UNA ADVERTENCIA A MISS UNIVERSO (Isaac Asimov)
Publicado en
mayo 04, 2014
SE NOTABA cierta frialdad en la reunión mensual de los Viudos Negros, y ésta se centraba a ojos vista en el invitado que había llevado Mario Gonzalo. Era un hombre alto y de mejillas regordetas y lampiñas, en quien el cabello brillaba casi por su ausencia, y que usaba chaleco. Algo que entre los Viudos Negros nadie había visto desde su fundación.
Se llamaba Aloysius Gordon y el problema comenzó cuando se presentó tranquilamente dando su nombre y ocupación, y anunciado en tono informal que estaba relacionado con la Comisaría 17. Fue como bajar las persianas un día de sol, porque de inmediato desapareció el brillo de la comida.
Gordon no tenía cómo poder comparar la tranquilidad que ahora prevalecía, con el clamor característico de las típicas comidas de los Viudos Negros. No tenía cómo saber lo extraño que era que Emmanuel Rubin mantuviera una reserva casi sobrenatural y no hubiera contradicho a nadie ni una sola vez; que la voz de Thomas Trumbull sonara apagada las escasas veces que se escuchaba; que Geoffrey Avalon realmente terminara su segunda copa; que James Drake apagara por segunda vez su cigarrillo antes de llegar a quemarse los dedos; y que Roger Halsted, habiendo desenrollado el papel que contenía su estrofa basada en el quinto canto de la Ilíada, lo mirara sólo distraídamente, arrugara la frente y lo guardara.
En realidad, Gordon parecía interesarse solamente en Henry. Seguía al camarero con una mirada en la que había un inequívoco brillo de curiosidad. Henry, normalmente perfecto en su desempeño, volcó un vaso de agua ante la estupefacción de todos. Los huesos de sus mejillas parecían marcársele a través de la piel.
Trumbull se levantó bastante ostensiblemente y se dirigió al excusado. El gesto fue discreto, pero no por ello menos urgente, y un minuto más tarde Gonzalo también dejó la mesa. En el baño, Trumbull murmuró hoscamente:
—¿Para qué diablos trajiste a ese tipo?
—Es una persona interesante —dijo Gonzalo a la defensiva—, y tengo derecho a hacerlo como presidente por esta noche. Puedo traer a quien quiera.
—Es un policía.
—De civil.
—¿Cuál es la diferencia? ¿Lo conoces, o está aquí en calidad de profesional.
Gonzalo levantó los brazos en un gesto de furia impotente.
Sus ojos oscuros parecían demasiado prominentes, como cada vez que estaba agitado.
—Lo conozco personalmente. Lo conocí... No es asunto tuyo cómo lo conocí, Tom... Lo conozco, simplemente. Es un tipo interesante y quiero que esté aquí.
—¿Sí? ¿Y qué le contaste sobre Henry?
—¿Qué quieres decir con eso de qué le conté?
—Vamos, no te hagas el tonto. Nada de jueguitos. ¿No has visto cómo observa cada movimiento de Henry? ¿Por qué tiene que observar así a un camarero?
—Le dije que Henry era un rayo resolviendo misterios.
—¿Y qué otros detalles?
—Sin darle detalles —dijo Gonzalo acaloradamente—. ¿Crees que no sé que nada de lo que sucede en esta sala puede repetirse afuera? Dije solamente que Henry era un rayo descubriendo misterios.
—¿Y supongo que eso le interesó?
—Bueno... dijo que le gustaría poder asistir a una de nuestras reuniones, y yo...
—¿Te das cuenta de que esto podría ser muy desagradable para Henry? ¿Lo consultaste a él?
Gonzalo jugaba con uno de los botones de su saco.
—Si veo que Henry se siente molesto ejerceré mis derechos de anfitrión y haré que el procedimiento sea interrumpido.
—¿Y qué pasa si este tipo, Gordon, no sigue el juego?
Gonzalo alzó los hombros con aire desolado. Volvieron a la mesa.
Cuando Henry estaba sirviendo el café y había llegado el momento de interrogar al invitado, aún no se percibía ningún entusiasmo en las manifestaciones verbales. Gonzalo ofreció el cargo de inquisidor a Trumbull, según era costumbre, y Trumbull no pareció muy satisfecho.
