¿LOGRAREMOS CONTENER LA EXPLOSIÓN DEMOGRÁFICA?
Publicado en
septiembre 16, 2016
Los grandes esfuerzos desplegados en este sentido tuvieron poco éxito hasta ahora; pero algo se logra, y los especialistas abrigan esperanzas.
Por Carl Rowan y David Mazie.
DURANTE los pocos minutos en que se lee este artículo, harán su ruidosa entrada en el mundo unos 2000 niños. Mañana, a esta hora, poblarán la Tierra 208.000 habitantes más. Dentro de una semana habrá un millón y medio más, y dentro de un año el mundo tendrá otros 76 millones de habitantes (aproximadamente el equivalente de la actual población sumada de Noruega, Suecia, Dinamarca, Finlandia y Francia).
El género humano se multiplica ahora a un ritmo sin precedente. Partiendo de la aparición del hombre, la población mundial llegó a los mil millones en 1830. Fueron necesarios sólo 100 años más para añadir otros mil millones, y únicamente 30 (entre 1930 y 1960) para que la población mundial ascendiera hasta 3000 millones. A los 3800 millones de habitantes que tiene ahora el planeta se añadirán otros 200 al llegar el año 1975, lo que significa que habrán bastado 15 años para que su población sea de 4000 millones. Al terminar este siglo tendremos mil millones más de personas cada lustro, que contaminarán, congestionarán y consumirán.
Las consecuencias de estas cifras son aterradoras para las personas y las familias, las naciones y el mundo entero. En vez de consagrarse a mejorar el modo de vida y a superar las privaciones, los gobiernos tienen que dedicar cada vez más recursos, tan necesitados ya, sencillamente a proporcionar un nivel de vida mínimo al creciente número de habitantes. Durante los diez primeros años de la Alianza para el Progreso. por ejemplo, la producción total de artículos y servicios en Iberoamérica aumentó en un promedio del 5,5 por ciento anual; pero la población creció el 2,8, lo cual quiere decir que la mitad del incremento económico fue absorbido por los aumentos en la población.
"SÍ, PERO"
Actualmente se gasta más dinero y se toman más providencias que nunca en los intentos de planeamiento de la familia. Sin embargo, en el mejor de los casos, los resultados son inciertos. Bernard Berelson, presidente del Consejo de la Población y principal autoridad en ese dominio, afirma que la regulación familiar se encuentra ahora en la etapa del "Sí, pero". Sí, algo se adelanta, pero...
¿ Cuáles son los aspectos positivos?
En 1960 únicamente tres países tenían establecida una política antinatal; sólo un gobierno ofrecía ayuda y ningún organismo internacional apoyaba el planeamiento de la familia. Ahora, en cambio, 36 países en vías de desarrollo tienen programas nacionales de planificación familiar y alrededor de 50 más han emprendido ciertas actividades en ese campo. Muchas naciones han eliminado o modificado las leyes que ponían trabas a la regulación de la natalidad.
Un ejemplo actual de cambio radical de política lo observamos en México. Durante su campaña presidencial de 1970, Luis Echeverría Álvarez habló en favor de que continuara el crecimiento de la población. Después, cuando ya había sido electo, el nuevo presidente quedó profundamente preocupado por el desempleo en rápido aumento. Actualmente México promueve la paternidad responsable.
También en algunos países asiáticos se han logrado adelantos notables. Corea del Sur redujo su natalidad anual, que era de casi 45 por mil habitantes en 1958, a unos 30 en 1970. Filipinas, Formosa, Hong Kong y Singapur han logrado un adelanto similar. Se afirma que la República Popular de China tiene uno de los programas de regulación de la fertilidad más eficaces del mundo.
Algunas de las naciones más ricas y desarrolladas han alcanzado ya, o están a punto de alcanzar, un índice de natalidad considerado como "nivel de sustitución" que, si continúa, con el tiempo estabilizará la población. Varios de esos países apoyan programas para control demográfico en otras naciones. Los gastos de la Agencia para el Desarrollo Internacional de los Estados Unidos se elevaron desde 2,1 millones de dólares en 1965 hasta 125 millones en 1973.
Las Naciones Unidas, que durante muchos años evitaron incluso discutir los asuntos tocantes a la población, ahora se ocupan de ellos en forma muy activa. El Fondo de la ONU para Actividades de Población, establecido en 1967, es una de las dependencias de ese organismo internacional que crece con mayor rapidez. Con su presupuesto de 50 millones de dólares apoya más de 600 programas en 80 países en vías de desarrollo, programas que incluyen el financiamiento de censos, adiestramiento de demógrafos y técnicos, suministros para el planeamiento familiar y actividades educativas conexas. La ONU ha proclamado a 1974 "Año de la Población Mundial".
