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marzo 22, 2020
Foto de Vazquez Paravano.
EN UN LUJOSO RESTAURANTE de Park Avenue en la ciudad de Nueva York, Verónica Castro llegó pun-tualmente a la cita. Mientras esperábamos nuestra mesa, la famosa estrella contestó una llamada: "No te vayas a los pies, vete a la cabeza", Castro aconsejaba a su hijo, el no menos popular can-tante Christian. Cuando terminó la llamada se disculpó y dijo: "Christian está comprando una casa para su mujer. Es mucho papeleo y le digo que hable con la gente que está al frente de todo".
Por Daniela Torres-Mattus.
El consejo lo había aprendido por experiencia propia. Con apenas 14 años, cuando un político hacía campaña en su colonia en la ciudad de México, Castro sin titubear le pidió que la apadrinara para ser actriz. El hombre se conmovió de la joven y el resto es historia. Hija de Socorro Castro, secretaria y Fausto Sainz, oficinista, Verónica Judith Sainz Castro (1952) se hizo cargo de su familia junto con su madre cuando su padre los abandonó. Castro tuvo que estudiar y trabajar a la vez, pero su esfuerzo y dedicación la premiaron colocándola como una de las figuras más grandes que ha dado México. La intérprete de la internacionalmente conocida telenovela Los ricos también lloran —transmitida en 117 países—, también se ha destacado como una de las entrevistadoras más queridas por el público. Decenas de telenovelas, películas, fotonovelas, programas de radio, obras de teatro y discos grabados son testigos de su trayectoria de casi 40 años.
Vestida casualmente, con poco maquillaje y cabello suelto de color negro —que hace resaltar aún más sus enormes ojos verdes—, Verónica luce relajada cuando nos habla del rol que ha desempeñado con orgullo desde muy joven: ser madre soltera. También nos da un adelanto de su nuevo show, programado para salir esta pri-mavera en Univisión, y la sorpresa de su regreso a la escena musical.
SRD: ¿Estás viviendo en México?
Castro: Sí, para mí es uno de los me-jores países del mundo. Si no hubiera inseguridad, yo sería la más feliz viviendo ahí, pobrecito mi país... pero aun así, siento que los mexicanos tenemos una alegría extraña.
SRD: ¿Cuánto tiempo pasas en tu apartamento de Nueva York?
Castro: Cada vez que puedo venir me escapo. Me encanta comprar telas y hacer mis propios diseños. También compro piedras y diseño joyas. Más que nada, me encantan los restaurantes de Nueva York porque están llenos de mexicanos. Ya cuando los veo sé que me van a dar de comer más rico. Son lindísimos mis paisanos... Cuando se tiene hambre se hace hasta lo imposible por salir adelante.
SRD: ¿Pasaste hambre?
Castro: Sí, y cómo no! Mucha, mucha, mucha hambre. Yo creo que eso me ayudó mucho a salir adelante. Venimos de carencias de comida, no estoy hablando de hambre de juguetes o de éxito, tenía hambre de comida.
SRD: Debió de haber sido un tiempo muy difícil.
Castro: Sí, pero a la vez eso fue lo que me impulsó para ayudar a mi familia, creo que mucho más que alguien que viene de una familia con dinero. Si tienes todo, pues estás cómodo, y si no tienes nada, como que le metes más prisa a todo. Por ser la mayor tomé un tanto la responsabilidad de mis hermanos porque mi mamá tenía que trabajar. Ella era sola pues mi papá nunca la ayudó. Fueron momentos muy fuertes pero tuve la oportunidad de conseguir becas, estudiar y prepararme. Me conseguí becas de baile, actuación, conducción, todo.
SRD: Tu primera beca la conseguiste cuando el político Pedro Luis Bartilotti fue a tu colonia como parte de su campaña. ¿Cómo fue que le pediste esa beca?
Castro: Todo el mundo le pedía cosas, que si la electricidad, que esto, que lo otro, y yo pensé, si todos piden, yo también voy a pedir. Le dije: "Señor diputado, yo quiero que sea mi padrino". "¿Por qué su padrino?", me preguntó. "Porque su suplente es Andrés Soler, y él tiene una academia de actuación, y yo quiero ser actriz", le dije. Y me contestó: "Por supuesto que sí", y me dio una tarjeta que pedía que atendieran a su ahijada. Llegué al día siguiente. Don Andrés me hizo un examen y le gustó mucho.