Entonces formuló la primera pregunta de práctica.
—Sr. Gordon, ¿cómo justifica su existencia?
—En este momento —dijo Gordon, con voz de barítono—, ayudando a que esta ocasión sea todo lo placentera posible, según espero.
—¿De qué manera? —preguntó Avalon sombríamente.
—Según yo entiendo, señores —dijo Gordon—, se supone que los invitados plantean un problema que los miembros del club intentan entonces resolver.
Trumbull lanzó una mirada furibunda a Gonzalo y dijo:
—No, no. Está totalmente equivocado. Algunos invitados han presentado problemas, pero eso fue más o menos una cuestión secundaria. Todo lo que se espera de ellos es una conversación interesante.
—Además —dijo Drake secamente— es Henry el que soluciona cosas. El resto de nosotros sólo da vueltas a las cosas inútilmente.
—¡Por amor de Dios, Jim! —comenzó a decir Trumbull, pero la voz de Gordon fue más fuerte.
—Eso es exactamente lo que se me ha informado —dijo—. Estoy aquí en una reunión estrictamente social y no como miembro del Departamento de Policía. En todo caso, no puedo evitar tener un cierto interés profesional en este asunto. En realidad, siento una inmensa curiosidad por Henry y he venido a ponerlo a prueba... Si me lo permiten, por supuesto —agregó en respuesta al frío silencio con que fueron recibidas sus palabras.
Avalon frunció el ceño, y en su rostro de cejas exuberantes y barba y bigotes bien cuidados, ése fue un fenómeno portentoso.
—Sr. Gordon —dijo—, éste es un club privado -cuyas reuniones no tienen otro propósito que el de la camaradería social. Henry es nuestro camarero y lo apreciamos, pero no queremos que se sienta molesto en esta sala. Si su presencia aquí es puramente social y no profesional, como usted dice, creo que sería mejor que dejáramos a Henry tranquilo.
Henry acababa de terminar con el ritual del café y los interrumpió con voz levemente agitada.
—Gracias, Sr. Avalon —dijo—. Aprecio su preocupación. Sin embargo, la situación podría aclararse si le explicara algo al Sr. Gordon. —Se volvió hacia el invitado y continuó animadamente—. Sr. Gordon, en media docena de ocasiones he podido señalar uno que otro punto respecto de algún problema que surgió durante las comidas. Los misterios en sí mismos eran bastante triviales y no en absoluto del tipo que podría interesarle a un policía. Sé muy bien que para solucionar el tipo de casos que le interesa a la policía, lo más importante son antecedentes, informantes, tareas relacionadas con procedimientos más bien tediosos y la cooperación de muchos hombres y organismos diferentes. Todo esto está mucho más allá de mis habilidades. En verdad, no habría podido hacer incluso lo que hice si no hubiera sido por los otros miembros del club. Los Viudos Negros son hombres ingeniosos que encuentran respuestas complicadas a cualquier problema. Cuando han terminado y suponiendo que ninguna de esas complicadas respuestas sea la correcta, algunas veces puedo sortear las complicaciones y llegar a la simple verdad. Eso es todo lo que hago, y le aseguro que no vale la pena que me ponga a prueba.
Gordon asintió con la cabeza.
—En otras palabras, Henry, si hay un asesinato de una patota, y tenemos que seguir a media docena de delincuentes e investigar sus coartadas o intentar conseguir algunos testigos que no estén demasiado asustados para que nos cuenten lo que sucedió, usted no podría ayudarnos.
—En absoluto, señor.
—Pero si tengo una extraña hoja de papel que contiene algunas palabras que pueden tener algún sentido, o pueden no tenerlo, pero que requieran pensar un poco y evitar las respuestas complicadas para buscar la simple verdad, ¿entonces usted podría ayudarnos?
—Probablemente no, señor.
—¿Pero le echaría una mirada al papel para decirme lo que piensa?
—¿Es ésa la prueba, señor?
—Supongo que la podemos llamar así —dijo Gordon.
—Bien, entonces. El Sr. Gonzalo es quien preside esta noche —dijo Henry asintiendo lentamente con la cabeza—. Si él está dispuesto a permitirle que presente ese problema, puede usted hacerlo con arreglo a las normas del club.
Gonzalo estaba incómodo.