Ciertos organismos particulares se han convertido en fuerza importante en el control de la población. La Federación Internacional de Paternidad Planeada, con afiliados en 81 naciones, administra clínicas de planeamiento familiar en muchos países. La Oficina de Referencia de la Población, el Consejo de Población, el Fondo de Exploración, la Fundación Ford y la Rockefeller, así como otros organismos, desempeñan papeles importantes en la educación demográfica y en la investigación, y emprenden programas que los gobiernos consideran demasiado delicados.
ÍMPETU TREMENDO
A pesar de estos avances, los esfuerzos de planeamiento familiar suelen ser inconsistentes e inadecuados. Con excepción de China, los países en desarrollo que han logrado resultados importantes en la reducción del crecimiento demográfico por lo general son pequeños y tienen un índice de analfabetismo relativamente bajo. En el mundo en vías de desarrollo, considerado en conjunto, los programas del control de la población llegan únicamente al 10 o al 15 por ciento de las mujeres fértiles. La natalidad en varias docenas de esos países va del 40 al 50 por mil, en comparación con 18 en la Unión Soviética y Yugoslavia, 16 en Estados Unidos, 14 en Suecia y 12 por mil en Alemania Occidental.
Aun suponiendo que los índices de crecimiento se contuvieran y la fecundidad disminuyera, subsistiría un tremendo ímpetu de crecimiento demográfico. Si el famoso nivel de "cero crecimiento de población" (sólo suficientes nacimientos para sustituir a las personas que mueran) se alcanzara en los países desarrollados para el año 2000, y en los países en vías de desarrollo para el 2040 (y se duda que aun esas metas se puedan lograr) la población mundial se cuadruplicaría para esas fechas hasta tener cerca de 15.500 millones, antes de nivelarse.
Probablemente el ejemplo más claro de la índole contradictoria del programa de control de la población, calificado dubitativamente como "Sí, pero", lo encontramos en la India, donde, en 1952, la planificación familiar se convirtió en política oficial. Aunque no se emprendió hasta mediados del decenio de 1960 a 1969 un programa verdaderamente nacional, con apoyo considerable del gobierno, la India se enorgullece de seguir uno de los planes más amplios de control de la natalidad. Gasta anualmente el equivalente de 80 millones de dólares de sus propios fondos y recibe varios millones más de ayuda exterior, gubernamental y de fuentes particulares. En el programa figuran más de medio millón de trabajadores de tiempo completo y de medio tiempo, así como 50.000 clínicas.
En consecuencia, la natalidad de la India se ha reducido en dos millones al año. Sin embargo, la población india sigue creciendo a un paso del 2,3 por ciento anual neto, por la reducción sustancial de la mortalidad durante el mismo período. De continuar la presente tendencia, la población de ese país será superior a 1000 millones cuando termine el presente siglo.
¿Por qué, a pesar de los programas más intensivos de control de natalidad que registra la historia, se obtienen resultados tan limitados en las naciones en vías de desarrollo? Las razones varían de un país a otro, pero sobresalen varias causas:
Historia y tradición. La fecundidad de grandes proporciones se ha considerado, a través de la historia, como un factor decisivo del poderío y el desarrollo nacionales, así como de la supervivencia de la familia. En muchas sociedades se ve en los niños una forma de seguridad social, una especie de seguro de vejez de los padres, que engendran suficientes hijos para compensar el alto índice de mortalidad infantil.
Política. El planeamiento de la familia se encuentra muchas veces entre dos fuegos, tanto de la izquierda como de la derecha. Los marxistas sostienen que las campañas de regulación familiar son conspiraciones imperialistas; los conservadores insisten en que necesitan más gente para que sus países sean fuertes e independientes.
Religión. La oposición tradicional de la Iglesia Católica Romana al control de la natalidad parece disminuir a medida que surgen sacerdotes más jóvenes y liberales, y los fieles en lo particular asumen cada día con mayor frecuencia la actitud de la mujer colombiana que declaró a un grupo de trabajadores, en una clínica de planeamiento familiar: "Los sacerdotes están para ocuparse del alma, y los médicos para atender el cuerpo. Esto es un asunto del cuerpo; seguiré empleando mi anticonceptivo".
Mejoramiento de la salud. "El control de la mortalidad" ha sido mucho más eficaz que el de la natalidad en los países en vías de desarrollo. En estos últimos, desde la segunda guerra mundial, el gran mejoramiento de la asistencia médica ha prolongado en 10 o 15 años la duración probable de la vida humana.
Administración. El papeleo burocrático y la falta de personal adiestrado y de medios materiales dificulta la labor de organizar y administrar programas de planeamiento familiar, así como la de hacer llegar a las masas los servicios indispensables. En Filipinas, por ejemplo, medio millón de paquetes de píldoras anticonceptivas quedaron durante seis meses en sus cajas, en un almacén de la aduana, antes que los abriera un empleado de la Asociación Internacional de Desarrollo. Los servicios médicos y las vías de comunicación rara vez llegan hasta las zonas rurales más apartadas, de suerte que no es fácil para los aldeanos aprovechar esos servicios.