"A mis hijos siempre les he dicho la verdad", dice Castro, aquí con su hijo, el cantante Christian, en 1979
SRD: ¿Nunca supiste más de tu papá?
Castro: Mi papá murió en Cancún mientras yo grababa la telenovela Valentina y nos llamó a mí y a mis hermanos para que fuéramos a verlo, pero no pude llegar a tiempo porque estaba grabando... No me pudo decir "lo siento o no lo siento".
SRD: ¿Te hubiera gustado que se disculpara?
Castro: No, a mí no me gusta la gente que dice cosas por quedar bien. Prefiero que me digan la verdad.
SRD: ¿Te han decepcionado mucho?
Castro: Sí, con tanto caminar sobre este mundo, te encuentras con mucha decepción. Por eso me voy a lo seguro, y mi madre y mi hermana son mis mejores amigas, mis compañeras. Ellas son mis mejores críticas. Me dicen cuando algo les gusta pero también cuando no. Mi mamá, especialmente, me impulsó mucho. Me decía: "A mí no me importa que trabajes ni que ganes dinero, pero prefiero morirme de hambre a que seas una inculta".
SRD: ¿Fue una ventaja contar con ese impulso?
Castro: Sí, pero una presión también; era demasiado.
SRD: ¿Fue fuerte la presión social por ser madre soltera en el México tan conservador de entonces?
Castro: Imagínate tú que me llamaban periodistas como Jacobo Zabludovsky y quería que le llevara al niño y yo le dije: "Fíjese que no, licenciado. Cuando el niño tenga la edad suficiente para defenderse y contestar las preguntas estúpidas, yo le prometo que se lo llevo". Me llamó después y me dijo: "Tiene toda la razón; le pido una disculpa. Ninguna ha dado la cara de frente como madre soltera como usted". Yo me siento orgullosa de ser madre soltera, aunque en ese tiempo las calificaban de prostitutas y me de-cían que encima le quería quitar el marido a la otra. ¡No! Yo fui y le pedí perdón a la esposa del papá de Christian, y le dije: "Perdóneme, yo no sabía el daño que le hacía. Yo creía que estaban separados"; yo no entendía por qué él tenía varias relaciones con mujeres con hijos. Le pedí disculpas y prometí alejarme totalmente, y lo hice al cien por ciento, y no supieron más de mí ni de mis hijos.
SRD: En ese tiempo se veía mal incluso ser divorciada...
Castro: ¡Claro! Mi mamá estaba divorciada pero no se podía saber. No lo podíamos decir. El Día del Padre nos daban el día para que no fuéramos a la escuela y no nos preguntaran... Nos teníamos que esconder. En ese entonces, ese tipo de cosas nos hacían sentir mal, pero ahora volteo a ver lo que pasamos mis hermanos y yo, y lo que lloré, y digo, "qué prejui-cios tan ridículos".
SRD: ¿Siempre les dijiste la verdad a tus hijos respecto a sus padres?
Castro: A mis hijos siempre les dije la verdad. Éste es el nombre de tu padre y aquí está el número de teléfono para cuando quieras hablar con él... Nunca me pidieron ver a sus padres.
Castro, aquí con su hijo, el cantante Christian en su primera comunión, 1983.
SRD: ¿Fue difícil sacar adelante a tus hermanos y a tus hijos sin ayuda de alguien?
Castro: Sí, no fue fácil. Yo tenía que ser la imagen fuerte. Hacía de papá y mi madre, de mamá. Yo era la que proveía y mi madre la que se encargaba de la casa y de los hijos. Llegó un momento en que, tanto a mi hermano José Alberto como a Christian, les hice un escándalo y los saqué de la casa y los dejé sin auto, pero por fortuna los dos respondieron muy bien y ahora son unos grandes profesionales y excelentes personas.
SRD: ¿Qué es lo que has aprendido con los años?
Castro: Estar donde realmente quiero estar. En esta carrera y en cualquiera tienes compromisos de trabajo o de lo que sea, y he aprendido a decir "No, gracias". A mi edad he aprendido que la vida es muy corta y muy valiosa para hacer algo que no quieres. Tam-bién he aprendido que hay que alejar de ti a las personas que no te dan buena vibra, como dicen los chavos.
SRD: ¿Crees en la energía?
Castro: Sí, somos energía. El alma es muy importante, más que ninguna otra cosa, incluso que el corazón. El corazón es un órgano que se para y se acabó... El alma es lo que queda y lo de encimita no sirve, sólo está de espejito un rato...
