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septiembre 25, 2019
MI HERMANA telefoneó a la casa desde la universidad para anunciar que estaba teniendo dificultades en economía.
—No te preocupes —respondió, comprensiva, mi madre—. Cualquiera puede reprobar una materia.
—Ya lo sé —chilló mi hermana—. ¡Pero yo planeaba reprobar química!
—C.B
AL REVISAR las solicitudes de beca, me llamó la atención la manera en que una estudiante explicaba sus metas. Quería estudiar ecología, decía, "para poder resucitar especies extintas".
—R.E.R.
CUANDO terminaba de contestar un examen de psicología, me encontré con una pregunta adicional que me extrañó sobremanera: "¿Qué decía el letrero que estaba colgado en la puerta del famoso instituto de Pavlov?" Por más vueltas que le dimos a aquella pregunta después, nadie récordó haber visto la respuesta en sus apuntes.
Finalmente, acudí al despacho de mi profesor y le pedí que nos aclarara el enigma. El maestro alzó la vista de su escritorio y, en el tono más serio del mundo, me dijo: "Favor de tocar la puerta. No use el timbre".
—T.S.
UN AMIGO de mi hijo asiste a una universidad fuera de nuestra ciudad, por lo que sólo lo vemos en las épocas de vacaciones. Durante una de sus visitas, casualmente oí que, en tono de queja, le contaba a mi hijo que su novia había estado saliendo con otros muchachos. Preguntó en voz alta por qué no se puede confiar en las mujeres y a qué se debe que no sean tan fieles como los hombres.
Inmediatamente traté de aliviar su vanidad herida. Probablemente había muchas otras chicas en su escuela, le dije, a quienes les encantaría saber que él ya estaba libre. El muchacho me dirigió una mirada de asombro. "No estoy hablando de mi novia de la universidad", me dijo. "Estoy hablando de la novia que tengo aquí".
—F.M.
MI HERMANO Peter tiene un amigo que estudia pintura. Un día, este le preguntó a mi hermano si podía hacerle un retrato para cumplir con una tarea escólar. Peter aceptó, y su amigo pintó y entregó el retrato; pero le dieron una baja calificación.
El estudiante le preguntó al profesor por qué había sido tan mala su calificación. El maestro le respondió que las proporciones eran incorrectas. "La cabeza es muy voluminosa", explicó; "los hombros, demasiado anchos,.y los pies, enormes".
Al otro día, el estudiante llevó a Peter para que lo viera el maestro. Después de echar un vistazo a mi hermano, el maestro rectificó: "De acuerdo. Tiene usted calificación de excelente".
—T.C.
EL TEMA DEL DÍA en la clase eran los dormitorios mixtos de la universidad. Si bien el profesor aseguraba que la convivencia de muchachos y muchachas reflejaba el relajamiento en las normas éticas de nuestra generación, muchos alumnos discrepaban de su opinión.
Por fin, uno de los muchachos preguntó:
—¿Nos quiere usted decir que nunca cruzó la puerta de un dormi-torio de mujeres cuando estudiaba en la universidad?
—Jamás! —respondió tajante nuestro profesor—. Tenía que entrar por la ventana.
—T.G.
CUANDO MI HIJO mayor decidió ir a la universidad a la que había ido su padre, la familia lo acompañó en un recorrido por el recinto de esa institución. Mi esposo se pasó el día entero diciendo que la vida universitaria iba a ser mucho más fácil para nuestro muchacho de lo que había sido para él. Ahora, observó, , los dormitorios están equipados con aire acondicionado. Mi hijo ya no necesitaría irse a pie o en autostop a sus clases los días en que hubiera mal tiempo, como él lo había tenido que hacer, pues ya se contaba con un nuevo sistema de tránsito rápido.
De regreso a casa, un accidente en la carretera nos obligó a detenernos en un puente. Aprovechando la oportunidad para probar nuestros conocimientos de geografía, mi esposo preguntó:
—¿Quién de ustedes sabe qué río es este?
—Tal vez el que tenías que atravesar a nado todos los días —respondió mi hijo.
—S.M.
DOS DE MIS COMPAÑERAS de cuarto pensaban que era sumamente vergonzoso no salir con un muchacho los sábados por la noche. Para que nadie se enterara de que no habían salido, se quedaban sentadas con las luces apagadas, de modo que pareciera que las cuatro habíamos salido.
Pero una noche alguien tocó a la puerta mientras veían la televisión con las luces apagadas.
Después de tocar varias veces, la, visitante gritó impaciente: "¡Sé muy bien que están ahí! ¡Si hubieran salido, habrían dejado una luz encendida para no tener que volver a un apartamento oscuro!"
—M.L.