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diciembre 04, 2017
CUANDO estaba a punto de terrninar una aburrida clase de literatura, entró al salón un alumno que siempre llegaba tarde, cerró la puerta silenciosamente y caminó de puntillas hasta un pupitre desocupado. El profesor continuó la lección sin darse por enterado.
Pero en cuanto el alumno se instaló en su lugar, el maestro deslizó un comentario con toda malicia y no tan a despropósito: "Así pues, estos cuatro puntos que acabo de indicarles son los más importantes que deben considerarse para el examen".
—C.D.
UNA CONDISCIPULA y yo charlábamos respecto a las tareas de fin de cursos.
—No sé cómo redactar mi trabajo de ciencias de la comunicación— se lamentaba—. Ojalá fuera más inteligente. Es un tema tan difícil, que creo que no podré hacerlo.
—¿Cuál es el tema de tu ensayo? —le pregunté.
—La autoestima —replicó.
—K.A.S.
—¿QUÉ TIENES? —le preguntó una condiscípula a otra que estaba visiblemente malhumorada.
—Acaban de devolverme mi composición de inglés —fue la respuesta—. Me reprobaron.
Con la buena intención de animarla, intervine:
—¿Sabes una cosa? Se usan más músculos para fruncir el entrecejo que para sonreír.
—Pues déjame en paz —atajó—. Estoy haciendo ejercicio.
—S.J.
UNA vez,en mi clase de poesía romántica, el instructor comentaba cuánto apreciaban estos poetas su intensa relación con la naturaleza. Luego pidió al grupo que relatara experiencias que ilustraran el tema.
Un alumno chileno tomó la palabra y nos relató su reciente visita a casa, después de dos años de ausencia. Había extrañado su hogar, y sintió nostalgia al sobrevolar los Andes desde Argentina. No pude menos de estremecerme con agrado cuando describió el panorama que disfrutó desde la ventanilla del avión: majestuosas montañas, fértiles valles verdes y una costa luminosa. Su voz vibró emocionada al evocar el grandioso escenario de su amada patria.
Mi compañero terminó, y el silencio se hizo. Instantes después, el instructor carraspeó. "Bien", expresó con timidez, "supongo que ya no tiene objeto que les cuente mi apasionante historia de la ardilla que vi esta mañana recogiendo nueces".
—C.G.
UN PROFESOR de cierta universidad estaba sometiendo a examen oral a un grupo de estudiantes de medicina. El tema era la resección de cierta parte del estómago.
—¿Quién llevó a cabo por primera vez con éxito la resección del píloro? —preguntó.
—El doctor Billroth —respondió un estudiante.
—Correcto. ¿Y cuál fue el motivo de la intervención?
—Carcinoma gástrico —contestó otro.
—Muy bien. ¿En qué año se llevó a cabo la operación?
—En 1881 —respondió un tercero.
—¡Excelente! —exclamó el profesor—. La cirugía se le aplicó a una mujer que padecía carcinoma gástrico. Ahora, ¿quién me dice lo que pasó con la paciente?
Tras un largo silencio, un estudiante observó:
—Yo creo que ya debe de haberse muerto, doctor.
—D.D.
MI HIJO tramitaba su admisión a una de varias universidades, y me pidió que le ayudara a llenar una solicitud. Entre algunas otras cosas, debía citar tres adjetivos que mejor lo describieran como persona, y además otros tres que lo describieran como estudiante.
Le sugerí, pues, algunos, tales como inteligente, bondadoso, optimista, servicial, diligente, leal, elocuente, curioso, confiable, comunicativo, ingenioso...
"Basta con eso", me dijo, "y muchas gracias".
Poco después vi la solicitud metida en la máquina de escribir. El muchacho había elegido seis adjetivos de entre los que yo le propusiera, pero a continuación del último de aquellos había puesto un asterisco. Miré entonces el pie de página. Allí había escrito: *"Para mayores informes, ruego comunicarse con mi madre, al teléfono 555-2397".
—P.A.S
UNOS DÍAS antes de un importante examen de ciencias sociales, el profesor nos informó que daría un repaso general y opcional al día siguiente. Sabiendo que sólo asistiríamos unos cuantos, agregó: "A los alumnos que vengan les daré la respuesta a una de las preguntas".
Al día siguiente, el pequeño grupo, en el cual yo estaba, escuchaba ansiosamente sus explicaciones. Por fin llegó el momento que todos esperábamos. Como el examen iba a ser de esos a cuyas preguntas se responde "verdadero" o "falso", el maestro dijo: "Lo prometido es deuda: la respuesta a una de las preguntas es verdadero. Nos veremos mañana".
—S.C.
A LOS estudiantes del seminario en donde estudiaba mi hermano no les gustaba la colación que se les servía. Un día en que se veía aún menos apetitosa que de costumbre, se sentó con su bandeja junto a otro estudiante que también parecía inconforme. Mi hermano bajó la vista para dar gracias, y cuando la levantó, el joven de junto pensativo comentó: "No sirvió de nada. La comida sigue ahí".
—B.B.T.