—Adelante, teniente. Muéstreselo —dijo con tono desafiante.
—Un momento —dijo Trumbull, apuntando a Gonzalo con su grueso dedo—. ¿Lo has visto tú, Mario?
—Sí.
—¿Pudiste entender algo?
—No —dijo Gonzalo—, pero es el tipo de cosas que Henry puede solucionar.
—No creo que debiéramos poner a Henry en un aprieto como éste —intervino Rubin.
—El anfitrión tiene derecho, señor —dijo Henry—. Estoy dispuesto a echarle una mirada.
Gordon sacó un pedazo de papel, doblado en cuatro, del bolsillo superior del chaleco, lo levantó por encima de su hombro y Henry lo tomó. El camarero lo miró un momento y luego lo devolvió.
—Lo siento, señor —dijo—, pero no veo otra cosa fuera de lo que está escrito.
Drake extendió la mano.
—¿Puede pasarlo alrededor? ¿Tiene algún inconveniente, Sr. Gordon?
—No tengo ningún inconveniente en que lo vean —dijo Gordon, y se lo dio a Halsted, que estaba a su derecha. Halsted lo leyó y lo pasó. Hubo silencio absoluto hasta que el papel completó la ronda y volvió a Gordon. Este lo miró un instante y lo guardó nuevamente en su bolsillo.
El mensaje, escrito con pésimos trazos, decía: ¡Ay de vosotras, Jezabeles! Rahab ha de morir.
—Suena a algo bíblico —dijo Gonzalo—, ¿no es cierto? —y miró automáticamente a Rubin, que era la autoridad bíblica del grupo.
—Suena a algo bíblico —confirmó Rubin—, y puede ser que lo haya escrito algún fanático de la Biblia, pero no es una cita de ella. Les puedo asegurar eso.
—Nadie pone en duda tu conocimiento de la Biblia, Manny —dijo Avalon conciliatorio.
—Esa nota le fue entregada a una chica a la entrada de un restaurante en el cual las candidatas a Miss Universo celebraban una conferencia de prensa —informó Gordon.
—¿Quién la entregó? —preguntó Trumbull.
—Un vagabundo. Le dieron un dólar por entregársela a una chica y no pudo describir a la persona que se la dio, aun cuando dijo que era un hombre. No hay ninguna razón para pensar que el vagabundo fuera nada más que un intermediario. Lo investigamos.
—¿Hay huellas digitales? —preguntó Halsted.
—Una cantidad de manchas superimpuestas. Nada útil.
—¿Supongo que las Jezabeles mencionadas en la nota son las jóvenes del concurso de Miss Universo? —inquirió Avalon con su tono más adusto.
—Me parece un razonamiento natural —dijo Gordon—. El problema es, ¿cuál de ellas?
—Todas, diría yo —observó Avalon—. En la nota se utiliza el plural, y el tipo de persona que aplica ese término en tal contexto no hace diferencias muy finas. Cualquiera que presente su belleza para que sea juzgada a la vista públicamente sería una Jezabel. Todas ellas serían Jezabeles.
—Pero, ¿y la segunda frase? —preguntó Gordon.
—Les explicaré —dijo Rubin con cierto aire de importancia—. Supongamos que el que escribe es un fanático de la Biblia... Me refiero a esos que la leen todos los días y que oyen que Dios les susurra al oído para darles instrucciones y luchan contra la inmoralidad. Un tipo así escribiría automáticamente en un estilo bíblico. Sucede que el principal recurso poético, en los tiempos bíblicos, era la repetición de la misma frase en forma un poco diferente, como... —Pensó un momento y luego dijo—: Por ejemplo: Tema a Jehová toda la tierra. Teman delante de Él todos los habitantes del mundo. O, si no, Oíd, sabios, mis palabras; prestadme, hombres doctos, vuestro oído.
La barba rala de Rubin pareció aun más rala cuando sus labios se abrieron en una amplia sonrisa, y sus ojos brillaron detrás de sus gruesos lentes mientras decía:
—El segundo ejemplo es del Libro de Job.
—Paralelismo —musitó Avalon.
—¿Quieren decir que este tipo está diciendo lo mismo dos veces? —inquirió Gordon.
—Así es —dijo Rubin—. Primero predice un dolor, y luego el dolor postrero: la muerte. Primero los llama Jezabeles y luego las llama Rahabs.