SRD: Pero qué importante es ese es-pejito, sobre todo en este mundo en que todo es apariencia.
Castro: Sí, es importante pero llega un momento en el que odias el espejito, te maquillas ya en automático... eso cansa. La verdad es que soy la persona más sencilla del mundo, me meto a mi casa y ando con un camisón que me costó $15 y mis chanclas de plástico, así soy la más feliz. Si llega una gente de ésas tratando de encontrar una estrella, conmigo se equivocaron totalmente.
SRD: ¿Es difícil, sobre todo en este medio, aceptar el paso de los años, y con ello, las canas y las arrugas?
Castro: El problema es que yo sí lo acepto. A mí me encantaría dejarme las canas, pero no es fácil... Hace poco me ofrecieron el papel de una mujer que prácticamente pasa la mayor parte del tiempo en la cárcel y toda descuidada. No lo quise hacer. Yo les digo que a mí, cuando me llamen, o me llamen para hacer una chamaca de 16 años y me termino de operar completa, o que me manden a hacer una mujer de 80, porque yo soy actriz y ya me harté de hacer la bonita, la tonta y la mujer de mi edad. Ni un poquito más joven ni un poquito más vieja; o muy joven o muy vieja. Yo quiero ser la abuelita del cine nacional.
SRD: Pronto te convertirás en abuelita de verdad. ¿Estás emocionada?
Castro: Todavía no lo siento mucho hasta que la tenga en las manos, pero me lo imagino, porque todas mis amigas son abuelas. Todas tuvieron hijas y yo fui la única que tuvo hijos. ¡Toda la ropa que tenía de mujer para mis hijas que, según yo, iba a tener, se la tuve que regalar a mi amigas!
SRD: Por tu deseo de tener hijas, ¿crees que tus nueras se convertirán en tus hijas?
Castro: No, mis nueras son mis nueras, no mis hijas.
Castro, aquí con Rogelio Guerra, se internacionalizó interpretando a la inolvidable Mariana Villarreal, 1979.
SRD: ¿Cómo te sientes de que va a ser niña?
Castro: Me parece maravilloso, aunque ya me acostumbré a andar con hombres para arriba y para abajo. Incluso, mañana voy a ir a la tienda de Harley Davidson a ver qué tienen de nuevo de cascos y chamarras.
SRD: ¿Tienes una motocicleta Harley Davidson?
Castro: Sí, claro. Yo antes de tener coche andaba en moto. Cuando era jovencita me amarraba mis libros para ir a la escuela y mi vestuario para ir a bailar en una cafetería donde trabajaba como bailarina, y andaba por todos lados en mi moto. Tenía motocicleta porque no tenía dinero para comprarme un coche.
SRD: ¿Cuál es el formato de tu nuevo show?
Castro: Yo tuve por mucho tiempo un programa nocturno de entrevistas y ahora regresamos con ese mismo concepto. También estoy lanzando un álbum triple: un disco de catálogo con canciones de los mejores compositores mexicanos, un disco de mariachi y otro de música grupera. Ya tenía un buen tiempo sin grabar, así que estoy entusiasmada.
SRD: Tuviste un accidente mientras conducías el reality show Big Brother. ¿Qué pasó?
Castro: Tenía que salir montada en un elefante y de repente el animal hizo un movimiento que me tiró. Pero me levanté, y me pusieron xylocaína, y así terminé el programa. Nadie lo notó, pero tenía un dolor tremendo en la espalda. Me lastimé mucho la columna y me atendí en Europa. Me estoy tratando de recuperar sin cirugía. Los doctores me quieren operar pero yo no quiero, prefiero tratar de hacerlo con terapia.
SRD: ¿Qué es lo más loco que has hecho?
Castro: Cuando mi hijo Christian se tiró de un paracaídas me dijo: "Mamá, tírate, es una experiencia increíble, mejor que el sexo". Entonces yo dije: "Eso hace mucho que no lo tengo", me tiré, y sí es muy padre cuando estás allá arriba y ves la tierra y el mar y sientes que no eres nada, sólo un punto perdido en el espacio. Luego, cuando llegas (abajo) y te recibe tu gente, sientes que por lo menos eres importante para ellos.
Verónica Castro y Miguel Bosé, en el programa Mala noche, no, que conducía Castro en los noventa.