NUEVAS PROMESAS DE LA BIORRETROALIMENTACIÓN
Publicado en
agosto 26, 2019
Desechada en otro tiempo como una moda pasajera, la biorretroalimentación aprovecha ahora la fuerza del cerebro para curar.
Por J. Morrow y Rick Wolff.
TAMMY DEMICHAEL y su novio viajaban por la autopista que atraviesa el estado de Nueva York, cuando él se quedó dormido frente al volante. El auto se estrelló contra la barra de contención y dio un vuelco; a Tammy se le fracturó el cuello y se le destrozó la médula espinal.
Después de un año de tratamiento médico, todavía no recuperaba la sensibilidad en brazos y piernas. Los médicos le informaron que sería cuadripléjica el resto de su vida; sólo podría mover del cuello para arriba. Entonces, visitó al psicólogo Bernard Brucker, del Centro Médico Jackson Memorial de la Universidad de Mia-mi, en Florida.
Brucker había estado trabajando con pacientes que tenían lesiones en el cerebro y en la médula espinal, y había ideado tratamientos revolucionarios basados en los principios de la biorretroalimentación: un método para controlar los sistemas in-voluntarios (autónomos) del organismo. En los sesentas, los psicólogos empezaron a conectar a las personas a monitores de frecuencia cardiaca y ondas cerebrales, que emitían señales visuales o auditivas basadas en el funcionamiento interno del organismo. Por medio de la sola concentración mental, los sujetos aprendían a manipular su propio ritmo cardiaco y otras respuestas fisiológicas para mover el indicador de un cuadrante o cambiar el tono de un sonido.
Sin embargo, muy poco de este trabajo inicial se tomó en serio. Los profesionales de la salud consideraron el método una serie de artima-ñas, y a los sujetos, conejillos de Indias en busca de emociones fuertes. "Se vio a la biorretroalimentación como una herramienta para avivar la conciencia, y ese fue casi todo el alcance que tuvo en su utilización popular", explica Brucker.
Pero con el advenimiento de la electrónica avanzada, el potencial de la biorretroalimentación se ha incrementado muchísimo. Las computadoras ya pueden almacenar en forma continua datos sobre casi cualquier función corporal mensurable. Además, el equipo hace distinciones más sutiles, de modo que los pacientes pueden percibir de inmediato hasta los efectos más leves de sus esfuerzos. Dos de las más importantes herramientas de la biorretroalimentación son el electrorniógrafo (EMG), que muestra la actividad de músculos específicos, y el electroencefalógrafo (EEG), que revela la actividad eléctrica del cerebro.
"Cuando usted estaba aprendiendo a andar en bicicleta y cometía un error, empezaba a caer: eso era bio-rretroalimentación", explica Brucker. "Durante el proceso de aprendizaje, el cerebro hace ajustes hasta que encuentra la combinación apropiada de células para lograr la conducta deseada. En la biorretroalimentación, usted se vuelve plenamente cons-ciente de los ajustes que lleva a cabo el cerebro, y puede distinguir entre lo que está haciendo bien y lo que está haciendo mal. La conducta eficaz queda impresa en las células apropiadas del cerebro".
Algunos de los primeros y más contundentes éxitos de la biorretroa-limentación fueron aplicaciones contra los padecimientos que ocasiona el estrés. Cuando el estrés perturba nuestra mente, puede originar tensión muscular excesiva y elevar la presión arterial. Las técnicas de respiración profunda y relajación, combinadas con la biorretroalimentación, pueden enseñarnos a dominar el estrés en forma segura y efectiva, asevera Stephen Walker, director del Instituto Rocky Mountain para la Salud y el Rendimiento, en Boulder, Colorado.
El año pasado, Walker trabajó con una ejecutiva de mercadotecnia que padecía fuertes accesos de asma, agravados por el estrés, que la obligaban a faltar con mucha frecuencia a su trabajo. Casi toda su vida había tomado medicamentos contra el asma, pero estos le provocaban debilidad y náusea.
Walker le enseñó a practicar la relajación muscular progresiva (RMP), técnica sedante en que el sujeto gradualmente contrae y distiende todos los músculos. En cuanto esta señora dominó el procedimiento, Walker le adosó a un dedo un sensor de la temperatura cutánea, y en la frente y en la parte superior de un hombro (sitios importantes de tensión muscular), los electrodos de un EMG. Ya con los alambres instalados, Walker le pidió que cerrara los ojos y se imaginara una situación que le causara estrés.
Al principio, mientras ella imaginaba una discusión violenta, la computadora del EMG emitió sonidos rápidos de tono agudo, que indicaban tensión muscular. El monitor de la temperatura cutánea emitió también sonidos agudos, indicadores de que la mujer tenía las manos frías. Al iniciar ella la RMP, los sonidos de cada monitor se fueron volviendo más lentos y graves, lo cual revelaba menor tensión muscular y temperatura cutánea más alta. Al pasar su atención del estrés a la técnica de relajación, la mujer estaba superando su reacción al estrés.
Después de seis sesiones de una hora, la ejecutiva de mercadotecnia había disminuido en gran medida la gravedad de sus episodios de asma, y logró reducir en más del 75 por ciento sus ausencias al trabajo. "Era la primera vez que ella sentía que podía hacer algo sin depender completamente de las medicinas", co-menta Walker, y agrega: "La biorretroalimentación da indicaciones exactas, momento a momento, sobre el desempeño de la persona. Es como tener enfocado un microscopio en el interior del cuerpo".
En otros pacientes se están alcanzando éxitos similares por medio del readiestramiento de las ondas cerebrales. En la Universidad de Tennessee en Knoxville, el psicólogo Joel Lubar está tratando la hiperactividad con déficit de la atención (HDA) en los niños, no sólo con fármacos, sino enseñándoles a controlar sus ritmos cerebrales por medio de la biorretroalimentación combinada con el EEG.