—No me parece —dijo Gordon—. "Jezabel" está en plural; "Rahab", no. El tipo que lo escribió habla de "Jezabeles", en plural, cuando dice "¡ay, de vosotras!"; pero sólo dice "Rahab", en singular, cuando le anuncia la muerte.
—¿Puedo ver ese papel otra vez? —preguntó Rubin. Se lo alcanzaron y lo estudió. Luego dijo—: Por la forma en que este tipo escribe, no sé si podemos esperar una buena ortografía. Puede ser que haya querido poner una "s".
—Puede —dijo Gordon—, pero no podemos confiar en eso. La ortografía y la puntuación son correctas a pesar de su letra descuidada, y la otra "s" se ve claramente.
—Me parece —dijo Avalon— que sería más seguro suponer que lo que el autor quiso decir es en singular, a menos que tengamos buenas razones para creer lo contrario.
Drake intentó hacer un anillo de humo (empresa en la que nadie le había visto tener éxito jamás) y dijo:
—¿Toma esto en serio, Sr. Gordon?
—No se trata —dijo Gordon— de lo que yo en particular piense. La nota evidencia ciertas cualidades psicóticas y tengo la certeza de que si el autor no ha querido hacer una broma estúpida, entonces está loco, y la gente loca debe ser tomada en serio. Suponga que el que la escribió se considere un vocero de la ira de Dios. Naturalmente, él la anuncia, él predica la palabra de Dios porque eso es lo que hicieron los profetas bíblicos.
—Y la anuncia en términos poéticos —comenzó a decir Halsted.
—Porque eso es lo que los profetas bíblicos hicieron también —dijo Gordon asintiendo—. Un hombre como ése puede ser que decida justamente querer ser el brazo de Dios, además de su voz. No podemos correr el riesgo. Ustedes comprenderán que el concurso de Miss Universo implica una situación aun más delicada que el concurso de Miss Estados Unidos de América.
—Porque hay concursantes extranjeras, supongo —dijo Rubin.
—Así es. Hay casi sesenta candidatas en total y sólo una -Miss E.U.A.- es de aquí. Preferiríamos que nada les pasara a ninguna de ellas, ni siquiera un pequeño inconveniente. No digo que provocaría una crisis mundial si algo sucediera, pero el Departamento de Estado estaría bastante molesto. De modo que una nota como ésta significa que la policía debe dar protección a esas sesenta chicas, pero con los tiempos que corren no podemos distraer tanto personal.
—Si no le molesta —dijo Trumbull frunciendo el ceño—, ¿qué diablos espera que nosotros hagamos?
—Es posible que él no planee matar a todas las chicas. Es probable que tenga a una en mente y que por eso utilice el singular cuando habla de muerte. Quizá Henry pueda darnos alguna idea para concentrarnos en alguna. Preferiríamos concentrarnos en diez señoritas y no en sesenta. En realidad, preferiríamos concentrarnos en una sola.
—¿En base a esa nota? —inquirió Trumbull evidentemente disgustado——. ¿Usted quiere que Henry elija a una de las candidatas a Miss Universo a partir de esa nota?
Se volvió a mirar a Henry y éste dijo:
—No tengo la menor idea, Sr. Trumbull.
Gordon volvió a guardar la nota.
—Pensé que ustedes podrían decirme quién es Rahab. ¿Por qué habrá llamado a una chica en particular Rahab y amenazado matarla?
—¿Por qué tenemos que suponer que la palabra Rahab se refiere a la chica que él busca? —dijo de pronto Gonzalo—. Quizá sea su firma. Quizá sea un pseudónimo por haber sido Rahab algún importante profeta o verdugo citado en la Biblia.
Rubin dejó escapar el aliento con un resoplido.
—¡Por favor, Mario! ¿Cómo puede ser que incluso un artista sepa tan poco? Rahab es parte del verso. Si fuera la firma la pondría al final. Si fuera el tipo de persona que quiere hacer bajar la ira de Dios públicamente, la firmaría orgullosamente y sin equivocación posible. Y si lo hiciera, jamás elegiría el pseudónimo de Rahab, o por lo menos no lo haría si conociera un poco la Biblia. Rahab fue... No, hagamos algo mejor. Henry, tráiganos de la biblioteca la edición de la Biblia del Rey James. Ya que estamos en esto, tratemos de interpretar las palabras correctamente.
