHA - 1 - 2
      - IZQUIERDA - 1 - 2

      - BLUR NEGRO - 1 - 2
      - BLUR BLANCO - 1 - 2

      - Quitar -

      - DERECHA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - DERECHA BLANCA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA BLANCA - 1 - 2 - 3

      BLUR NEGRO - 1 - 2
      BLUR BLANCO - 1 - 2

      - Quitar
      - DERECHA - 1 - 2
      - IZQUIERDA - 1 - 2

      - BLUR NEGRO - 1 - 2
      - BLUR BLANCO - 1 - 2

      - Quitar -



      - DERECHA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - DERECHA BLANCA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA BLANCA - 1 - 2 - 3

      - BLUR NEGRO - 1 - 2
      - BLUR BLANCO - 1 - 2

      - Quitar
      - DERECHA NEGRA - 1 - 2
      - IZQUIERDA NEGRA - 1 - 2 -
      - BLUR NEGRO - 1 - 2
      - BLUR BLANCO - 1 - 2

      - Quitar
      - DERECHA - 1 - 2
      - IZQUIERDA - 1 - 2

      - BLUR NEGRO - 1 - 2
      - BLUR BLANCO - 1 - 2

      - Quitar
      - TITULO
      - DERECHA - 1 - 2
      - IZQUIERDA - 1 - 2

      - BLUR NEGRO - 1 - 2 - 3
      - BLUR BLANCO - 1 - 2 - 3
      - Quitar

      - TODO EL SIDEBAR
      - DERECHA - 1 - 2
      - IZQUIERDA - 1 - 2

      - BLUR NEGRO - 1 - 2 - 3
      - BLUR BLANCO - 1 - 2 - 3

      - BLUR INTERNO - NEGRO - 1 - 2
      - BLUR INTERNO - BLANCO - 1 - 2
      - Quitar

                 ● Cambiar en forma ordenada
     √

                 ● Cambiar en forma aleatoria
     √

     √

                 ● Eliminar Selección de imágenes

                 ● Desactivar Cambio automático
     √

      - DERECHA NEGRA - 1 - 2
      - DERECHA BLANCA - 1 - 2
      - IZQUIERDA NEGRA - 1 - 2
      - IZQUIERDA BLANCA - 1 - 2

      - BLUR NEGRO - 1 - 2
      - BLUR BLANCO - 1 - 2

      - Quitar

      - DERECHA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - DERECHA BLANCA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA BLANCA - 1 - 2 - 3

      BLUR NEGRO - 1 - 2
      BLUR BLANCO - 1 - 2

      - Quitar




      - DERECHA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA - 1 - 2 - 3

      - BLUR NEGRO - 1 - 2 - 3
      - BLUR BLANCO - 1 - 2 - 3

      - Quitar -





      - DERECHA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA - 1 - 2 - 3

      - BLUR NEGRO - 1 - 2 - 3
      - BLUR BLANCO - 1 - 2 - 3

      - BLUR INTERNO NEGRO - 1 - 2
      - BLUR INTERNO BLANCO - 1 - 2

      - Quitar - Original



                 - IMAGEN DEL POST


    Bloques a cambiar color
    Código Hex
    No copiar
    BODY MAIN MENU HEADER
    INFO
    PANEL y OTROS
    MINIATURAS
    SIDEBAR DOWNBAR SLIDE
    POST
    SIDEBAR
    POST
    BLOQUES
    X
    BODY
    Fondo
    MAIN
    Fondo
    HEADER
    Color con transparencia sobre el header
    MENU
    Fondo

    Texto indicador Sección

    Fondo indicador Sección
    INFO
    Fondo del texto

    Fondo del tema

    Texto

    Borde
    PANEL Y OTROS
    Fondo
    MINIATURAS
    Fondo general
    SIDEBAR
    Fondo Widget 1

    Fondo Widget 2

    Fondo Widget 3

    Fondo Widget 4

    Fondo Widget 5

    Fondo Widget 6

    Fondo Widget 7

    Fondo Widget 8

    Fondo Widget 9

    Fondo Widget 10

    Fondo los 10 Widgets
    DOWNBAR
    Fondo Widget 1

    Fondo Widget 2

    Fondo Widget 3

    Fondo los 3 Widgets
    SLIDE
    Fondo imagen 1

    Fondo imagen 2

    Fondo imagen 3

    Fondo imagen 4

    Fondo de las 4 imágenes
    POST
    Texto General

    Texto General Fondo

    Tema del post

    Tema del post fondo

    Tema del post Línea inferior

    Texto Categoría

    Texto Categoría Fondo

    Fecha de publicación

    Borde del post

    Punto Guardado
    SIDEBAR
    Fondo Widget 1

    Fondo Widget 2

    Fondo Widget 3

    Fondo Widget 4

    Fondo Widget 5

    Fondo Widget 6

    Fondo Widget 7

    Fondo los 7 Widgets
    POST
    Fondo

    Texto
    BLOQUES
    Libros

    Notas

    Imágenes

    Registro

    Los 4 Bloques
    BORRAR COLOR
    Restablecer o Borrar Color
    Dar color

    Banco de Colores
    Colores Guardados


    Opciones

    Carga Ordenada

    Carga Aleatoria

    Carga Ordenada Incluido Cabecera

    Carga Aleatoria Incluido Cabecera

    Cargar Estilo Slide

    No Cargar Estilo Slide

    Aplicar a todo el Blog
     √

    No Aplicar a todo el Blog
     √

    Tiempo a cambiar el color

    Desactivar Carga Ordenada o Aleatoria
    Eliminar Colores Guardados

    Sets predefinidos de Colores

    Set 1 - Tonos Grises, Oscuro
    Set 2 - Tonos Grises, Claro
    Set 3 - Colores Varios, Pasteles
    Set 4 - Colores Varios

    Sets personal de Colores

    Set personal 1:
    Guardar
    Usar
    Borrar

    Set personal 2:
    Guardar
    Usar
    Borrar

    Set personal 3:
    Guardar
    Usar
    Borrar

    Set personal 4:
    Guardar
    Usar
    Borrar
  • Tiempo (aprox.)

  • T 0 (1 seg)


    T 1 (2 seg)


    T 2 (3 seg)


    T 3 (s) (5 seg)


    T 4 (6 seg)


    T 5 (8 seg)


    T 6 (10 seg)


    T 7 (11 seg)


    T 8 13 seg)


    T 9 (15 seg)


    T 10 (20 seg)


    T 11 (30 seg)


    T 12 (40 seg)


    T 13 (50 seg)


    T 14 (60 seg)


    T 15 (90 seg)