Costumbres inveteradas e ignorancia. Los programas de control de la natalidad se enfrentan a tabúes y a diferencias de costumbres y de cultura; por ello están expuestos a errores y a equívocos. Además, estorban a esos programas la información errónea y la ignorancia.
Optimismo latente. A pesar de todas estas dificultades, la mayoría de los dirigentes del control de la población han llegado al convencimiento de que se puede mitigar la explosión demográfica, aunque no se detenga completamente. En el fondo de su optimismo alienta la certeza de que casi todos los hombres y mujeres del mundo desean limitar el número de hijos. "No sé de ningún lugar de la Tierra en que no se utilicen los mejores medios de regulación de la fecundidad, si se cuenta con ellos", dice R. T. Ravenholt, director de la Oficina de Población de la Asociación Internacional de Desarrollo.
Se dispone de medios muy variados, que van desde la coerción hasta la implantación de cambios en la estructura social. La técnica más aceptable, la que ofrece mayores esperanzas para el futuro próximo, parece ser la de programas nacionales de planeamiento familiar que convenzan a la gente de la necesidad de un control voluntario de la fecundidad, que induzcan a las personas a practicar ese control y, después, que les proporcionen medios eficaces para lograrlo.
Pro-Familia, organismo colombiano afiliado a la Federación Internacional para la Planificación Familiar, envía personas de casa en casa a que hablen del planeamiento de la familia. En varios países estos temas se han escenificado en las novelas de la radio y la televisión, en el cine y en revistas de historietas, y figuran también en carteles publicitarios. En África, las ventajas del control de la natalidad se exponen en la música folklórica y en algunas obras de arte.
Las clínicas de maternidad en centenares de hospitales, en algunos países en desarrollo, ofrecen consejos y servicios sobre planeamiento familiar inmediatamente después de atender a las parturientas. Estas clínicas son especialmente eficaces, porque llegan al objetivo principal, en el momento más oportuno (a mujeres fértiles, que piensan en sus hijos). El Consejo de la Población espera difundir la idea de aleccionar después del parto a las mujeres de las zonas rurales y relacionar más estrechamente la planificación familiar con los servicios de maternidad y puericultura en el campo.
Se ensayan actualmente varios procedimientos para mejorar la distribución de los servicios de planeamiento familiar. En Medellín (Colombia) se venden las píldoras anticonceptivas en los supermercados. Los cuatro millones de trabajadores paramédicos de China llevan suministros de anticonceptivos a las zonas rurales y ayudan en operaciones de esterilización y aborto.
Los gastos de control de la población en los países en vías de desarrollo se han duplicado, aproximadamente, desde 1970, y hoy llegan al equivalente de 400 millones de dólares por año. Y seguirán ascendiendo. Ese dinero no es una alternativa de los programas de desarrollo, sino una parte importante del desarrollo nacional; como tal, constituye una buena inversión. El dinero que se gasta ahora en el planeamiento familiar reducirá los costos futuros de los servicios de sanidad, beneficencia, educación y otros.
Los males del mundo no desaparecerán con sólo agitar la varita mágica del "crecimiento cero de la población".
Sin embargo, la población es un factor clave, e incluso ante los reveses y el éxito parcial, sería insensato, por no decir peligroso, izar la bandera blanca de la capitulación en la batalla contra los índices desenfrenados de natalidad. Es demasiado lo que está en juego. Por vacilantes que hayan sido nuestros esfuerzos para controlar la población, indudablemente son pasos firmes por el buen camino y conducirán al éxito.
REFLEXIONES SOBRE EL CASO MEXICANO
EN LA actualidad la población mexicana crece a un ritmo aceleradísimo, puesto que su natalidad se encuentra entre las más elevadas del globo. La explosión demográfica durante los últimos 25 años es un caso insólito en el mundo, con la excepción de un puñado de países también hispanoamericanos. En 1950 la población nacional era de 25 millones; hoy se estima en 54. En contraste, la población de España, país muy católico, era también de cerca de 25 millones en 1950, y hoy no es superior a los 35.
Que la población mexicana haya aumentado cuatro millones en cuatro años, significa que se crearon poblaciones equivalentes a la población total de Costa Rica y Panamá sumadas. Dar ocupación, asistencia médica, educación elemental, vivienda, y mantener a esa población debe despertar los más terribles vaticinios y una clara conciencia social de la magnitud del problema.
Sin embargo, hay incredulidad ante los peligros demográficos hoy presentes. Está muy a la vista el criterio miope que sostiene que México es un país "muy grande" —en superficie, se deduce—, capaz de mantener a una población mucho más numerosa que la actual. Pero consideremos que en el país ya hay presiones sobre la oferta de alimentos y hay escasez de energéticos. Además, muchos de los recursos naturales se están agotando con las necesidades de la actual población. Pero en fin, lo más importante es que no se trata de espacio físico, parte del cual, además, no es utilizable para hacinar familias, sino de un problema de rapidez: hay que tomar medidas inmediatas, ya que la población se multiplica alarmantemente año con año.
—Condensado de la revista Tiempo (México)