—¿Quieres decir que no te sabes la Biblia de memoria? —preguntó Trumbull.
—Me olvido de una que otra palabra de vez en cuando, Tom —dijo Rubin dignamente, y tomó la Biblia de manos de Henry—. Gracias, Henry. Les diré que la única persona llamada Rahab en la Biblia era una prostituta.
—¿De veras? —dijo Gonzalo, incrédulo.
—Así es. Aquí está... El primer versículo del segundo capítulo del Libro de Josué. Y Josué, hijo de Nun, envió en secreto desde Setim dos espías, diciéndoles: "Id a explorar la tierra y Jericó". Los cuales fuéronse y entráronse en casa de una ramera llamada Rahab y se posaron allí.
—Y eso forma parte del paralelismo —dijo Avalon, pensativamente—. ¿Es eso lo que crees?
—Por supuesto. Y es por eso que pienso que "Jezabel" y "Rahab" se refieren a todas las muchachas y que ambos nombres tendrían que estar en plural. Tanto Jezabel como Rahab son las representantes bíblicas de las mujeres inmorales y, por lo que entiendo, el que ha escrito la nota, quienquiera que sea, piensa que todas las candidatas para Miss Universo son justamente eso.
—¿Son? —preguntó Gonzalo—. Quiero decir, ¿son inmorales?
—No puedo garantizar sus vidas privadas —dijo Gordon sonriendo levemente—, pero no creo que se destaquen por su inmoralidad. Son mujeres jóvenes, cuidadosamente seleccionadas para representar a sus países. Dudo que nada notorio se les pueda haber escapado a los jueces.
—Cuando un fundamentalista que ya ha pasado la juventud —dijo Avalon— comienza a hablar de inmoralidad o llama a alguien Jezabel, no es necesario, según mi opinión, que haya inmoralidad realmente. Probablemente sea algo puramente subjetivo. Cualquier mujer que provoque en él sensaciones de excitación sexual le parecerá inmoral, y la que más los suscite le parecerá la más inmoral.
—¿Quiere decir —preguntó Gordon, dirigiendo la mirada hacia Avalon— que busca a la más hermosa y que la matará?
Avalon se encogió de hombros.
—¿Qué es la belleza? Puede ser que busque a la que él considera la más hermosa, pero, ¿cuáles son sus pautas? Es probable que, incluso, no sea la belleza en el sentido más literal. Tal vez alguna de ellas le recuerde a su madre muerta, a la novia de la infancia o a alguna de las maestras que tuvo. ¿Cómo saberlo?
—Está bien —dijo Gordon—, quizá tenga usted razón en todo lo que dice, pero eso no importa. Dígame a quién busca; dígame quién es esa Rahab y nos ocuparemos de los motivos después.
Avalon sacudió la cabeza.
—No sé si podemos descartar los motivos tan fácilmente —dijo—, pero en todo caso no lograremos nada si tomamos el camino equivocado. A pesar de lo que Manny diga, no creo que haya ningún paralelismo entre Jezabel y Rahab.
—Claro que lo hay —dijo Rubin de inmediato, levantando la barbilla.
—¿Dónde está? En primer lugar, Jezabel no era una cortesana. Era la reina de Israel; y no hay ninguna indicación en la Biblia de que ella fuera, en modo alguno, inmoral sexualmente. Era, simplemente, una idólatra, lo contrario de los que adoraban a Yavé, o a Jehová, para usar el nombre más común, aunque menos exacto.
—Te lo explicaré, si quieres —dijo Rubin—. Jezabel era hija del rey de Tiro, que además era sacerdote de Astarté. Es probable que también ella fuese sacerdotisa. En cuanto a Rahab, quizá no haya sido una prostituta común, sino una sacerdotisa que participaba en los ritos de la fertilidad. Para los israelitas, eso era ser prostituta.
—No todos han estudiado la Biblia como tú, Manny —intervino Halsted—. La Biblia llama Jezabel a una reina y Rahab a una prostituta, y el lector común no iría más allá.
