APROVECHEMOS NUESTRA ENERGÍA OCULTA
Publicado en
diciembre 22, 2017
Por George Leonard
MUCHOS conocemos a uno de esos prodigios de energía vital: esa gente estimulante, inspiradora y, a veces, exasperante, que produce mucho más y se divierte más intensamente que el resto de nosotros. Al meditar acerca de esto, casi todos podemos recordar periodos de nuestra vida durante los cuales también derrochábamos energía; los días nos parecían demasiado cortos, los límites entre trabajo y diversión se hacían borrosos y finalmente desaparecían.
¿Recuerda usted cuando apenas podía seguir despierto en clase, pero estaba perfectamente despabilado en las horas dedicadas al deporte después de clases? ¿Y qué tal ese torrente de energía al principio de un idilio, durante una situación difícil en el trabajo, o ante la proximidad del peligro?
No obstante, con mucha frecuencia nos sentimos extenuados, incapaces de movernos para llevar a cabo la tarea más sencilla. Dejamos cartas sin contestar, la fuga de agua sin reparar, y malgastamos lo mejor de nuestra energía en ocupaciones inútiles o frente al televisor. ¿Por qué?
El ser humano es como una máquina que se estropea por falta de uso. En secundaria, en nuestros cursos de física, aprendemos que la energía cinética está asociada al movimiento. Lo mismo ocurre con la energía humana: cobra existencia con el uso. No es posible almacenarla. Como bien decía con frecuencia Frederick Perls, uno de los fundadores de la terapia Gestalt: "Yo no quiero ser salvado; quiero ser consumido".
Todos poseemos enormes reservas de energía potencial; más de las que jamás soñaríamos en utilizar. Si logramos aprovechar de este vasto recurso siquiera un diez por ciento adicional, nuestras vidas se transformarían significativamente. He aquí cómo empezar:
Póngase —y manténgase— en forma. La buena condición física contribuye muchísimo a vigorizar cada faceta de nuestra vida. Con frecuencia, el mejor remedio para el cansancio consiste en 30 minutos de ejercicio aeróbico.
Algunos piensan que la gente que se siente satisfecha de su propio cuerpo tiene más probabilidades de emplear su energía en beneficio de los demás que las personas que llevan una vida sedentaria, malsana.
Sáquele partido a la ira. Todo el mundo siente ira, pero, en general, suprimimos esta emoción tan eficazmente, que perdemos el vigor que la acompaña.
Hay ocasiones en que resulta apropiado enfurecerse y permitir que el mundo lo advierta. No obstante, existe también la posibilidad de encauzar la ardiente energía de la indignación, de la furia, incluso, y ponerla a trabajar con propósitos constructivos. Cuando sienta que su íra crece, opte por ponerse a trabajar furiosamente en su proyecto predilecto.
Acentúe lo positivo. Muchos estudios sugieren que la gente con perspectiva positiva de la vida sufre menos enfermedades que quienes ven el mundo en términos negativos. Además, poseen más energía.
Tom Peters y Robert Waterman, dos de los mejores asesores estadunidenses en dirección de empresas, hablan de "una semejanza casi sobrenatural del lenguaje" entre los ejecutivos de las empresas más prósperas de Estados Unidos. Todos destacan el valor de la actitud positiva y la eficacia del elogio y de otras formas de retroalimentación positiva.
Peters cita la opinión de un ejecutivo respecto de que los triunfadores siempre han tenido "un nivel increíblemente elevado de elogio acumulado en la niñez... alabanzas que llegan al extremo de lo vergonzoso. Al parecer, difícilmente puede exagerarse en esto".
Hasta los graves reveses de la vida pueden infundirnos un más potente impulso vital, al sacarnos del letargo existencial. Mas esto no ocurrirá si negamos la objetividad de esos golpes existenciales. Reconocer lo negativo no significa gimotear: significa enfrentarse a la verdad y, luego, seguir avante. Simplemente comentar a un buen amigo lo que anda mal en su vida le ayudará a sentirse mejor, y más fortalecido. Una vez que se haya usted liberado de lo negativo, estará en libertad para concentrarse en lo mejor de su persona.
Sea sincero. "No hay nada más vigorizante para una organización que empezar todos a decirse mutuamente la verdad", declara Will Schutz, consultor de empresas.
La sinceridad funciona mejor cuando entraña revelar nuestro sentir íntimo, no cuando se emplea para insultar a los demás y salirse con la suya. Es recomendable por muchas razones: riesgos, desafíos, emoción y, sobre todo, porque permite liberar toda la energía contenida que nos tiene tensos.
Fíjese prioridades. Al tomar cualquier decisión, debe usted encarar una formidable realidad: para seguir cierto rumbo, tiene que renunciar a todos los demás. Elegir una meta significa desechar muchas otras metas posibles. Sin embargo, si conserva usted todas sus opciones abiertas, no podrá hacer nada. La indecisión conduce a la inacción, lo cual, a su vez, redunda en debilitamiento, depresión y desesperación.
A menudo, la fatiga mental y espiritual se cura con la firme intención de actuar. No es posible que lo hagamos todo, pero sí podemos efectuar una sola acción a la vez, y después otra, y otra más. Es mejor tomar la decisión errónea que no resolver nada en absoluto. Haga primero una lista de sus prioridades: por día, por semana y por mes. Jerarquícelas luego en tres categorías: A, B y C. Por lo menos lleve a cabo aquellas clasificadas como A.
Intente lo mismo con las metas a largo plazo. Las prioridades cambian, desde luego, y usted puede modificarlas en cualquier momento. No obstante, el solo hecho de ponerlas por escrito le dará claridad a su vida... y la claridad engendra energía.
Comprométase. No hay nada más estimulante que un plazo fijo, firme; esto lo sabe bien quien haya tenido que debutar artísticamente, cerrar un trato o redactar una monografía escolar.
No siempre se cuenta con la ventaja de un plazo fijado por otra persona, y quizá usted mismo deba determinarlo. No obstante, tómelo en serio. Una forma de proceder consiste en hacerlo público. Dígaselo a sus parientes o a sus íntimos. Cuanto más firme sea el plazo, más difícil resultará dejar de cumplirlo, y mayor será el vigor que nos infunda.
Manténgase activo. No actúe precipitadamente. Dése tiempo para planear sus acciones cuidadosamente, pero no se exceda. Sea lo que fuere que pueda hacer, o que usted crea que pueda hacer... ¡ponga manos a la obra!
Tenga siempre presente que la energía no puede almacenarse; tampoco se acrecentará al dejar de aprovecharla. El reposo razonable forma parte de cualquier plan de acción; sin embargo, si este no se apoya en acciones concretas, el mero descanso sólo le causará depresión.
ACASO buena parte de la depresión y la insatisfacción provengan, a fin de cuentas, de nuestras energías desperdiciadas, de nuestro potencial desaprovechado. Hoy día, el mundo ofrece suficientes retos y tareas creadoras para todos... y muchas más que nos esperan. Todos podemos aumentar nuestra energía, aquí y ahora.
© 1988 POR GEORGE LEONARD. CONDENSADO DE "ESQUIRE" (MAYO DE 1988), DE NUEVA YORK. NUEVA YORK.