LA MELANCOLÍA DE FIN DE AÑO
Publicado en
diciembre 12, 2016
Añorar tiempos pasados... ¡mejor vive el presente, y vívelo feliz!
¿Por qué a veces nos sentimos tan tristes durante la temporada de fiestas Navideñas?
Por Pilar Obón.
Extraños contrastes existen en este mundo loco, en verdad. Las fiestas navideñas es una temporada de felicidad, de reconciliaciones y celebración. Pero también, la época del año en que aumentan la depresión y los suicidios. La melancolía de fin de año es un fenómeno mundial, que ataca en especial a gente de mediana o tercera edad, aunque los adolescentes no siempre escapan a ella. Puede ir desde una ligera tristeza hasta una depresión profunda capaz de llevar a la persona a pensar en terminar con su vida. Los psicólogos han intentado explicar esta depresión decembrina de muy diversas maneras. y así han encontrado diferentes razones por las que se cae en el hoyo precisamente durante la temporada en que todo debería ser felicidad.
LAS RAZONES
LA ALEGRÍA GENERAL
No es que uno se deprima o hasta se suicide porque los demás están muy felices. Lo que ocurre es que cuando tenemos muchos problemas sentimos que el ambiente festivo contrasta con nuestro ya de por sí mal estado de ánimo y esto nos hace sentir peor. Quienes tienen problemas económicos ven a los demás comprando sin preocupaciones y se preguntan por qué ellos no pueden hacer lo mismo. Los solitarios miran a las parejas felices y añoran a sus amores perdidos.
LOS PROBLEMAS DE DINERO
Todos tenemos sueños que quizá no hayamos podido cumplir. Sueños en los que nos vemos con éxito económico, o cuando menos en una buena situación, viviendo en casa propia, con un auto, yéndonos de viaje, teniendo a nuestros hijos en buenas escuelas... Desafortunadamente, la gran mayoría de esos sueños se centran en la abundancia del dinero. De pronto nos vemos cargados de deudas o en una situación económica muy lejana a la que aspiramos. Al llegar el fin de año, que es cuando miramos atrás y evaluamos lo que hemos logrado, el ver que no pudimos cumplir nuestros sueños y objetivos nos inunda de un sentimiento de fracaso que nos deprime más que en cualquier otro mes.
LA CULPABILIDAD
Es esta una época en que las familias se reúnen: en que la gente busca a sus seres queridos. Cuando estos seres ya no están presentes en nuestras vidas, pensamos no en los buenos momentos que vivimos con ellos sino (y esto es muy humano) en las pequeñas o grandes cosas "malas" que les hicimos. La viuda se lamenta de que nunca le dijo a su esposo cuánto lo amaba, o el hijo a sus padres. En fin, casos hay millones, pero lo cierto es que el hecho de ya no poder reparar esos daños, reales o imaginarios, nos llena de una culpabilidad desolada que se acrecienta en esta época de reunión familiar.
LA NOSTALGIA
Los recuerdos tristes de pasadas glorias cobran fuerza en este ambiente decembrino. Cuando las cosas están mal, pensamos en aquellos días en que éramos felices, en otras navidades cuando no teníamos problemas, o cuando estábamos con alguien a quien queríamos y ya no está. Muchos añoran su infancia, cuando la noche de Navidad era mágica y traía la perspectiva de los juguetes, los dulces, los regalos; épocas de despreocupación y de bendita felicidad. Esta nostalgia se transforma rápidamente en melancolía.
LA SOLEDAD
Todos nos sentimos un poco solos a veces. Y existe muchísima gente que está afectada por una soledad que no puede remediar. Las personas que viven solas, que perdieron a sus seres queridos, se sienten más solitarias en Navidad, cuando ven al resto de la gente reunirse y pasarla bien. Dicen, y dicen bien, que no hay noches más desesperadas y solitarias que las de Navidad y Año Nuevo. Si te sientes sola o solo, busca compañía, o si sabes de alguien que esté solo, reúnelo con tu familia y amigos. Es tiempo de compartir amor.
TIRA LA MELANCOLÍA POR LA VENTANA
En esta época parece que nuestros problemas crecen y nos sentimos peor que el resto del año. El secreto para vencer esta melancolía de final de año consiste en dos fórmulas:
ENFÓCATE EN LO BUENO Y NO EN LO MALO. Vamos, no todo puede estar tan mal. Ya no veas lo negativo, sino lo positivo; no mires atrás, observa hacia adelante. Date cuenta de todas las cosas buenas que tienes: el cariño de tu familia y de tu pareja, tu salud, tu trabajo, tus proyectos, esos sueños que aun pueden cumplirse. En vez de reflexionar sobre lo mal que te ha ido, piensa en lo que puedes hacer para mejorar, y date la oportunidad de intentarlo.
CONSIÉNTETE. Si tu mejor amiga o amigo viene deprimido y lamentándose, no le echarías leña a la hoguera recordándole cuánto fue feliz. Le darías ánimos, te lo llevarías de compras o a una mañana de spa; tratarías de que la pasara lo mejor posible, ¿no? Bien, pues esa mejor amiga o amigo eres tú mismo. Contágiate de la alegría general. Olvídate por un momento de todos tus problemas. Recurre a tu sentido del humor. Diviértete sanamente. Come lo que te guste sin culpabilidad. Alégrate por el simple y divino hecho de estar vivo, de que sigues en este mundo para poder sonreír. Haz todo lo posible por pasar, a tu manera muy personal, con esperanza, despreocupado y alegre, una muy Feliz Navidad, y cree firmemente que de verdad está en tus manos tener un Próspero Año Nuevo. ¡Claro que se puede!
DEPRESION A LA MEXICANA
En México, según especialistas de la Facultad de Psicología de la UNAM, el 30% de la población joven y adulta presenta depresión navideña; de éstas, el 5% experimenta un trastorno tan grave como para tener ideas suicidas o realmente intentar quitarse la vida.
Fuente: Revista FAMILIA SALUDABLE, Diciembre 2010