A Lubar le llevaron un niño de diez años con un historial de falta de atención e hiperactividad en clase. A pesar de tener una inteligencia superior a la normal, sus calificaciones eran bajas. La gráfica del EEG mostró que, cuando el chico leía, producía altas ondas theta, los ritmos cerebrales lentos asociados con el soñar despierto, en lugar de las ondas beta rápidas, asociadas con la concentración mental.
Lubar inició el adiestramiento en biorretroalimentación colocando los sensores del EEG en el pericráneo del niño. Un círculo verde se ampliaba en la pantalla de la computadora cuando su actividad beta aumentaba, y viceversa; simultáneamente, un sonido aflautado subía o bajaba de tono al crecer o decrecer la actividad beta. Por medio de la concentración total, el chico debía tratar de ampliar el círculo y elevar el tono. "Le estábamos enseñando a estar concentrado y alerta, pero sereno", explica Lubar.
Seis meses más tarde, cuando concluyó su adiestramiento, el pe-queño empezó a obtener calificaciones altas. "En cuanto los niños con HDA logran controlar su actividad cerebral", asevera Joel Lubar, "su conducta mejora, su inteligencia natural se manifiesta y aumenta su autoestima".
EL REVOLUCIONARIO programa de tratamiento de Bernard Brucker representa la versión más ambiciosa de la biorretroalimentación aplicada. Desde 1981, unas 2000 personas aquejadas de parálisis han pasado por sus Laboratorios de Biorretroalimentación, y el 90 por ciento ha informado de cierta mejoría. Entre ellos hay pacientes que eran incapaces de mover las extremidades.
Cuando Tammy DeMichael acudió a consultar a Brucker, al año de su accidente, se creía que se le había destruido la mayor parte de los vitales nervios de la médula espinal. Empero, un estudio de los tríceps mediante el EMG demostró que no todos los nervios estaban inutilizados; alrededor de un 14 por ciento de los mensajes eléctricos que enviaba el cerebro llegaban a su destino. "Eso era poquísimo para producir movimiento, pero ofrecía cierta esperan-za", recuerda Tammy.
Brucker pensaba que por lo menos los núcleos de algunas células nerviosas motoras estaban intactos, lo cual significaba que estas células tal vez pudieran funcionar cuando el cerebro se readiestrara apropiadamente. En la primera sesión de biorretroalimentación de Tammy, con electrodos sujetos al brazo, se le indicó que observara una línea horizontal azul en el monitor de la computadora del EMG. Esa línea representaba los impulsos que viajaban desde el cerebro, a través de la médula, hasta llegar a los músculos del brazo. La única tarea de Tammy consistía en tratar de mover el brazo, haciendo así que ascendiera la línea. "Me concentré sólo en la pantalla, pensando a veces en levantar el brazo", relata, "y la línea seguía subiendo cada vez más".
A las ocho sesiones, la línea había llegado casi al borde superior de la pantalla: se había restaurado el 80 por ciento de la actividad eléctrica normal. Sin embargo, aún no había movimiento. "Habíamos reconectado el cerebro al músculo", explica Brucker, "pero ahora teníamos que desarrollar la fuerza de los músculos atrofiados".
Sesión tras sesión, Tammy se sentaba frente al monitor y se concentraba en hacer que ascendiera la línea. Y día tras día, su fisioterapeuta le ejercitaba los músculos del brazo. El proceso fue muy paulatino, pero cuando movió por fin el brazo, todos los que estaban en la habitación lanzaron exclamaciones de júbilo.
El proceso de reaprendizaje pasó de los brazos a las piernas, y luego a otros músculos. Mes tras mes, Tammy siguió un rigurosísimo programa de ejercicios.
Hoy, seis años después de su primera visita a Brucker, la fuerza del brazo de Tammy es superior a la normal, y ya no necesita la silla de ruedas. "Puedo caminar unos 20 metros sin más ayuda que un bastón, y soy capaz de ir a casi cualquier parte con muletas", proclama. "Puedo alzar objetos de 45 kilos, y también logro pedalear cerca de seis kilómetros y medio al día en una bicicleta estacionaria".
Los profesionales de la biorretroalimentación aseguran que el poten-cial de esta dista mucho de haberse explorado en todo su potencial, pero que ya es impresionante la amplia gama de aplicaciones terapéuticas que tiene. En la Universidad de Illinois en Chicago, se emplea para readiestrar los músculos de las personas que padecen de incontinencia. En estudios experimentales con alcohólicos y cocainómanos, Eugene Peniston, psicólogo clínico de Bonham, Texas, y el psicólogo Paul Kulkosky, de la Universidad del Sur de Colorado en Pueblo, han demostrado el valor de la biorretroalimen-tación. Esta ayuda a aliviar la angustia y la depresión que pueden inhibir la recuperación de los toxicómanos.
Quizá haya más aplicaciones de la biorretroalimentación, sobre todo si se llega a contar con un buen número de unidades portátiles de EEG y EMG, lo que liberaría a los pacientes de todo el tableado que los retiene en el laboratorio. Los psicólogos afirman que las posibilidades de la biorretroalimentación son ilimitadas.
"La biorretroalimentación nos ofrece pruebas de primera mano de lo que puede lograr el cerebro", observa Bernard Brucker. Y concluye: "Ha inaugurado toda una nueva era en el aprendizaje humano".
© 1991 POR J MORROW Y RICK WOLFF. CONDENSADO DE "HEALTH" (MAYO DE 1991), DE NUEVA YORK, NUEVA YORK