—Pero eso no es lo que quiero decir —dijo Avalon—. Jezabel, cualquiera que fuera su posición, terminó mal. Murió en un golpe palaciego y fue devorada por los perros. Rahab, sin embargo, terminó bien. Después de la caída de Jericó fue salvada con vida porque escondió a los espías y los protegió. Se puede suponer que se había convertido a la fe del Dios de Israel y que había dejado de ser una prostituta o una sacerdotisa pagana. En realidad... Manny, permíteme la Biblia. —Avalon la tomó y volvió rápidamente las páginas—. Estaba justo al principio del Evangelio según San Mateo. Aquí está: y Salomón engendró a Bozz en Rahab; y Bozz engendró a Obed en Rut; y Obed engendró a Jesé, y Jesé engendró al rey David. Ahí tienen: esos son el quinto y sexto versículos del primer capítulo del Evangelio según San Mateo. Según éste, Rahab casó con un prominente israelita y fue tatarabuela de David, y, por lo tanto, lejana antecesora del mismo Jesús. Habiendo ayudado a los israelitas a tomar Jericó, habiéndose casado con un israelita y siendo una antecesora de David y Jesús, ningún fundamentalista podría utilizar a Rahab como símbolo de inmoralidad. De modo que, si queremos asociar a Rahab con una de las candidatas a Miss Universo, sería mejor que nos olvidáramos del paralelismo con Jezabel y buscáramos algo más.
—Pero ¿qué? —preguntó Drake.
—No te preocupes —dijo Avalon, y levantó un dedo admonitorio—. Estoy pensando en algo. Manny, ¿no se utiliza en la Biblia la voz "Rahab" como sinónimo poético de Egipto?
—Sí, tienes razón —dijo Rubin en el colmo de la exaltación—. En algún lugar de los Salmos, creo. —Volvió las páginas musitando—. Ojalá tuviéramos un diccionario bíblico. Es algo que el club debería comprar y agregar a los libros de consulta. ¡Por Dios, aquí está! —gritó—. El cuarto verso del Salmo 87: Yo me acordaré de Rahab y de Babilonia entre los que me conocen; He aquí Palestina y Tiro con Etiopía.
—¿Cómo sabes que Rahab significa Egipto, allí? —preguntó Gonzalo.
—Porque a todo lo largo de la historia del Antiguo Testamento, los grandes poderes rivales fueron el del Valle del Tigris y el Eufrates y el del Nilo. Babilonia tipifica claramente al primero, de modo que Rahab simboliza al último. No hay ninguna discusión sobre eso. Los estudiosos de la Biblia concuerdan en que Rahab simboliza a Egipto en este caso.
—Si es así —dijo Avalon—, no creo que tengamos que recurrir a Henry. Sospecho que es a Miss Egipto a quien nuestro misterioso amigo busca. Y eso tiene sentido, también. Hay un par de millones de judíos en esta ciudad; y considerando la actual situación entre Israel y Egipto, cualquiera de ellos que esté un poco trastornado, puede sentirse tentado de amenazar a Miss Egipto.
—Interesante. Sólo que existe un problema —dijo Gordon.
—¿Cuál, señor?
—No hay ninguna Miss Egipto. El concurso de Miss Universo, según ustedes verán, no es tan simple como el concurso a Miss E.U.A., pues en éste ustedes se encuentran con una participante de cada uno de los cincuenta Estados, porque la política exterior no cuenta en absoluto. En el concurso Miss Universo, las naciones hostiles a los Estados Unidos, o aquellas que consideran decadentes los concursos de belleza, no participan. Este año, ningún estado árabe está representado. Por otro lado, algunas naciones están representadas por más de una concursante, cada una de ellas bajo un nombre diferente. Algunos años atrás, por lo que yo sé, hubo dos bellezas alemanas. Llamaron Miss Alemania a la que recibió más votos y, a la otra, Miss Bavaria.
Avalon estaba claramente molesto.
—Si no existe Miss Egipto, no sé qué puede significar "Rahab" —concluyó.
—¿Qué quiere decir en la Biblia? —preguntó Gonzalo—. ¿Por qué le dan ese nombre a Egipto? Tiene que haber una razón.
—Bueno —dijo Rubin—, Egipto era un reino a orillas de un río y Rahab era un nombre relacionado con las aguas. En realidad era un vestigio mítico de la leyenda pre-israelita de la creación. Los Sumerios creían que la tierra había sido creada del mar. Veían al mar como un enorme monstruo llamado Tiamat, que debía ser dividido en dos para que la tierra emergiera entre sus mitades. En la mitología babilónica, fue Mardoc quien mató a Tiamat.
»Los escritores sacerdotales del primer libro del Génesis barrieron con los mitos babilónicos y eliminaron el politeísmo, pero quedaron vestigios. Según el capítulo I, versículo 2, del Génesis, al principio, antes del primer día de la creación, la tierra estaba desordenada y vacía y las tinieblas estaban sobre la haz del abismo y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Bien; la palabra hebrea traducida como "el abismo" es "tehom", y algunos comentaristas creen que ésta es una versión de Tiamat y que este versículo es todo lo que queda de aquella lucha cósmica.
—Eso me parece muy rebuscado —dijo Drake.
—No sé. Hay algunos versículos aislados en la Biblia que parecen referirse a aquel mito de la creación, que era más antiguo y menos sofisticado. Hay uno casi al final de Isaías... Veamos si puedo encontrarlo... Solía saber dónde estaban todas estas citas. —Volvía las páginas, enfervorizado, una tras otra, sin prestar atención a la copa de coñac que Henry había puesto frente a él. Gordon bebía el suyo y lo observaba tranquilamente, sin intentar detenerlo ni llevar la discusión al punto inicial.
—¿A dónde conduce todo esto? —intervino Trumbull, empero.
Rubin agitó las manos excitado.
—¡Lo encontré, lo encontré! Escuchen esto: Isaías, capítulo 51, versículo 9: Despiértate, despiértate, vístete de fortaleza, oh brazo de Jehová; despiértate como en el tiempo antiguo, en los siglos pasados. ¿No eres tú el que cortó a Rahab y el que hirió al dragón? ¿Ven?: "cortó a Rahab" e "hirió al dragón" es otro ejemplo de paralelismo. Rahab y el dragón son expresiones equivalentes que simbolizan al océano embravecido que debe ser derrotado y dividido para que pueda crearse la tierra. Algunos comentaristas sostienen que ésta es una referencia a Egipto ya la división del mar Rojo; pero, en mi opinión, es indudablemente una versión de la lucha con Tiamat.
La frente de Rubin traspiraba profusamente mientras él continuaba agitando su mano izquierda pidiendo silencio en tanto volvía las páginas con la derecha.
—Hay algunas referencias a esto en los Salmos, también. Puedo encontrarlas si me conceden un minuto solamente. ¡Ah! Salmo 89, versos 9 y 10: Tú tienes dominio sobre la bravura de la mar: cuando se levantan sus ondas, tú las sosiegas. Tú quebrantaste a Rahab como a un muerto. Y hay otro más: salmo 74, versos 13 y 14: Tú hendiste la mar con tu fortaleza: quebrantaste cabezas de ballenas en las aguas. Tú magullaste las cabezas del Leviatán. Leviatán era otro nombre del océano primitivo.
—¡Maldito seas, Manny! ¿Te crees un predicador? —aulló Trumbull—. ¿A dónde nos lleva todo esto?
Rubin levantó los ojos indignado y cerró la Biblia.
—Si me permites hablar, Tom —dijo con exagerada dignidad— y reprimes tu tendencia a aullar, te lo diré. —Echó una mirada imponente a su alrededor—. Ahora sospecho que, para el tipo que escribió esta nota, Rahab simboliza el poder del océano. ¿Quién es hoy, la potencia de los mares? ¿Quién controla los océanos? Los Estados Unidos. Con nuestros porta-aviones, nuestros submarinos nucleares, nuestros misiles Polaris, tenemos el poder de Rahab. Creo que quizá quiera atentar contra Miss Estados Unidos.
—¿Te parece? —preguntó Halsted—. Los Estados Unidos son la mayor potencia marítima sólo desde la Segunda Guerra Mundial. No han tenido tiempo de entrar en la leyenda. La leyenda y la historia le cantan a Gran Bretaña como reina de los mares. Recuerda lo de "Britania, reina en las aguas". Yo voto por Miss Gran Bretaña.
—No hay ninguna Miss Gran Bretaña, pero hay una Miss Inglaterra —aclaró Gordon.
—Muy bien. Voto por Miss Inglaterra.
—No hay modo de saber qué pasa por la cabeza de ese loco —dijo Drake—. Quizás haya utilizado ese nombre para indicar su manera de actuar. Rubin mencionó eso de "magullaste las cabezas" y "quebrantaste" al citar los versos de los salmos. Quizás el autor de la nota quiso decir que usaría algún instrumento pesado...
—Uno de los versos decía "cortó a Rahab" —dijo Rubin meneando la cabeza.
—Si Rahab es un adversario de Dios —hizo notar Gonzalo—, el autor puede haber pensado en los nazis. Jeff dijo que podría ser un judío que buscase a Miss Egipto; ¿por qué no a Miss Alemania?
—¿Por qué necesariamente judío? —observó Trumbull—. La mayoría de los fundamentalistas son protestantes y en su época se han dirigido al Papa con términos bastante fuertes. Lo llama "la prostituta de Babilonia", y para algunos de ellos Rahab fue una prostituta. No creo que haya una Miss Ciudad del Vaticano; pero ¿y si fuera Miss Italia?
—Perdonen, caballeros —intervino Henry. Gordon alzó los ojos.
—¡Ah!, ¿tiene alguna sugerencia, Henry?
—Sí, señor. Si es útil o no, no lo sé... Usted dijo, Sr. Gordon, que las reglas son más bien flexibles en el concurso de Miss Universo en lo que respecta a las naciones representadas. Algunas naciones no tienen representantes, algunas tienen dos o más bajo diferentes nombres. Usted mencionó a una Miss Alemania ya una Miss Bavaria, por ejemplo.
—Así es —dijo Gordon.
—Y dijo, además, que no había una Miss Gran Bretaña, pero sí una Miss Inglaterra.
—Es cierto.
—Que haya una Miss Inglaterra ¿implica la existencia de una Miss Escocia, también?
—En realidad, sí. —Gordon entrecerró los ojos—. Además hay una Miss Irlanda y una Miss Irlanda del Norte, también.
Gonzalo colocó ambas manos sobre la mesa.
—Apuesto a que sé a lo que Henry quiere llegar. Si el autor de la nota es irlandés, puede ser que ande detrás de Miss Irlanda del Norte. Consideraría que ella representa una división política que es un títere de Inglaterra e Inglaterra es quien gobierna los mares y es Rahab. Henry sacudió la cabeza.
—No es tan complicado, según creo. Siempre he pensado que, en igualdad de condiciones, la explicación más simple es la mejor.
—La ley de Occam —susurró Avalon.
—Debo admitir —dijo Henry— que nunca había oído hablar de Rahab hasta ahora, pero la explicación del Sr. Rubin fue muy, reveladora. Si Rahab es un monstruo que representa al mar, y si este monstruo también suele ser llamado Leviatán, y si Le... viatán es el nombre que se le da a un monstruo marino real, el más grande que existe, ¿por qué no podría referirse el autor a Miss Gales?
—¡Ah! —exclamó Gordon. Henry se volvió hacia él.
—¿Era ésa la respuesta, Sr. Gordon?
—Es una posibilidad —admitió Gordon, gravemente.
—No, Sr. Gordon —dijo Henry—. Usted sabe mucho más de lo que ha dicho. Vino acá a ponerme a prueba. ¿Cómo puede ponerme a prueba con una adivinanza cuya respuesta no conoce?
Gordon lanzó una carcajada.
—Gana nuevamente, Henry —dijo—. Todo lo que les he dicho es verídico, excepto que sucedió el año pasado. La persona en cuestión fue atrapada. Llevaba un cuchillo en la mano, pero no era realmente peligrosa. Se rindió sin resistirse y ahora se encuentra en un hospital psiquiátrico. Era bastante incoherente. Nunca supimos con certeza cuáles fueron sus motivos, excepto que él estaba convencido de que su víctima era particularmente malvada. El inconveniente fue que tuvimos que asignar una buena cantidad de hombres a este caso y nunca descubrimos qué era lo que Rahab significaba... Pero cuando lo detuvimos se dirigía al camarín de Miss Gales. Tendríamos que haberlo tenido con nosotros el año pasado, Henry. Es usted un detective excepcional.
—Son loS Viudos Negros, señor. Ellos analizan el enigma; yo sólo recojo lo que queda.
Fin